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debia casarse con D. Cárlos, é intentando recobrar la plaza de Gi-braltar mientras que los ingleses bloqueaban á Puertocabello. Durante estos sucesos Luis XV entregó el poder á su preceptor el cardenal de Fleuri, quien intervino con las potencias beligerantes y se concluyó la paz entre la Francia, la España y la Inglaterra por medio del tratado de Sevilla, el cual autorizaba al rey católico á poner guarnicion en Liorna, Porto-ferraro, Parma y Piacenza, á fin de asegurar al infante D. Cárlos los ducados de Parma y de Toscana. El emperador no quiso atenerse á este arreglo, y á fin de prevenirlo inundó de tropas la Italia. Mientras que en todas las cortes se negociaba para impedir una conflagracion general, Antonio Farnesio último duque de Parma murió en 1731 dejando á su muger en cinta, y en el momento invadió el Principado un general austríaco declarando que lo guardaria para su amo en el caso de que la viuda de Farnesio pariese una hija. El embarazo de esta se desvaneció, y las dos escuadras española é inglesa reunidas desembarcaron en Liorna al infante D. Cárlos, quien tomó posesion de la herencia que se le habia prometido.

En 1733 con motivo de la pretension de Estanislao Luzrink al trono de Polonia que estaba vacante se encendió una nueva lucha entre las potencias principales, esceptuando la Holanda y la Inglaterra. Treinta mil españoles mandados por el conde de Montemar desembarcaron en Italia é invadiendo el reino de Nápoles se hicieron dueños de él por la victoria de Bitonto, que fue causa de la rendicion de las principales ciudades del reino. La Sicilia no opuso resistencia alguna á los españoles, y D. Cárlos se hizo coronar rey de los dos estados que acababan de conquistar sus armas. El tratado concluido en Viena en 1735 le confirmó en la posesion aunque obligándole á renunciar á sus derechos sobre Toscana y Parma, la primera de las cuales pasó al yerno del emperador en cambio del pais de Bar y de la Lorena que fueron cedidos á Estanislao, y Parma y Piacenza se asignaron á la casa de Austria.

Despues de algunos años de reposo el monarca emprendió contra la Gran Bretaña otra guerra, porque el gabinete de Madrid no pudo tolerar que no se pusiera remedio al contrabando que los

ingleses hacian en los puertos de la América española, del cual resultaban enormes perjuicios á las rentas del estado. Los ingleses por su parte pidieron la restitucion de algunos buques que se les habian apresado, y ello fue que numerosas escuadras armadas por las dos naciones tuvieron varias peleas en los mares del Nuevo Mundo, y que su lucha prolongada hasta el reinado de Fernando VI se terminó con ventaja de la Inglaterra.

La muerte del emperador Cárlos VI acaecida en 1740 armó á todos los príncipes de Europa. La única hija que dejaba hubo de defender la herencia de su padre que solemnemente le garantizaron las mismas potencias que le hacian la guerra, en la cual tomo tambien parte Felipe enviando tropas á Italia bajo las órdenes del marques de la Mina. Esta lucha duró hasta el tratado de Aquisgran en 1748 que dió al infante D. Felipe, tercer hijo del rey de España, Parina, Guastalla y Piacensia. Mas el monarca no pudo ver este resultado tan glorioso como útil á la España porque murió de un ataque apoplético en 9 de junio de 1746, á la edad de 63 años y despues de 45 de reinado.

Felipe V es uno de los monarcas que ocupan un lugar mas distinguido en la larga serie de los reyes de España. Llamado por su antecesor á empuñar el cetro de nuestra patria, hubo de comenzar luchando con su rival Cárlos, luego con la Europa entera y simultáneamente con varias provincias de su reino mismo. Su valor y su inteligencia supieron vencer tanto adversario y sentarse en el trono con la seguridad de que nadie le baria descender de él á la fuerza. Mas tarde sus armas triunfaron en Africa y en Italia, y no solo dejó el reiuo á su hijo Fernando, sino que logró erigir un trono para el gran Cárlos III hijo de su segunda esposa Isabel Farnesio, cuyo talento le ausilió mucho para las reformas y mejoras que en la nacion introdujo. En medio de las grandes dificultades que lo rodeabau supo en poco tiempo levantar un ejército de cien mil hombres y hacer que su pabellon tremolara sobre setenta navíos de guerra. Secundado por el célebre Alberoni quizás hubiera hecho renacer los dias de Cárlos I si alarmada la Europa al mirar sus rápidos progresos no se declarara contra él á fin de contener

los. No contento con crear en España un ejército y una armada que en tiempo de su antecesor existian solo en el nombre, dió nueva vida á la agricultura, animó el comercio, llamó en su ausilio á las ciencias y á las artes; y por todos medios procurá la felicidad de su reino. Fundó el seminario de Madrid para la educacion de los uobles, la academia de guardias marinas de Cádiz, la biblioteca real, la academia de la historia, la inédica matritense y la española, cuya ereccion á causa de las guerras hubo de retardar mucho mas de lo que él hubiera querido. Algunos defectos y algunas debilidades se le achacan en la vida privada: mas á los reyes únicamente se los debe juzgar por su vida pública, y para absolverlos basta que los deslices de aquella no influyan eu la suerte de los pueblos.

D. FERNANDO VI.

Este monarca hijo de Felipe y de María Luisa de Saboya, antes de su advenimiento no tonió parte alguna en el gobierno, y sin embargo de que no podia estar muy satisfecho de Isabel Farnesio su madastra pareció olvidar que siempre lo habią tratado con una indiferencia que rayaba casi en enemiga. Asi lejos de desterrarla por esto ó de recluirla en algun convento confirmó todas las cláusulas que en favor de la reina viuda coutenia la última disposicion de Felipe; de manera que aquella señora continuó viviendo en San Ildefonso y cobrando una pension auual bastante crecida. Fernando heredó por desgracia la melancolía de Felipe, y no fue poca suerte para él estar casado con la infanta de Portugal, jóven de talento, y de genio amable y festivo que por todos medios procura ba disipar la tristeza de su esposo. El carácter de este era escelente y bondadoso, y si no tenia una disposicion estraordinaria para los negocios no puede negársele el fino tacto con que supo distinguir y escoger á los hombres capaces de hacer la felicidad de la monarquía. Mucho le ausilio para esto mismo la reina, en la cual

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nada se hubiera echado de menos si á su talento y perspicacia se uniera la resolucion, cuya falta le perjudicó no pocas veces. Asi lejos de escogitar medios para vencer las dificultades cedia fácilmente á ellas. Molestábala ademas el recelo de conturbar la tranquilidad y el sosiego de su esposo, que desde los primeros dias de su reinado manifestó poco apego al trono. Esta poderosa consideracion unida á la poca firmeza de su carácter, obligaron á la reina á mantener como en una balauza á las potencias á fin de que no se alterase la paz, y á usar de la misma política con los ministros. Hé aqui por qué nunca tuvo favoritos que pudieran calificarse de

tales.

Entre las personas encargadas del poder ocupaba el lugar primero el marques de la Ensenada que desde la posicion subalterna en que estuvo colocado subió todos los escalones hasta llegar al apogeo de la fortuna, en donde su talento justificó su clevacion. La carrera de este hombre como militar, como marino y como oficinista habia sido muy larga y muy atarcada; y cuando la suerte lo clevó al mando hizo ver de cuánto eran capaces su talento, su laboriosidad imponderable y su actividad nunca desmentida. Al dar una mirada á las obras que promovió, á sus trabajos que se estendian casi á todos los ramos de la administracion, á las empresas á que dió cima, á las tareas intelectuales que eran necesarias para producir los bienes materiales que de su poder alcanzó la España, parece increible que bastase para tanto la vida de un solo hombre cuanto mas un tercio de ella, que fue el tiempo que dedicó al desempeño de sus graves cargos. La eleccion de este hombre fue sin duda e! bien mas grande que hizo á España Fernando VI. Despues de Ensenada y como puesto en segundo lugar descollaba Don José de Carvajal, ministro de relaciones estrangeras, recomendable por su cuna y por su mérito, que tal vez hubiera brillado mas sin aquel rival, ó que quizás no habria desplegado tantas prendas á no tener á la vista el ejemplo de Ensenada. Con estos dos hombres colocados al frente del gobierno terciaba el célebre Farinelli famoso músico que era por entonces el rey de los cantores. Despues de haber alcanzado grande fama en Italia, en Francia y en Ingla

terra habia venido á la corte de España invitado á ello por la reina, que quiso probar si los melodiosos acentos del italiano alegrarian la tristeza de Felipe V. Su voz produjo efecto en el ánimo del príncipe; el cantor obtuvo una asignacion muy pingüe, pero sin salir de su esfera pues no alcanzó consideracion ni influjo alguno. Como Fernando VI adolecia de la propia enfermedad que su padre se probó el mismo remedio que habia aliviado á este, y los cantos de Farinelli calmaron la melancolía del monarca y abrieron al músico el paso al favor y á las distinciones por parte del soberano, y mas todavía por la de la reina, que rivalizaba con su esposo en mostrar á Farinelli el aprecio que hacia de su raro talento y de su canto inimitable. Protegido de este modo el italiano inspiró el gusto por la música, estableció teatros de ópera italiana en el Retiro, y arregló conciertos dirigiéndolo todo como gefe. A fuer de ministro de los placeres del príncipe gozaba de su intimidad, y supo aprovecharse de ella para mezclarse en la política, en la cual sin embargo no tomó la parte que hubiera podido apropiarse ni hizo mas que proteger el mérito, contribuir al bien de la nacion, perdonar á los que no se conformaban con la estraordinaria elevacion de un músico, y sostener con su favor á los que dirigian las riendas del estado. Amigo íntimo de Ensenada, fue al mismo tiempo su protector en los dias de la desgracia, y quizás mas de una vez contribuyó á que los reyes no hiciesen oposicion á los planes del ministro. Tales eran las personas que tenian el favor de los monarcas, y que cada una en su esfera trabajaban de consuno y con buena armonía para remediar males inveterados, y otros mas recientes que quedaron como un legado de la última guerra.

Invirtiendo el orden cronológico hemos hecho mencion anteriormente del tratado de Aquisgran concluido en 1748, y en virtud del cual asegurándose á María Teresa la sucesion á casi todos los dominios de Cárlos VI su padre, se restableció la paz en toda Europa. Fernando pues solo hubo de pensar en mantener esta paz, cuya conservacion, á despecho de los intereses opuestos que procuraron alterarla, es el acontecimiento principal de su reinado. Durante este período la Francia y la Inglaterra comenzaron una

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