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1. MARCO ULPIO CRINITO TRAJANO, EMPERADOR ROMANO HIJO DE ITALICA.

2.POMPEYA PLOTINA, SU MUGER

trataron benignamente á los naturales; mas esa benignidad era interesada, pues siempre fue seguida de reclamaciones de ausilios para llevar la guerra á otra parte. Asi los soldados españoles ayudaron á los Romanos, y estos haciéndose prepotentes con el influjo moral y con la política, se convirtieron muy pronto en conquistadores; de manera que la nacion mudó de amos pero nó de estado: tal suele ser la suerte de los pueblos que desconfiando de sus propias fuerzas llaman al estrangero para que los ayude á sacudir el yugo de otro. El ausiliador conoce la necesidad de su concurso, y no trabaja para dar la libertad al pueblo, sino para arrancar la conquista al que lo conquistó primero. En el siglo undécimo verémos á los Almoravides que vienen á España á ejecutar esto mismo.

Cuando los Romanos llegaron á la Península se adoraban los dioses de los Fenicios, de los Cartagineses y de los Griegos, y bien pronto penetraron en ella los dioses de Roma, y hubo como en esta Pontífices, Flamines, Sacerdotes, Augures, fiestas, preces, y sacrificios. Los dioses nuevamente venidos fueron ganando terreno al paso que lo ganaba el pueblo que los trajo, y en tiempo de Augusto la España era pagana, y no cedia ya á Roma en fidelidad á sus dioses y á su culto. Como Augusto hizo que la inteligencia la fuerza fuese el alma de la civilizacion romana, que aumentó en España el gusto por las letras, abrió escuelas, hizo enseñar el griego, las ciencias naturales y las exactas, generalizó las artes mecánicas y las liberales, sobre todo el dibujo, como lo atestiguan las monedas de su tiempo acuñadas en España.

mas bien

Augusto no olvidó nunca que la España era un pais conquistado, mas conociendo que las batallas no bastan á sufocar el amor de un pueblo á su independencia, estableció en toda la Península colonias de veteranos, logrando de este modo acostumbrar á los Españoles á la obediencia por medio de una fuerza siempre presente, y dispuesta siempre contra la rebelion. Grangeóse el aprecio de los Españoles por las muchas medidas que en bien del pais tomó y por el desvelo con que á la felicidad del mismo se dedicaba. Afirman algunos que no todo era virtud, y que convenia á intereses particulares cuanto en pro de la Península trabajaba;

TOMO I.

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