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Contrasta la riqueza de la ornamentacion exterior con la pobreza del interior. Las piedras que cubren el pórtico son enormes, y, despues de formar la cornisa que descansa sobre las cuatro columnas, vienen á apoyarse en el muro donde está la puerta de entrada.

La techumbre ha desaparecido por completo; sus escombros obstruyen el edificio en su interior; pero lo notable es que al entrar en él se hallan escalones para bajar á una gran bóveda subterránea, cuya profundidad se ignora, y para cuyo descenso hay un arco que sirve de entrada ó boquete. Un clérigo anciano, que debió alcanzar los comienzos del siglo pasado, contaba, segun dice el autor de la Memoria, que, siendo él niño, solian él y otros ir allí á tirar piedras con cierta curiosidad mezclada de terror, pues el ruido que producia el eco al caer, les hacía echar á correr con infantil algazara. Ahora está el subterráneo casi completamente cegado.

Resta decir que el edificio en su interior era cuadrado, pero en su exterior cuadrilongo por razon del pórtico que avanza fuera de él.

Acompáñanse dos calcos de los toscos dibujos que, con gran paciencia, hizo el Sr. D. E. C., vecino de Fabara, el año 1807, para remitir á su maestro el P. José de la Huerta la Memoria escrita con alguna prolijidad y no escasa inteligencia; la cual venida á poder del Sr. Buil (1), vecino de Zaragoza, que ha tenido la amabilidad de prestarla al autor de estas líneas para formar este pequeño extracto, dará cuenta á la Academia de la existencia de este monumento digno de ser conservado y conocido.

Ahora bien, ocurren acerca de él, y con el indicado objeto, las siguientes preguntas:

1.a¿Es conocido este monumento en nuestra arqueología? 2.a¿Cuál era el objeto de su construccion, y qué significan las letras que aún se leen en el tímpano de su fachada?

3. En el caso de que merezca ser conocido y atendido, ¿qué podrá hacer la Academia en obsequio de ese vetusto y abandonado edificio?

(1) Geógrafo: ha publicado un mapa de Aragon en gran escala.

Manifestaré francamente mi opinion sobre cada uno de los puntos, sometiéndola al mejor juicio y criterio siempre elevado de los señores Académicos.

Acerca de la que podemos llamar notoriedad de este edificio, no es fácil resolver. Ninguna persona prudente se aventura nunca á decir que tal monumento es completamente desconocido, ó que un documento no ha sido publicado ántes. ¿Quién puede blasonar de haber leido cuanto se ha escrito? Por mi parte, puedo asegurar que nada he leido ni visto acerca de este monumento de Fabara. El autor de la Memoria y dibujos, D. E. C., dice que lo habian visitado varios Padres Escolapios de Alcañiz, los cuales, acostumbrados á manejar los clásicos latinos, suelen tener cierta aficion al estudio de las antigüedades. Al visitar aquel edificio algunos de aquellos Padres no se contentaron con alabarlo, sino que encargaban á los del pueblo que no lo destrozaran más.

Tambien lo visitó el año 1804 el P. Jaime Pascual, abad de Belpuig de las Avellanas, uno de nuestros mejores diplomáticos y anticuarios, á principios de este siglo, á quien citan con frecuencia Villanueva en su Viaje literario, La Canal y otros, y siempre con elogio. Tambien el P. Pascual encomió el mérito del edificio, manifestó admiracion de que permaneciese ignorado,y de que existiese todavía á pesar de la incuria de los hombres y las injurias del tiempo y exhortó al administrador del dueño del edificio para que mirase por su conservacion, lo cual procuró tambien en vano el autor de la Memoria.

No es tampoco enteramente fácil responder á lo segundo.

Nuestro dignísimo anticuario el Sr. D. Aureliano Fernandez Guerra, á quien enseñé el manuscrito, conjetura, y en mi juicio con muchísimo fundamento, que ese edificio es un panteon de familia, segun lo demuestran los dos escalones de bajada al subterráneo, como se encuentran en otros panteones de esta especie. La notoria erudicion del señor Anticuario ilustrará indudablemente este punto, si la Academia lo tiene por conveniente, pues yo no debo hacer alarde inoportuno de ajenos conocimientos.

Por lo que hace á las escasas letras de la inscripcion sobre el pórtico, parecen indicar que el panteon fué construido por un tal Lucio Emilio Lupo.

En el hueco que media entre las letras L A y la M debió haber indudablemente una E, pues las palabras Emilius, Emilianus se escriben ÆMILIVS, ÆMILIANVS. La inscripcion misma está diciendo que allí falta una letra y la epigrafía dice claramente cuál es la que falta. Pero el genitivo de Emilius no es Emili, sino Emilii, y la inscripcion sólo dice Emili. En el escaso trecho que queda bien pudo haber una I, letra sencillísima, la ménos voluminosa de todo el alfabeto, destinada por eso hasta entre los números y los signos naturales á representar la unidad, la mayor sencillez. Por ese motivo es la más fácil de desprenderse. Hay letras que pueden sujetarse en la piedra por el fundidor con dos soldaduras como la A, D, y otras varias, y hasta con tres y cuatro como la Ny la M, pero la I queda sujeta generalmente por una sola, y con facilidad para desprenderse.

Además, de no suplir otra I, ó tendríamos que acusar la inscripcion de mala ortografía, ó suponer que dijera ÆMILIVS, lo cual no puede ser, pues ni concertaria con LUPI, ni cabe suponer dos letras bifusteas, ó de dos palos, como son VS, cuando tenemos dificultad para una, la más sencilla.

Resta la dificultad de dar sentido á tres genitivos que sin un nominativo son un absurdo y nada significan. ¿Qué significaria un papel que dijera De Juan Fernandez García?

Absolutamente nada, y con todo, ¿cuántas veces hemos visto esa inscripcion en la primera página de un libro? Claro está que se entiende que aquel libro es de Juan Fernandez García. Si la inscripcion Lucii Emilii Lupi estuviera sobre la puerta de una casa, sobreentenderíamos ædes, domus: colocada sobre la puerta de un jardin de una casa de campo entenderíamos rus, hortus; si el edificio romano de Fabara era un panteon, como parece debió serlo, ó por lo menos desear el constructor que lo fuese, la inscripcion querrá decir, que aquel sarcófago ó sepulcro era propiedad de Lucio Emilio Lupo, ó estaba destinado para su sepultura. Por cierto que abundaban en España los Lucios Emilios, y precisamente por aquella tierra. Sin molestarse mucho en registrar grandes colecciones epigráficas, en el tomo vi de la España crítica de Masdeu se encuentra en Sagunto un Lucio Emilio Máximo (Maxumo). En Tarragona hay un Flámen llamado Lucio Emilio,

hijo de Paulo; en la misma ciudad un Lucio Emilio Saturnino, que dedica otra inscripcion sepulcral á otro Flámen (números 720, 763 y 764). En Segorve hay noticia de otro Flámen llamado Lucio Emilio, hijo de Lucio. Este era Flámen en Roma: quizá por algunos favores que le debieran los segobricenses le dedicaron una estatua de bronce. En Roma habia tambien inscripcion dedicada á Lucio Emilio, hijo de Lucio, Tribuno de la legion VIII de España (números 910 y 1.123). Por de contado que en todas ellas se escribe constantemente L. ÆMIL., L. ÆM., y sólo en la de Roma y las de Tarragona L. EMILIO con todas sus letras.

Es curiosa una medalla de Obulco con los nombres de los Ediles Lucio Emilio y Marco Junio, en donde el Emilio se escribe AIMILIO OBVLCOL. AIMIL (núm. 713).

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El sobrenombre Lupo no era tampoco extraño en la Edetánea. En medalla de Zaragoza se encuentra un Ducemviro llamado Lupo (núm. 601 ibidem).

Los leccionarios antiguos que dan cuenta de la predicacion de los siete varones apostólicos citan á la piadosa matrona Lupa ó Luparia que en su casa les dió caritativa hospitalidad.

Aunque á riesgo de pecar de prolijidad y áun de pesadez, no dejaré de citar dos inscripciones sepulcrales en genitivo, regidas por el nominativo plural ossa, por ser muy raras, pues casi todas están en nominativo y dativo.

OSSA ISTA SVNT SINEROTIS C. CALVISIOLONIS.

OSSA L. BACCHI. LF. FICTILI SARCPH HEIC POSITA...

La primera en Valencia, la segunda en Portugal (números 1.178 y 1.179).

Entre las cuarenta inscripciones sepulcrales que coleccionó Masdeu, estas dos solas están en genitivo.

A lo tercero es más fácil responder. Sea ó no sea conocido ese pobre vestigio de la antigüedad romana, tal cual exista, es indudable que merece ser conservado. Los medios son difíciles en

el estado de penuria en que se hallan el país y la Academia, y en atencion á lo extraviado del sitio en que está. Con todo, una buena voluntad siempre halla medios de hacer algo.

Pudiera en efecto darse noticia de su existencia á la Comision provincial de Zaragoza, para ver si ella arbitraba algun medio de conservacion.

Pudiera indicarse tambien la conveniencia de que algun fotógrafo, si por fortuna lo hubiese en Alcañiz ó Caspe, sacara algunas vistas del edificio, en la esperanza de que se le compraran algunas pruebas en Madrid y Zaragoza.

Finalmente, pudiera algun señor Académico tomarse la molestia de hacer un artículo para insertarlo en algun periódico ilustrado, con sus grabados correspondientes, á fin de que si, no subsiste el edificio tal cual estaba hace medio siglo, por lo ménos los arqueólogos españoles tengan noticia de lo que restaba de él á principios de éste.

¡Ojalá que de otros monumentos de que no resta ya vestigio alguno, quedasen siquiera dibujos, como los que hizo el autor de la Memoria sobre el sacelo sepulcral de Lucio Emilio Lupo, ó sea la Casa de los Moros en Fabara!

La Academia, sin embargo, con superiores luces y su recto criterio, dispondrá como siempre lo que fuere más acertado.

Madrid 27 de Marzo de 1874.

VICENTE de la Fuente.

III.

LOS NUEVOS BRONCES DE OSUNA.

Cumpliendo el Académico que suscribe el encargo que se sirvió conferirle nuestro Director accidental, para dar dictámen acerca de la obra titulada Los nuevos bronces de Osuna, remitida por el Excelentísimo Sr. Ministro de Fomento para cumplir lo que se

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