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ras posiciones y detuvieron en seguida la marcha por estar ya cumplidos los deseos del general O'Donell y satisfecho el principal objeto de aquella jornada memorable. El grueso de las fuerzas enemigas se dividió en dos columnas, las cuales se dirigieron á Cherta y Onda: las restantes permanecieron á la vista sosteniendo el fuego de guerrilla con los puestos avanzados. Por la noche todas las tropas del mando de O'Donell se retiraron á la Cenia sin ser molestadas por el enemigo. Considerables fueron las pérdidas esperimentadas por una y otra parte: la de los vencedores fué sensible por haber sido heridos algunos oficiales de mérito entre ellos D. Enrique O'Donell, que habiendo peleado con bizarría al lado de su hermano lo fué de bastante consideracion; viniendo á acibarar esta desgracia que tan de cerca tocaba al general la satisfaccion que debió producirle la victoria obtenida á merced de su atinada direccion y del brioso porte de sus soldados.

Tal fué el éxito de la última batalla á que asistió Cabrera enfermo y en la cual, preciso es confesar en obsequio de la imparcialidad, que sacó todo el partido posible de las desventajosas circunstancias en que se hallaba. La desesperacion consiguiente á su derrota debió de ser mucho mayor al considerar la imposibilidad en que se hallaba de socorrer á Morella, contra cuya plaza jugaba ya con acierto la artillería de los constitucionales. Pero no hablemos de este último é importantísimo hecho de la guerra civil sin referir todos sus detalles y pormenores en el siguiente,

CAPITULO VII.

Opugnacion de Morella minuciosamente detallada.--Entrada triunfal del DUQUE DE LA VICTORIA.

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ITUADA la plaza de Morella en los confines de Aragon y de Valencia está asentada sobre un eminente cerro aislado, en cuya cumbre descuella el castillo que domina la poblacion y todos los largos y dificiles caminos que á ella conducen. Sus fortificaciones son de origen arábigo y desde tiempos muy remotos permanecieron siempre bajo la custodia de una respetable guarnicion y de un gobernador de la plaza. Desde el principio de la guerra civil llamó esta fortaleza la atencion de los que abrazaron la

causa de D. Carlos tanto por su favo

rable posicion topográfica, como por la circunstancia de ser cabeza de 32 villas y 35 lugares que forman un partido de consideracion, á cuyos habitantes creian comprometer seriamente à favor de aquella bandera. Despues los accidentes y frecuentes oscilaciones de la guerra dieron á aquella plaza el género de importancia que hemos visto, hasta cifrar en ella los

carlistas sus últimas esperanzas y creerse todavia con alguna seguridad para desafiar el orgullo de las leales tropas vencedoras. El haber sido rechazado Oraá de sus murallas, á pesar de contar con un ejército numeroso era precedente sumamente favorable para ellos, y aunque aquel se habia aumentado considerablemente y marchaba á su frente un caudillo á quien la victoria se habia declarado amiga y protectora, creian que bastarian á neutralizar por lo menos estas ventajas con que ahora contaban las armas nacionales, las que ellos por su parte habian tambien obtenido con el aumento de las obras de fortificacion interior y esterior que verificaron tan luego como la Hlegada del ejército del Norte à aquellas provincias les hizo mirar como cosa indudable el asedio de la plaza de Morella.

Antes de salir Cabrera de ella por última vez, el dia 11 de mayo, para ponerse al frente de su ejército y sufrir la derrota de la Cenia, recorrió cuidadosamente todas las fortificaciones (1) arengó á su gente prometiéndola volar en socorro de la plaza si se encontraba apurada y finalmente ordenó su defensa en los términos siguientes:

El recinto principal que circunde la poblacion por la parte baja fué dividido en cuatro distritos militares estableciéndose otra línea o quinto distrito en el espacio que media entre la Parroquia ó Iglesia mayor y el convento de San Agustin, el cual debia hacer las veces de Ciudadela por la posicion privilegiada de estos edificios que permitia recurrir á ellos en caso de apuro y ofrecia una estancia la mas elevada y ventajosa para repeler al enemigo á favor de sus impenetrables muros por estar abrigada y defendida por los fuegos del castillo que la dominaba. Se comprenderá esto fácilmente si se atiende que el primer reducto, cuya longitud era de unas 2,500 varas formaba la base de una especie de pirámide truncada á mitad de la cual venian á estar asentados los edificios en que hemos dicho se fijó el quinto distrito ó línea militar, rematando ó sirviéndola de cúspide el afamado castillo. Ademas de los distritos referidos se establecieron otras dos líneas subalternas: la primera á distancia como de unas 30 varas de la muralla para fuegos muy cruzados de frente y de flanco, y la segunda por el recinto de San Miguel, calle Real, Iglesia mayor y convento de San Francisco, quedando ambas bajo la proteccion de los fuegos del castillo, pero particularmente la última por su posicion respectiva á aquel baluarte.

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Para el mando de todos estos distritos militares nombró Cabrera los geque le inspiraban mas confianza ya por su valor ya tambien por su ca

(1) Al hallarse en el glasis de la de San Pedro Mártir quedó tan satisfecho del buen estado en que se hallaba, y se entusiasmó de tal suerte, que esclamó dirigiéndose al comandante de zapadores que le acompañaba: Aquí debe quedar Espartero con toda su gente.

pacidad y disposicion para el mando. Demarcados asi los cuarteles y provistos de sus gefes respectivos fueron confiados todos ellos al mando del brigadier D. Pedro Beltran, conocido por Peret del Ríu, á quien se nombró gobernador militar de la plaza y teniente rey de la misma al coronel de caballería D. Leandro Castilla. Eran ayudantes generales D. Fernando Pineda y D. José Garcia, á quienes seguian los demas individuos que componian la plaza mayor.

La guarnicion de Morella se componia del quinto batallon de Aragon á las órdenes de su primer comandante D. Manuel Gil, tercero y quinto de Valencia mandados por D. José Miralles y D. Manuel Lister, entre los cuales formaban un total de 1,300 hombres. El último de estos batallones fué destinado al servicio de los tres fuertes esteriores, quedando solo para el de la plaza los otros dos auxiliados por algunos pelotones de voluntarios realistas, pertenecientes los unos á la misma plaza, mandados por su gefe natural D. Agustin Dina y procedentes los otros de Alcorisa, Ejulve y otros pueblos limítrofes de Aragon. De todos ellos solo unos sesenta ó setenta tomaron parte en la defensa de la plaza: los demas la evacuaron usando de la libertad que se les concedió para marcharse y huir de los horrores del sitio. Gozaron de tan ámplia facultad no solo los realistas de los pueblos, si que tambien los del mismo Morella. La guarnicion del castillo se componia de dos compañías de miñones que eran los que mas confianza inspiraban á Cabrera y formaban su guardia inmediata. Mandábalos D. Pascual Gamundi, favorito y amigo íntimo de Cabrera, á cuyo lado habia permanecido durante todo el tiempo de su enfermedad y á quien éste habia designado para la defensa del castillo en prueba de su benevolencia. Quince piezas de diferentes calibres era toda la artillería con que contaba la plaza sitiada: dos en San Pedro Martir; una en la Querola, tres en la plazuela del Estudio y las restantes en el castillo. Servian las piezas tres compañías de artillería, de las cuales dos de á pie eran mandadas por D. Mariano Garcia y D. José Valentin Torre, y la otra montada por el gefe superior del cuerpo el coronel D. Luis Soler. Ademas de este cuerpo facultativo tenian los carlistas la primera, segunda y tercera compañía de zapadores; la cuarta de pontoneros, todas ellas con sus gefes y oficiales respectivos; una brigada especial de ingenieros procedente de las provincias del norte dirigida por su comandante el teniente coronel D. Juan José de Alzaga, la cual durante el sitio estuvo encargada de la conservacion y reparacion de las fortificaciones interiores y esteriores: otra de Maestranza á cargo del comandante de infantería D. Gregorio Puelles, encargado de la construccion del balerío, carros, cureñas, lanzas y demas pertrechos para todas armas. Y finalmente contábanse tambien para la defensa con el auxilio de 35 á 40 cadetes, los cuales en el ardor de sus pocos años prestaron servicios al

tamente importantes alternando en las fatigas con la tropa del arma á que correspondian.

El dia 19 de mayo era el señalado por el DUQUE DE LA VICTORIA para romper el movimiento sobre Morella, y aunque al poco tiempo de haberle emprendido se presentó una tempestad horrorosa, no por eso dejó de llegar el mismo DUQUE al campo llamado del Mar Nou siguiéndole la brigada de la Guardia Real Provincial y la de vanguardia. La artillería campó y se colocaron tiendas para la infantería. La division de la guardia con su comandante general al frente, el bizarro conde de Belascoain acampó en la ermita de San Marcos á la vista de las fortificaciones enemigas, á donde llegó á costa de mil dificultades que tuvo que vencer para dejar practicable el camino que conduce á este punto desde la Pobleta. La tercera division quedó en Chiva, y la cuarta en el Horcajo.

Contra todo lo que era de esperar de lo adelantado de la estacion, el dia 20 amanecieron los campos cubiertos de mas de una tercia de nieve: y sin embargo de que este terrible contratiempo habia sido causa de que en la noche anterior se helaran algunos soldados y de que muchos otros se haHasen muy próximos á perecer, lo sufrieron con entusiasmo heróico; la caballería se alojó con dos batallones y el ganado de arrastre en los pueblos de Torre de Arcas y Monroyo; y la infantería permaneció en sus anteriores cantones con la caballería necesaria.

El dia 24 comenzó á estar el tiempo mas benigno y á desaparecer la nieve; pero un fuerte viento que se levantó produjo al siguiente dia un frio tan intenso que apenas podian soportarle los centinelas de uno y otro campo. Precursoras eran estas fatigas de otras mucho mayores, de estragos y desgracias considerables, y aun por sola esta razon parece como que la Providencia mediaba entre los resentimientos y rivalidades de los hombres pretendiendo apartar con su mano prepotente los horrores que aquellos evocaban. Asi ahora en Morella como antes en Bilbao parecian oponerse los elementos á la carnicería que iba á resultar de la lucha de hermanos contra hermanos, pero no habia de cesar por esto ahora como no cesó entonces el esfuerzo de estos ni retardarse la ejecucion de los medios con que se aprestaban al combate.

En la madrugada del 23 habiendo ya mejorado el tiempo, hizo movimiento el ejército sitiador llegando sus avanzadas hasta las crestas de los cerros del Mas del Pou y la Pedrera distantes media hora de Morella. Apenas se aperciben los carlistas de este movimiento ejecutado con serenidad y bizarria por la primera division destacan un batallon que trata de disputarla el paso presentándose en las alturas de la sierra de Herbeset al tiempo que el DUQUE se dirigia con su escolta á la ermita de San Marcos. El bizarro gefe de los constitucionales mandó cargar inmediatamente á su escolta y esta lo TOMO III.

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