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Reedificó esta puente desde

6 dias de Julio de 1609 años por mandado
de S. Magestad siendo Corregidor de esta
Ciudad y Juez de Comision para ello,
D. Fernando Ruiz de Alarcon, Caballero

del Ábito de Santiago y Señor de las billas
de Santa Maria del Campo, Balera

y Proveda, en su tiempo sacó todos los
cimientos de ella y hizo construir
pilares y seis arcos y otras
cosas, hasta 6 dias de Junio
de 1612 años que dejó

la bara (1).

Siguieron las obras de restauración, después del mando de Ruiz de Alarcón, y ya en 1620 estaba terminado el puente y comenzado el fortín que está á su salida, el cual se terminó en 1626 (2).

Es de notar en la avenida de 1603 que el resto del puente no sufrió detrimento alguno, aunque el agua se elevó á tres pies sobre la baranda del puente.

Pero no han sido éstas las únicas avenidas del Guadiana, ni tampoco las últimas reparaciones del puente.

En Enero de 1796, estando Carlos IV en Badajoz con toda su corte, preparando la guerra contra Portugal, ocurrió otra aveni da que subió el agua 14'80 metros sobre su nivel ordinario. Se temió que el puente fuese arrollado por la corriente, que jamás se había visto tan impetuosa. Una tarde se reunieron con Car

(1) Dice aquí el Corregidor que reedificó el puente; que hizo 1 3 pilares, á que corresponden 12 arcos, y de éstos sólo construyó seis. Pues, ¿ y los otros seis, se hicieron ellos? ¿Y cuatro pilas más y cuatro arcos que faltaban hasta los 16 destruídos, quién los hizo?¡ Lástima que callase los nombres de D.a María del Carmen Valero, natural de Talavera la Real, y de otras personas y corporaciones de Badajoz que no eran corregidores y, sin embargo, contribuyeron con sus capitales á la obra!

(2) Treinta y dos años más tarde este fuerte tuvo su historia, con motivo de la guerra con Portugal. En 1658 el regimiento de infantería titulado Tercio viejo de Sevilla, mandado por el marqués de Lanzarote, hizo en estos muros heroicidades, y defendió la entrada del puente admirablemente; pero, poco después, cayó todo el regimiento prisionero en el fuerte de Pardaleras, el 15 de Enero de 1659.

los IV y el alcalde corregidor, el marqués de Cagigal, todos los demás grandes que acompañaban á la corte y hasta Godoy, á fin de tratar del medio más á propósito para afirmar el puente, por cuya seguridad temían todos, disponiéndose colocar sobre él cuarenta piezas de artillería de gran calibre. Godoy, entre serio y sonriente, opinó porque pusiesen sobre el puente «cuatro gallegos, en la seguridad, según él, de que pesarían más que toda la artillería junta de la plaza.

En 1814 hubo otra avenida que elevó el agua 12'10 metros sobre el nivel ordinario.

En 1823 sucedió otra que fué menor que la anterior, pues elevó el agua 9'40 metros sobre el nivel ordinario.

En 1859 sucedió otra que subió el agua á la altura de la de 1814.

En 1869 sucedió otra que subió á la altura de la de 1823. En ésta el puente quedó algo resentido, hasta el punto de que en 1871 se hizo en él una reforma consistente en sustituir los macizos antepechos de mampostería y sillería, por una ligera balaustrada de hierro descansando sobre las aceras ó andenes de piedra de grano levantadas sobre el paseo central que se formó de piedra partida. Con esto se mejoró el piso, que antes era de adoquín muy gastado, y por tanto, incómodo para el tránsito de carruajes, y se aumentó en más de un metro la anchura con la desaparición de los antiguos antepechos y el vuelo que se dió á las losas de los andenes (1).

(1) Entonces fué el derribar los antepechos de mampostería, y cuando desaparecieron las inscripciones de las obras de 1596 y las de 1612, sin que la Comisión de Monumentos históricos de la provincia haya reclamado estas lápidas, como pudo hacerlo, puesto que autoridad tenía para ello, y las disposicioncs que se han dado en varias épocas por el Gobierno se lo imponía. ¿ Á dónde han ido á parar estas inscripciones? Apenas si han pasado doce años desde que han desaparecido del puente, y ya nadie podrá respondernos satisfactoriamente. Y sucederá con estas inscripciones lo que con las que poseyó el canónigo Dosma y Delgado, lo que con la del arco del puente de Palmas, referente á la primitiva construcción del mismo en 1460, lo que con la sepulcral árabe encontrada en Santa María del Castillo, y lo que con otras tantas inscripciones antiguas, aparecidas en diversas épocas y perdidas para la historia patria. Cuando se edificaba el Seminario Conci

Lástima fué que por economía se hubiese puesto una baranda de hierro tan poco consistente que al menor empuje cedía, y peor aún el emplear en la obra granito flojo de Portugal, cuando muy cerca de Badajoz lo hay de excelentes cualidades, siendo esta la causa principal para que ocurriesen las frecuentes roturas que se dieron en él, pues el puente resistió así muy poco.

En 1876 ocurrió la última avenida y quizás también la mayor, vertiendo el agua sobre las barandas, elevándose sobre el nivel ordinario unos 13'84 metros.

Cuando al siguiente día descendieron las aguas se vió con sorpresa que no existían las barandas de hierro y que habían caído siete de los arcos que se levantaron en 1609 por el corregidor D. Fernando Ruiz de Alarcón, y que correspondían á partir del origen, á los 17 al 23 inclusive. La reparación tampoco se hizo esperar mucho, y por cierto que fué hecha con gran conciencia, porque los arcos nuevos no desmerecen en nada á los antiguos, el piso ha mejorado, el acerado ó andenes es mejor que el anterior, y la baranda ofrece más seguridades que la antigua de hierro (1).

Es muy del caso hacer constar que en ninguna de las cinco últimas avenidas ha padecido el puente el menor desnivel, ni el más leve deterioro en su parte de cimentación; pues si bien la caída de los arcos en la última inundación, parecía que podía resentir lo demás de la obra, nada afectó á ésta aquel

suceso.

liar de San Athón, estaban en sus patios la mayoría de las lápidas que había coleccionado en su casa el canonista Dosma y Delgado, y ya en últimos del siglo anterior, cuando el anticuario Ponz estuvo en Badajoz, las buscó inútilmente.

Esta indiferencia por los monumentos antiguos y por los recuerdos de nuestras tradiciones acusan, cuando menos, poco amor patrio. Y sin embargo, los extremeños lo tienen muy sobrado. ¿Cómo se explica esto?

(1) Las obras fueron dirigidas por el ingeniero jefe de la provincia, D. Manuel Cervera, persona muy docta en arquitectura, y que si no contara con otras que le han dado ya nombre, lo bastaría á tenerlo ésta del puente de las Palmas.

Resumamos, pues, las avenidas, señalando la elevación de sus aguas sobre el nivel ordinario (1).

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Estas son las siete inundaciones mayores que ha tenido el Guadiana desde el siglo XVI.

Tales, son, pues, las memorias principales del puente de Palmas, y las peripecias mayores por que ha pasado hasta nosotros esta grande obra, que es el orgullo de Extremadura (2).

Por cuanto dejamos dicho, se comprenderá la importancia de esta obra, como el interés que despierta á los ojos del curiodel anticuario.

so y

Pero la tiene también para los que contemplan estas cosas por el prisma de lo fantástico. Vista esta obra en el crepúsculo de la tarde, desde Poniente, en que sobresale en primer término, apareciendo el Guadiana en segundo, más allá la ciudad nueva como fondo decorativo, destacándose en sus alturas

(1) Las hemos tomado en Mayo, cuando el río corre en su caudal regular, esto es, en el término medio entre Enero y Agosto. Sin embargo, hemos de hacer una aclaración: las medidas las hemos tomado el año anterior, y como desde la destrucción de las pesqueras las aguas han bajado de su antiguo nivel casi 1'19 metros, nuestras medidas no pueden estar conformes con las que se consignan en obras y estadísticas, tomadas todas con anterioridad á las últimas obras realizadas, y á que nos hemos referido en este capítulo.

(2) Á esto quizás se deba el que ni en las guerras con Portugal, ni en la invasión francesa los ejércitos cortasen este puente, cuando no han respetado el de Ajuda, junto á Olivenza, el de Alcántara, el de Caya, y casi todos los que contaba la provincia de Extremadura. En 1641 se pensó en cortarlo; pero el Ayuntamiento se opuso, y aunque el general en jefe de las tropas que operaban en la plaza lo pedía, fué lo cierto que no logró su propósito.

y sobre los muros y almenas romanas los restos y torreones del pueblo antiguo, el panorama es fantástico, el cuadro es completo. Los crepúsculos en los pueblos meridionales son alegres. Roban siempre al sol los reflejos de sus últimos resplandores. Y rielando sobre las aguas del Guadiana estas sutiles ráfagas del sol que se oculta, el puente aparece como una mole sombría, gigantesca, que tiene algo de misterioso y algo también de real. Algunas veces, cuando nos hemos ido acercando á él en estos momentos crepusculares, después de un día claro pasado en los campos de Gévora ó en los de Caya, hemos tenido miedo.

Y era el respeto que infunden al ánimo del arqueólogo estas obras en que han intervenido siglos y hombres y reyes y corregidores y operarios y víctimas, que víctimas ha causado también, y no pocas, esta gran obra, para que sea después útil y beneficiosa á la humanidad.

II

Así discurríamos la última tarde que entrábamos en Badajoz, por su puerta llamada de las Palmas, más atento nuestro espíritu á la acción de los tiempos pasados que al presente de esta ciudad tan célebre en los fastos de la historia extremeña. Siguiendo, pues, nuestro impulso, y antes de que el lector sepa lo que Badajoz guarda hoy dentro de sus muros, disertaremos sobre la historia de esta famosa ciudad.

Vandoucourt considera á los iberos como los aborigenes 6 indigenas de España, y viniendo en averiguación de las razas que la poblaron nos aparecen efectivamente los iberos como los pobladores primitivos. Esta raza, venida de las tribus indo escitas, era compuesta de pastores y guerreros, opinión aceptada por La Fuente y dicha antes de Vandoucourt por Bayer, Schlo

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