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en su corredor alto multitud de antigüedades romanas traídas de la Oliva (Otovesia) y de Mirabel, que son curiosas en alto grado (1). Los Almaraces levantaron también en 1477 el convento de Santo Domingo, que está junto á este palacio. Se denominaron Condes de Plasencia en 1423, por el rey D. Juan II,

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quien dió la ciudad á D. Pedro de Zúñiga, en cambio de la villa de Ledesma, y en 1476 se crearon Duques (2). Célebres fueron

(1) Véase el t. I, pág. 179 á 186, de Extremadura, por Viu.

(2) De la época de estos señores es la siguiente ordenanza: «Yo D. Álvaro de »Zúñiga, Justicia mayor de Castilla, Señor de Gibraleon, hago saber, á vos el Con»cejo, Justicia, regidores, caballeros, escuderos, oficiales y hombres buenos de la >>Mi ciudad de PLASENCIA, etc., establezco: que siendo la Ciudad escasa de tierras >>concejiles y poblada entre dehesas de Caballeros, mando: que de cada dehesa de »yerbas, de cualquier Señor que fuese, se pueda tomar la cuarta parte para labrar >>cada y cuando que los labradores la quisieren aceptar, pagando por cada yun»ta 16 fanegas de pan terciado, y en compensacion del daño que por esto recibala »>dehesa, que los dueños no paguen mas de la mitad de la alcabala.»>

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en Plasencia los bandos entre Carvajales y Zúñigas, que sostu. vieron pleito con las armas sobre la sucesión de este condado, á la muerte de D. Álvaro de Zúñiga. Aquella sangrienta lucha terminó en el mismo año, pues entrado en ella el rey D. Fernando y con ayuda de los vecinos de la ciudad, puso paz entre los contendientes incorporando la ciudad á la corona. La sumaria de este suceso se conserva en una lápida colocada sobre la puerta de Trujillo, que copiada literalmente dice así:

LIBERTAS VITÆ, GEMMIS, AUROQUÆ PREFERTUR.
LIBERTAS NOBILEM REDDIT PLACENTIE URBEM,

QUAM FORTUNA SPREVIT, REGIAM QUÆ IN LUCEM REDEMIT.
NOBILES PRÆTEREA PLACENTIÆ, URBIS QUE HEROES
DEVICERUNT HOSTES, SUB REGIO MARTE, FEROCES.
REGIBUS QUIPPE DECET, HOMINES QUE SUBDITOS FORE.
ANNO M.IIII.LXXXVIII (1).

Plasencia siempre fué ciudad nobilísima: en ella se establecieron casas como las de los Zúñigas, Monroyes, Carvajales, Nietos, Paniaguas, Chaves y Grimaldo, de la primera nobleza castellana. Hasta el siglo XVI conservó el rango que tan dignamente ocupó en lo antiguo, cuando sus procuradores tomaban asiento en las Cortes de Castilla y sus corregidores eran de la primera grandeza. Sus mercados fueron los primeros de Extremadura, y los delicados frutos de su valle y vera tienen aún nombradía en todo el reino.

Dueños los RR. CC. de Plasencia, nombraron alcaide de la fortaleza y corregidor de la ciudad á su maestre-sala D. Antonio

(1) Traducida dice así:

La libertad de la vida es preferible al oro y á los diamantes.

La libertad ha devuelto su nobleza á Plasencia, que estaba menospreciada de la fortuna.

La libertad la ha redimido para el Rey.

Los nobles Caballeros de la Ciudad de Plasencia, bajo las banderas reales, vencieron á los feroces enemigos, y por lo tanto es conveniente á todos los hombres el estar sumisos á los Reyes.

Año de 1488.

de Fonseca. En la Edad-media el clero se hallaba en el primer grado de la escala política, y los acontecimientos que le pertenecían eran de suma importancia para el resto de la sociedad, como hemos podido observar por los capitanes que eran á la vez guerreros y obispos. En esta nueva era los reemplazan ya con los corregidores: á los nobles feudales suceden los nuevos ciudadanos, así llamados la vez primera por Isabel la Católica, cuando dió á los cacereños sus fueros: á la vida guerrera de la edad pasada vino á suceder la vida civil, y los importantes Concejos, en vez de levantar sus algaras y fonsados, los vemos basados en sus fueros, ocuparse en redactar sabias ordenanzas: la época pasada se ocupaba en conquistar; la nueva sólo piensa en conservar: á la crasa ignorancia que había en esta tierra, según confesión de los mismos condes, sucede la organización de los poderes civiles y el progreso simultáneo que la paz y la buena administración trajo á los municipios. Plasencia debió mucho á sus corregidores (1), que la engrandecieron y mejoraron gran. demente.

(1) Es curiosa por demás la lista de todos los que ocuparon el Corregimiento. Hela aquí: D. Pedro García de la Torre (1471), Antonio Fonseca (1489), Francisco de Vargas (1496), Juan Montalvo (1508), Juan M. de Espinar (1514), Parafán de Rivera (1533), Hernando Barrientos (1537), Juan Ponce de León (1552), Ponce Poncel de Peralta (1567), Doctor Zárate (1571), Pedro Riquelme Villavicencio (1572), Fernando Megía Soto Ortiz y Sosa (1574), Pedro Volivar (1580), Diego Venegas de Córdoba (1593), Jerónimo Piñán de Zúñiga (1608), Diego González de Hoces (1610), Rodrigo A. Pacheco (1613), Diego de Guzmán (1624), Juan de Vargas Sotomayor (1627), Pedro de Ayala Manrique (1636), Alonso Vinuesa Torres (1667), Luís Barona (1689) Francisco de Salcedo (1690), Andrés Mondragón Sotomayor (1697), Luís de Solís Guardiola (1700), Gaspar Matías Salazar (1705), Antonio de Orellana y Tapia (1707), José Pinto (1710), Juan de Vera Zúñiga y Fajardo (1714), Francisco Luxán y Arce (1718), Juan Manuel de Villena (1724), José Manuel de Meneses y Velasco (1729), Matías Crespo Suárez (1731), Pablo A. Becerra (1739), Manuel de Silva y Figueroa (1740), Fernando de Mendoza (1745), Lorenzo Blanco y Ceballos (1749), Nicolás de Pineda y Orellana (1750), Diego Herrera Castañeda (1760), José Sánchez Corredor (1762), Domingo de la Calzada (1764), Francisco Javier de Quiroga (1767), Gregorio Sierra y Copons (1770), Juan Durán de la Rocha (1777), Joaquín Barcalcet (1780), Francisco Millán de la Peña (1783), Joaquín Navarro (1789), El Marqués de la Paz (1790), José Rivera (1798), José Gabriel del Águila (1808), Manuel Tesifón Gómez Borja (1825), y Juan Sánchez Trapero (1847).

IV

Hemos llegado en estas investigaciones históricas hasta el final del siglo xv, sin hacer mención para nada de la población árabe y hebrea que tuvo Plasencia durante cuatro centurias. No es justo omitir noticias tan importantes en este capítulo.

Perdida para los cristianos la batalla de Alarcos, librada el 19 de Julio de 1233 (1), con imprudente tenacidad, ya fuese por cuestiones de etiqueta, entre algunos caballeros, como algunos quieren, ya por no esperar el auxilio de los reyes de Navarra y de León, como opinan otros, ó porque D. Alfonso VIII, ciego, apasionado y enloquecido por sus impúdicos amores con la hermosa Raquel, célebre judía de Toledo, no meditase cual debiera sobre la importante y trascendental jornada que iba á empeñar, es lo cierto que con esta derrota para las armas cristianas los árabes no sólo se apoderaron de Alarcos sino que subieron hasta Yévenes y se corrieron por el reino de Toledo y Extremadura, ocupando á Plasencia en 1196, donde es fama que encon traron no poca resistencia por los cristianos y apoyo por parte de la numerosa población hebrea, que entre ellos vivía desde los tiempos de la pequeña Ambroz, origen de la actual Plasen

cia.

Entonces en las vertientes de la sierra de Santa Bárbara, donde hoy fructifican la parra y el olivo, crecían en impenetrable frondosidad la silvestre madroñera, la jara, la cornicabra y el bravío castaño; esa deliciosa ribera festoneada después y hoy mismo con los trabajos, sistemas y productos de la horticultura árabe, estaba cubierta por un espeso bosque de helechos, de al

(1) El año 1195 de nuestra era.

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