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tinguia la deuda del tesoro. Conferia los gobiernos mas importantes á los señores principales y los secundarios á hombres distinguidos por su mérito guardaba las mayores consideraciones á los oficiales antiguos y se mostró muy circunspecto en la eleccion de magistrados: por esto todas sus medidas acreditaban hasta tal punto su desinteresado celo por el bien público, que triunfó de los ataques de la envidia celosa de su elevacion; porque la conducta de un hombre de estado cuando lleva por norte ese santo objeto ve siempre como se embotan antes de herirle las armas de la maledicencia. Su proceder sin embargo no agradó á todos, pues se le vituperaba haber mudado la mayor parte de la servidumbre de la reina, en lo cual no tuvo otro fin que desvanecer en parte la melancolía de esta princesa. En efecto, las personas que puso á su lado trabajaron para distraerla y aun para dispertar en ella algun sentimiento de su grandeza, y lo consiguieron en términos que Juana se decidió á vestirse como á su rango convenia, y á ir á misa fuera de palacio, y aun se apostaron gentes para que á su salida gritasen viva la Reina y le diesen otras muestras de respeto. P

El rey satisfecho de aquel hábil y prudente gobierno escribió felicitando al ministro, quien pronto dió otra prueba de lo celoso que era para sostener las franquicias de la nacion que gobernaba, Fue así que hacia la misma época el papa con pretesto de la guerra contra los Turcos pidió un impuesto sobre las rentas del clero ; mas el Cardenal se opuso á su satisfaccion, persuadido de que semejante ejemplo serviria de hincapié para otras exigencias de la misma clase. En medio de tantas medidas útiles sobrevinieron sin embargo algunos males que no fue dado remediar, como por ejemplo las desavenencias entre los graudes, los trastornos de Valladolid y de otras ciudades de importancia, y la salida de muchas cantidades de dinero fuera del reino destinadas á comprar el favor de los ministros flamencos, y sobre todo de Chievres que redujo la privanza que con Cárlos gozaba á un medio para acumular caudales. Siguiendo este fatal ejemplo cuantos tenian parte en el gobierno lo convirtieron en grangería, encendiendo con esto

la ira de los Españoles que bien pronto adivinaron aquel tráfico infame. Ximenez hizo entender al rey la indignacion que esto causaba instándole para que viniese á España. No se le ocultaba á Cárlos cuán necesario era que se trasladase á sus nuevos reinos, mas lo impedian por entonces las conferencias de paz entabladas con la Francia, las cuales terminaron con una alianza entre Cárlos y Francisco, y con un tratado que Maximiliano concluyó con la Francia y con Venecia. Aun despues de esto se resistian al viagé los flamencos por temor de Ximenez, pues no dudaban que su po→ der acabaria por pasar á manos de los Españoles.

Las repetidas instancias del Cardenal y las murmuraciones de los Españoles consiguieron por fin determinarle, y habiendo em÷ prendido su viage en 19 de setiembre de 1517, desembarcó en el puerto de Villaviciosa y en el acto despachó un correo al Cardenal y al consejo dándoles cuenta de su llegada. Ximenez salió de Madrid al instante para ir al encuentro del monarca y dar cumplimiento á varias órdenes que le remitió antes de embarcarse. A su llegada á Aranda en donde alcanzó al infante D. Fernando, circuyó de tropa la casa del príncipe, hizo cerrar las puertas de la ciudad y uotificó á D. Pedro de Guzman ayo del infante y al obispo de Astorga su preceptor una órden del rey, en cuya virtud se los separaba de sus destinos, órden que mucho afligió al infaņte. Aunque segun el dictámen de un historiador apreciable fue causa de la muerte de Ximenez una trucha que comió el dia de su salida de Madrid, ello es que por entonces no sintió novedad alguna, hasta que llegado á Roja su mal se hizo tan violento que le hizo augurar la proximidad de su fin, y en efecto despues de haber recibido los ausilios espirituales murió el 8 de noviembre de 1517. Algunos suponen que fue causa de su fallecimiento ó lo precipitó al menos la noticia de haber caido en desgracia del rey, pues afirman que este impulsado por el obispo de Badajoz, á quien el Cardenal: colmara de favores, escribió al antiguo ministro que ya no tenia necesidad de sus servicios; mas otros por el contrario aseguran que el regente no llegó á ver aquella carta, porque estaba ya espirando cuando fue recibida. Ximenez, político profundo y admi

nistrador inteligente, era amigo de las letras y contribuyó á propagar el gusto del saber dotando con sus rentas la universidad de Alcalá de Henares. Se le debe tambien la publicacion de la primera Biblia poliglota, obra que le costó sumas inmensas, que tenia por objeto derramar los conocimientos y el cristianismo.por todas las naciones del globo, y que sirviendo ante todo á los intereses religiosos debia al mismo tiempo ser muy útil á la civilizacion; por lo cual honra bajo este doble carácter la memoria del hombre que concibió é hizo ejecutar tan vasta empresa.

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El rey con el objeto de ver a su madre fue con su hermana Leonor á Tordesillas á donde se trasladó el arzobispo de Zaragoza para dar cuenta de los negocios de Aragon; mas el ministro Chievres recelando que fuese á pedirle el arzobispado de Toledo que él destinara á su sobrino, le impidió avistarse con el rey, y le hizo uegar una audiencia de la reina D. Juana. Este fue el primer motivo de descontento que Cárlos dió á los Españoles, cosa que quizás no hubiera sucedido á tener Ximenez ocasion de hablar con el príncipe; pero los que temian las consecuencias de esta entrevista la imposibilitaron ó fue fustrada por la casualidad.

En enero de 1518 se reunieron en Valladolid las Cortes, y aute

todo se propuso que el rey confirmase lo que habian decretado siete años antes las de Búrgos, á saber, que ningun estrangero pudiese obtener dignidades ni empleos civiles ni eclesiásticos, y que no pudiese estraerse moneda del reino; mas como el obispo de Badajoz hiciese presente á los diputados que no tenian ningun motivo para desconfiar del monarca y les asegurase que accederia á sus peticiones, le recibieron por rey juntamente con D.a Juana, á condicion de que en todas las actas públicas el nombre de esta seria antepuesto al de Cárlos, y de que si la reina recobrase la razon volveria á mandar sola. La asamblea le prestó juramento de fidelidad y votó un donativo de seiscientos mil ducados pagaderos en tres años, despues de lo cual el príncipe confirmó sus privilegios y accedió á lo que le habian pedido. Nombrados regentes partió Cárlos para celebrar Córtes en Aragon, y habiendo tenido

en el camino una entrevista con su hermano lo envió á Alemánia á fin de librarse de las inquietudes que le causaba el estremo amor de los Españoles hácia aquel príncipe.

Llegó á Zaragoza en mayo, y aunque confirmase todos los privilegios de los aragoneses, estos mostraron dificultades en reconocerle durante la vida de su madre; pero el arzobispo de Zaragoza los decidió á jurarle por rey en union con D.a Juana, y despues de largas discusiones que duraron muchos meses al fin consiguió un donativo de doscientos mil ducados.

En seguida pasó á Cataluña en donde encontró las mismas dificultades que en Aragon, pero al fin pudo separarlas. En Barcelona supo la muerte del emperador Maximiliano y permaneció en dicha ciudad hasta que tuvo noticia de su eleccion verificada en 28 de junio de 1519, á pesar del empeño de Francisco I de Francia, y por efecto de la renuncia de la corona imperial verificada por Federico duque de Sajonia que fue el primero á quien nombró la Dieta de Francfort. Ante la misma los embajadores de Cárlos aceptaron en su nombre las condiciones prescritas, dirigidas á que fuesen respetados los fueros é inmunidades de los electores, de los príncipes del imperio, de las ciudades, y de los demas príncipes del cuerpo germánico.

Como el

papa

Leon X habia concedido el diezmo de las rentas eclesiásticas de Castilla para sostener la guerra contra los Turcos, Cárlos convocó en Barcelona una asamblea del clero, en la cual Adriano, cardenal y obispo de Tortosa, echó mano de todos los recursos para que los diputados otorgasen el impuesto; pero se negaron constantemente á dar gusto al rey y á obedecer al papa. Irritado el pontífice lanzó un entredicho contra Castilla; mas como el clero español sostuviese que aquel tributo solo podia exigirse cuando los infieles atacasen á la cristiandad, el monarca hizo levantar el entredicho. En el mes de noviembre llegó el duque de Baviera con el carácter de embajador del imperio, y Cárlos tomó el título de Magestad sustituyéndolo al de Alteza usado hasta

entonces.

Por la misma época hubo en Valencia una conmocion imponente

de los gremios que formaron compañías y se unieron entre sí so pretesto de resistir la opresion de los grandes, que orgullosos con sus privilegios trataban al pueblo como esclavo, y que no creyéndose bastante fuertes para hacer frente acudieron al emperador, mientras que los valencianos por su parte enviaron á la corte diputados que defendiesen su causa. Cárlos estaba entonces irritado con los nobles que le negaron un donativo apoyándose en que habia violado la ley fundamental no abriendo en persona las Córtes en donde se hizo representar por el cardenal Adriano. Impulsado por el despecho autorizó al pueblo para que conservase las armas, y los valencianos alentados con el consentimiento del monarca cambiando la administracion de la ciudad, por sí mismos eligieron gefes que formaron una especie de confederacion llamada germania ó hermandad, compuesta de las clases populares, que muy luego fue un poder tiránico.

El reino de Castilla estaba tan agitado como el de Valencia, y la mayor parte de las ciudades de España veian con repugnancía la predileccion que Cárlos tenia por la Alemania Ꭹ el viage á que se preparaba, y le enviaron diputados, mas él evitó darles audiencia, y en vez de reunir las Córtes en la provincia las convocó para Compostela en Galicia. Esta innovacion fue causa de graves disgustos, en términos que en Valladolid hubo un motin tan violento que Carlos huyó de allí precipitadamente considerándose muy feliz con poder continuar su viage hácia Compostela en donde quiso de todos modos reunir las Córtes. A ellas no acudieron los procuradores de Toledo, mas sí dos diputados á fin de protestar contra la reunion. Los procuradores de Salamanca se negaron á prestar el acostumbrado juramento de fidelidad hasta que Cárlos consintiese en convocar Córtes para otro punto: mas á despecho de estas contrariedades y de la oposicion de los representantes de Toro, Madrid, Córdoba y otras ciudades, los ministros sostenidos por la nobleza arrancaron un considerable donativo, que con urgencia necesitaba el príncipe para satisfacer sus deseos de ir á Alemania á tomar posesion de la corona imperial. Los flamencos de su corte, con objeto de trasladar á su pais el fruto de sus rapiñas, le instaban

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