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mejor acierto, hizo junta del Obispo gobernador de aquel arzobispado, y del Arzobispo y prelados de las religiones, conviniendo y concordando todos en que se debia hacer el despacho en la forma que siempre se habia hecho sin dar lugar á novedad. De manera que todos y en todas las ocasiones han reconocido la dicha imposibilidad y los nuevos daños é inconvenientes que podian resultar de la dicha ejecucion.

Atento á lo cual, pide y suplica á V. M. que sin embargo sea servido de proveer y mandar sobreseer en la cobranza del dicho 2 por 100 como tiene suplicado, en que recibirá singular favor ó merced, como aquella ciudad y reino lo espera de su grandeza y real mano.

MEMORIAL DADO AL REY EN SU REAL CONSEJO DE LAS INDIAS POR D. JUAN GRAU Y MONFALCON, PROCURADOR GENERAL DE LOS ISLAS FILIPINAS, SOBRE LAS PRETENSIONES DE LA CIUDAD DE MANILA Y DEMAS ISLAS DEL ARCHIPIÉLAGO EN SU COMERCIO CON LA NUEVA- ESPAÑA. (1)

Señor :

D. Juan Grau y Monfalcon, procurador general de la insigne y siempre leal ciudad de Manila, cabeza de las islas Filipinas, en nombre de ella dice: Que siendo la

(1) Tomo de papeles impresos y MSS. referentes á Indias.Bib. Nac.-Aa.—47.

conservacion de las islas el medio mas eficaz para la de todos los estados que esta Corona tiene y posee en la India oriental y partes adyacentes, y por consiguiente en las occidentales, y sabiéndose con evidencia que no hay como asegurar este fin sino con el comercio que á las islas está concedido para la Nueva-España, el cual se halla en términos que de solo moderarle ó alterarle en la cantidad ó en la forma ha de ser forzoso que cese, y que perdiéndose los vecinos que le sustentan se pierdan todas las islas, algunas personas y en particular el capitan D. Francisco de Vitoria Baraona, con menos atencion y noticia de la que se requiere para tratar materia tan remota, grave y política que pide tan estraños fundamentos, para que sin inteligencia propusieran á V. M. ciertos arbitrios ó advertencias que debiéndose de seguir al aumento de las fuerzas que en los mares del Oriente tienen las armas de España, para oponerse tantos enemigos como en ellas las procuran abatir y las desean acabar, paréce que con particular intento se encaminaron á enflaquecerlas y deslucirlas, y con esto estinguir la mejor y mas hermosa plaza que fuera de Europa conserva esta gran monarquía, y porque la materia no solo pertenece á la conservacion de aquellos vasallos, sino á lo general del servicio de V. M. Por este respeto mas que por el propio suceso, si bien el uno no se compadece sin el otro, habiéndose comenzado á ejecutar en la Nueva-España algunas órdenes emanadas de los arbitrios propuestos por el dicho capitan Francisco de Vitoria, y conociéndose de los principios cuánto se arriesgan los fines y cuánto importa acudir con tiempo á los daños que amenazan y prevenirlas con acierto por la imposibilidad que despues podia tener su remedio por ser fácil cuando comienza, io

que una vez introducido suele quedar imposible de vencer: pretende representarlos este memorial informatorio que ponen á los Reales pies de V. M., en que con ocasion de la mas importante y grave se tocarán todas las materias de las islas Filipinas y de su conservacion, gobierno y comercio, todas con la verdad, fundamento, certeza y noticia que se debe, no solo en general, sino en particular cada una, para que esplicadas de una vez con entera relacion de los inconvenientes y conveniencias que hay en cada punto, se tome en todos la resolucion que mas convenga al servicio de Dios y de V. M. y bien de aquellas islas, cuyas pretensiones se reducen á las súplicas que se representan en memorial aparte en que esperan recibir las mercedes que su necesidad y estado piden.

Para entrar con el hecho que dió motivo á tratar tan de propósito estas materias, se supone que corriendo el comercio de las islas Filipinas á Nueva-España con alguna sustancia, si bien con toda la limitacion que podia sufrir, aunque en algunas circunstancias menos observadas las Reales órdenes de lo que parecia conveniente, debiéndose acudir á solo lo que pedia remedio y bastaba para ajustarle y reducirle á su mejor forma, se propuso otra con que totalmente se embarazase ó quitase, advertiendo medios para alterar tanto lo que antes tenia, que sin ella habia algunos excesos que en esta se evitan es impidiéndole y arruinándole, de modo que vendrá á ser forzoso por no permitir un daño leve causar muchos tan irreparables, que resulte de ellos ó el perderse las islas, ó recaer todo el gasto de su conservacion sobre la Real hacienda de V. M.: que si bien es justo siempre y hoy mas que nunca atender, ya que no á aumentarla, á no

perderla, no es medio acertado representar ahorros de gastos y crecimiento de rentas, si de lo que por una parte se interesa resulta por otra, ó el perderse lo que conviene defender, ó añadir mayores costas á su defensa. Porque hay materias que han llegado á estar en un equilibrio y balance tan ajustado y fiel, que á cualquiera de sus partes que se quite ó añada, inclinando la contraria, se descompone y destruye la máquina de que constan. Bien se dejó entender que si V. M. escusó el pagar avería del Real tesoro que viene de las Indias en las armadas y flotas de su carrera, se interesara cada año libre y en plata y oro mas de medio millon; pero resultará de esta ganancia el faltar posibilidad para sustentar el principal, que escusándose con justo título los cargadores é interesados en lo demás de acudir á la avería, y siendo como es necesario que este tesoro y el de particulares que con él viene traiga fuerza bastante para resistir á los que con tanto deseo de robarle se le opone ó viniera sin ella, expuesto á perderse en un año más de lo que gasta en defensa en diez, ó viniera á cargar toda la costa en la hacienda de V. M., con que fuera mayor, ó ahorrando la avería de lo que es pagándolo; ¿quién puede negar que si en los puertos de España se subieran los almojarifazgos á 50 ó 100 por 100 valieran diez veces más de lo que valen sus rentas? Pero quien diera este arbitrio, ¿cómo asegurará la duracion del comercio y la posibilidad de los vasallos y estraños para sustentarle? Luego si de crecer los derechos habia de resultar perderse el principal de que se cobran, acabarse la contratacion, no frecuentarse los puertos, empobrecerse los vasallos, despoblarse las ciudades y acabarse todo, bien se deja entender que esto fuera con pretesto de aumentar la Real hacien

da, destruirla y destruir el reino, y no difieren estos exemplos del que se advierte en el comercio de Filipinas. Propórese que con los medios que se mandan ejecutar crecerán los derechos en solo el puerto de Acapulco un millon y setecientos mill pesos, y aunque este tanteo como se verá, carece de fundamento, dado que le tuviera, resultará bajar de modo su contratacion que se viniera á perder todo, y faltando la sustancia en que consiste, ó V. M. sustenta solo las Filipinas, ó las viniera á des

amparar.

Lo primero es casi imposible, sin gasto dos veces más que lo que hoy gasta. Lo segundo tiene el inconveniente que se dirá. Luego la ejecucion de los medios propuestos trae daños irreparables, que despues de sucedidos tendrán el remedio tan dificil, que no lo sea el volver las cosas al estado que hoy tienen, que como este se halla entablado con el curso de muchos años y con el caudal que en ellos han adquirido los que se sustentan y con solo dejarle correr se conserva, si le faltaren estos dos requisitos, primero se esperimentará el daño de la resolucion en la pérdida, que se pueda ver el reparo en la restauracion,

Servióse V. M. por órdenes que se dieron al licenciado D. Pedro de Quiroga y Moya, que á este y otros negocios fué á la Nueva-España el año pasado de 636, demandar que en cuanto al comercio de Filipinas pusiese nueva forma en el puerto de Acapulco, que es donde llegan sus naos. Y aunque en el mandato se entiende que fue general para reformar y escusar los escesos que por allí se cometen en la contratacion de las islas, sacando de la Nueva-España mayores cantidades de plata y entrando mas ropa de China de lo que admite la primi

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