Romancero general ó colección de romances castellanos anteriores al siglo XVIII, Volumen2

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Agustín Durán
Imprenta de la Publicidad, a cargo de D. M. Rivadeneyra, 1851
 

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Página 419 - Oigo tañer las campanas, y no me espanto, aunque pue[do, que en lugar de tantas cruces haya tantos hombres muertos. Mirando estoy los sepulcros cuyos mármoles eternos están diciendo sin lengua que no lo fueron sus dueños.
Página 80 - Yo te agradezco, Abenámar, aquesa tu cortesía. ¿Qué castillos son aquéllos? ¡Altos son y relucían! — El Alhambra era, señor, y la otra la mezquita, los otros los Alixares, labrados a maravilla. El moro que los labraba cien doblas ganaba al día, y el día que no los labra, otras tantas se perdía. El otro es Generalife, huerta que par no tenía, el otro Torres Bermejas, castillo de gran valía.
Página 43 - y los de Pedro clamorean, doblan, lloran su rey muerto. Unos dicen que fue justo, otros dicen que mal hecho, que el rey no es cruel si nace en tiempo que importa serlo, y que no es...
Página 419 - Sin libros y sin papeles, Sin tratos, cuentas ni cuentos, Cuando quieren escribir Piden prestado el tintero. Sin ser pobres ni ser ricos, Tienen chimenea y huerto; No los despiertan cuidados, Ni pretensiones, ni pleitos. Ni murmuraron del grande, Ni ofendieron al pequeño; Nunca, como yo, firmaron Parabién, ni pascua dieron. Con esta envidia que digo, Y lo que paso en silencio, A mis soledades voy, De mis soledades vengo.
Página 90 - Cartas le fueron venidas que Alhama era ganada ; las cartas echó en el fuego, y al mensajero matara. «¡Ay de mi Alhama!» Descabalga de una muía, y en un caballo cabalga ; por el Zacatín arriba subido se había al Alhambra.
Página 80 - Allí respondiera el moro, bien oiréis lo que decía: —«Yo te la diré, señor aunque me cueste la vida, porque soy hijo de un moro y una cristiana cautiva; siendo yo niño y muchacho mi madre me lo decía que mentira no dijese, que era grande villanía: 10 por tanto pregunta, rey, que la verdad te diría.
Página 418 - Sólo sé que no sé nada," dijo un filósofo, haciendo la cuenta con su humildad, adonde lo más es menos. No me precio de entendido, de desdichado me precio, que los que no son dichosos ¿ cómo pueden ser discretos?
Página 394 - El primero de perdices, El segundo gallipavos, El tercero cría conejos Y capones cría el cuarto. Al pie de cada ciprés Hay un estanque cuajado Cual de doblones de a ocho, Cual de doblones de a cuatro.
Página 499 - En los pinares de Júcar Vi bailar unas serranas. Al son del agua en las piedras Y al son del viento en las ramas. No es blanco coro de ninfas De las que aposenta el agua, O las que venera el bosque , Seguidoras de Diana : Serranas eran de Cuenca, Honor de aquella monlaña, Cuyo pié besan dos ríos, Por besar d'ellas las plantas.
Página 604 - Adonde vas perdida, adonde, di, te engolfas, que no hay deseos cuerdos con esperanzas locas? Como las altas naves te apartas animosa de la vecina tierra y al fiero mar te arrojas. Igual en las fortunas, mayor en las congojas, pequeña en las defensas, incitas a las ondas. Advierte que te llevan a dar entre las rocas de la soberbia envidia, naufragio de las honras. Cuando por las riberas andabas costa a costa, nunca del mar temiste las iras procelosas: segura navegabas, que por la tierra propia nunca...

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