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Primeros pasos del Regente.-Crisis ministerial.-Nombramiento del gabinete Gonzalez. .. Como es recibido por la opinion.-Programa de este ministerie.

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RILLANTE pero resbaladiza, azarosa y llena de peligros es la nueva época que el nombramiento de REGENTE inaugura en la vida del general ESPARTERO, No son ya las cualidades personales que hacen eterna la fama del soldado, no la decision en el momento del peligro, los rectos deseos, la intrepidez

la brabura, ni esos otros infiinitos títulos

タタン

que grangearon à tan elevado personage una reputacion gigantesca, sostenida y con

firmada por nacionales y estrangeros, los únicos que le han de recomendar á los ojos del pais, los que le han de valer para conquistar su aprecio. Otras muchas dotes, otros muchos requisitos exige del hombre á quien acaba de conceder la regia investidura, dotes y requisitos dificiles de reunir en circunstancias espinosas en que el tacto delicado, las rectas intenciones vienen á estrellarse a veces contra el recio vendabal de las pasiones y el eterno ludir de los intereses de los partidos. Mas por lo mismo que las dificultades acrecen, serà mayor su gloria si consultando al bien del pais

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aspira a cimentar su fama en los beneficios que le dispense, si fiel al juramento solemne que acaba de prestar ante sus representantes hace una verdad práctica la Constitucion del Estado, y las leyes y disposiciones que de ella emanan. Si el REGENTE DEL REINO supo ó no llenar tan delicada mision; si goberno constitucionalmente, si la administracion de sus dias fué acertada y justiciera, como sostienen sus adictos, ó desarreglada é ilegal como pretenden sus émulos es cuestion fácil de resolver para el que revestido de un espíritu imparcial analice los actos de aquel gobierno, para el que los examine en sí mismos y en sus inevitables relaciones con las circunstancias en que el pais se encontraba. Si nosotros hubiéramos de dar en el momento solucion á ese problema tenderiamos una somera mirada sobre el poder que rigió la nacion por los años de 4841 à 43, abririamos el código del 37 y con él en una mano y el catalógo de los actos de aquel poder en otra; no seria dificil probar que por mas que muchos de ellos mereciesen severa censura, fueron mas arreglados à la letra viva de la ley, que lo habian sido los de sus predecesores; que el sistema representativo si nunca fué verdad en España, se acercó alguna cosa en esa época anatematizada por los que despues de haberla provocado deparaban otra mas aciaga para su patria; que si la administracion no careció de defectos, tuvo tambien la ventaja de marchar con los elementos que habia encontrado en el pais, caminando directamente al fin que se habia propuesto sin defraudar las esperanzas de aquel, sin mofarse de su credulidad, aprovechando algunos de esos elementos que eran por su naturaleza disolventes, para convertirlos en elementos de orden, y erigir sobre ellos un sistema de gobierno si no enteramente bueno, el mejor posible en aquellas delicadas circuntancias. Y al hablar de este modo cualquiera conocerá que no es el espíritu de partido el que nos domina, ni pretendemos aplaudir ciegamente los hechos todos de la REGENCIA DEL DUQUE DE LA VICTORIA. Entre ellos tal vez se encuentren algunos dignos de censura, que la historia habrá de condenar con la misma imparcialidad con que aplaude y ensalza los que merece alabanza. La esposicion clara y sencilla de todos ellos prestará al lector suficientes datos para resolver ese problema que hemos enunciado hasta ahora examinado por el prisma de la pasion, no por el de la verdad y el ra

ciocinio.

Terminada la regencia interina y constituido un poder estable, era necesario ante todo para que empezase a gobernar, nombrar un ministerio capaz de responder à las graves exigencias del pais y à todas las condiciones con que se le conferia el mando; y esta fue la atencion que ocupó al REGENTE DEL REINO como preliminar de sus funciones. La division

que parecia haber surgido en las filas del partido progresista con motivo de su nombramiento, el empeño tenaz con que habia sido sostenida la opinion trinitaria, los recelos que mas o menos claramente se habian manifestado en las Cortes de que una sola persona representara el trono y de que llegase à sustituir con el tiempo con el poder militar el parlamentario, decidiendo de los intereses del pais con la misma poderosa es pada que habia relumbrado en el Mas de las Matas, y anunciándose algun tanto en las columnas del Eco; todas estas consideraciones y otras de indole parecida que no se escapaban á la penetracion del Duque, le ponian en el caso de buscar personas de opinion constante, acreditada, de antecedentes inmaculados, de saber y de esperiencia, que al mismo tiempo que fuesen garantía de la marcha constitucional del gobierno, tuviesen la maña suficiente para hermanar las diferéncias de los progresistas, reuniéndoles en un solo partido, y arrancando de su seno si posible era el germen de la desunion: grave tarea que como se deja conocer exigia los esfuerzos combinados de hombres entendidos é interesados en el lustre del gobierno y provecho de la patria. El DUQUE DE LA VICTORIA llamó en su auxilio al diputado por Badajoz don Antonio Gonzalez, á quien siempre habia manifestado una predileccion decidida; pero como habia ademas otros personajes de bastante autoridad en el congreso, que aspiraban á la presidencia del gabinete, y como hubiese motivo para temer que la influencia de algunos de ellos llegara á ser perjudicial si resentido de no tomar parte activa en la confeccion del gabinete guardaba rencores que pudieran llegar á estallar algun dia, determinó tambien llamar con Gonzalez a don Salustiano de Olőzaga, diputado por Logroño y á don Vicente Sancho, que lo era por Válencia.

que

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Reunidos estos tres à presencia del REGENTE empezaron á discurrir sobre la marcha politica que deberia seguirse para conciliar los intere ses del progreso ya creados y las reformas que en adelante deberian prómoverse, con la consolidacion del órden público, y la energia" y fortaleza de que convenia dotar al gobierno. Llevaba la palabra Gonzalez que fué el que espuso su programa cimentado en estas bases, las cuales aplaudieron Sancho y Olózaga como partidarios que eran tambien de ese progreso legal. Pero al hablar de los medios que convendria adoptar para llevarle adelante, encontráronse divididos en un punto capital, considerando Gonzalez que era conveniente y hasta necesario conservar aquellas Cortes, y opinando por el contrario Olőzaga y Sancho por su inmediata disolucion. Las razones en que se apoyaba esta última opinion partian de la divergencia que se habia suscitado con la cuestion de Regencia y las probabilidades que encontraban de que en vez de 'dismi

nuirse creciese con el tiempo, dando quizá mayor fuerza de la que en realidad, tenian á los resentimientos producidos por aquel delicadísimo debate, y declarándose en abierta pugna con los progresistas mas avanzados que formaban la mayoría del Congreso. Era peligrosa para Sancho y Olózaga la oposicion que estos habian de hacer al ministerio y por mas que no dejasen de conocer los riesgos que su proyecto ofrecia, consideraban indispensable el arrostrarlos.

Gonzalez, por el contrario, sostenia que esos riesgos serían trascendentales porque sin ganar nada en aquella disolucion, puesto que todas las probabilidades indicaban que si se consultaba de nuevo la voluntad de las provincias, tendrian las elecciones el mismo resultado se daria un paso imprudente, produciendo una irritacion que pudiera ser lamentable y atraer una escision que no estaba aun claramente pronunciada en los ánimos de los diputados, supuesto que el mismo alarde de independencia con que habian combatido la opinion del ministerio en la cuestion de Regencia, le habian hecho para manifestar que de todas suertes respetarian el acuerdo de las Córtes y prescindirian de las condiciones del nuevo poder para atender à su marcha, y apoyarla ó combatirla, segun que á su modo de ver fuese mas o menos legal, mas o menos acertada. Cuanto mas peligrosa consideraban Sancho y Olózaga á la oposicion parlamentaria, tanto mas conveniente juzgaba Gonzalez el sostenerla, quitándola sí las armas con la marcha legal y la buena administracion del gobierno, pero no dándoselas todavia mucho mayores que las que pudiera tener para combatir al gobierno, no justificando, aunque solo fuese en la apariencia, el motivo que pudiera tener para manifestar à la nacion que sus fatales predicciones se habian cumplido y que como lo recelaban el gobierno del único REGENTE anunciaba en aquel paso su deseo de prescindir del parlamento, de sobreponerse à él, de funcionar por su solo gusto y capricho.

Pero ni estos razonamientos ni otros muchos en que se estendió Gonzalez fueron bastantes para convencer á Olózaga y Sancho, ni tampoco estos dos diputados pudieron reducir á aquel á su opinion, por cuyo motivo hubo de darse por terminada la conferencia retirándose cada cual no sin ha haber antes manifestado al DUQUE, que puesto habia oido sus diferentes dictámenes, podia optar con entera libertad por aquel que le pareciese mas razonable. Grave tarea era esta para el general ESPARTERO poco avezado á discurrir por sí solo sobre materias tan delicadas de ramificaciones tan estensas y precisado ahora á tomar una determinacion en que se libraba directamente el interés del pais y el prestigio de su reciente mando. Arrostróla sin embargo, y despues de haber meditado larga

mente sobre los opuestos programas que se le acababan de presentar optó por el de Gonzalez, á quien por segunda vez llamó á su cámara el dia 12 de mayo para manifestarle que estando satisfecho de las razones que el dia anterior habia espuesto en su presencia, se habia decidido á nombrarle presidente del Consejo de ministros y queria que fuesen propuestas por él las demas personas que hubiesen de componer el gabineté. Ponderando las graves dificultades que ofrecia este honroso cargo, resistió Gonzalez la propuesta del DUQUE y sus repetidas instancias, y para mejor persuadirle le hizo una pintura de la posicion política de Olózaga y Sancho recordó su influencia parlamentaria, sus cualidades personales Y otras mil circunstancias que á su propósito cuadraban para probar la conveniencia de que fuesen ellos los que compusieran el gabinete, siempre que, como él esperaba, llegasen á modificar un tanto los medios de plantear su sistema.

De nuevo volvió á meditar el DuQUE sobre la negativa de Gonzalez á formar el ministerio, y examinar las razones presentadas por este diputado que tanto aprecio le merecia y á quien tantas y tan señaladas muestras de confianza habia prodigado y de nuevo se decidió tambien à llamarle repitiéndole con ahinco sus instancias hasta decirle que su última resolucion era que aceptase la presidencia del consejo. Tan tenaz era ya el empeño del DUQUE que Gonzalez no podia resistirse', si sobre los motivos de gratitud y de amistad, habia de tener tambien en cuenta que la crisis se prolongaba mas de lo que era conveniente atendida la ansiedad con que los hombres de todos los partidos y opiniones deseaban saber cuáles eran las personas elegidas por el REGENTE para dirigir la nave del Estado. Aceptó pues; pero al comprometerse á tomar sobre si tan delicado cargo manifestó á ESPARTERO que no lo haria sino bajo dos condiciones, las cuales consideraba él tan importantes, tan esenciales, que sin ellas no creia posible la marcha del gobierno. La primera era, que el gabinete habia de presentar su programa á las Córtes y que los principios en él acordados se habian de observar religiosamente; y la segunda que en el gabinete que se trataba de formar habian de tener cabida los partidarios de la regencia trina. No podian ser mas acertadas estas dos bases ó condiciones del programa de Gonzalez ni sufragar de un modo mas cabal á lo que la situacion del pais pedia á los hombres que fuesen llamados á gobernarle. La presentacion del programa del ministerio a las Córtes, al paso que desde luego les imponia de la marcha que aquel pensaba adoptar era un sistema favorable de la buena fé del gobierno y un homenage de respeto à la representacion nacional que unido al propósito de conservar y gobernar con el parlamento le habian de recomendar en su origen, asi como la observancia inviolable de las ofertas del pro

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