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sitan sino del médico para cuanto concierne al servicio hospitalario y á la adopcion de las providencias que se refieran á la asistencia y curacion de los enfermos.

Ese artículo mezquino, y hasta cierto punto ofensivo á la categoría de los médicos, coloca á estos en la clase de aquellos empleados subalternos á quienes ciertamente no era lícito tener voz en las deliberaciones de la Junta. La Sociedad de Beneficencia tenia un ancho campo para ejercitar su celo humanitario, aun cuando sus facultades no se extendieran sino á administrar sus fondos con toda la economía y pureza que hoy lo hace, y á promover la creacion de establecimientos piadosos: pero para que la cosas marchasen con la regularidad debida, para que cada hombre obrara en el campo de accion que le es propio, el gobierno de los hospitales deberia ser de atribucion especial del cuerpo médico.

Inútil nos parece llamar en apoyo de esta opinion los sistemas empleados en Europa, donde la voz del médico es la que dá direccion al servicio de los hospitales, y recurrimos solamente á la República de Chile, donde, como es notorio, son indisputables y grandes los adelantos en todos los distintos ramos de administracion y de gobierno. La Sociedad de Beneficencia se compone de senoras, de la primera categoría social, que administran las rentas y las invierten con esa acrisolada honradez de la muger; porque ciertamente, no hay manos mas puras, ni puede haberlas, que las de señoras virtuosas que hacen consistir su orgullo en prestar á la sociedad el mas grande servicio que pudiera encomendarse á los tiernos sentimientos de unos séres cuya piedad es tan grande como es sensible su corazon.

Repetimos que sin acreditarnos de injustos y de ingratos, no podriamos dejar de reconocer los eminentes servicios que la Sociedad de Beneficencia presta á la parte menesterosa y desvalida; pero en provecho de esta misma, quisieramos ver los diversos establecimientos en que el dolor y la miseria encuentran el consuelo que les prepara la piedad pública, regidos inmediatamente por las personas á quienes su profesion especial señala como las únicas capaces de conducirlos á la posible perfeccion.

Los libros de este hospital, no pueden ministrar datos seguros para formar su estadística; en ellos como en los de Santa Ana, llevados por personas ineptas, (1) no solo no están puntualizadas todas las condiciones individuales de primera necesidad, sino que las asentadas arrojan resultados viciosos y á toda luz inexactos. En San Andrés se ha suprimido completamente la indicacion de las enfermedades, así es que solo en los años posteriores podrán obtenerse mejores resultados, merced al sistema nuevamente adoptado por los médicos.

Santa Ana.

El hospital de Santa Ana debió su ereccion al celo eminentemente caritativo del Illmo. Sr. D. Fr. Gerónimo Loaiza, primer Arzobispo de Lima, que llegó á la

(1) Hablamos de los libros de la portería en que se asientan el alta y baja de los enfermos.

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