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é oficiales del rey y facer lo qu'estos les aconsejasen, é así, á pedimiento de los Oidores se juntaron el obispo de Los Reyes don Jerónimo de Loaysa, é don Juan Solano, obispo del Cuzco, é don Garci Diaz, electo obispo del Quito, é fray Tomas de Sant Martin, provincial de los dominicos, é Agustin de Zárate, contador de cuentas, y Alonso Riquelme, tesorero de Su Majestad, é García de Saucedo, su veedor, é Juan de Cáceres, su contador; é juntos todos estos perlados é oficiales é los Oidores Tejada é Zárate, Cepeda habló en esta manera: que por ser negocio que tanto importaba al servicio de Su Majestad, habia con toda humildad interrogado quisiesen juntarse con él y con los demás Oidores para tratar lo que se habia de hacer sobre lo que Gonzalo Pizarro pedia, pues los negocios estaban en términos muy diferentes de lo que al principio se creyó, é Gonzalo Pizarro buscaba ocasion para tiranizar las provincias; que cada uno dijese su parescer é despues se escogiese el mejor camino é por donde Su Majestad no fuese deservido; é dichas estas palabras por el licenciado Cepeda, trataron sobre aquel negocio, é no embargante que se habló en la desvergüenza con que Gonzalo Pizarro venia, é las muertes é prisiones que habia hecho, é que para poner freno á su osadia era nescesario darle la gobernacion, si yo tengo de decir la verdad, lo deseaban é le favorescian, é ansí por votos se vino á resumir el acuerdo en que se le diese la gobernacion con que hiciese pleito homenaje de la dejar siempre y en todo tiempo que por Su Majestad le fuese mandado, y en el libro del acuerdo se asentaron los votos y paresceres de los perlados y oficiales, los cuales fueron, dejando aparte las causas é inconvinientes que ponian, que fuese gobernador, é lo firmaron de sus nombres; é yendo á firmar el licenciado Zárate delante del secretario Pero Lopez é Simon de Alzate, escribano, dijo mirando contra los que estaban en la congregacion: Escribanos, dadme por testimonio cómo juro á Dios y á esta cruz que firmo esta provision de miedo é porque no me maten, porque yo no tengo poder para echar tal firma, é todos me sean testigos de lo que digo. Lo cual oido por el doctor Lison de Tejada, dicen que dijo: Dalda acá, que yo no la firmaré de miedo; y firmó. y cuando iba á firmar el licenciado Cepeda, dicen tambien que dijo que lo firmaba tambien de miedo; lo cual acabado, la consulta se deshizo y cada uno se fué á su casa.

1 mayor.

CAPÍTULO LXXXI

En que se contiene la provision que dieron los Oidores á Gonzalo Pizarro de gobernador del Perú, la cual se apregonó despues de le haber recibido tal. por

Como se hobiese determinado de dar título de gobernador á Gonzalo Pizarro, no embargante que á los Oidores y á los más que se hallaron en las juntas y congregaciones les pesase y viesen que era añidir maldad á maldad, é que Su Majestad no les dió poder para que elegiesen gobernador, sino para que quitando los que habia la tierra estuviese libre, y ellos como Oidores é Presidente, siendo número de cuatro, representase un cuerpo el cual tuviese un sonido que era su nombre y apellido real, de tal manera que ninguno osase, sin temor de Dios ni suyo, irse á rienda suelta tras su cobdicia para que mediante la gran insaciabilidad deIla fuesen hechos tanctos insultos y muertos tantos indios por roballes lo suyo, é si lo hiciesen que lo castigasen con toda severidad; mas viendo cuán poca parte eran, hobieron de conformarse con la voluntad del tirano, aunque fué gran menoscabo dellos, porque en lo que toca al rey, en la hora que tuvieron atrevimiento para prender á su visorrey no tuvo en nada su hecho, ni su autoridad real rescibió deservicio, pues está claro si como estaba en Alemania gozando de sus trofeos estuviera en Lima, ni Gonzalo Pizarro fuera gobernador ni aun se levantara su ánimo á ser más que un particular; y al fin, visto que se habia de hacer, despues de haber dado una peticion algunos procuradores, diz que en nombre de las cibdades ordenaron la provision que aquí se pone, la cual ni tuvo vigor ni fué sino para engañar el tirano á los simples; el tenor de la cual es este que se sigue:

DON CARLOS, por la divina clemencia emperador semper augusto, rey de Alemania; Doña Juana su madre, y el mismo Don Cárlos, por la misma gracia reyes de Castilla, de Leon, de Aragon, de las dos Cecilias, de Jerusalen, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Múrcia, de Jaen, de los Algarbes, de Algecira, de Gibraltar, de las islas Canarias, de las Indias, islas é tierra firme del mar Oceano; condes de Barcelona, señores de Vizcaya é de Molina, duques de Aténas y de Neopatria, condes de Ruisellon é de Cerdania, marqués de Oristan é de Go

ciano, archiduque de Austria, duque de Borgoña é de Brabante, conde de Flandes é de Tirol; por cuanto por parte de los procuradores de las cibdades y villas destos reinos, contenidos en una peticion que ante el nuestro presidente é Oidores de la Audiencia Real que reside en los dichos reinos del Perú fué presentada, nos fué hecha relacion que bien sabiamos la junta de gente y alteracion que en los dichos reinos ha habido ansí despues que Blasco Nuñez Vela vino por visorrey á ellos, y que no se podia refrenar la disolucion de la dicha gente, por ser belicosa, si no hobiese persona que la tuviese debajo de órden y regla y á quien tuviesen respeto é acatamiento, de lo cual se sigueria que la dicha nuestra Real Audiencia no fuese tenida en la veneracion que se requiere, ni nuestra justicia fuese ejecutada, ni las personas y haciendas de los vecinos destos reinos tuviesen la seguridad que se requiere; por todo lo cual y por otras muchas razones contenidas en la dicha peticion, convenia proveer gente é capitan general que hiciese y ejecutase lo susodicho é todo lo demás que los otros gobernadores que han sido destos reinos suelen y acostumbran ejercer y ejecutar, por lo cual ninguna persona de presente ocurria que mejor y más fácilmente y con mayor contentamiento destos dichos reinos pudiese administrar el dicho cargo que era Gonzalo Pizarro, que al presente es procurador general dellos, ansí porque por haber sido conquistador es muy amado generalmente de todos los vecinos y gente de guerra y siempre ha mostrado muy gran celo á nuestro servicio y á la ejecucion de la nuestra real justicia y acrescentamiento de nuestra real hacienda; de como por el respecto y veneracion que comunmente se le tiene por ser hermano del marqués don Francisco Pizarro, que con su buena industria y ventura descubrió é conquistó esta tierra, de cuya riqueza hemos sido tantas veces socorrido en las nuestras nescesidades; por ende, que nos suplicaban é pedian por merced mandásemos proveer el dicho cargo de gobernador y capitan general al dicho Gonzalo Pizarro hasta tanto que siendo yo el rey consultado sobrello provea é mande lo que á nuestro servicio convenga, porque si se hobiese d'esperar la dicha provision sin proveerlo, en el entretanto subcederian muy grandes inconvinientes y toctal destruicion destos reinos; ó que sobrellos proveyésemos como la nuestra merced fuese servido; lo cual, visto por los dichos nuestro presidente é Oidores, é comunicado é praticado con los perlados destos reinos y con

otras personas de letras y conciencia, y con los oficiales de nuestra real hacienda y otros criados nuestros que se presume que ternán á nuestro servicio el celo y respecto que nos tienen jurado y prometido, fué acordado que debiamos mandar dar esta nuestra carta para vos en la dicha razon, y nos tovímoslo por bien, é por la presente, acatando, demás de lo susodicho, los buenos y leales servicios hechos á nuestra corona real por el marqués don Francisco Pizarro, ya difunto, primer descubridor é conquistador desta tierra, y quel dicho Gonzalo Pizarro nos ha servido en ella, y esperando que así lo continuará de aquí adelante, le hacemos é nombramos nuestro gobernador é capitan general para que lo use segun é de la manera que lo usó y ejerció é pudo usar y ejercer el dicho marqués don Francisco Pizarro su hermano y los otros nuestros gobernadores que han sido en estos dichos nuestros reinos, hasta tancto que siendo yo el rey informado del estado dellos provea é mande lo que á nuestro servicio convenga; y mandamos á todos los Consejos, alcaldes, regidores, caballeros, escuderos, oficiales, homes buenos, y á los capitanes é gente de guerra destos dichos reinos, que hecho por el dicho Gonzalo Pizarro el juramento é solenidad que por los otros nuestros gobernadores se suele y acostumbra hacer, le hayan y reciban y tengan por tal nuestro gobernador y capitan general dellos hasta tancto que otra cosa proveamos y mandemos, segund dicho es, y le guarden y hagan guardar todas las honras, gracias y mercedes, franquezas, libertades, prerrogativas é inmunidades que por razon del dicho oficio le deben ser guardadas, y mandamos al dicho Gonzalo Pizarro que guarde y haga guardar todas las cédulas é instruciones é otros mandactos nuestros, particulares é generales, dirigidos por nós al dicho marqués su hermano y á los otros gobernadores que han sido destos dichos reinos, cerca de la conservacion de los naturales y de la administracion de la justicia é de la buena gobernacion dellos, bien ansí como si á él fueran dirigidas; para lo cual y para todo lo que dicho es, por esta nuestra carta le damos poder complido con todas sus incidencias y dependencias, anexidades y conexidades, y los unos ni los otros no fagades ni fagan ende al por alguna manera, so pena de la nuestra merced é de cada diez mill pesos de buen oro para la nuestra Cámara é fisco. Dada en la cibdad de Los Reyes á veinte é un dia del mes de Noviembre de mill é quinientos é cuarenta é cuatro años. Yo, Pero Lopez, escribano de Cámara de sus cesáreas católicas majestades,

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Muy cerca de la cibdad de Los Reyes tenia situado su campo Gonzalo Pizarro y enviaba muchos mensajeros á ella para que con brevedad le fuese dado el nombre de gobernador, y como ya estuviese la provision ordenada y aun firmada, en breve le fué el aviso, de que no poca alegría él y sus cómplices rescibieron, y este dia los obispos salieron á le ver, y aun los Oidores Cepeda y Tejada ficieron lo mismo, los cuales despues de haber hecho con él sus conciertos é tenido sus práticas se volvieron á la cibdad, dándole todos los más que salian y con él venian la norabuena de la señoría, á lo cual dicen que dijo: Ahora bien, vosotros me habeis fecho gobernador no lo procurando yo, y habeisme quitado de mi reposo; tened pecho, que yo juro que lo he de sustentar; é mandó que toda la gente se armase, é poner á punto toda el artellería y que fuesen todos en escuadron como si hobieran de dar batalla, é con esta órden entró en la cibdad, é llegados en mitad de la plaza so asentó el artilleria, é Bachicao, el capitan della, la disparó con gran ruido, é Gonzalo Pizarro mandó que los regidores entrasen en cabildo, é por virtud de una provision que los Oidores le dieron en que le nombraban gobernador, le rescibieron por tal con las condiciones é formas ya dichas, y él de que haria justicia. Dió por fiadores á Juan Alonso Palomino, é Lope Martin, é Tomás Vazquez con otros vecinos del Cuzco, los cuales con sus personas é haciendas se obligaron á pagar los daños é desafueros que por él fucsen fechos, lo cual no podrian, segun fueron tantos, si la señoría de Venecia no les diese para ello los redictos de su cibdad; pues como le hobieron nombrado gobernador, fueron sonadas en señal de alegria muchas trompetas é otros instrumentos musicales y en toda la cibdad se mostraba contento, y el

En el ms, del,

nuevo gobernador dió buena esperanza de sí, haciendo una breve habla amonestando á que todos le fuesen amigos, pues sabian que el gobierno en nombre del rey pertenescía á él y de justicia no se lo podian quitar; é pasado este acto se fué á apear, habiendo sido todo hecho ante Diego Gutierrez, escribano del cabildo. Algunos hobo que aconsejaban á Gonzalo Pizarro que prendiese á los Oidores y los enviase al visorrey; mas él no lo quiso hacer, antes lo avisó á Cepeda, asegurándole que no rescibiria dél ningun daño, antes le ternia por muy singular amigo; Grabriel de Rojas y Diego de Silva con otros fueron presos, y tambien lo fué el licenciado Benito Suarez de Caravajal, por ciertas cartas que se le hallaron; Gonzalo Pizarro mandaba que fuesen muertos, y en poco estuvo que no lo fuesen, especialmente el licenciado Caravajal, por aquellas cartas; mas al fin tanctos rogaron á Gonzalo Pizarro por ellos, que los hobo de perdonar y les fueron dadas sus casas por cárcel, y en breve tiempo fué la nueva á todas partes. Tambien fué preso el capitan Alonso de Cáceres, vecino de Arequipa, é pasó harto riesgo su vida. En el puerto tan solamente estaba un navio, en el cual tenia preso al licenciado Vaca de Castro, é como Gonzalo Pizarro supiese no haber querido dar parescer para que le fuese dada la gobernacion, tomóle grande odio é mandó que fuese mirado con todo cuidado y no se huyese, y ansí lo fué algunos dias, y no faltó de sus amigos quien le avisó que procurase de se huir, porque cierto, si no lo hacia, le matarian, é yendo á la nave Garcia de Montalvo, el que fué su teniente de gobernador de la cibdad del Cuzco, y estando en tierra Almendras, que le miraba, Vaca de Castro se alzó con el navío é compelió al maestre é marineros que fuesen á Panamá, aunque contra su voluntad, y ansí se salió de el puerto el licenciado Vaca de Castro, llevándose el artillería que habia en el navío, é como en la cibdad se supiese de su ida hubo grande alboroto y Gonzalo Pizarro lo sintió mucho, porque pensaba inviar en aquel navio á Martin de Robles para que fuese á saber qué habia sido del visorrey. En breve tiempo fué la nueva á la cibdad del Cuzco y á la de Trujillo y á otras partes de cómo Gonzalo Pizarro estaba rescibido por gobernador en la cibdad de Los Reyes, é Diego Maldonado, que en la cibdad del Cuzco habia quedado por teniente é justicia, temiendo no le enviasen á matar por la bandera que allí alzó, tomó por cosa más segura irse á presentar delante de Gonzalo Pizarro; y Caravajal, que no le tenia poco odio, habia eu

muchas partes de los valles mandado poner! soldados que bastasen á le prender, creyendo que con su muerte heredaria á Diego Maldonado, que en aquellos tiempos por su riqueza en todo el Perú era llamado Diego Maldonado el rico. Gonzalo Pizarro, despues de haber tenido algunos dias presos al capitan Vasco de Guevara, y Alonso Perez d'Esquibel, y á Luis de Leon, los desterró y'mandó que se fuesen á Las Charcas á cumplir el destierro, y á otros de los presos quitó la encomienda de indios, de manera que ya se comenzaba á mostrar tirano.

CAPÍTULO LXXXIII

Cimo en la cibdad de Los Reyes fué muerto el capitan Diego Gumiel por mandado de Gonzalo Pizarro, y lo mismo Rodrigo Nuñez, maestre de campo que fué del adelantado don Diego de Almagro.

Bien habrá el letor entendido cómo Gonzalo Pizarro fué enviado por gobernador, y cómo usaba de tal cargo, y tambien de la ida de Vaca de Castro, juntamente las más cosas que la historia ha tratado, y estando Gonzalo Pizarro en gran trunfo, obedescido de todos, y que ninguno entendia sino en cómo le poder mejor servir, dándose á pasatiempos, sus capitanes y él estaban con deseo de saber nuevas del subceso del visorrey y á qué parte habia ido aportar; subcedió la muerte de Diego Gumiel, su capitan, la cual para dársela no se hallan bastantes causas, mas de que estando una noche en las casas del capitan Martin de Robles arrepentido de haber metidose con Gonzalo Pizarro en aquella demanda, temiendo el castigo que por mandado del rey le habia de venir, é por otras causas, habló algunas palabras no convinientes al partido de Gonzalo Pizarro, las cuales oidas por Martin de Robles dicen que aun no hubo bien salido de sus casas el capitan Gumiel, cuando fué á donde estaba Gonzalo Pizarro, y cuentan que en secreto habló con él un poco de tiempo dándole cuenta de lo que habia oido el capitan Diego Gumiel. Pizarro, algo turbado mandó llamar á su maestre de campo Francisco de Caravajal, é praticado con él fué Bustillo, su secretario, á tomar el dicho á la mujer del mismo Robles, é conformando con lo del marido, volvieron á Gonzalo Pizarro, el cual, tomando su consejo con el maestre de campo acuerdan de matar al capitan Gumiel, é porque no se pudiese escapar hicieron una memoria de todos los capitanes, y á uno á uno los enviaban á llamar y entrando á donde Gonzalo

Pizarro estaba los detenian en práticas, guardando la puerta con arcabuceros el capitan Cermeño; pues yendo á llamar al capitan Gumiel, temiéndose no le viniese daño de la ida, tomó consejo con algunos de sus amigos, los cuales, poniéndole ánimo le aconsejaban que fuese, que no tenia de qué temer, y ansí determinado á ir se armó secretamente y tomando una rodela de acero en las manos, con su espada é daga, se partió á donde estaba Gonzalo Pizarro. Llamando á la puerta de la cámara, Gonzalo Pizarro le mandó entrar, é quedándose con él solo dijo á los otros capitanes que se fuesen á sus casas, é quedando Gumiel solo, Gonzalo Pizarro le dijo: Aguardame un poco, que luego vengo; y no hobo él bien salido cuando entró Caravajal é llegándose á Gumiel le dijo: Capitan, dadme el espada; y él se la dió, diciéndole: ¿qu' es esto, maestre de campo? é con ayuda de Mescua, criado de Gonzalo Pizarro, fué desarmado, é muy turbado Gumiel, decia: ¿Pues á un capitan como yo se ha de tratar ansi ¿Qu'es lo que yo he hecho? Caravajal, con gran disimulacion, le respondia: Tuestra merced lo sabe si ha hecho por qué; é si no, no hay de qué temer; é diciendo esto mandó llamar un escribano para que hiciese el testamento, avisándole que habia de morir. Gumiel con grandes voces decia que le mataban sin ninguna razon, é que renunciaba la parte que tenia en paraiso si no se lo levantaban. Gonzalo Pizarro mandó que viniese á la plaza alguna gente armada para que los amigos de Gumiel no se pusiesen en defenderle, quedándose él en la sala acompañado de su capitan de la guardia Pedro de Hinojosa. Gumiel, viéndose tan vecino á la muerte, rogó á un camarero de Pizarro que fuese de su parte á le- suplicar le quisiese ver, y Pizarro respondió que no queria, y Gumiel con grandes clamores decia que ¿por qué le mataban? Caravajal muy de reposo respondia: Espintome yo de un caballero y capitan tan valeroso como vos mostrar tanta flaqueza; y entrando un clérigo lo confesó, y puesta la soga á la garganta dieron la vuelta al garrote y hobo fin el capitan Gumiel, porque veais el premio que dan los tiranos qué tal es, y él que hasta que llegó á la cibdad de Los Reyes no fué poco su secaz. Muerto que fué el capitan Diego Gumiel, su cuerpo fué sacado á la plaza y puesto al pie del rollo, donde estuvo aquella noche, é otro dia fué enterrado en el monasterio de Sancto Domingo. Estaba retraido Rodrigo Nuñez, maestre de campo que habia sido de don Diego de Almagro el Viejo, y le sacaron del monasterio, porqu'esta gente ni tenia reverencia ni

acatamiento á los templos, ni temor á Dios ni al rey, y fué muerto.

CAPÍTULO LXXXIV

De como el visorrey Blasco Nuñe: Vela, con su hermano, llegó al puerto de Túmbex, y de lo que allí acordó de hacer.

En los capítulos precedentes hecimos mincion cómo el licenciado Alvarez humildosamente pidió perdon al visorrey, y de cómo en la nave que iba se fué la costa abajo, y ansimismo de la juntada del otro navío en que iba Francisco Velazquez Vela Nuñez su hermano, é Diego Alvarez de Cueto. Pues dice la historia que salidos del puerto de Guaura anduvieron hasta allegar cerca de la cibdad de Trujillo, adonde teniendo por muy odiosos á ciertos soldados que con el licenciado Rodrigo Niño le miraban, despues de les haber quitado las armas los mandó echar en tierra, y de alli fué prosiguiendo su camino hasta ser llegados al puerto de Túmbez, yendo con la aflicion é tristura quel leetor puede sentir en un varon que siendo tan estimado y Su Majestad del Emperador nuestro señor lo enviase acá, é que por complir su mandado real hobiese sido preso por los mismos que le habian de guardar, é pesábale ver que tan aviltadamente le habian tratado, é con el trabajo grande que iba y en el que sus amigos é los que se habian mostrado servidores del rey estarian, é que le convenia restituirse en su honra y castigar la desvergüenza tan grande que habia entre los que se levantaron; pensando estas cosas y otras no poco tristes, desembarcó en el puerto de Túmbez algo fatigado de la mar, é lo mismo hicieron los capitanes Vela Nuñez y Cneto, y estando en Túmbez el visorrey pensaba, y aun lo tuvo determinado de hacer, de ir á la Tierra Firme y hacer llamamiento de gente y enviar por socorro á las provincias de Nicaragua, Guatimala y Nueva España y á la Isla Española, y como en aquel tiempo la riqueza de Quito fuese tancta y tuviese por vecina la gobernacion de Popayan y el Nuevo Reino de Granada, provincias de Bogotá, aconsejábanle que se fuese allá y que seria servido y favorecido de los vecinos de Quito, con que podria juntar gente de la que hobiesen en aquellas regiones, y esto le decia con todo hervor un vecino del Quito que venia con él, llamado Hernando Sarmiento, y al fin, como las cosas le fuesen contrarias y muy infelices, hobo de dejar la ida á la Tierra Firme, que cierto si él se viera apoderado de la cibdad de Panamá, con

los favores que le vinieran pudiera verse presto con gran pujanza; y ansí mandó á un Hulano de San Pedro que fuese á la cibdad del Quito á dar nueva de su llegada, sin lo cual despachó con cartas para el cabildo é otras personas á Hernando Sarmiento, vecino della, amonestándoles que mirasen que en semejantes tiempos se han los hombres de mostrar para tener en poco la vida por el servicio del rey; quél habia sido preso en la cibdad de Los Reyes por los Oidores en tiempo que tenia gran junta de gente para la resistencia de Gonzalo Pizarro y de los que con él se habian levantado, é quél se estaria en Túmbez hasta ver con la voluntad que sus cartas por ellos serian recibidas. E desta suerte se partió Hernando Sarmiento al Quito, adonde habian estado sentidos de las Ordenanzas porque se habiar mandado sacar los indios que en la minas cogian el metal, y estaban muy desabridos del visorrey porque al tiempo que iba á la cibdad de Los Reyes, con gran rigor mandó que fuesen ejecutadas, é Sancho de la Carrera, natural de Toro, alcalde en aquella sazon, las habia apregonado, é si no fuera por Rodrigo d'Ocampo, natural de Madrid, que allí era teniente de gobernador por Vaca de Castro, fueran del todo complidas; mas este con buenas palabras entretuvo que no fuesen las cuadrillas sacadas de las minas, é ya se sabia la nueva de la prision del visorrey é deseaban saber en qué habian parado los Oidores, é lo que habia hecho Gonzalo Pizarro en este tiempo; de las reliquias del visorrey venian algunos á le buscar con no poco trabajo á Túmbez: el capitan don Alonso de Montemayor y el capitan Serna, é Lerma, con otros algunos, con los cuales el visorrey en gran manera se alegró é supo dellos la muerte que Gonzalo Pizarro dió á Gaspar Rodriguez de Camporredondo, é de los vecinos que le venian del Cuzco á servir, y estaba con algun temor no fuesen muertos por Gonzalo Pizarro.

CAPÍTULO LXXXV

Cómo Hernando Sarmiento allegó á la cibdad del Quito é los del cabildo é vecinos oyeron alegremente la embajada del risorrey y se aparejaron para le ir á servir con la bandera de su cibdad.

Despues que Hernando Sarmiento hobo rescibido las cartas é despacho del visorrey para llevar á la cibdad del Quito, se partió é dandose toda priesa llegó allá, adonde enteramente les dió cuenta de la iniquidad é gran maldad de los Oidores, é cómo habian preso

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