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ban, porque saltando en tierra á buscar víveres entre los indios, no volvieron al navio aquella noche; era muy oscura, y ocultándose entre sus tinieblas, se hicieron llevar en algunas canoas de los indios amigos, á quienes mandaron dijesen iban llevando el refresco.

Hicieron su papel los indios con mucha destreza, y aseguraron á los que guardaban el navio, los que llevados del engaño les echaron los cabos para arrimarse. Al punto los castellanos escalaron por varias partes la nave, y entrando con espada en mano, pelearon valientes, hasta rendir los franceses y apoderarse del vaso, en que hallaron muchas armas y municiones que estimaron mas en la ocasion que las otras precisas mercancias de que venia bien cargado. Encamináronse con la presa al puerto de su poblacion, despues de echar en tierra los prisioneros que les podrian dar cuidado al ser acometidos de los lusitanos. Plantaron cuatro piezas de artilleria de la nave en la trinchera, y armaron una emboscada de veinte castellanos y ciento cincuenta flecheros que vinieron á ausiliarles contra los enemigos comunes, que eran los portugueses, la cual se ocultó en un sitio entre el puerto y la poblacion, para que saliese de traves cuando lo dictáse la ocasion.

Llegó el escuadron de los portugueses por mar y tierra, y puesto en proporcionada distancia, desplegó las banderas, y empezó la marcha con mucho órden: pasando por la emboscada, se acerca

ron á reconocer las trincheras, desde donde se les dió la noticia, que ignoraban, de haber artilleria con los primeros tiros, cuyo estrago impensado, los sobresaltó de manera que abrieron su escuadron á la mano diestra y siniestra, y se empezaron á retirar. Salieron entonces los castellanos de las trincheras, y los siguieron hasta que ganaron el abrigo de un bosque, que les resguardaba las espaldas, donde queriendo hacer resistencia, sintieron la fusileria y flechazos de la emboscada, y se desordena ron de tal manera que quedaron enteramente derrotados, muertos muchos y otros prisioneros, y los demas en acelerada fuga.

Siguieron la victoria los castellanos, y pasaron hasta la villa de San Vicente, cuyo puerto saquearon sin perdonar á las atarazanas del rey. Allí se les incorporaron algunos portugueses, que de secreto les habian favorecido, y temian, si se quedaban, se descubriese su traicion, y se les diese el premio merecido por mano de verdugo. De allí, dieron la vuelta á su poblacion, donde envasando en el navio frances y en su bergantin cuanto tenian, se embarcaron todos los castellanos y portugueses, y para evitar nuevos debates, se pasaron á poblar en la isla de Santa Catalina que era, sin controversia, de la demarcacion de Castilla.

Allí perseveraron desde los fines del año de 1534, hasta que arribando á dicha isla el capitan Gonzalo de Mendoza, los llevó al Rio de la Plata á incorporarse con la gente del adelantado don

Pedro de Mendoza, que emprendió esta conquista como ya diremos. Escribe nuestro Techo que este combate fué el primero que hubo entre cristianos en la Indias Occidentales; pero engañóle el haber seguido descuidadamente al autor de la Argentina, que hizo primero este reparo, y le hubiera omitido (1) si supiera que antes se habian visto sangrientas disensiones entre los castellanos, en la isla Española y en Méjico, entre los de Cortés y Narvaez, que quedaron vencidos.

(1) Herrera Decad, 4 lib. 1 cap. 3. y Decad. 2. lib. 10 cap. 3.

CAPITULO III

Pasa don Pedro de Mendoza por adelantado del Rio de la Plata, para continuar sa conquista debajo de varias condiciones que se refieren. Sucesos de su lucida armada en el discurso de su prolija navegacion hasta tomar tierra y fundar la ciudad de Santa Maria en el puerto de Buenos Aires

N este miserable estado quedaba la conquista del Rio de la Plata, porque aunque se habia esforzado Gaboto en persuadir sus utilidades, no solo con razones que serian menos eficaces, pero con los ricos frutos imaginarios propios del pais de que hacia demostracion, no habia logrado que se tɔmase con calor ese negocio. Lo dificultaban mucho los embarazos de las guerras de Europa, que no permitian distraer la atencion á empresa tan remota; pero al fin, la solicitud de Gaboto despertó los deseos de otros, que sin empeño de entrar á ser sus competidores, porque ya desistia de su pretension, contento, al cabo, con el empleo de piloto mayor que se le dió en Sevilla, para que instruyese con sus no

ticias á los pilotos que navegasen á las Indias, se ofrecieron á ejecutar sus designios, dando mas seguras esperanzas de su feliz consecucion, ó hallándose con mejores medios para efectuar sus ofertas sin dispendio de la Real Hacienda, que se conside raba exhausta con los gastos precisos de un tiempo muy embarazado con las emulaciones de los enemigos de España.

Entre los que hicieron mas empeño, por que se les diese cargo de esta empresa, fué preferido don Pedro de Mendoza. caballero principal, natural de Guadix, donde poseia pingule mayorazgo, el cual habia militado en Italia con crédito y con fortuna, porque teniendo la de hallarse en el saqueo de Roma, salió tan bien aprovechado que quedó poderoso de donde otros suelen salir arruinados. Premió el César su valor haciéndole su gentil hombre de cámara, y siendo por otra parte deudo muy cercano de doña Maria de Mendoza, consorte del secretario don Francisco de los Cobos, tan estimado del emperador, le sirvió el parentesto para adelantar su pretension, y negociar la preferenciacon que resuelta ya la espedicion al Rio de la Plata por las grandes conveniencias que se esperaba prudentemente resultar de ella, se le dió nombramiento de adelantado de aquellas provincias, precediendo á él varias capitulaciones que parecieron convenientes en las circunstancias, para evitar los gastos del Erario y asegurar la real conciencia.

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