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estado. Una circunstancia contribuyó tambien á precipitar la caida del ministro, y fue el haber descubierto Felipe las íntimas y secretas relaciones que por medio del conde de Lemos habia entablado con el heredero del trono. Enojóle esta averiguacion sobre manera porque le recordó que habia uu sucesor que esperaba su vacante. A pesar de esto ensayó varios medios para que el duque abdicase espontáneamente su poder, mas viendo que este no consentia en ejecutarlo fue preciso que con una carta escrita de su mano le indicara que se retirase. El dia 4 de octubre de 1618 salió el ministro de la corte para no volver mas á ella, despues de haberse humillado hasta el punto de solicitar de rodillas á Aliaga que intercediese en favor suyo.

El duque de Lerma nunca fue mas que un hábil cortesano y debió su larga y próspera fortuna á la falta de energía y á la indolencia del soberano que jamas tuvo firmeza de carácter. Durante su administracion la España declinó rápidamente, pues si hubo hombres que aun todavía sostuvieron en el esterior la supremacía del imperio de Cárlos V, el reino empobrecido en el interior se despobló, sobre todo desde la espulsion de los moriscos. Por mas que el ministro ofreciese recompensar con el título de caballero al que hiciera algun invento útil para la agricultura, los campos por falta de brazos se quedaban yermos. En órden á las operaciones rentísticas hemos dicho ya anteriormente que fueron muy perjudiciales; asi es que debe convenirse en que el ministro no solo mereció su desgracia sino que esta vino harto tarde para lo que convenia al honor del soberano y á la prosperidad del estado.

Apenas el duque dejó el poder cuando Calderon herido por el odio público y por los tiros de sus adversarios cayó de repente. Se dirigieron contra él atroces acusaciones, entre ellas la de haber envenenado á la reina que murió en 1612, y luego se le quiso hacer pasar por brujo. Su proceso duró dos años, y á pesar del encono de sus perseguidores fue absuelto por los jueces de doscientos cuarenta y cuatro cargos. Otras acusaciones lo persiguieron todavía hasta el reinado de Felipe IV en que terminó su proceso. El duque de Uzeda recogió los despojos de su padre, es decir, todas

sus dignidades, esceptuando la de gobernador de Asturias que se confió á D. Baltazar de Zúñiga tio del conde de Olivares, á quien verémos muy pronto dirigir los negocios como dueño absoluto.

Los últimos años del reinado de Felipe ofrecen un solo acoutecimiento en que la España tomase parte, á saber, la guerra religiosa que estalló en 1618, y que derramándose por toda Alemania trajo aquella larga y sangrienta lucha conocida en la historia con el nombre de guerra de treinta años. Habiendo aceptado la corona de Bohemia el elector Palatino, el marques de Spinola á la cabeza de un ejército español invadió el Palatinado y batió las tropas de la union protestante. A la victoria de este general siguió muy de cerca la muerte de Felipe, quien al volver de un viage á Portugal espiró en 31 de marzo de 1621 á la edad de cuarenta y tres años, á los veinte y tres de reinado. Este príncipe no supo conocer de su rango otra cosa que la representacion. Fuese por abandono, fuese por incapacidad no mandó jamas por sí mismo; su dulzura le hacia débil y su devocion rayaba en fanatismo. Encerrado en su palacio en donde á pesar de la penuria general reinaba una suntuosa magnificencia, hacia las veces de un gran rey, pues el nombre español por el prestigio de sus recuerdos imponia aun á la Europa, y si bien reducido á mas angosta medida, el heredero de Cárlos V y de Felipe II se engalanaba con toda la grandeza de sus gloriosos predecesores.

y

D. FELIPE IV.

Frisaba este príncipe con los diez y siete años cuando subió al trono de su padre. El alta posicion que en vida de este ocupó D. Baltasar de Zúñiga puso á su sobrino el conde de Olivares en inmediato contacto con Felipe IV, quien asi por su poca edad como porque tenia mas apego á las letras y á las bellas artes que á las graves atenciones del gobierno hubo de entregarse á un ministro que le guiara en el regimiento de sus estados. Habia muchos años que el conde formaba parte de la servidumbre de Felipe IV, y aunque caido en desgracia de Felipe III, á poco tiempo se pre

sentó otra vez en la corte, y á la muerte de este obtuvo nuevas distinciones. El fallecimiento de Zúñiga le colocó al frente del gobierno, y casi de golpe se le confirieron las dignidades de camarero mayor, gran canciller de Indias, tesorero general de Aragon, consejero supremo de estado, caballerizo mayor, capitan general de toda la caballería de España, y gobernador de Guipúzcoa. En 1624 fue creado grande de España y duque de Sanlucar de Barrameda, comenzando entonces á ser llamado El conde duque. Zeloso del favor de su amo y no pudiendo sufrir rivales persiguió al cardenal Lerma, á los duques de Úzeda y Osuna, é hizo decapitar á D. Rodrigo de Calderon de quien hemos hablado en el reinado precedente, y que junto con los anteriores privó con Felipe III.

El reinado de Felipe IV es en rigor la historia de la privanza del conde duque, porque el ministro se hizo mas memorable que el soberano á quien servia, y tal vez pudiera decirse con mas razon, á quien mandaba. De todos modos los principios de aquel reinado fueron una aurora apacible que hizo concebir halagüeñas esperanzas, porque de pronto Olivares mejoró algunas cosas y puso remedio á muchos de los males causados por la fatal administracion de Lerma, que con su ineptitud aceleró la decadencia en cuyo período habia entrado ya nuestra patria.

A estos principios, á su intriga, á su posicion, y á la de su tio Zúñiga debió Olivares los altos destinos que se le confirieron, no sin gusto de gran parte de la nacion que esperó ver en él al restaurador de España. Mas una vez alcanzado el objeto y puesto tar sobre el nivel no solo de sus conciudadanos sino de los anteriores favoritos, quiso afirmarse en su estado sin guardar mas consideraciones, y para ello, á imitacion de Richelieu su contemporáneo y de quien quiso ser rival, no sufrió en los empleos sino hombres absolutamente adictos á su partido; y fue tan inflexible en sus venganzas y en su política cual se habia mostrado el célebre cardenal. Con la mira de desacreditar de todo punto Ta administracion del duque de Lerma hizo revivir el proceso de D. Rodrigo Calderon, el cual aunque declarado absuelto continuaba preso. Entablóse

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