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sente un aspecto imponente. Los batallones, escuadrones y baterías, ocupan sus puestos respectivos; à la confusion y correría de los primeros momentos ha sucedido una imperturbable serenidad militar; solo salen las voces de mando de las filas de los batallones, y nadie diria que sus individuos acababan de abandonar sus tareas y ocupaciones bien agenas de la Milicia. La de Madrid espera el momento del peligro, silenciosa, en buena formacion, con la calma de los veteranos aguerridos.

El segundo batallon de la Milicia Nacional habia acudido á la plaza mayor y su primer comandante D. Manuel Cortina, que recibió aviso de que un batallon de la Reina Gobernadora marchaba á paso acelerado á ocupar la casa de Correos, de órden del capitan general; mandó cargar á discreccion y marchando á la carrera consiguió adelantarse solo por instantes al batallon destacado por la autoridad militar y ocupar este edificio sin contradiccion alguna, quedando allí para guarnecerle medio batallon y regresando la fuerza restante á la plaza. El batallon Reina Gobernadora imposibilitado de conseguir su objeto hizo alto en la calle Mayor, frente a las gradas de San Felipe el Real mientras que los milicianos se apoderaban de estas y de las casas de enfrente.

Entretanto el gefe político habia recibido la contestacion del presidente del ayuntamiento y como viese que al mismo tiempo cundia la alarma de uno á otro estremo de la poblacion, se personó en las casas consistoriales á pedir cuenta á los concejales de las medidas que habian adoptado y reconvenirles por el aspecto hostil que presentaba la Milicia. Debatiéronse alli con calor entre los concejales y el gefe, los motivos que habia para semejante resolucion, y ya salia éste mal satisfecho de no haber adelantado nada, cuando el capitan de la segunda compañía de cazadores que se hallaba presidiando el edificio de la Villa, D. Juan Miguel de la Guardia, concibió la idea de arrestar al gefe, y la realizó de su sola cuenta subiendo inmediatamente á la sala de sesiones á dar parte al ayuntamiento de lo que ocurria, á quien manifestó con resolucion que el guante estaba ya tirado y no era hora de recogerle.

Noticioso de este hecho el capitan general de la provincia, montó á caballo y acompañado de su escolta y de un batallon del regimiento infantería del Rey, primero de línea, se dirigió á la casa de la Villa con ánimo resuelto de rescatar al gefe político y castigar al ayuntamiento. Asomaba por la calle estrecha del Luzon que enfila el costado izquierdo de aquel edificio, cuando el centinela avanzado de los nacionales le dió el quien vive y le mandó hacer alto. Pero como Aldama, que este era el apellido del capitan general, despreciase la advertencia y se obstinase en pasar adelante, se trabó una lucha entre sus soldados y los nacionales mandados por Guar

dia, que aunque breve no dejó de ser obstinada, resultando muerto un cabo de nacionales y un paisano, y heridos varios soldados y nacionales. Aldama perdido el caballo de tres balazos, se vió precisado á retroceder á pie por

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la misma calle del Luzon, seguido de todas las fuerzas que le habian acompañado á escepcion de la compañía de cazadores del regimiento del Rey que por marchar de avanzada habia sostenido el fuego con los nacionales la cual tan luego como consiguió desembocar á la plazuela de la Villa y oyó clara y distintamente los vivas á la libertad y á la Constitucion, no pudo hostilizar á los que daban los mismos gritos que en los combates enardecian los pechos de los soldados y corrió presurosa á los milicianos, á quienes abrazó diciendo: no hay que hacer fuego, todos somos unos.

A

Conociendo la municipalidad que empeñada ya la lucha era preciso sostenerla con teson, comenzó á trabajar activamente para llevar á buen éxito el comenzado alzamiento. Algunos diputados provinciales vinieron à reforzar al ayuntamiento y el acuerdo de unos y otros dió por primer resultado la lectura de las medidas siguientes:

4. Tomar inmediatamente todas las puertas de la capital, dando orden para que no se permitiese la salida ni entrada por ellas, á persona que no llevase un pase atendido por el ayuntamiento..

2. Espedir correos á todos los ayuntamientos de las capitales de provincia con la noticia del alzamiento y la resolucion tomada por el ayuntamiento, la Milicia y el pueblo de Madrid para defender la Constitucion y las leyes.

3.

Enviar un mensage respetuoso á S. M. y otro al general ESPARTERO con el mismo objeto.

4.a Oficiar á todas las autoridades constituidas para su inmediata incorporacion al ayuntamiento, declarando fuera de la ley á las que se negasen á hacerlo.

5. Distribuir armas á todos los vecinos honrados de opinion liberal, para velar por el orden y la tranquilidad pública.

6. Señalar cinco reales de paga diarios á los individuos de la Milicia satisfechos de los fondos públicos, mientras permanezcan sobre las armas en defensa de la causa nacional.

7. Imprimir y fijar un bando alusivo á las circunstancias en los sitios mas públicos de la capital, distribuyéndole ademas con profusion por los dependientes del ayuntamiento à todos los nacionales.

Estas medidas se apoyaron por unanimidad, quedando encargados de su ejecucion D. Fernando Corradi, procurador síndico y el general D. Ma-nuel Lorenzo, comandante del primer batallon de la Milicia Nacional. En seguida se trasladó el ayuntamiento desde la casa de la villa á la denominada de la Panadería, sita en la plaza de la Constitucion, punto que ofrecia mucha mas seguridad yendo escoltado por las compañías de cazadores del regimiento del rey y del segundo batallon de la Milicia. Las músicas militares tocaban sin cesar himnos nacionales que escitaron el mas vivo entusiasmo hasta llegar á la plaza donde se victoreó repetidas veces á la Constitucion, á la libertad y al ayuntamiento de Madrid. En la misma plaza se colocaron dos piezas de artillería que los decididos nacionales condujeron á brazo para mayor brevedad. A este tiempo el grito de insurreccion habia ya cundido y el movimiento se habia generalizado en todos los ángulos de la poblacion. La aduana, la imprenta nacional, el cuartel de la Milicia, y todos los demas edificios fuertes ó interesantes estaban tomados por la fuerza de

la Milicia Nacional. Los cuerpos de esta recibian considerables refuerzos, pues, ademas de haber acudido todos los individuos que á ellos pertenecian, se presentaban en diversos parages, muchos paisanos que solicitaban armas con la mayor instancia. Entre otros, dos robustos musulmanes que parece se hallaban en la córte á negocios mercantiles, acudieron à la calle de Atocha donde estaba reunida la compañía de cazadores del 8.° batallon pidiendo tambien armas. Como chocase esta demanda les preguntaron algunos si sabian que causa se comprometian defender, á lo cual contestó uno de los árabes que sabia que todos tienen siempre razon y que él y su compañero querian defender al pueblo en que residian que debia estar amenazado de alguna injusticia.

El ayuntamiento constitucional dirijió al pueblo, aquella misma tarde la siguiente alocucion:

«Ciudadanos: Los votos del ejército y de la milicia ciudadana, las manifestaciones de los principales ayuntamientos de la Península, los clamores de la opinion pública contra el ominoso sistema de reaccion que hoy domina; todo, todo ha sido despreciado con insolencia por los traidores que rodean á S. M., y cuyos perniciosos consejos comprometen á cada paso la dignidad del trono y la tranquilidad pública. »

Infringida la Constitucion que todos hemos jurado, holladas las leyes, tiranizada la voluntad misma de S. M. la Reina Gobernadora por las maléficas influencias de una faccion liberticida, y sin gobierno para dirigir la nave del Estado despues de una crisis tan prolongada, se hace indispensable que la nacion manifieste de una vez y con el imponente aspecto de un pueblo libre, su firme voluntad de conservar ilesas en su espíritu y letra las instituciones constitucionales que hemos conquistado á costa de tanta sangre, y de tan inmensos sacrificios. >>

«Penetrado de esta verdad vuestro ayuntamiento constitucional, no ha vacilado en acceder á los deseos y escitaciones de la inmensa mayoría de este heróico pueblo, haciéndose intérprete de sus sentimientos. Satisfecho con el testimonio de su conciencia, y apoyado en la benemérita milicia ciudadana, se ha reunido para trasmitir á S. M. los votos de esta capital; y primero perecerán todos sus individuos que abandonen su puesto, hasta quedar aseguradas de un modo estable las leyes y la Constitucion contra las maquinaciones de la perfidia y los tiros de la tiranía. »

«Nuestro ejemplo, ciudadanos, tendrá imitacion en todas las provincias donde haya españoles que sientan latir en su pecho un corazon generoso. Y ya que sirva de estímulo vuestra decision para defender la libertad, sirva tambien de modelo vuestra noble conducta y generosa moderacion. Asi la Europa entera aprenderá que si el pueblo español aborrece el despo

tismo, no es menos opuesto à la licencia y anarquía. El alcalde primero constitucional, Joaquin María Ferrer. -Por acuerdo del Excmo. ayuntamiento constitucional, Cipriano María Clemencin, secretario.

El general Aldama se habia trasladado al Retiro (despues de las ocurrencias de la plazuela de la Villa) en cuyo punto pensaba reunir las fuerzas todas de la guarnicion de Madrid y penetrar en el interior de la pobla cion a combatir al movimiento del pueblo y de la milicia como lo proba→ ban los oficios remitidos al ayuntamiento. Pero muy lejos de que se realizaran sus intentos se vió abandonado de la mayor parte de la fuerza con que contaba, saliendo el batallon 7.° provisional, de su cuartel del Pósito entre doce y una de la noche y encaminándose à la plaza de la Constitucion donde fue recibido al compas de los himnos patrióticos y entre vivas á la Constitucion y a la libertad. El batallon Reina Gobernadora adoptó igual resolucion al amanecer dejando al general en el retiro y encaminándose al indicado punto de la plaza. En tal conflito, Aldama abandonó el Retiro por una de las puertas falsas y tomó la direccion de Fuentidueña seguido de una fuerza muy pequeña del regimiento Reina Gobernadora, veinte caballos y la artillería de la guardia, que tomó del cuartel inmediato al mismo Retiro.

Entre tanto, el ayuntamiento constitucional, la diputacion provincial y los primeros gefes de los cuerpos de la Milicia acordaron el nombramiento de una junta provisional que supliese la falta del gobierno hasta tanto que, penetrada S. M. de las críticas circunstancias en que la nacion se encontraba, nombrase un ministerio capaz de responder á los votos de la nacion. Tal fué el objeto y tales tambien las palabras con que el ayuntamiento y la diputacion provincial dieron a conocer al público en el dia siguiente, la significacion de los nombramiemtos que recayerou por unánime eleccion en: D. Joaquin María Ferrer, presidente; D. Pedo Beroqui, D. Pio Laborda, D. Fernando Corradi, D. José Portillo, D. Pedro Sainz de Baranda y D. Valentin de Llanes.

Instalada la junta, comenzó esta á ejercer sus funciones nombrando capitan general de Madrid al marqués de Rodil, segundo cabo el general don Manuel Lorenzo, y gobernador militar á D. Narciso Lopez. D. José y don Ramon Calatrava, fueron tambien agraciados por aquella; el primero con la Presidencia del tribunal supremo de Justicia, que no admitió, y el segundo, con la intendencia de la provincia de Madrid. Para la administracion de correos y oficial mayor del parte, fué nombrado D. José España.

Ademas de las medidas que se habian tomado el dia anterior por el ayuntamiento la junta acordó en este, las comprendidas en el bando siguiente, que publicó y fijó en los sitios mas públicos de la capital.

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