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A tal estado llegaban las cosas cuando una furiosa nevada que descargó sobre el pais vino á entorpecer las operaciones militares y á dar treguas á la conclusion de la guerra. Los ejércitos beligerantes hubieron de contentarse con recorrer la mayor parte de los puntos fortificados; y habiendo sido nombrado Cabrera general en gefe de las fuerzas carlistas que operaban en el Principado de Cataluña en reemplazo de D. Cárlos España, se trasladó á aquel territorio de donde no tardó mucho en regresar.

Entretanto la lucida fuerza que comandaba el general Hoyos atacó el fuerte de Manzanera, situado á dos leguas de Sarrion y Albentosa, consiguiendo su rendicion con toda la gente que le defendia y destruyendo aquel asilo en que los carlistas acostumbraban á vivaquear y depositaban el fruto de sus rapiñas.

Estos pequeños triunfos eran el presagio feliz de los grandes y provechosos que habian de seguirseles; pero antes de dar cuenta de ellos volveremos, para no interrumpir el órden de los hechos, al terreno de la política en el que habia de jugar ruidosamente por esta época el general Es

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CAPITULO III.

Reflexiones sobre la situacion política del pais.-Proposicion aprobada en el Congreso sobre pago de contribuciones.-Decreto de suspension de Córtes.-Disolucion de las mismas.-Célebre manifiesto de Mas de las Matas.

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BISTE y aun mas que triste fatal página descubre aqui la historia de nuestros hechos contemporáneos. Epoca de reconciliacion y de ventura, época de tranquilidad y de reposo, la que parecia haberse abierto con el memorable suceso de Vergara, vióse trocada de pronto en otra de desolacion y luto. A los encantos que habia ofrecido la hermosa perspectiva de la paz que el dia 7 de octubre se habia columbrado en el Congreso, sucedieron los aprestos terribles de una lucha encarnizada; á las palabras de conciliacion soltadas en aquel recinto, los retos y las rivalidades; al abrazo con que se amalgamaban encontradas fracciones políticas, la escision, el odio eterno con que entrambas se conminaron. De prever era que aquella aparente fusion tuviese una existencia muy limitada, que huérfana de toda só

TOMO III.

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lida garantia se evaporase con el entusiasmo que la habia producido; nunca sin embargo debió creerse que á los pocos momentos de haberse realizado aquel hecho memorable se encastillasen de nuevo los partidos en sus acostumbradas exigencias para combatir hasta la destruccion á sus antiguos adversarios. Sucedió asi por desgracia de esta infortunada nacion, y no sino el mismo dia 8 de octubre manifestaba un periódico de la oposicion que pasado el primer momento de calor y exaltacion debian volver los contendientes á sus respectivos puestos para defender desde ellos sus principios en el terreno de la discusion.

Si pretendiéramos aqui nosotros formular un largo y gravísimo capítulo de culpas contra alguna de las partes que tan funestamente combatian, si tuviéramos el necio empeño de presentar al uno de estos dos partidos como intachable, acertado siempre y justiciero, como ingrato, faccioso, criminal al otro, faltaríamos á la imparcialidad que nos impone la delicada mision que desempeñamos. Nuestros lectores recordarán que al hablar de la ruidosa discusion de fueros, sujetamos á la misma medida á los unos como á los otros, y como obedeciendo los estímulos de nuestra propia conciencia dijimos que culpables del rumbo que aquella habia tomado y del sério compromiso de que se vió amenazada la causa de la libertad fueron los ministros por su poca franqueza y alguno que otro diputado por las impremeditadas palabras que salieron de sus labios; por la falta de aquella generosidad con que hasta cierto límite merecia ser tratado el gobierno. Los sucesos posteriores nos dan derecho para ratificar este juicio severo. En medio de la algazara y vana palabrería con que se ha pretendido ofuscar la recta razon de los sinceros defensores de las nuevas instituciones, en medio de la declamacion y de las frases pomposas y campanudas con que se ha querido alucinar á los hombres honrados, en medio de esas fingidas protestas de patriotismo y de lealtad con que se ha sabido esplotar la incredulidad de los incautos; descubríanse los esclusivos intereses, las pasiones miserables que conducian á los unos á la reaccion mas espantosa, que llevaban á los otros al estremo de desacreditar los mismos principios de gobierno que tantas veces habian inculcado.

La leccion que los ministros recibieron el 7 de octubre no sirvió para que retirasen los proyectos de ley sobre ayuntamientos, Milicia Nacional y libertad de imprenta que por su inconstitucionalidad habian sido tan mal recibidos en la prensa como en la tribuna. Aferrados en el sistema que se habian propuesto, siguieronle adelante sin que los males que ya se preveian fuesen capaces de hacerles cambiar de rumbo. Faltos de las cualidades que son indispensables para gobernar en circunstancias medianas, no supieron elevarse á la altura de las difíciles que les rodeaban: y esta conducta tan poco acertada fué el arsenal en que sus contrarios fabricaron las armas con que

mas tarde o mas temprano se habian de presentar a lanzarlos de sus puestos.

Inutilizada la coyuntura del 7 de octubre, merced á los patrióticos y honrados sentimientos del general Alaix, acechábase la ocasion de provocar la lucha y no tardó mucho en presentarse en la contestacion al discurso de la corona. Terribles fueron los cargos que con tal motivo se fulminaron contra el gobierno, y si no es posible seguir aqui el rumbo de la reñida discusion que con tal motivo se suscitó, puede formarse idea de las disposiciones del Congreso por la severa á la par que comedida censura que merecieron los actos del ministerio en los siguientes períodos del proyecto de contestacion al discurso de la corona.

«Observando, decian, fielmente su constitucion, que es la ley comun para todos los súbditos como para los poderes del Estado, asegurando y continuando las reformas que son consiguientes á su espíritu, acomodando á él las leyes orgánicas que deban formarse para que los principios consignados en la ley fundamental tengan inmediata y útil aplicacion, y examinando con el deseo de mejorar la condicion del pueblo que tantos sacrificios ha hecho en esta época, los proyectos que se presenten cree el Congreso que contribuirá en cuanto esté de su parte á la felicidad de la nacion y al esplendor del trono que hallará siempre su mayor apoyo en la gratitud de los españoles amantes de la Constitucion, que con tanta lealtad lo han defendido y lo defenderán constantemente. >>

«Pero permita V. M. al Congreso añadir que para la salud del Estado es indispensable en la administracion pública una marcha justa y conforme enteramente á la ley fundamental jurada y á su verdadero espíritu, porque sin ello ni la nacion puede tener la confianza necesaria, ni cabe que se complete la grande obra de la pacificacion del reino ni que se consoliden nuestras instituciones. >>

A vista de tan terrible oposicion desplegada en el Congreso, decidióse el gobierno á hacer una modificacion en el personal; pero como esta se limitase á la separacion de los ministros de Gobernacion y de Marina, que eran los que menos participaban de los actos de aquel gabinete, la animosidad creció en vez de disminuirse y aquella determinacion mas que como un acomodamiento á las exigencias de la opinion pública, fué considerada como una befa y un nuevo reto á los representantes del pais. Aceptaronle estos sin demora y entonces fué sin duda alguna cuando los ministros trataron de ejecutar el proyecto ya concebido de deshacerse de unas Córtes en las cuales encontraban tan pocas simpatías. No era esto en verdad lo que aconsejaban las prácticas parlamentarias y lo que pedia la consecuencia de parte de unos hombres que acababan de disolver unas Cortes moderadas. Asi lo conoció el general Alaix que habia sobrevivido à la modificacion, merced

á la circunstancia de ser hechura del DUQUE DE LA VICTORIA, à quien adu→ laban los ministros y el poder irresponsable que mas que ellos ejercia un poderoso influjo en la marcha de los negocios públicos, y como aquel general no fuese de los hombres que con facilidad sacrifican sus convicciones al deseo de sostener su puesto, presentó su dimision que le fué admitida el dia 30 de octubre.

Reemplazóle en el desempeño de su cargo el mariscal de campo Don Francisco Narvaez, á quien el gobierno hacia muy poco tiempo que habia conferido la capitanía general de Castilla la Vieja y á quien para alentar en la nueva y áspera senda que emprendia, ascendió al empleo de teniente general de los ejércitos nacionales.

El dia 31 de aquel mes se dió cuenta en las Córtes de los reales decretos en que S. M. admitia la dimision que habia hecho Alaix, de los ministros de Guerra y Marina y del nombramiento de Narvaez para que le sucediera; y como si el instinto de la propia conservacion aguijara elocuente y poderosamente a las Córtes en aquella coyuntura, como si se palparan ya los resultados que habian de emanar naturalmente de aquellos funestos precedentes y quisieran en aquellos terribles momentos en que lucian los aparatos de su muerte, legar á sus adversarios una prenda de su animadversion à la par que conceder á los pueblos una arma poderosa de oposicion al gobierno, con la cual pudieran combatirle tenazmente mientras no entrara en el carril constitucional, formularon una propoposicion que nos abstenemos de calificar por ahora, para no interumpir la narracion de los hechos: Decia así:

<< Considerando que la principal garantía que tienen los pueblos para conservar y defender su libertad y los derechos que la Constitucion declara, consiste en que no puedan exigirse ni cobrarse las contribuciones que no sean votadas ó autorizadas por las Córtes:

>> Considerando que los ministros han infringido ya el artículo de la Constitucion que consigna espresamente este derecho, y que es probable, atendida su actual conducta, persistan en este sistema de arbitrariedad y despotismo:

>> Considerando que los representantes de la nacion no cumplirian con el mas importante y sagrado de los deberes que su noble encargo les impone, si no se opusieran por todos los medios legales que estan á su alcan-ce à la violacion de la ley fundamental; y si no advirtieran con tiempo a los pueblos del peligro que corren sus libertades por las demasías del poder:

>>> Considerando, en fin, que para llenar este imprescindible deber, es necesario adoptar en las presentes críticas circunstancias, disposiciones enérgicas y eficaces para evitar o contener los males que á la libertad y á la patria inminentemente amenazan:

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