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LA ESPAÑA DEL SIGLO XIX.

CAPÍTULO PRIMERO.

PRELIMINARES.

A fines del siglo XVI.-Despotismo austriaco.-La casa de Borbon.-Error frecuente.-Renacimiento artificial.-En qué estado se encontraban los centros de enseñanza. Estado de la industria.-El gobierno fabricante. -Resultados.General postracion de España.-La revolucion francesa.

Cuando un pueblo pierde su sentido histórico; cuando á causa de circunstancias especiales se ve obligado á marchar por un camino estraño; á olvidar sus elementos propios y originales, menospreciando las verdaderas y legítimas tradiciones que forman su carácter, su vida y su espresion; cuando empresas ruinosas unas, é infecundas otras, llevan hácia el esterior los gérmenes de su progreso y desarrollo; cuando esto sucede, repetimos, ese pueblo, si no perece víctima de su error y su estravío, suele encontrarse al borde del abismo, debiendo entonces solamente á su espíritu de persistencia el salvarse de la catástrofe que le amenaza. Pero aun en el caso en que por una reaccion interior, por

una concentracion hacia los elementos de su vida, logre à merced de sus heróicos esfuerzos, de titánicas hazañas, reivindicar su existencial política, su nacionalidad, ¿cuán laborioso y difícil no será su camino para colocarse á la altura de las demás naciones y para llenar, á fuerza de trabajo y perseverancia, el desierto que en su historia han dejado épocas de funesta esterilidad?

Para dar muestra de su vida, para poner su independencia al abrigo de ilegítimas usurpaciones; no necesitará mas que mostrarse unido y compacto; encerrar en el fondo de su alma un rayo de dignidad y de entereza; despreciar las huestes automáticas de la dictadura, teniendo presente que solo el ciudadano libre, que combate por sí y para sí, es invencible.

Pero y despues? Ha pasado el momento del peligro. De la lucha solo quedan al lado de heróicos recuerdos, el territorio de la patria empapado con la sangre de los héroes de la independencia, las ruinas humeantes de las ciudades, que la tea del invasor ha reducido á pavesas.

Y en medio de todo esto, el vacío de algunos siglos infecundos, estériles; mas aún, altamente perniciosos. ¿Cómo podrá llenarse ese vacío que reconoce remotas causas, errores repetidos, insensatas ambiciones, faltas económicas, en una palabra, todo cuanto contribuye á labrar la ruina del pueblo mas grande? ¿Podrá llegar ese pueblo que ha perdido durante muchos años el recto sentido de su vida, á colocarse á la altura á que está llamado, sin una interminable série de revoluciones; grandes las unas, mezquinas las más; sin su correspondiente cortejo de miserables motines; de sublevaciones militares; de transacciones forzadas, rotas al celebrarse; de revueltas, de trastornos, de militarismo, de épocas de farsa y ridículo, que escitarian nuestra risa, si en esta comedia de figuron no se tratase por desgracia de la suerte de un pueblo grande, noble y de elevadas aspiraciones?

Tal ha sido desdichadamente en resúmen el cuadro que ha presentado España desde que por circunstancias fortuitas habia llegado á su unidad, adelantándose en civilizacion y cultura á todos los pueblos de la Europa.

Una de las mayores calamidades que ha caido sobre la desdichada España, desde que los primeros pobladores pusieron su planta sobre este privilegiado país, ha sido sin disputa, y en esto asienten todos los historiadores, la dominacion de la casa de Austria. Con que consideremos solamente que el primer vástago de esa dinastía no veía ocultarse el sol en sus Estados; que el nombre español en ese tiempo era respetado y temido en todo el orbe; que la nacion, si bien no demasiado poblada, pues acababa de sostener una lucha de siete siglos, estaba lo suficiente para llamar la atencion de la Europa; para que los productos de la industria fuesen buscados por el estranjero; y finalmente, hasta sus modas imitadas, y comparemos este estado de cosas con el tiempo de Cárlos II, en que la poblacion de España se vió reducida á menos de cinco millones de habitantes; en que el fanatismo y la intolerancia eran los únicos gobernantes; en que no habia sombra alguna de nuestras antiguas industrias; en que todo estaba solo, desierto, yermo como los feraces campos que solo producian plantas silvestres por falta casi total de cultivadores; en que los gobiernos estranjeros se disputaban el trono español; habremos dado al lector el hilo conductor que puede servirle para juzgar en toda su verdad y exactitud, las calamidades sin cuento que llovieron sobre España desde la introduccion de la dinastía austriaca.

Las empresas esteriores, llevadas con la colonizacion del vasto continente americano hasta el estremo, desangraban paulatinamente la nacion, robándole la mejor y mayor parte de sus hijos; el oro que comenzó á llegar de aquel nuevo continente, debido al genio de Colon, mató la representacion nacional, pues los monarcas no tuvieron necesidad ya de recurrir á las Córtes para proporcionarse subsidios estraordinarios con que acudir á sus ruinosas empresas; la espulsion provocada por el fanatismo, de gran número de habitantes inteligentes y laboriosos, dió un golpe funesto é irremediable á nuestra agricultura é industria, y precisamente cuando un nuevo mercado se abria á nuestros productos, cuando cerrábamos por un fatal error económico toda competencia al estranjero, nos encontrábamos nosotros tributarios de la industria de las demás naciones, que con mejor sistema, esplotaban

nuestras estensas colonias, ya por medio del contrabando, ya por medio de la tolerancia del gobierno español, tolerancia que nuestra pobreza industrial hacia necesaria.

Al propio tiempo, la lucha religiosa que desangraba á la Alemania en una guerra interminable, en la cual làs legiones españolas tomaron una parte activa á impulsos de los caprichosos é irrealizables planes de un rey fanático, hacía sentir sus efectos en España, en la cual la Inquisicion tomaba cada dia mayor poder é importancia, matando, en su afan de destruir, hasta los últimos gérmenes de la heregía, la ciencia, el arte, la literatura, que solo pueden vivir y desarrollarse con vigor y lozanía en donde se disfruta de la libertad del pensamiento.

El pueblo, dividido, segregado, viviendo en el aislamiento y la ignorancia; sin comunicacion que formase una pública opinion, dejaba correr estos abusos tranquilamente; pues si bien el despotismo político y el poderío religioso habian llegado á su mayor altura; la falta casi total de sistema administrativo, la estrema descentralizacion, la flojedad de los lazos que unian los estremos al poder central, hacian que no sintiese tan de cerca las fatales consecuencias de una política de evaporacion esterior y de completo olvido, de constante menosprecio de la nacion, á la cual se hacia servir de mero instrumento de ambiciosos y hasta insensatos planes.

Este aislamiento entre la nacion y el gobierno, fueron favorables. para el pueblo, que conservó en el fondo de su alma su carácter, que debia salvarle en momentos de difícil prueba.

Hemos hecho en las menos líneas que nos ha sido posible, el proceso de la dinastía alemana, tócanos ahora brevemente ocuparnos de la de Borbon, pues esto nos servirá de punto de partida para juzgar los hechos del reinado de Fernando VII, durante el cual, la libertad huyó de España, en donde no habia para ella otra hospitalidad mas que la horca, el cadalso, los calabozos, las cadenas, y por algun tiempo ¡en el siglo XIX! hasta la Inquisicion.

La mayor parte de los historiadores hacen comenzar la regeneracion de España desde el tiempo en que Felipe V quedó pacífico poseedor de

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