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contra la voluntad del padre, entonces aquel hijo es el mas malo del mundo, no le hay peor. ¿Y todo para qué? Para que al cabo de dos ó tres me ses venga el padre á abrir sus brazos y le reciba como al hijo pródigo? Y para todo esto se cansan los Cuerpos colegisladores? Cuidense los padres (y así se cura de raíz este mal) de dar una buena educacion á sus hijos, y no se tocarán estos inconvenientes; no hay otro remedio; los señores de la comision lo han vislumbrado, como se ha vislumbrado tambien al tratarse de este negocio, tanto en esta Cámara como en la otra.

Pues bien, ¿y eso cómo se consigue? Procurando los padres, que son los sacerdotes de la familia, de dar esa buena educacion; pero si en lugar de darles una educacion religiosa y cristiana les hacen perder el tiempo en pasatiempos y fruslerías, ¿qué ha de resultar? ¿Qué si la madre abandona ú olvida las obligaciones domésticas? Y cuenta que el matrimonio se denomina así y no patrimonio, porque el principal cargo es de la madre, matris munus. ¿Por qué? Porque durante la menor edad el hijo corre á cargo de la madre; la madre, pues, es quien ha de educar primero al hijo; despues el padre tambien le ha de proporcionar los medios de que adquiera una educacion conforme á su clase y circuntancias, y por otra parte la Iglesia.

Pero ya se vé, ¿cómo han de recibir esa educacion? ¿Qué ha de haber en los pueblos, si todos los dias se están viendo esas faltas de respeto á los padres? ¿No lo he dicho desde aquí otras veces? ¿No lo estoy diciendo todos los años? ¿Van á oir un sermoncito siquiera? ¡Cuando están fuera de la gracia de Dios, cuando no rezan el santo rosario por la noche, ni cumplen con ninguna de las obligaciones cristianas! Pues ahí está el mal; se quiere respeto, se quiere consideracion para los padres, y no se procura arraigar las virtudes en los hijos. Para esto no es necesario votar leyes, sino buscar su correctivo en otra parte, y convencernos de que trae su origen de la falta de educacion cristiana, y política; porque no teniendo educacion cristiana, no se cometen mas que groserías; y grosería es, señores, ese descaro inaudito con que se trata á los padres; pues indudablemente esa falta de respeto, de educacion y de cumplimiento de la ley de Dios, es una de las mayores groserías.

Iba á concluir, pero se me dice que soy soltero, y como esto parece que puede quitar autoridad á mis palabras, debo contestar esta indicacion. Verdad es que no estoy casado; por eso hablo así; por eso busco, como buscó la ley, una tercera persona que decidiese la discordia; y cuenta, señores, que la ley á que aludo designó para suplir el irracional disenso á personas respetabilísimas, como lo eran los presidentes de las chancillerías y audiencias. Y no se diga, como se indicó el otro dia, que esas personas eran militares, cierto; eran militares, pero militares de la gerarquía de tenientes generales, y cuando se llega á esta alta graduacion, las personas tienen mucha respetabilidad, y entonces la tenian mas que hoy, porque eran menos en número, y mas provectos en edad. Recuerdo al célebre D. Francisco Eguía. ¿Qué hijo en aquella época se atreveria á disputar con su padre so bre la racionalidad de su disenso, si el padre tenía realmente razon y el hijo habia de acudir para suplir su consentimiento á personas de la respeta bilidad de D. Francisco Eguía y del Conde de Montijo? Por eso la ley estableció esa sábia medida, queriendo conciliar la libertad del hijo con el respeto debido á los padres. Y es una verdad, señores, que los padres pueden estar obcecados, y en efecto lo están muchísimas veces, lo cual se ha dicho ya en otra parte y es preciso conocerlo.....

(Se continuará.)

SECCION DOCTRINAL.

CONGRESO DE JURISCONSULTOS.

Por primera vez ha tenido lugar en España una numerosa reunion de jurisconsultos promovida por amigos de la ciencia, y autorizada y patrocinada por el Gobierno. En él han estado representadas todas las escuelas, todos los partidos políticos y los intereses, tanto de las provincias que están regidas en materia civil por la legislacion secular de Castilla, como de aquellas que formando antiguamente Estados independientes, han conservado despues de la incorporacion de las Coronas sus leyes especiales. En las discusiones ha reinado la mayor tolerancia y armonía; no ha habido demostraciones de impaciencia; por do quiera solo aparecia el vehemente deseo de contribuir á la perfeccion y progreso de la ciencia.

Si, como es de esperar, estas reuniones se repiten, aunque debe procederse en ello con templanza, porque su frecuencia las desvirtuaria, podrán resultar grandísimas ventajas. No será la menor la de apresurar el dia en que, destruidas las prevenciones que contra la codificacion civil abrigan algunos creyendo que los principios de la legislacion castellana se sobrepondrán esclusivamente à las otras, é ilustrada suficientemente la opinion pública, sea posible completar con satisfaccion de todos la apetecida unidad y fundir en una las diferentes leyes civiles de nuestra Península. Y que esto no presenta tanta dificultad como era de temer, se ha demostrado por el hecho de haber convenido la gran mayoría de los jurisconsultos que han asistido á las sesiones, en que es llegado el tiempo de entrar en la codificacion civil, si bien con la prudente circunspeccion que no pueden nunca olvidar los legisladores, si quieren que sus obras sean acogidas por la opinion pública y que se trasmitan de unas a otras generaciones. Si el mismo espíritu que ha dominado en este Congreso, reina en los que en adelante puedan celebrarse, no dudamos afirmar que se habrá dado un gran paso para llegar á la unidad civil en nuestra pátria.

Pasemos á hacer el estracto de las sesiones.

TOMO XXII.

55

Sesion del dia 27 de octubre, primera del Congreso.

A las doce y media se abrió la sesion, ocupando la presidencia el Sr. Pacheco, teniendo á su derecha, como Secretario interino al Sr. Canalejas, que habia desempeñado ese mismo cargo en la junta iniciadora de tan laudable pensamiento. Manifestó el Sr. Pacheco que se estaba en el caso de elegir la persona que dirigiera las discusiones, y nombrar dos Secretarios. El Congreso designó unánimemente al Sr. Pacheco para que continuara desempeñando la presidencia, y aclamó por Secretarios á los Sres. Canalejas y Catalina. Acordó tambien el Congreso, por indicacion del Sr. Presidente, nombrar Vicepresidentes del Congreso á los dos jurisconsultos de mas edad entre los inscritos en la lista, que fué leida mas tarde por el Sr. Canalejas. Acordóse asimismo, por igual indicacion, conceder la presidencia de honor á los Sres. D. Rafael Monáres, en concepto de Ministro de Gracia y Justicia, y al Sr. D. Manuel Alonso Martinez, como Ministro de Fomento y puesto al frente de la enseñanza pública.

Inmediatamente el Sr. Canalejas dió lectura al primero de los cuatro temas sometidos à la deliberacion del Congreso, y que á la letra decia así:

¿En qué época de la vida de los pueblos se debe codificar? ¿Cuáles son los principios que deben presidir á toda codificacion?

Pidió é hizo uso de la palabra el Sr. Adame para una cuestion preliminar, manifestando su deseo de que desaprobara el Congreso los temas y el programa presentados por la junta iniciadora: aquelos por su falta de importancia actual en presencia de otros que deben llamar mas la atencion y escitar mayor interés en el ánimo de los hombres dedicados al cultivo de la ciencia y además por su falta de aplicacion práctica, que es siempre en semejantes casos lo que debe buscarse; este, porque con el breve plazo de veinte minutos que marcaba para los discursos, hacia imposible todo Congreso, pues precisamente por ser personas ilustradas las que á él concurrian, que era la razon dada en el programa para prescribir ese tiempo, era el motivo de la dificultad de desarrollar toda una opinion, toda una teoría en un término tan corto. Lo que aquí se ha

querido con eso, decia, es someternos á todos á la influencia de determinadas doctrinas, arrastrarnos á todos en pos de ciertas ideas, y hacer pasar como opinion universal de los jurisconsultos españoles lo que solo es espresion de los sentimientos de una escuela, con la cual no puedo en manera alguna estar conforme.

El Sr. Gomez de la Serna se levantó á defender el programa diciendo que se habian adoptado los cuatro temas propuestos para discusion, porque, al mismo tiempo que se prestaban grandemente á ser objeto de un animado debate, reportaban una inmensa utilidad práctica ahora que estamos codificando, ahora que nos encontramos en la lucha de las escuelas histórica y filosófica, sostenida á principios del siglo actual en Alemania. Nosotros, decía, que hemos codificado en materia mercantil, en materia penal, no parece sino que temblamos al llegar á la reforma de la civil: ¿será pues inoportuno que tratemos de saber si estamos ó no preparados para efectuar esa importante y trascendental reforma? Y ¿qué podrá decirse contra la oportunidad del tema relativo á sucesiones que lleva ya diez años de exámen sobre cuál de los dos principios, el del derecho comun ó el del foral ha de prevalecer en ellas y no se ha podido todavía venir à un acuerdo sobre este punto? ¿Qué dirémos de la cuestion que se refiere á nuestros procedimientos criminales, cuyos numerosos defectos y vicios actuales dificilmente habrá uno entre nosotros que los desconozca? ¿Será por ventura estéril la fijacion de los límites á que deban circunscribirse las atribuciones del Municipio en sus relaciones con la Provincia y con el Estado? En el embarazo que siempre causa la eleccion de temas por el natural deseo de reunir en ellos los tres caractéres, filosófico, histórico y practico, se ha optado por los cuatro propuestos por parecer que llenaban cumplidamente las condiciones requeridas.

Rectificó brevemente el Sr. Adame diciendo no habia sido su ánimo atacar la oportunidad de los temas, sino el programa que limitando á veinte minutos la duracion de los discursos que se pronunciasen, hacia imposible la discusion de tan importantes cuestiones en tan corto periodo de tiempo. Insistio en que lo que se quería lograr con eso era el predominio de cierta escuela, de determinadas influencias.

El Sr. Presidente esplicó el pensamiento del programa, cuya formacion le era debida, diciendo que en él no se preceptuaba el

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plazo de veinte minutos sino que era un ruego dirigido á los oradores para que no se escedieran mucho de ese tiempo, citando como precedente digno de atencion el ejemplo del Congreso internacional de Gante, que no se contentó con suplicar sino que preceptuó como ley y como regla la duracion de solo quince minutos para cada discurso, á pesar de la gravedad de las cuestiones que en él se trataron. Protestó, por último, contra las intenciones atribuidas a una escuela por el Sr. Adame, y asegurando que en el Congreso tendrian cabida todas las opiniones, todas las escuelas.

Terminado este incidente, por haberse desechado la proposicion del Sr. Adame, empezó á discurrir sobre la materia del tema el Sr. Lopez Sanchez, deduciendo del mismo retraimiento, que para hablar se habia observado en el principio de la sesion la importancia y hasta necesidad de esta clase de reuniones que forman la educacion de la juventud, que la acostumbran á pensar y discutir sobre los problemas mas árduos de la ciencia á que consagran todos sus afanes, todos sus desvelos. Elogió el acierto que en la designacion de temas habia habido, porque precisamente la materia que todos abarcaban, era hoy objeto de discusion en la tribuna, en la prensa, en todas partes. Preguntad, decia el orador, á las dos escuelas histórica y filosófica, cuándo se ha de codificar, y ambas os dirán cosas diametralmente opuestas: nunca contestará la primera; siempre la segunda. Mas nosotros, desentendiéndonos de una y otra exagerada escuela, dirémos que cuando se hayan asimilado, y en cierta manera confundido en uno los principios, para algunos antagónicos, que rigen á la sociedad y al indivíduo, entonces y solo entonces será cuando pueda y deba codificarse. Los pueblos antiguos no nos pueden servir de guía en este punto, porque es sabido que el Oriente absorbía en su vida social al indivíduo, que en Grecia, por el contrario, predominaba el individualismo; pero aparece el cristianismo que cambió y mejoró las costumbres, ennobleciendo á la mujer y sacándola del miserable estado de abyeccion á que habia quedado reducida, para darla al hombre como su digna compañera, no como su esclava que antes habia sido, que proscribió la servidumbre, proclamando la igualdad del género humano, y que hizo, en fin, dar á la sociedad entera un gran paso en la carrera de la civilizacion y del progreso, y entonces fué necesario codificar, porque las benéficas y saludables doctrinas del cristianismo se habian infiltrado en las costumbres, produciendo esos códigos que todavia

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