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vantado el grito de insurrección antes de la partida del DUQUE, y sin embargo el grande ejército que se hallaba distribuido en todas ellas no alzó una sola voz en pro ni en contra del movimiento dejando obrar al pueblo, y permaneciendo fiel á las órdenes de sus gefes en cumplimiento de los deberes que la naturaleza de su instituto requiere. Conducta es esta que á fuer de imparciales no podemos menos de aplaudir no solo por ser arreglada á la disciplina militar, sino altamente conforme con la indole del gobierno representativo, cuyas condiciones no pueden llegar á satisfacerse mientras las armas decidan de los intereses de los partidos políticos perdiendo de vista su primitivo objeto que no es otro que el de auxiliar oportunamente al gobierno que segun las combinaciones de ese mismo sistema debe ser siempre el resultado de la opinion general. Pero como acá en España no nos hemos conformado todavia con semejante doctrina, ni los corifeos de los diversos partidos han tenido la suficiente paciencia para resignarse con el vencimiento á que les ha condenado la opinion, ó han desconfiado de sus propias fuerzas, de ahí nace que el ejército halagado, mimado, atraido por diversos hombres, por distintos partidos, haya sido hasta ahora el principal y tal vez único elemento que ha influido en los cambios y trastornos ly políticos, el gobierno representativo una mentira, y la Constitucion del Estado una pantalla muy cómoda para escudar todo linage de escesos y desafueros.

CAPITULO XIII.

Entrada de ESPARTERO en Madrid despues del pronunciamiento.-Recibimiento que le hizo la junta de gobierno.-Propuesta y nombramiento de los nuevos ministros.-Llegada de estos à la ciudad de Valencia.-Renuncia de S. M. la Reina Gobernadora.-Disolucion de Córtés. Embarque de la Reina madre.-El nuevo ministerio queda encargado provisionalmente de la regencia.

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MPRESA harto árdua seria la de consignar aqui minuciosamente las particularidades que ofreció la entrada de ESPARTERO en la metrópoli de las Españas, porque no una sola vez hemos dicho que hay acontecimientos que no se prestan á la descripcion, y de esta clase fué el que va á ocuparnos. La situacion del pueblo de Madrid, la mision que en él era Hamado á desempeñar el DUQUE DE LA VICTORIA, la celebridad de este nombre y otras infinitas circunstancias que se alcanzan á una mediana penetracion, dejan desde luego conocer que aquel acto habia de ser solemne, magestuoso y enriquecido con las manifestaciones espontáneas, salidas de los corazones, y tan gratas como es grato el entusiasmo que las inspira. Un ligero bosquejo nos hará conocer que asi sucedió en efecto.

A pesar de que la premura del tiempo hacia irrealizable el programa

que el ayuntamiento tenia estendido para solemnizar la entrada del general ESPARTERO; se esmeró aquella corporacion popular todo cuanto le fué posible en erigir arcos triunfales provistos de inscripciones alegóricas á las circunstancias, adornar los principales parages de la poblacion, aparejar el palacio que debia servir de alojamiento á tan ilustre huesped y tomar otras disposiciones convenientes que hiciesen conocer á aquel cuan gratos eran al ayuntamiento mismo no menos que á la diputacion provincial, junta de gobierno, Milicia nacional y las diferentes clases de la poblacion, los servicios prestados en favor de la causa que el pueblo sostenia. Al efecto se habia invitado con prevencion á todas las clases y corporaciones científicas, industriales y artísticas, y á las personas mas notables de la capital para que por medio de comisiones se asoeiasen á la que debia nombrar el ayuntamiento para salir á esperar al DuQUE á la puerta de Alcalá. Una brillante columna de nacionales compuesta de la compañía de granaderos del primer batallon, la sesta del 2.o, la quinta del 3.o, tercera del 4.o, cazadores del 5.°, primera del 6.°, segunda del 7.° y cuarta del 8.°, precedida de una brillante música militar debia adelantarse hasta el inmediato pueblo de Canillejas, que dista una hora de la poblacion en el camino real que va á Aragon, para tener el honor de ver los primeros estos milicianos al general ESPARTERO y acompañarle en su entrada triunfal. El resto de la Milicia formaba, apoyando la cabeza de la línea en la puerta de Alcalá, y estendiéndose por la calle de este mismo nombre, Puerta del Sol, calle Mayor, la de la Milicia nacional, á la plaza de la Constitucion donde aguardaba la junta de gobierno, situada en el edificio denominado de la Panadería. Esta corporacion no habia tenido á bien salir á esperar al DUQUE como el ayuntamiento y otras muchas, sin duda por el caracter de suprema autoridad que representaba en aquellos dias.

Debian realizarse todos estos preparativos el dia 29, para el cual estaba dispuesta la entrada. Ya muy de madrugada se notaba en la poblacion una animacion estraordinaria circulando en todas direcciones un gentío inmenso que obstruia el paso de los batallones y cuerpos de la Milicia, los cuales marchaban á ocupar lor puntos que les correspondia en la poblacion: las bandas y músicas militares aumentaban la animacion y el entusiasmo con aires patrióticos y marciales, y todo parecia anunciar un dia grande y solemne, de inmenso júbilo y regocijo. Las afueras de la puerta de Alcalá y señaladamente el camino de Canillejas se veian cubiertos de carruajes de todas clases, caballos, y gentes de á pie: impacientes todos, deseaba cada cual ser el primero en ver y admirar al caudillo que tanta y tan brillante popularidad se había conquistado. La carrera por donde debia verificarse el

tránsito, estaba lujosamente decorada, señalándose por sus adornos y colgaduras, la inspeccion de milicias provinciales, elegida para alojamiento de ESPARTERO, el parque de artillería, la Aduana, casa de Correos y la Panadería.

Un repique general de campanas y las salvas de artillería anunciaron á las dos de la tarde que la poblacion de Madrid recibia en su recinto al DUQUE DE LA VICTORIA. Con efecto, entre el estruendo de la artillería, el estrépito de las músicas y el clamoreo de un pueblo que se deshacia en victores y aclamaciones, recibia ESPARTERO en la puerta de Alcalá las felicitaciones que le dirigian por su llegada las personas que alli se hallaban reunidas. A todas contestó aquel con afabilidad y conmocion manifiesta pronunciando palabras que fueron de júbilo y regocijo para los que las escucharon. En seguida aceptó una magnífica carroza que el ayuntamiento tenia preparada de antemano, en la cual verificó su entrada triunfal, acompañado del gefe político de la provincia, y seguido de la columna de nacionales que habia salido á esperarle, de las diferentes comisiones y otras autoridades y personas notables del partido vencedor, que formaban un numeroso y lucido acompañamiento. El acto de atravesar las calles de la capital ofreció un espectáculo magestuoso y solemne. Los vivas, las aclamaciones, no se repetian, sino que formaban una sola voz que heria mas fuertemente que el repique de las campanas y el estruendo del cañon. ESPARTERO colocado en pie en la carretela procuraba significar con sus ademanes la gratitud que sentia por los diversos títulos con que le saludaba el pueblo alborozado.

Asi con todo este esplendor llegó la comitiva á la plaza de la Constitucion, penetrando en el salon donde estaba reunida la junta de gobierno. Antes de brindar al Duque para que tomase asiento en el lujoso sillon que se le tenia dispuesto, le demandó el presidente de la junta D. Joaquin María Ferrer en nombre del pueblo para que dijese si venia dispuesto a seguir la senda trazada por la revolucion ó bien á contrariarla, y como ESPARTERO contestase satisfactoriamente le hizo tomar asiento dirigiéndole segunda vez la palabra en estos términos.

<< Señor DUQUE: La diputacion provincial, el ayuntamiento y la junta de gobierno, que se envanece de ser hija suya, tienen el honor de recibir á V. E. en el mismo sitio donde el 4.o de este mes se dió el grito de libertad que resonó en toda España, y cuyo eco ha oido hasta el último confin de Europa. El ayuntamiento y la junta han admirado siempre el valor de V. E. como guerrero, pero en el dia le admiran aun mas como político, y esperan que proponiendo á S. M. un ministerio liberal y que preste al pais sólidas garantías, sabrá V. E. tomar todas las medidas necesarias para que el pue

blo no tenga necesidad jamás de volver á conquistar sus derechos. >> El DUQUE Contestó asi :

«Señores: Yo quedo muy reconocido á-las demostraciones de afecto y simpatías que recibo de esta patriótica corporacion. Soldado desde mi infancia he procurado sacrificarme siempre por el bien de mi pais, y mì bandera no ha tenido otro lema que el de todo por mi patria. Para conseguir su independencia, su libertad y su reposo, he luchado por espacio de seis años con mis compañeros de glorias, privaciones y peligros. La guerra ha concluido felizmente: los enemigos de la libertad han huido llenos de confusion y espantó y yo aseguro que no volverán á manchar nuestro suelo con su inmunda planta. Esto me lo dice mi corazon, este corazon que no me ha engañado nunca. Un porvenir dichoso nos espera; y yo veo cercano el dia en que queden satisfechos todos mis deseos con la completa felicidad de la nacion, para lo cual cuento con la cooperacion y consejo de la junta, de la diputacion, del ayuntamiento y de todos los buenos españoles, del mismo modo que todos pueden contar con este soldado, que no aspira mas que á dar la paz y libertad á su patria é irse despues á vivir y acabar sus dias en un pacífico retiro. »

Terminada esta contestacion que fué recibida con señales de satisfaccion y alegría, salió el Duque al balcon en union de los individuos de la junta para presenciar el desfile de los cuerpos de ejército y de Milicia que se verificó en medio del mayor entusiasmo y de repetidos vivas á la libertad, la Constitucion, la Reina Constitucional y al DUQUE DE LA VICTORIA.

En seguida tomó éste la carroza que le habia conducido y se dirigió por la misma carrera y con el mismo acompañamiento al alojamiento que se le habia destinado, donde recibió con afabilidad las felicitaciones de las autoridades, corporaciones y simples particulares que pasaron á cumplimentarle.

De tal modo se solemnizó y tales fueron las circunstancias mas notables que ofreció la entrada de ESPARTERO en la corte. Poco será cuanto se se diga para pintar la tierna efusion de los sentimientos, y el entusiasmo del pueblo que rayó en frenesí al ver en el acreditado caudillo que habia tenido la fortuna de concluir la guerra civil, el hombre destinado á cicatrizar las llagas que aun lastimaban el pais, á consolidar sus leyes fundamentales y hacerle partícipe de la dulzura de la paz porque tanto habia anhelado. El aspecto de Madrid cambió repentinameute sustituyendo las fiestas y regocijos públicos á los aprestos militares que pocos dias antes se observaban en todas partes. El elegante y amplísimo edificio de Oriente que habia servido para depositar la pólvora y municiones, fué ahora el destinado por el ayuntamiento para obsequiar al CONDE DUQUE Con

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