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en sus propósitos aunque se concitase la animadversion de la opinion ilustrada. Contaba en su apoyo con los numerosos batallones de voluntarios realistas, formados en su mayor parte de la hez del pueblo; contaba con un apoyo decidido en las regiones oficiales, y proseguia tranquilamente su obra de esterminio.

Un infeliz zapatero, que acosado por los golpes de un voluntario realista, cometió la imprudencia de lanzar el inocente grito de ¡Libertad! ¿dónde estás que no vienes? fué conducido ante las comisiones militares y de allí á la horca, á pesar de no haberle podido probar legalmente ni siquiera el fútil pretesto por que se le condenaba. El alcalde de Casa y Corte D. Tomás de Oller, se vió desterrado porque su conciencia no le permitió firmar esta infcua sentencia de muerte."

Entretanto que se perseguia toda manifestacion liberal, por insignificante que fuese, se aseguraba la impunidad de los delatores por medio de un real decreto fechado en 10 de Marzo.

Al catálogo de estas víctimas debemos añadir el nombre de D. José Torrecilla, individuo que fué ejecutado por haber dejado escapar en un momento de despecho, por las tropelías que se cometian, algunas palabras imprudentes.

No era solo en Madrid en donde se verificaban tan repugnantes escenas; en muchas provincias, el absolutismo, alentado por el ejemplo que la Córte le presentaba, abandonábase á los mayores escesos.

La ciudad de Granada fué el teatro de uno de aquellos asesinatos políticos tan frecuentes en esta época, y que por sus circunstancias especiales, debemos dejar consignado:

La víctima, cuyo nombre ha pasado á la historia como el de una heroina, se llamaba Mariana Pineda. La infame delacion la señaló á las comisiones militares, en donde fué acusada por ocuparse en bordar una bandera destinada á los liberales. Lo cierto es que en su casa se encontró un pedazo de tela verde, colocado en un bastidor, y con algunos bordados. Fué este motivo mas que suficiente para que aquella jóven fuese condenada al último suplicio, sin consideracion alguna ni á su edad ni á su sexo. Mariana Piñeda murió con la tranquilidad de los inocentes, aver

gonzando á sus crueles verdugos con la entereza con que subió las fatales gradas del patíbulo.

La tradicion ha relacionado este hecho con una intriga amorosa, atribuyendo la delacion al que no pudo triunfar de la virtud de la honesta jóven, que despues rechazó con noble indignacion las vergonzosas proposiciones que se la hicieron, reducidas á ofrecerle la vida en cambio de la honra.

Tal era el vértigo de sanguinaria inmoralidad que se habia apoderado de los corifeos del absolutismo. Parecia que comprendian que su reinado llegaba á su fin, y no querian despreciar ocasion alguna para aumentar el catálogo de los mártires de la libertad.

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CAPÍTULO LIII.

LA MUERTE DE TORRIJOS.

Primera tentativa de Torrijos.-Gonzalez Moreno y Calomarde.-Pérfida conducta del capitan general de Málaga.-Flores Calderon.-Sus consejos á Torrijos.Golfin.-Entáblanse las negociaciones.-Embárcanse los liberales en Gibrallar.-Desembarcan cerca de la Fangirola.-Sitúanse en una pequeña alquería.-Entrevista entre Torrijos y Gonzalez Moreno. -Entréganse los espedicionarios.-La Gaceta del 8 de Setiembre.-Son condenados todos á muerte.-Cinismo de la Gaceta.-Resignacion de los liberales.—Una carta sobre los últimos momentos de Flores Calderon.-El verdugo de Málaga.—Intenta Gonzalez Moreno reivindicarse.-Una carta que se salva de la destruccion y que recoge la historia. -Felicitacion del cabildo de Málaga.-El irlandés Roberto Boix.

Entre los emigrados liberales ocupaba un puesto distinguido el general Torrijos, que habia comenzado á ilustrar su nombre en la lucha de la Independencia, y que durante la época constitucional de 1820 á 1823, se habia distinguido por su ardiente adhesion hácia las ideas liberales. Cuando los cien mil hijos de S. Luis penetraron en son de guerra en el territorio español, Torrijos defendió la causa constitucional hasta que, por las defecciones de algunos gefes, no quedó esperanza alguna de conseguir el triunfo.

Refugiado desde entonces en Inglaterra, á principios de 1831 se presentó en Gibraltar con el objeto de intentar un golpe de mano contra el sistema despótico.

Ya hemos indicado el poco lisongero desenlace de su primera ten

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