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sus verdugos. Segunda: que luego que la necesidad y la impotencia física y moral los constituye en la precision de sucumbir, lo intentan con altanería y sin buena fé, sosteniendo el norte de sus errados principios, tan contrarios á nuestras antiguas leyes, como pasto de los deseos de dominar á la sombra de modificaciones, que dejando la grave enfermedad revolucionaria en pié, es demasiado conocida para no ser mirada con desprecio, horror é indignacion, por todos los españoles sinceros, amantes de la felicidad de la nacion y de S. M.>>

Por el espíritu de este documento, se vé claramente que los absolutistas no se encontraban dispuestos á respetar las capitulaciones estipuladas entre los generales españoles y los franceses.

Algun tiempo despues siguió el general Ballesteros, que habia continuado su retirada hasta Murcia, las huellas del general Morillo, pactando un convenio con el general francés Molitor, en el cual se reconocia la Regencia de Madrid, bajo la condicion de que no se molestaria á ningun individuo del ejército, de que se conservaria á los oficiales en el goce de sus empleos y sueldos, y que á los milicianos nacionales se les permitiria regresar tranquilamente á sus hogares.

Este convenio estaba ajustado á las bases de los anteriores; pero como veremos luego, ninguno de ellos fué respetado.

Acabamos de ver de qué manera, sin oponer resistencia alguna, se habian perdido para la causa constitucional, tres de los cuatro ejércitos organizados para rechazar la invasion, circunstancia que colocaba al gobierno de Cádiz, en los mas críticos apuros.

La reaccion se desarrolló con tal ímpetu, que hubo de llamar la atencion del duque de Angulema, que no creyó prudente sancionar con su asentimiento tan repugnantes tropelías. Por esta causa, publicó en Andujar un decreto con el nombre de Ordenanza, que abarcaba los puntos siguientes: «Primero: las autoridades españolas, no podrán hacer ningun arresto sin la autoridad del comandante de nuestras tropas, en el distrito en que ellas se encontraren. Segundo: los comandantes en gefe de nuestro ejército, pondrán en libertad á todos los que hayan sido presos arbitrariamente y por ideas políticas, y particularmente á los mili

cianos, que se restituyan á sus hogares. Quedan esceptuados en esta regla, aquellos que despues de haber vuelto á sus casas, hayan dado justos motivos de queja. Tercero: quedan autorizados los comandantes en gefe de nuestro ejército para arrestar á cualquiera que contravenga á lo mandado en el presente decreto. Cuarto: todos los periódicos y periodistas, quedan bajo la inspeccion de los comandantes de nuestras tropas. >>

Segun se desprende de los anteriores artículos, la idea del Gabinete de las Tullerías era el restablecimiento del absolutismo; pero bajo templadas formas y con el olvido de lo pasado. Sin embargo, la exasperacion del partido servil era tal en España, que queria á toda costa abandonarse á un espíritu ciego de venganza. Esto motivó el que los absolutistas furibundos mirasen con gran descontento el manifiesto del duque de Angulema, el cual, al ver el giro que tomaban los acontecimientos, se vió precisado á modificar su decreto, reduciéndole completamente á la nulidad, y permitiendo que los serviles se abandonasen á toda clase de escesos. Bajo estos tristes auspicios emprendió Angulema el camino de Andalucía, con el objeto de activar las operaciones del sitio de Cádiz, que debian dar por terminada su poco honrosa mision.

Es necesario, para que podamos comprender los sucesos que siguieron, que nos traslademos á Sevilla, á donde, segun hemos dicho, se habia trasladado el gobierno constitucional. Su primer cuidado fué el habilitar un local provisional para las sesiones de Córtes, las que se inauguraron leyendo los ministros dimisionarios sus Memorias y dando por terminada su mision. Suscitóse en la primera sesion un debate sobre los rumores que circulaban acerca de las negociaciones diplomáticas; pero habiendo contestado los ministros que sobre este asunto no habia nada que fuese oficial, terminó la discusion. Examinaron seguidamente las Córtes las Memorias de los ministros salientes, siendo oprobadas despues de alguna ligera oposicion.

La defeccion del conde de Labisbal, y la entrada de los franceses en Madrid, hizo comprender á la Cámara, que los enemigos no tenian obstáculo sério alguno que vencer, y que podrian apoderarse fácilmente

de Sevilla, ciudad abierta, y cuyo populacho manifestaba abiertamente sus tendencias reaccionarias. Esta determinacion fué tanto mas necesaria, cuanto que el 9 de Junio se tuvo noticia de que los franceses acababan de forzar el paso de Despeñaperros. Autorizados los ministros por las Córtes, hicieron patente al rey la necesidad de trasladar el gobierno á la isla gaditana. Consultó el rey sobre este asunto al Consejo de Estado, que despues de dos dias, opinó por la traslacion de la Córte, aunque señalando á Algeciras, que una junta de generales designó como punto mas seguro.

El rey, sin embargo, declaró abiertamente á los ministros, que era su intencion no abandonar á Sevilla por ningun estilo, resistencia que induce á creer que estaba de acuerdo con un plan de conspiracion que se descubrió aquella noche, á cuya cabeza estaba un gefe inglés, y que se proponia sustraer á Fernando del poder de los constitucionales.

Gran disgusto produjo á los liberales la noticia de la oposicion del rey, y las Córtes se prepararon á agotar todos los medios para destruir esta resistencia. Declaráronse en sesion permanente, y el Sr. Galiano propuso que tomasen las Córtes la iniciativa en este asunto, designando una diputacion que manifestase al rey la necesidad de la salida. Hé aquí en qué términos el presidente de la comision dió cuenta á las Córtes del resultado de su encargo.

«La comision de las Córtes se ha presentado á S. M.: ha enterado al monarca de que el Congreso quedaba en sesion permanente; que habia resuelto trasladarse dentro de veinticuatro horas á Cádiz, en virtud. de las noticias que tiene de la marcha del enemigo, pues aumentando su velocidad, podia el ejército invasor impedir la partida del gobierno, y de este modo dar muerte á la libertad y á la independencia de la nacion; y que por lo tanto, era urgente y necesario el que la familia real las Cortes saliesen de esta ciudad.

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>>El rey ha contestado que su conciencia y el interés que le inspiraban sus súbditos, no le permitian salir de Sevilla; que si como individuo particular no hallaba inconveniente en la partida, como monarca debia escuchar el grito de su conciencia.

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