Imágenes de páginas
PDF
EPUB

compuesta en honor del rey de Sevilla, que acababa de ser vencedor del de Almería, con los siguientes versos:

Ebu-Abed ha destruído los berberiscos;

Ebu-Mau ha exterminado los pollos de las aldeas.

Pasado algún tiempo, el poeta fué á Almería y el rey le invitó á comer, no sirviéndole otros platos que pollos aderezados de distintas maneras.

-Pero, señor-exclamó el poeta,—¿no hay en todo el reino de Almería otro manjar que servir á la mesa del rey?

-Otro sí tenemos-respondió el rey;-pero he querido probaros cuánto os engañasteis al afirmar en cierta poesía que Ebu-Ma, el rey de Sevilla, había exterminado los pollos de

mis aldeas.

Quedó el poeta abochornado, sin poder encontrar una honrosa justificación á su imprudente conducta, y comprendiéndolo así el rey de Almería, añadió:

el

-Tranquilizaos; un hombre como vos no gana reputación, ni vive, sino obrando como vos: el solo que merece mi cólera es que os oyó recitar versos que ultrajaban á otro igual suyo. El poeta, no satisfecho de su posición en Almería, abandonó la corte de Abu-Ma-Al-Motacin, escribiéndole otros versos de arrepentimiento, en que celebraba su ilustración, liberalidad y larguezas.

CAPÍTULO II

D. Alfonso Enríquez de Portugal y D. Fernando II de León en Badajoz.-De algunos sucesos importantes.-El Estandarte y la Caldera.

I

ON la dinastía de los Alaphthas terminó la monarquía de los Algarves y la Lusitania que Çapur estableció en Badajoz, y al morir su último rey alanceado por los almoravides el año de 1094, á 2 de Febrero, la reacción más espantosa se obró en el reino, porque á la liberalidad y cultura de sus reyes sucedió la tiranía de los almoravides y la pobreza del país, esquilmado por las guerras y los impuestos de sus nuevos gobernantes. En tanto los reyes cristianos comenzaron á soñar ya con ganar Extremadura. De fecha anterior, D. Alfonso II intentó pasar con sus conquistas hasta Badajoz y fué vencido en los campos de Mérida, en 1086, el 23 de Octubre, por el rey de Badajoz, Almanzor II, ayudado por el rey de Sevilla. Ochenta y dos años después, en 1168, el rey de Portugal D. Alfonso Enríquez atravesó las fronteras árabes, y olvidándose que Badajoz

era prenda apetecida por D. Fernando, rey de León, se propuso someterlo, como había hecho ya con Beja, Évora, Moura, Serpa, Alconchel y otras plazas.

D. Alfonso formó su ejército y lo confió al capitán Giraldo, quien partió para Badajoz en 1167, deteniéndose desde Abrantes en la conquista de otros pueblos. La de Badajoz debió ser allá por el año de 1168, aunque otros la anotan en el de 1169 (1). Retiróse Giraldo de Badajoz, dejando un Alcaide nombrado; pero apenas el ejército portugués llegaba á Lisboa, los moros de Badajoz se rebelaron contra su Alcaide y los cristianos, entre quienes hicieron muchas muertes, y gozaron de su independencia, hasta que un año más tarde se presentó el mismo D. Alfonso con buena copia de gentes para tomarla en definitiva: y cuando ya se encontraba dentro de sus murallas, batiendo uno por uno los baluartes interiores que los moros defendían con tenaz empeño, se apareció de sorpresa á defenderlos el rey D. Fernando II, hecho que desconcertó en tales términos al portugués que sólo pensó en escapar de segura prisión, y hubiéralo conseguido si en la veloz carrera de su caballo no hubiese tropezado contra el cerrojo de la puerta que había hacia el norte del Castillo, por donde intentara escapar. La violencia del choque hizo rodar por el suelo al fugitivo con una pier. na rota, y caer en manos del monarca á quien tan mala pasada pretendía hacer. Justo castigo, exclama Lafuente, á la traición que le había franqueado la entrada en la ciudad. Desde entonces no pudo gozar salud, y murió al cabo.

>

Fama es, y lo pregonan á una todos los historiadores, de que el rey D. Fernando trató con mucha consideración al rey portugués, mejor dicho, con generosidad. Tal conducta no era de esperar, pues cuando menos creían que lo mandaría encerrar en algún monasterio ó ignorado castillo, como venganza justa

(1) In era MCCVI quinto Nonas Maii interiit Alcaide Geraldus Badalouci. (Crónicón primero de Coimbra.)

que debía tener por la conducta poco caballeresca que siguió el rey portugués. Ó de otro modo, que le exigiría una petición grande, porque la de entregar lo que pocos días antes le había ganado no era nada, y menos resarcirle de los escudos que tuvo que gastar por sostener una guerra que sólo por su culpa se vió precisado á emprender.

el

que

El rey de León, después de haber pasado algunos días durante los cuales hizo curar á su prisionero de guerra, le dijo: Retirate, restitúyeme lo que me has usurpado, respeta otra vez mejor los tratados y véte de Badajoz, libre para cuidar tu reino. Y aquel Alfonso Enríquez, el terror y espanto de los moros, hasta entonces había obligado á los reyes de Castilla y León á que respetaran su altanería, admitió la generosa proposición de D. Fernando devolviendo los veinticinco castillos que le tenía cogidos en Galicia, y despidióse en Badajoz de su yerno haciéndole un presente de veinte caballos de batalla, volviéndose libre á su reino, bien que la fractura de la pierna no le permitió ya en adelante dirigir la guerra.

La plaza de Badajoz quedó desde entonces libre de que la acometieran más los portugueses, y gobernada por Abenabel, jefe de los musulmanes, aunque feudatarios del monarca leonés, á quien pagaban vasallaje. La puerta por donde entrara el rey portugués y en la que también sufrió tan grande como merecida derrota D. Alfonso, se llama la puerta de la Traición. Es la que se conserva cerrada hacia el Norte, frente á la des. embocadura del Rivillas en el Guadiana. Así se ha confirmado también en estos versos del romancero de San Pedro de Alcántara:

<< A morir viene en Rivillas

Que también muere veloz
En el gran río, lamiendo

La puerta de la Traición.»

No están conformes todos los autores en el año de este su

« AnteriorContinuar »