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no era posible que abrazaran muchos objetos, y además ocasionaría precisamente grande embarazo la circunstancia de recaer sobre los objetos considerados en globo ó á bulto sin cantidades fijas ni cuantías determinadas.

Con la invencion de las medidas y los pesos, mucho se facilitaron ya las negociaciones; pero cuando el comercio recibió mayor impulso fué, cuando aumentados los goces y las necesidades de la civilizacion, se echó de ver la ventaja y aun la precision de preparar los frutos naturales para acomodarlos á los diferentes usos y necesidades de la vida, dejó la agricultura de ser la única ocupacion de los hombres, y las manufacturas ó productos fabriles aumentaron considerablemente los objetos de las negociaciones. Tambien recibió gran impulso cuando, aumentado el trato y las comunicaciones, se advirtió que no todas las tierras ofrecian unos mismos productos, y que por la variedad del clima ó por otras causas se encontraban, en unas frutos naturales y objetos de industria, sino absolutamente necesarios, muy útiles al menos, y muy á propósito para aumentar los goces y las comodidades, y se dedicaron los hombres á trasportarlos á aquellas donde no se conocian. Mas cuando tuvo el mayor incremento y llegó á su perfeccion fué, cuando inventada la navegacion, y puesto en comunicacion entre sí todo el género humano por este medio, crecieron los conocimientos y la ilustracion, y con ellos las necesidades que fué preciso satisfacer, protegiendo el único medio que habia de adquirir lo necesario para cubrirlas.

Desde este tiempo, todas las naciones han adoptado medidas protectoras del comercio. Todas han dictado con este objeto y en mayor ó menor número segun sus hábitos, ocupaciones, situacion topográfica y civilizacion, leyes especiales y supletorias de la legislacion civil, cuya coleccion ó conjunto es lo que llamamos DERECHO MERCANTIL.

Mas cuando hubo progresado tanto, ya no fué posible ejercer

le con la sensillez y facilidad que antes, si en la infancia de las sociedades un hombre por sí solo compraba, trasportaba y vendia; llevando sus mercancías consigo mismo, el aumento de estas mercancías y el de los consumos debió hacerle conocer muy Juego, que adelantaría mas valiéndose del auxilio de otros; y poniéndolo en ejecucion, encargó á unos la compra, el trasporte á otros, y la venta á otros diferentes, quedándose con la direccion de todos, y creando á la vez una porcion de agentes auxiliares, cuyos oficios le produjeron no poca utilidad.

Este aumento de brazos y de objetos de comercio, y el resultado favorable de algunas negociaciones, es de presumir le trajeran á la imaginacion la idea de emprenderlas mas en grande, valiéndose de los caudales agenos que empleara por su cuenta, ó dando á sus dueños parte en la direccion y en las ganancias; por cuyo medio llamó en auxilio del comercio los préstamos y las compañías. La acumulacion de caudales debió ocasionar la dificultad en conducirlos á los puntos en que debian ser empleados; y echando de ver que la diversidad de operaciones á que se dedicaban los comerciantes y la de los objetos sobre que recaian, los obliga á veces á llevar fondos á lugares de donde otros tenian que traerlos, convinieron en permutarlos entre sí como las demás mercancías, consignando la obligacion en un documento, por no hallarse presentes las dos cantidades permutadas; y de este modo, evitando las conducciones y los riesgos á que estaban expuestas, inventaron las letras de cambio y demás documentos de crédito, utilizando en favor del comercio la buena fe y la confianza. Pero si por este medio quedaban libres de riesgos las conducciones de caudales, no era posible evitar tan fácilmente los que corrian los trasportes de las mercancías, sobre todo cuando se hacian por la mar, donde son mucho mas frecuentes; y como era tambien de suma importancia salvar los capitales empleados en ellas, no faltó quien ideara el medio de hacer menos sensible el daño y la pérdida en el caso

de que llegara á sobrevenir, repartiéndola entre muchos y poniendo en contribucion á todos los que estaban expuestos á sufrirlas; cargó sobre sí ó estableció entre todos la obligacion de indemnizar á los que las sufrieran, con la parte que abonaban los que no las babian tenido; y los seguros vinieron á garantizar el éxito de estas conducciones, animando á los capitalistas y fomentando empresas árduas y arriesgadas.

A la sombra de estos auxilios y de estas garantías, ensanchó el comercio sus límites, se aumentó el número de comerciantes, y multiplicaron estos sus operaciones en términos, que no pudiendo realizarlas con facilidad separadamente, se buscaban y reunian en las plazas y otros sitios públicos, que en algunas partes se cambiaron con el tiempo en lonjas y casas de contralacion; y procurando en estas reuniones ayudarse mútuamente, interviniendo unos y mediando otros en los negocios de los demás

para facilitar sus ajustes, no dejó de haber alguno que se consideró mas á propósito para ejercer una intervencion conveniente, y que constituyéndose agente mediador entre todos ellos, creó el oficio de corredor, utilísimo y aun necesario en las grandes poblaciones.

Hé aquí, al parecer, los medios progresivos por los que el comercio ha ido adquiriendo insenciblemente su desarrollo y aumentando sus agentes auxiliares La operacion simple y sencilla de permutar, sustituida por la de comprar y vender, necesitó pronto la de trasportar, estas, el aumento de mercancías y de los negocios, de brazos auxiliares para facilitarlos; la reunion de estos auxilios, de la de capitales que emplear; el aumento de capitales, de medios fáciles de ponerlos sin riesgo en los puntos donde eran necesarios; los peligros de los trasportes, de precaucion, para disminuir sus efectos, y la dificultad y embarazo que las grandes poblaciones ofrecian para evacuar los asuntos aisladamente, de las reuniones de los comerciantes en sitios determinados, y de la creacion de nuevos auxiliares; y de

este modo los porteadores de mar y tierra, los mancebos, factores y comisionistas, los contratos de préstamos, fianza, depósito, compañías, las letras de cambio, libranzas, vales ó pagarés y cartas-órdenes de crédito, los seguros, las lonjas y casas de contratacion con sus corredores y la Bolsa con sus agentes, instituciones y contratos no menos útiles ni menos acreedores á la proteccion especial de la ley, que los demás del comercio, vinieron á ser objeto de las disposiciones del Derecho mercantil (*).

(*) El que desee adquirir mayores nociones en esta materia, puede ver al señor Martí Eixalá en sus Instituciones de derecho mercantil, lib. 1.o, cap. 1.

RESEÑA HISTÓRICA DEL DERECHO MERCANTIL ESPAÑOL.

ARDUA y dificil sería por cierto nuestra tarea, si tratáramos ahora de describir la marcha progresiva de las leyes comerciales de todas las naciones, desde que principiaron á dictarse hasta nuestros dias. Esta historia, que seria á la vez la de la civilizacion, es empresa muy superior á nuestras fuerzas, y ajena á nuestro instituto. Por lo que hace á nuestro propósito, dirémos que ignoramos las que tuvieron los fenicios que se sabe ejercieron el comercio en España, y las de los cartagineses que vinieron despues y se hicieron dueños de una gran parte de su territorio.

En nuestra humilde opinion, este derecho en su orígen fué hijo de las circunstancias y de la necesidad, la razon y la equidad natural le sirvieron de base, y los legisladores no hicieron mas que prestar su sancion expresa á las costumbres que encontraron ya establecidas; por esta razon acaso se diferencia tan poco en los principios fundamentales el Derecho comercial de todos los pueblos.

Las primeras que se establecieron debieron ser sin duda las náuticas, porque las operaciones del comercio terrestre se regian por el Derecho civil: á aquella clase pertenecen las leyes de los Rodios que son las mas antiguas que se conocen, y que tomadas acaso de los Fenicios, fueron despues trasmitidas á los romanos, que las admitieron y sancionaron en cuanto no se opusieran á las suyas, y dieron á conocer sus fragmentos á to

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