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pañías de aquella arma y el personal de la artillería iban agregados al tren de batir. Aunque la caballería iba, como hemos visto distribuida en las divisiones que formaban el ejército, no por eso dejaba de depender de su comandante general, D. Juan Zabala. Los generales Tena y Linage seguian desempeñando sus respectivos cargos de primero y segundo gefes del estado mayor general.

Con todo este numeroso y brillante ejército se dirigió ESPARTERO á Cataluña, situándose desde luego en la ciudad de Lérida para esperar á la real comitiva é impedir que Cabrera pudiese abandonar aquel suelo é internarse en Francia. En los dias que permaneció en esta población el DuQUE DE LA VICTORIA Y DE MORELLA recibió la felicitacion que le dirigia la Milicia Nacional de Madrid (de cuyo proyecto ya tienen conocimiento nues tros lectores) á la cual contestó inmediatamente. Aunque esta contestacion interrumpa la narracion de los hechos que veniamos detallando la insertamos á continuacion por no quebrantar el órden de las fechas.

Hela aqui.

«Comandancia general de los ejércitos reunidos. - Secretaría de campaña.-Excmo. señor.-He recibido con mucha satisfaccion el oficio de V. E. de 9 de este mes, acompañando la felicitacion que tienen la bondad de hacerme los gefes de los cuerpos de la Milicia Nacional de todas armas de Madrid, asi como todos sus compañeros que han visto conjubiloel nuevo triunfo obtenido por los valientes de mi mando contra la plaza de Morella. El sincero entusiasmo que manifiesta la Milicia Nacional de Madrid por tan fausto suceso, y los patrióticos sentimientos que espresa dicha felicitacion, me confirman en el ventajoso juicio que hace tiempo tengo formado de las virtudes que distinguen á tan beneméritos ciudadanos. Sus votos ardientes, à la par que justos por un porvenir feliz y venturoso que resarza tantos sacrificios hechos por el pueblo, tanta sangre derramada por los que han enpuñado las armas por sostener la causa indivisible del trono de Isabel y la Constitucion, espero lleno de confianza se verán pronto cumplidos. La divisa del ejército es la misma que la de la Milicia Nacional; y los honrados españoles no en vano deben esperar en sus nobles y heróicos esfuerzos por mantener ilesa la Constitucion de 1837 y el esplendor del trono de nuestra inocente reina doña Isabel II, bajo la regencia de su augusta madre. La gloria de la patria y la ventura de esta nacion magnánima y generosa exi→ ge que de buena fé enarbolemos y proclamemos todos esta bandera, para que la paz que está próxima con el esterminio de los miserables restos del feroz enemigo que encendió la guerra, no se vea turbada por hombres egoistas y ambiciosos, que quieran sacrificar el bien general à sus particulares intereses.

Dígnese V. E. manifestar a la Milicia Nacional de todas armas de Madrid al mismo tiempo, que mi gratitud por la felicitacion que me dirige por su conducto, que espero de su sensatez y patriotismo contribuirá eficazmente al logro de tan justos deseos, único medio de que la discordia no ejerza su funesto influjo, y de que la oliva de la paz alcanzada noble y valerosamente por nosotros mismos, sin estraño auxilio, ponga término á los desastres de tan cruenta guerra. -Dios guarde á V. E muchos años. Cuartel general de Lérida 48 de junio de 1840.-El DUQUE DE LA VICTORIA. -Excmo. señor teniente general D. Valentin Ferraz, inspector general de la Milicia Nacional del Reino. >>

El 24 de junio verificaron su entrada las Reinas en esta poblacion de Lérida, acompañadas del DUQUE DE LA VICTORIA, y el 27 á las ocho de la mañana flegaron á Cervera, en donde encontraron formadas á las divisiones primera y cuarta, fuertes ambas de 12,000 hombres, á los cuales revistaron y desfilando por delante de palacio pasaron á cubrir el camino que debia llevar la regia comitiva el dia siguiente hasta Igualada. Emprendieron efectivamente SS. MM. Ja ruta proyectada acompañándolas el DUQUE DE LA VICTORIA hasta Esparraguerra, en cuyo punto se separé, porque los asuntos de la guerra que él debia terminar completamente le llamaban á otra parte. Con efecto trasladado á Manresa se ocupó con ahinco y calor de la eleccion de medios que pudieran ser mas convenientes para conseguir el fin que se proponia y considerando que hacian falta medidas enérgicas y que era necesario desplegar un saludable rigor, para evitar el que la faccion pudiese esquivar los golpes que se la deparaban y retardar, ya que no fuese posible evitar su total destruccion, espidió con fecha de 1.° del mes de julio el siguiente

BANDO.

D. BALDOMERO ESPARTERO, grande de España de primera clase, Duque DE LA VICTORIA Y DE MORELLA, CONDE DE LUCHANA, gentil-hombre de cámara de S. M. con ejercicio, caballero de la insigne órden del Toison de Oro, gran cruz de la distinguida órden de Carlos III, de la Americana de Isabel la Católica, de las militares de San Fernando y San Hermenegildo, y del gran cordon de la orden real de la legion de honor; condecorado con otras de distincion por acciones de guerra; capitan general de los ejércitos nacionales, en gefe de los reunidos, y coronel de honor del regimiento de húsares de la Princesa, etc., etc.:

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«Desde que por consecuencia de la accion de Urdax fué lanzado de España el Pretendiente, teniendo que buscar un refugio en Francia, debieron todos los que habian seguido su injusta causa deponer las armas recono

ciendo su error; pero avezados los principales caudillos a las profanaciones, al robo, al incendio y á los asesinatos, no fué bastante à retraerles dé la carrera del crimen, ni la completa pacificacion de las provincias Vascongadas, ni el indulto que ofrecí á mi llegada á Aragon con el numeroso ejército que conduje del norte de la Península.

«Una rápida campaña fué bastante para que Aragon y Valencia quedasen libres de los horrores de la guerra, y la conquista de Morella y su castillo precipitó el completo aniquilamiento de las facciones del interior, cuyos restos capitaneados por Balmaseda, habiéndoseles perseguido activamente acaban de verse forzados á salvarse tambien en Francia, donde desarmados como los rebeldes que siguieron á don Carlos sufriran su mis

ma suerte.

«Solo en Cataluña existen aun enemigos de nuestra legitima Reina doña Isabel IF y de las instituciones que para bien de la patria han sido reconocidas y juradas por la nacion; mas en breve tales enemigos serán esterminados por los ejércitos que tengo la gloria de mandar, y veré con placer que en todos los ángulos de la monarquía se entonan los cánticos de paz, 'cesando los funestos ecos de la guerra. Para que esta paz, objeto de mi constante solicitud, se vea prontamente asegurada en Cataluña sin que las fracciones de rebeldes, de asesinos y ladrones consigan á beneficio del terreno prolongar los desastres y la ansiedad de los pueblos, he considerado de absoluta necesidad ordenar desde luego por medio de este bando lo siguiente:

Art. 4. Las justicias de los pueblos que en el momento de entrar en ellos y en su demarcacion fuerzas rebeldes ó alguna partida de facciosos, no diese parte á los gefes de las armas de los puntos fortificados, á las columnas ó divisiones del ejército nacional, sufrirán la pena de ser sorteados sus individuos para que uno de ellos sea fusilado, y los demas destinados à presidio por dos años: imponiéndose ademas 20,000 reales de multa por cada 100 vecinos, que pagarán todos ellos con destino á los gastos de la guerra..

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Art. 2. Las justicias de los pueblos en que se abrigue uno ó mas rebeldes son responsables, y lo mismo su vecindario, bajo las penas determinadas en el artículo anterior; y siempre que protegida su ocultacion por algun vecino se aprehendiesen en una ó mas casas, sufrirá ademas la pena de muerte la persona que haga cabeza de familia.

Art. 3. Todos los individuos rebeldes no uniformados, ni pertenecientes á cuerpo que sean aprehendidos, serán fusilados en el acto.

Art. 4. Quedan comprendidos para sufrir la pena ordinaria en el artículo anterior los paisanos que se reunan en somaten, ó que aisladamente

sean cogidos con armas; todas las partidas que con el nombre de patuleas facciosas recorran el pais y cualesquiera otros individuos que separándose del grueso de las fuerzas enemigas se ocupen del robo, de las interceptaciones de pliegos y asalto de los caminos á retaguardia de las líneas que progresivamente ocupen las divisiones de los ejércitos de mi mando.

Art. 5. Todos los habitantes que no sean milicianos nacionales presentarán las armas á los gobernadores ó comandantes de los puntos fortificados. El que contraviniere á esta órden será fusilado, entendiéndose que ba de recaer este castigo en el que haga cabeza de la familia de la casa donde fuere hallada el arma ó armas, y ademas sufrirá el pueblo 1,000 rs. de multa por cada una que se encuentre.

Art. 6. A los facciosos que se presenten á los gobernadores ú otros gefes militares, se les dará un salvo conducto para que pasen á fijar su residencia al pueblo que elijan.

Art. 7. Me responderán con sus personas y empleos todos los gefes militares que falten al cumplimiento de lo provenido en este bando, que tendrá fuerza de ley desde el dia de su publicacion, respecto de los enemigos á quienes comprende, y desde que llegue á poder de las justicias de los pueblos por lo que toca á su responsabilidad y penas determinadas, á cuyo fin todas las autoridades militares de los distritos respectivos exigirán recibo con espresion del dia que les ha sido entregado.

Dado en el cuartel general de Manresa á 1.° de julio de 1840. EI DUQUE DE LA VICTORIA. »

Estas disposiciones y otras varias, de que no es esta la ocasion de hablar, eran los preliminares de la campaña que se abría en Cataluña, la cual debia empezar por la ocupacion de Berga, que era la plaza de mas consideracion que en aquel Principado poseian los carlistas. Pero antes de entrar en los detalles de la nueva empresa que acometian nuestras tropas, justo será que digamos algo de la situacion de los carlistas catalanes y de la particular de la plaza asi como de los sucesos que tuvieron lugar en ella.

Recordarán nuestros lectores que al hablar de la muerte del conde de España y de la odiosidad con que era mirado por la junta superior carlista que la habia motivado, señalamos como causa de aquella malquerencia el empeño formado por el conde de asentar sobre las bases de la disciplina militar la organizacion de aquellas facciones, acostumbradas á estar siempre divididas y poco afectas à un sistema de centralizacion y órden como el que se trataba de establecer. Segarra, sucesor de España, habia encontrado menos dificultades que éste para transigir con la anarquía en que vivian las facciones, porque no era militar por principios y esta conducta le habia avenido con la junta carlista de Berga y con otros gefes militares subalter

nos que dependian de ella inmediatamente; asi es que si las fuerzas carlistas catalanas no estaban bien organizadas tenian por lo menos la ventaja de contar con superiores que se entendian entre sí. Cabrera aunque nombrado por don Carlos, general en gefe de las fuerzas rebeldes del Principado, no habia podido dirigir la guerra de Cataluña, ya por el estado de su salud, por la falta de comunicacion, ya tambien, y á nuestro entender lo mas probable, porque no siendo militar en la rigurosa acepcion de esta palabra, (por mas que mil concausas entre la que descuella como principal su carácter feroz y sanguinario le hubiesen dado importancia harto funesta), la esfera de sus miras no se estendia mucho mas allá de la que circunscribia el terreno de sus operaciones. Sea de esto lo que quiera, es lo cierto que ahora que las circunstancias le habian lanzado al suelo catalan y precisadole à utilizar toda la gente que sostenia en él la bandera carlista, pensaba hacer valer los derechos que el nombramiento de su rey le habia concedido, incorporar la gente de Segarra á la suya y prolongar ó dar nuevo giro á la guerra.

Lleno de estas ideas entraba Cabrera en Cataluña, cuando las primeras fuerzas que encontró en esta provincia le manifestaron que tal vez la mayor parte no se uniria de la misma suerte y con tan buena voluntad como ellas; y que particularmente las de Berga estaban dispuestas á hacerle resistencia y aun á recibirle á balazos cuando se presentase ante sus muros. Escandalizado á vista de semejante manifestacion, tal vez aprovechándose (si la sabia) de la máxima del gran capitan del siglo, de que en tales casos el que gana tiempo suele concluir por tener razon, trató de apresurar el camino, y salir cuanto antes del paso. Mas para no fiarse en todo al azar y contar con algunas probabilidades de buen éxito, luego que llegó á dos horas de la dicha poblacion de Berga, mandó hacer alto á sus tropas, las reunió todas, y despues de haberlas hecho oir misa por ser dia festivo y recorrido sus filas vestido con uniforme de gran gala y todos los atavíos de general, las arengó con estas palabras: «Compañeros, ha llega>>do á mi noticia que los mismos que defienden igual bandera que nosotros, >>los que se titulan carlistas en Cataluña, los que guarnecen la plaza de >> Berga adonde nos dirigimos, ni à vosotros acaso os reconocerán como >> amigos, ni á mí como su general por orden y voluntad del rey nuestro >> señor. ¿Podré contar con vosotros en el caso de que tenga que usar de la >>fuerza para hacer abrir unas puertas que nos cierran la intriga y la trai»>cion?...» Sí, sí, fué la contestacion de los carlistas; y animoso con ella Cabrera, partió á galope seguido de solo sus ordenanzas, y se presentó delante de las puertas de Berga. Mas bien lejos los carlistas de esta poblacion de recibirle como le habian dicho, las abrieron inmediatamente, y el gene

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