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boca á V. E., á quien suplico por lo que amo su acertamiento, no se deje vencer hasta que la propia razon le venza y pueda la experiencia deliberar en cosa tan importante, aventajándola del estado en que la dejo, que no será dificultoso en V. E. ni en mi confesarlo sia agravio de los pasados por ser ya él dueño de la presente resolucion.

El reino del Perú, como V. E. sabe, es muy prolongado por la costa del Sur, que casi podemos decir es todo playa, y porque ni la diversidad ó fuerza de los vientos, por ser siempre unos y no tormentosos, ni el concurso de los enemigos eran 'grandes, porque raras veces pasaban á este mar, ni la distancia de tantas leguas de marina pedia, obligaba ni hacia posible la fortificacion de sus puertos, todos son abiertos y los pueblos tan pequeños y de casas tan humildes, que seria impertinente cualquier gasto y empeño en la defensa, sino que la mayor se reduzca á retirar la gente y retirar los bastimentos, excepto en este del Callao, que por la vecindad de Lima y ser escala principal de los navíos de toda la contratacion, es necesario tenerle siempre defensible. Y aunque en la ocasion pasada pude yo conseguirlo en poco. mas de veinte y cuatro horas, de manera que aunque el enemigo suegro no hizo daño, antes le recibió, y le resultara mayor si prosiguiera el intento de tomar tierra, con todo eso me pareció levantar algunas trincheras de asiento y tres plataformas para que la artillería haga fuego con más cierta puntería. Todo queda trazado y hecha la muestra en conformidad de lo que hubo por conveniente. V. E. lo verá y dispondrá lo que fuere servido.

En diversas ocasiones se ha tratado de poner presidio de infantería en el Callao, y le hubo en tiempo del

seño virey conde del Villar; yo no tengo por necesario este gasto. Oirá V. E. de palabra la razon: lo más sustancial consiste en las fuerzas de la mar; para esto tiene S. M. galeones. Yo hallé pocos y fabriqué dos; quedan ahora cuatro. Sus nombres son: San Joseph, capitana; Jesus Maria, almiranta; Las Mercedes y La Visita cion. Hay tambien una lancha de servicio. Pero pues los enemigos saben y apetecen esta navegacion por el Estrecho, bien es crecer el número de nuestros bateles y fundir más artillería, que con este intento hice asiento con persona que se obliga á traer del reino de Chile dos mill quintales de cobre dentro de cierto tiempo, de que se cumplirá brevemente el primer plazo. Quedan ahora ciento y ocho ó diez piezas buenas y casi todas gruesas.

La guerra de las provincias no es de cuidado, porque toda es con indios. Los que principalmente la sustentan son chiriguanes de nacion; habitan las cordilleras entre la provincia de la Plata, Tucuman y Paraguay, si bien hay camino desembarazado para la comunicacion. Esta gente lo más del tiempo pide y. conserva paz con los españoles, pero antes hacen desórden en los que topan sin apercibimiento y obligan al castigo. Lo ordinario no solia pasar de amenaza con que haciéndose los arrepentidos venian al perdon que se les daba fielmente. Yo quise executar algo más en cierta ocasion, y salió bien, porque mandando entrar un capitan y alguna gente, los coxió descuidados, de manera que pudo hacer justicia de más de cuarenta, y así quedaron medrosos y quietos, y todavía lo están.

Otros indios hay en diferentes sitios que llaman de guerra, no tan valientes, pero hacen lo mismo que los

chinguanas (1). La mejor manera de guerra con todos y aun la más segura en conciencia es ir entrando en su tierra por via de poblacion, sin otro daño ni mal tratamiento que se les haga; y para escusar la costa de S. M. es lo más conveniente intentarlo por diferente mano, haciendo asiento con personas particulares que se encarguen de estas entradas. En mi tiempo se han hecho algunas y conseguido fruto en las más, pues quedan en poblacion formada y otras en estado que brevemente se podrán hacer. Por las capitulaciones, que dejo en el oficio de gobierno, verá V. E. su importancia y la diversidad de calidades que tiene cada una, á que precisamente han de hacer prevencion los capítulos del contrato, sin que se pueda gobernar por una regla, aunque S. M. la tiene dada en forma general á los descubrimientos y nuevas poblaciones.

Héme desentrañado en este papel, porque la obediencia á S. M. y el deseo de servir á V. E. no se quietan hasta llegar aquí. Sobre estos hilos se urde la tela del gobierno de araña, como la llamaron algunos, y bien porque chupa las entrañas del artífice, y mientras ella dura no admite compaña de otra obra; y aun añado yo, que es tan fácil de romper como ella, si cualquiera estremecimiento no saca al Gobernador del retiramiento y descanso para su reparo y defensa.

Destas noticias fueron hijas mis acciones, y si V. E. encontráre alguna que no lo parezca, dexenerado há, huya della. Pero aunque el concepto y parto hayan sido hierro, no tenga V. E. por perdido el tiempo que hubiera dado á este pape!, que acullá dije, son los yerros age

(1) Así.

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nos baratos y eficaces maestros, y ahora digo que por lo menos enseñan con mayor brevedad que trabajos y discursos propios: haga, pues, fácil y amable el que V. E. pusie re para la administracion deste cargo considerarle en beneficio de súbditos con quien (cierta y superior providencia) es sin duda se engendra un paternal amor , y en servicio del Rey nuestro señor, á quien tanto m'as se debe por las singulares virtudes y grandes partes que en su Real persona resplandecen; y yo que en buena forma dispongo el fin de mi viaje, á tal presencia llevaré por nueva que la piedad y religion (alma principal del Estado) la cristiandad y paz de tantos años crecerán cada dia en manos de V. E., de cuya fidelidad y prudencia nos podremos prometer todo aquello que se alcanzare á desear.

Guarde Dios á V. E.-Desta Chacara de Mantilla á 12 de Diciembre de 1615 (1).

(1) Aunque esta relacion es algo posterior á las que del mismo Virey seguiremos publicando, la hemos dado la preferencia por su gran importancia, curiosísimos datos y escelentes consideraciones políticas sobre el supremo cargo de que su autor estaba tan dignamente revestido. Diremos algunas de las pocas noticias biográficas que acerca de él se conservan.

D. Juan de Mendoza y Luna, marqués de Montesclaros, parece nació en Sevilla, de cuya ciudad fue Asistente, cargo muy honorífico y apetecido en aquel tiempo. Nombrado despues Virey de Méjico, hizo allí su entrada en 27 de Octubre de 1603, acompañándole su esposa Doña Ana de Mendoza, y siendo el décimo en la lista de los Vireyes de aquellos dominios. Desempeñó cuatro años este puesto, y durante ellos llevó á cabo mejoras de gran importancia en todos los ramos del gobierno. Satisfecho el Rey de su prudencia y excelentes servicios, le concedió por muy especial distincion que continuase gobernando hasta el acto de

CARTA DE GOBIERNO DEL MARQUÉS DE MONTESCLAROS, VIREY DEL PERÚ, DIRIGIDA Á S. M. SOBRE MATERIA DE ENCOMENDAR INDIOS (1).

Siendo parte tan principal, entre las que V. M. fía á sus Vireyes en este reino, la gratificacion de beneméritos y distribucion de mercedes en su Real nombre, persuadido estoy que para satisfacer las obligaciones de conciencia y justicia, que tan trabadas están en semejantes acciones, habrán hecho mis antecesores las diligencias tan exactamente cabales, que va á riesgo de juzgarse por sobrada la que pretendo hacer en este papel, ó curiosidad embarazosa para quien incesantemente se ocupa en cosas tan graves como el Consejo. Pero como quiera que el preguntar (argumento de haber

embarcarse en Acapulco, con cuyo objeto le acompañó hasta aquel puerto un Oidor de la Audiencia.

D. Juan de Solórzano, en su Politica indiana, cita frecuentemente las providencias dictadas por este Virey en el Perú, como modelos de rectitud y prudencia.

Segun Pinelo (Biblioteca oriental y occidental) escribió además de varias relaciones sueltas unas «Advertencias á los Vireyes del Perú sobre el gobierno de aquellos reinos.>>

Acerca de su gobierno en Méjico, pueden consu.tarse las «Disertaciones sobre la historia de la república mejicana» por D. Lucas Alaman. Méjico.-1844-49.

(1) Informes, relaciones y cartas sobre las Indias, por el marqués de Montesclaros.-MS. de la Biblioteca Nacional.-Aa.-47. TOMO VI.

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