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fugió en casa del tesorero Riquelme; pero descubierto su retiro, segun algunos por las miradas, sino por las palabras del mismo tesorero, lo sacaron de él y lo pusieron en prision segura. Toda la ciudad se llenó de consternacion, viendo grupos de gente armada recorrer las calles tumultuosamente y en todas direcciones, y los que no pertenecian al bando de Almagro temian ser envueltos en la proscripcion. Tan grande fué el desórden, que reuniéndose los padres de la Merced, salieron en solemne procesion con el Santísimo Sacramento, con la esperanza de calmar de este modo las pasiones de la multitud.

Pero ni Rada ni sus compañeros cometieron mas actos de violencia que prender á unas cuantas personas sospechosas y apoderarse de todos los caballos y armas que encontraron. Intimóse despues al ayuntamiento que reconociera la autoridad de Almagro, y los que se negaron á ello fueron separados sin ceremonia de sus empleos y reemplazados por otros de la faccion de Chile. Así, los derechos que alegaba Almagro, fueron reconocidos, y el jóven paseando las calles á caballo, escoltado por un cuerpo de caballeros bien armados, fué proclamado, á son de clarines, gobernador y capitan general del Perú.

Entre tanto, los destrozados cuerpos de Pizarro y de sus fieles servidores, habian quedado tendidos en el pavimento y cubiertos de sangre. Algunos propusieron qne se llevase el de Pizarro á la plaza del mercado y se fijase su cabeza en la horca; pero otros aconsejaron secretamente á Almagro y obtuvieron de él que cediese á las instancias de sus amigos y permitiese su entierro. Verificóse este secreta y privadamente, por temor de una interrupcion en el momento de la ceremonia. Un fiel servidor y su esposa, asistidos de unos cuantos criados negros, envolvieron el cuerpo en una sábana de algodon y le llevaron á la Catedral. Cavóse una sepultura en el rincon mas oscuro; dijéronse las oraciones á toda prisa y en secreto; y al débil resplandor de unas cuantas hachas suministradas por humildes servidores, los restos de Pizarro, envueltos en un sangriento sudario, fueron depositados en la madre tierra. Tal fué el miserable fin del conquistador del Perú, del hombre que pocas horas ántes dominaba todo el pais con tan absoluto poder como el de los Incas. Sorprendido á la luz del dia, en el centro de su capital, en medio de los que habian sido sus compañeros de armas, partícipes de sus triunfos y de sus beneficios, pereció como un miserable proscripto; y para usar del expresivo lenguage del cronista «no hubo nadie que le dijese: Dios te perdone. »

Pocos años despues, cuando se hubo restablecido la tranquilidad del país, los restos de Pizarro fueron colocados en un suntuoso féretro y depositados bajo un monumento en una parte visible de la catedral; y en 1697, cuando el tiempo hábia ya tendido su benéfico velo sobre lo pasado y la memoria de los yerros y de los crímenes se habia borrado ante el recuerdo de los grandes servicios hechos á la corona, con la extension de su imperio colonial, sus huesos fueron trasladados á la nueva Catedral, para que reposasen al lado de los de Mendoza, el sábio y digno virey del Perú (1).

(1) La mayor parte de esta relacion es copiada literalmente de la excelente obra de Prescost titulada HISTORIA DE LA Conquista del perú. El número de escritores que este autor ha tenido á la

TESTIMONIO

De la acta de reparticion del rescate de Atahualpa, otorgada por el escribano Pedro Sancho (1).

En el pueblo de Caxamalca de estos reynos de la Nueva Castilla 17 dias del mes de Junio, año del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo de 1533-el muy magnífico señor el comendador Francisco Pizarro adelantado lugarteniente, capitan general y gobernador por su magestad en estos dichos reinos, por presencia de mi Pedro Sancho, Teniente escribano general en ellos por el Sr. de Samano, dijo: Que por cuanto en la prision y desbarate que del cacique Atahualpa, y de su gente se hizo en este dicho pueblo, se hubo algun oro, y despues que el dicho cacique prometió y mandó á los cristianos españoles que se hallaron en su prision cierta cantidad de oro, la cual cantidad se halló y dijo seria un buhio lleno, y diez mil tejuelos, y mucha plata que él tenia y poseia, y sus capitanes en su nombre que habian tomado parte en la guerra y entrada del Cuzco y en la conquista de las tierras, por muchas causas que declaró, como mas largo se contiene en el auto que de ello se hizo, que pasó ante escribano, y dello el dicho cacique ha dado y traido y mandado dar y traer parte dello; de lo cual conviene hacer reparticion y repartimiento, así del oro y plata como de las perlas y piedras y esmeraldas que ha dado, y de su valor entre las personas que se hallaron en la prision del dicho cacique que ganaron y tomaron el dicho oro y plata; á quien el dicho cacique les mandó y prometió y ha dado y entregado, porque cada una persona haya y tenga y posea lo que dello le perteneciere, para que con brevedad su señoria con los españoles se despache, y parta de este pueblo para ir á poblar y pacificar la tierra adelante, y por otras muchas causas que aquí no van expresadas, por ende el dicho señor gobernador dijo: Que su magestad por sus provisiones é instrucciones reales que le dió para la gobernacion de estos reinos y administracion que le fué dada, le mandó que todos los provechos y frutos y otras cosas que en las tierras se hallasen y ganasen, lo dé y reparta entre las personas conquistadores que lo ganasen, se

vista para redactar su importante historia, dan á su libro un grado de autoridad indisputable. Citados en ella todos los historiadores y cronistas de mayor crédito, inútil parece buscar en estos las relaciones de hechos que, aunque referidos con pequeñas alteraciones en cuanto á las circunstancias accidentales, no ofrecen diferencia alguna en lo mas fundamental.

(1) Nada puede dar una idea de la grandeza del Perú, en los tiempos del Imperio de los Incas, como este precioso documento, tan importante como poco conocido.

gun y como le pareciere, y que cada uno mereciese por su persona y trabajo; y que mirando lo susodicho y otras cosas que es razon y se deben mirar para hacer el repartimiento, y cada uno haya lo que de la dicha plata que el dicho cacique ha dado y habido, y ha de ver y se les ha de dar como su magestad lo manda, él queria señalar y nombrar por ante mi el dicho escribano la plata que cada una persona ha de haber y llevar, segun Dios nuestro señor le diere á entender, teniendo conciencia; y para lo mejor hacer pedia el ayuda de Dios Nuestro Señor, é invocó el auxilio divino.

E luego el dicho señor gobernador, atento á lo que es dicho y va declarado en el auto antes de este, poniendo á Dios ante sus ojos, señaló á cada persona los marcos de plata que le parece que merece y ha de haber, de lo que el dicho cacique ha dado, y en esta manera lo señaló.

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Y luego en 18 de Junio del mismo año de 1522 proveyó otro auto el dicho gobernador para que el oro, se fundiese y repartiese: el cual se fundió y repartió en esta manera, como parece por los autos originales de donde lo he sacado, y pongo con distincion el oro y plata que cada uno recibió en las dos columnas siguientes, por no hacer mas de una vez, la lista de la gente, aunque allí está en dos.

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Así mismo el señor Gobernador dijo: que señalaba y nombraba para que se
diese á la gente que vinó con el capitan Diego de Almagro, para ayuda de pagar
sus deudas y fletes y suplir algunas necesidades que traian, veinte mil pesos.

Así mismo dijo que á treinta personas que quedaron en la ciudad de San Mi-
guel de Piura dolientes, y otros que no vinieron ni se hallaron en la prision de
Atahualpa y toma del oro, porque algunos son pobres y otros tienen necesidad,
senalaba quince mil pesos de oro para los repartir su señoria entre las dichas
personas.

Así mismo dijo que los ocho mil pesos que la compañia dió á Hernando Pi-
zarro para que fuese á explorar las cosas de la tierra, y otras cosas así de bar-
bero y cirujano y cosas que se han dado á caciques, se saquen del dicho cuerpo
ocho mil pesos.

Todo lo cual el dicho señor Gobernador dijo que le parecia que era bien y
estaba bien señalado, y lo que cada una persona lleva declarado que ha de haber

en Dios y su conciencia, teniendo respeto á lo que su magestad le manda, y que se les diese y repartiese por peso, y por ante mí el escribano á cada uno lo que lleva declarado. — Firmolo por mandado de su señoria - Pedro Sancho.

Segun el instrumento anterior, los conquistadores recibieron del Emperador del Perú 35,486 marcos 3 onzas de plata, y 951,932 pesos de oro, que apreciados en moneda del dia, importarian $15.805,995 7 1/2 reales (1). A esta enorme suma hay que agregar la quinta parte del caudal entregado, que segun Gonzalez Dávila (2) se aplicó al Emperador y que ascendia, en proporcion á la cantidad repartida, á 3.951,498 $7 3/4 rs. y 64,500 $, valor probable de los 25,000 castellanos de oro que tomó Pizarro de la litera del Inca; el total de estas cantidades, no incluyendo las piedras preciosas de que habla el acta de reparticion, sin que de su destino se haga mencion alguna, llega á la suma de diez y nueve millones ochocientos veintiun mil novecientos noventa y cuatro pesos siete y un cuarto reales; fuera de los 23,000 pesos de oro dados á Hernando Pizarro y á los treinta enfermos que quedaron en Piura, y de los veinte de mil asignados á la gente de Diego Almagro.

No son ménos curiosos é importantes que el documento anterior, los siguientes datos sobre los valores metálicos remitidos á España por los conquistadores en los primeros tres navios que llegaron al puerto de Sevilla, en los años de 1533 y 34. Las primeras riquezas que fueron del Perú á España, las llevó Francisco Xerez, Secretario de D. Francisco Pizarro, para el Emperador y particulares, año de 1533. En el primer navío que entró en Sevilla á 5 de Diciembre, venia el capitan Cristobal de Mena, que traia suyos 8,000 pesos de oro y 950 marcos de plata; y con él venía un sacerdote natural de Sevilla, llamado Juan de Sosa, y traia suyos 6,000 pesos de oro.

En el segundo navío que entró en Sevilla á 9 de Enero, año de 1534, venia Fernando Pizarro, hermano de D. Francisco Pizarro, que traia para el Emperador 153,000 pesos de oro, y 5,048 marcos de plata: y de pasajeros y particulares, 310,000 pesos de oro y 23,000 marcos de plata; esto vino en barras, plan

(1) No siendo fácil averiguar el valor que en aquellos tiempos tendría el marco de plata, se calculan á razon de 9 pesos 4 rs. término medio del precio actual; y cada peso de oro en 16 pesos 2 rs. importe que tenian segun la tradicion.

(2) Atabaliba ó Atahualpa dió por su rescate á los españoles, sus vencedores, que fueron doscientos, 250,000 libras de oro y plata y 1,326,000 escudos de oro, que los vencedores [dice Gomara en su historia] se repartieron en esta forma

Al señor Emperador de su quinto, 400,000 pesos de oro y plata.

A cada español de á caballo, 8,900 pesos de oro y 360 marcos de plata.

A cada peon, 4,450 pesos de oro y 130 marcos de plata.

A los capitanes á 30 y 40,000 pesos.

Francisco Pizarro hubo mas que ninguno y como capitan general tomó del monton, el tablero de
oro que Atabaliba traia en su litera que pesaba 25,000 castellanos; con tanta riqueza, dice el
mismo Gomara, se encarecio el precio de las cosas, y dice que llegaron á valer unas calzas de paño
30 pesos; unos borceguis otros 30: una capa negra 100 pésos, una mano de papel 10 pesos, un
azumbre de vino 20; un caballo 500 ducados.

Esta relacion envió al señor Emperador, con su hermano Fernando Pizarro-[TEATRO Eclesias-
TICO DE GONZALEZ DAVILA-Cronista mayor de Indias.-Madrid, 1655.]

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