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CAPÍTULO PRIMERO

El puente de las Palmas.

Origen de la ciudad de Badajoz y su importancia en tiempo de los romanos.- Badajoz, cabeza del reino de Algarve y

la Lusitania

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I

N las guerras de Viriato, anterior á los romanos, la hoy ciudad de Badajoz se conocía con el nombre de Civitas Pacis. No se sabe el origen de este pueblo que debió ser fundación de los turdetanos.

Una pequeña cadena eslabonada de colinas calizas corta transversalmente el curso del Guadiana, que no pudo atravesar sin formar un ángulo para ir en busca de la peque

ña cortadura por que pasa encajonado. Badajoz domina la orilla izquierda de este desfiladero, sucediendo otro tanto al fuerte de San Cristóbal, construído en la eminencia de la colina opuesta. Sobre la orilla izquierda, la pendiente de la colina, modificada por el arte, está coronada de casas que

descienden en anfiteatro hacia el río, aprisionadas por un cerco de murallas inexpugnables en otros tiempos y hoy perfectamente inútiles ante los modernos progresos en el arte de la guerra.

Visto Badajoz desde el lado opuesto al río ofrece un panorama sorprendente. A la derecha, tocando casi con los antiguos muros romanos, asoma el palacio del príncipe de la Paz. Un grupo central de edificios y torres antiguas separa el referido palacio de otro edificio destinado á maestranza de artillería,

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obra de fines del siglo XVIII, que se levanta al otro extremo de la ciudad; y antepuesto á esta hermosa vista el río Guadiana corre majestuosa y pausadamente, como temeroso de tener que entregar pronto sus cristalinas aguas al reino vecino (1).

Pero lo que mayormente resalta en este cuadro, ante los ojos del espectador, es el puente que frente á la ciudad atraviesa este río. Es una obra sorprendente que se comenzó en 1460 y se terminó en los tiempos de D. Felipe I llamado el Hermoso.

(1) El Guadiana ha recorrido desde su nacimiento hasta Badajoz, 461 kilómetros, 875 metros; y 77 kilómetros después, en el 538 de su curso, entra en Portugal, en cuyo reino discurre en una longitud de 150 kilómetros próximamente.

La fecha, pues, de esta obra es de principios de la segunda mitad del siglo xv, aunque la portada de la ciudad es de Feli pe I, si bien por el cordón franciscano que en los extremos altos y bajos de los torreones se ve, parece como terminada esta obra en tiempos de la regencia del cardenal Cisneros.

En esta época, pues, se levantó una de las maravillas más grandiosas que guarda Extremadura: el puente sobre el Guadiana (el Annas de los romanos y el Guad-al-ana de los árabes), llamado hoy de las Palmas, por las muchas que había puestas por nuestros anteriores dominadores á la entrada del mismo, desde la Puerta de la Traición, más allá de la Breva Cana (1), hasta el sitio que después se conoció con el nombre de plaza de la Cruz, ya dentro de los muros de la ciudad (2).

El viajero que contempla tan preciosa obra, queda sorpren dido de cuánto puede la mano del hombre guiada por su inteli gencia, y no acierta á comprender que este monumento sea de los tiempos modernos, atribuyéndolo á los romanos, que hacían estas obras de fama imperecedera.

Sea esta obra, pues, la más famosa y grande que guarda

(1) Las inmediaciones, hasta el siglo xvi, eran un verdadero verjel de huertos frondosos, plantas aromáticas y árboles frutales. Desde el cerro del Almendro hasta la Granadilla, por la parte acá del Guadiana, y desde los llanos de Gévora hasta las orillas del Caya, las palmeras y naranjales daban sombra y frescura al caminante y sabrosos frutos á la alimentación del vecindario. Y hasta dentro de la ciudad se extendían los beneficios de esta varia y rica vegetación, de la que hoy no se conserva ni el más leve vestigio. Un historiador eclesiástico del siglo xvii, Gil González Dávila, dice á este propósito lo siguiente: «Lo interior de la ciudad (de Badajoz) abunda en huertos y planteles; cógense muchas naranjas, limas, limones y aceitunas que exceden en grandeza á las buenas de Andalucía. Tiene también muchas palmas, que, descollándose por el aire, dan á los ojos una linda vista. Dentro y en su contorno, se recoge mucho pan, vino, aceite, fruta y caza.»

(2) Entre lo llamado la Breva Cana y el Puente de Palmas se hizo un bonito paseo público en 1535, por mandado del Corregidor D. Gonzalo de Mafra, abriendose á orillas del río una fuente que se le llamó la de Mafra. Este fué el primer paseo público que tuvo Badajoz, abundando en él las palmas y los álamos, no menos que los chopos, mezclados con los naranjos y limoneros. En la plaza de la Cruz se hizo otro paseo en 1714; pero el Corregidor Galindo, en 1812 edificó el que se conoció hasta 1870, destruído para dar paso á una carretera de circunvalación.

Extremadura. El puente de Mérida (1) construído por Augusto y ampliado por Trajano, aunque mucho más largo, no tiene comparación con el de Badajoz, pues la fábrica defectuosa del emeritense por sus torturas y desniveles en las rasantes, pierde la importancia que pudiera tener para el estudio de la arqueo logía, y sólo encierra un recuerdo histórico por la antigüedad que reconoce. Y el de Alcántara (2), construído por Trajano, es más majestuoso por su elevación, pero más estrecho y corto que el de Badajoz, así es que no puede considerarse mejor que éste.

El puente de Palmas es en su fábrica elegante, y por su construcción y estilo, de tiempos relativamente modernos. Todo en línea recta y subido en el centro 1'92 para la vertiente de las aguas, hacen de él una obra completa y digna de estudio para los arquitectos. No tiene la latitud del de Mérida, ni la elevación del de Alcántara, como hemos dicho ya, pero es en su conjunto una obra mejor acabada.

Su latitud consiste en 6'84 metros, y su longitud en 582'30, con treinta y dos arcos, todos diferentes entre sí, pues se comprende que la simetría y elegancia de la obra fueron sacrificadas á su solidez, puesto que la cimentación de los arcos está basada sobre piedra viva, exceptuando el del medio, que tuvieron que

(1) Mide 820'12 de largo por 8'36.de ancho. La parte realmente más antigua de esta obra es la que está pegada á la ciudad y concluye en la capilla de San Antonio, midiendo un trayecto de 640 varas. Trajano hizo su prolongación y las plazas que había á los costados, en la parte central con plazas muradas y que servían como de aduanas cuando era el río navegable y por él venían los barcos desde Ayamonte, y aun desde el mar á la Roma ibérica, como nos enseña aquel cantar que decía:

Mérida, que en las Españas
algún tiempo fuiste Roma.

La altura de este puente, desde el nivel ordinario de las aguas, es de diez metros, y respecto á la navegación del Guadiana, Estrabón confirma este aserto, como ya decimos en el prólogo de esta obra.

(2) Tiene 189'49 de longitud por 6'69 de ancho, y mide una altura sobre el nivel del agua de setenta y tres metros. Fué construído en 103 de J. C., ó sea el quinto del Consulado de Trajano.

empotrarle entre cajones de piedras y morteros de argamasas,

cruzados por

tirantes de hie

rro. Mide su altura, sobre el nivel ordinario

de las aguas, en su mitad 13'72 metros y 12'32 en sus costados. Aunque parezca ésta poca altura, no lo es en sí, considerando que el Guadiana se extiende por entre los arcos del puente hasta 515 metros, y su corriente marcha sosegada, como ofendida tal vez

del poco aprecio en que la tienen los extremeños.

Y si miramos la situación topográfica del puente, no de

jará de extra

ñarnos que se

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construyese la obra de tan colosales dimensiones en un terreno

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