Imágenes de páginas
PDF
EPUB

grama habian de acreditarle, y de justificar su moralidad. Estos medios que ya por si solos bastaban à destruir cualquiera prevencion hostil que pudiera existir contra el gobierno, cualesquiera temores que aun pudieran abrigar en su pecho los que miraban con recelo la colosal elevacion del DrQUE DE LA VICTORIA, venian á encontrar por de pronto una garantia completa en la participacion que se diera en el poder á los defensores de la regencia trina. Nada mas á propósito para destruir hasta la mas remota sospecha de los que temian que el brazo militar sojuzgase sucesivamente todos los poderes del Estado, nada mas conveniente para fortalecer al partido progresista, para rennir sus fracciones, reorganizarle, y comunicarle todo el vigor, todo el credito, todo el prestigio moral que necesitaba para resistir los ataques de sus encarnizados enemigos. Considerado bajo todas estas diferentes bases, el pensamiento politico de don Antonio Gonzalez era un pensamiento prudente, justo, conciliador.

Conocialo asi el Duque de la Victoria que repasaba en su ánimo las condiciones con que se le presentaba y sujetaba al exámen las eventualidades à que pudieran dar lugar; pero al mismo tiempo no podia menos de mirar con alguna repugnancia la formacion del ministerio con individuos de la fraccion trinitaria pareciendole que rebajaba su prestigio y mortificaba su decoro pidiendo administracion à los que tan tenazmente le habian combatido. Respetaba mucho ESPARTERO el sagrado de las intenciones y la independencia que la ley y la razon de acuerdo daban à los diputados para manifestar francamente su opinion y la circunstancia de serle esta contraria no influia para nada en su resentimiento; pero al mismo tiempo no podia olvidar que aludiendo a su persona habia ido alguno mas alla de los límites que prescribia la prudencia y no permitian traspasar los antecedentes del CONDE DUQUE, y esta consideracion le atormentaba demasiado para no encontrar algo que vencer en la aceptacion de aquella condicion que mirada por el lado de la conveniencia el misto consideraba prudente. Sin embargo sobre estas consideraciones personales, descollaba grande, sublime, el interés de la patria, y el ilustre guerrero acostumbrado à consultarle en todas las acciones de su vida publica, dejóse llevar bien pronto de los sentimientos de hidalguía y generosidad que tan distinguido lugar ocupaban en su pecho, y aceptó sin restriccion las condiciones presentadas por Gonzalez. Notable y noble desprendimiento de que ofrece raros ejemplos la historia en los hombres fascinados con el fausto del propio poder, acostumbrados à decidir de ordinario de los intereses mas vitales, por consideraciones de conveniencia propia que en su elevada posicion se traducen y trasforman en consideraciones de interés general. El DUQUE DE LA VICTORIA Sublimado repentinamente á una posicion deslumbradora consigno aqui una prueba de abnegacion y ci

vismo que debia empeñar naturalmente el agradecimiento de sús émulos á quienes el adelantaba tan singular prenda de conciliacion, que sin embargo no fué recogida, segun iremos observando en el curso de los sucesos.

Desembarazado Gonzalez de toda traba, dedicóse con afan á la organizacion del ministerio; pero burlados sus esfuerzos por las renuncias que hicieron los señores D. Martin de los Heros y D. José Laudero de las carteras de Gobernacion y Gracia y Justicia con que les brindaba asi como por las de Vadillo, y Don Ramon Calatrava, á quienes sucesivamente, se ofreció la de Hacienda, y considerando él irreparables estos obstáculos que presentaban sus trabajos, pasó á manifestar al REGENTE que no pudiendo realizarse la segunda condicion de su programa, renunciaba el cargo que habia tomado de constituir el ministerio aconsejándole empero que lejos de desmayar por eso, apelase al patriotismo de Olózaga y Sancho para que le reemplazasén en sus tareas.

Inesperada como era la complicacion de la crísis impacientó gravemente al CONDE DUQUE, pero siguió la indicacion de D. Antonio Gonzalez, mandando llamar sin dilacion á los dos diputados mencionados Sancho y Olózaga, y autorizándolos para formar el ministerio. En este sentido empezaron á trabajar, despues de haber aceptado el cargo, convocando el primero á su propia casa a varias personas de suposicion con quienes contaba para arreglar el asunto. Al carácter de Olózaga no cuadraba el llevar en la negociacion una parte secundaria; todo revelaba en él una grande frialdad; tal vez la falta de abnegacion y desprendimiento, de esas grandes virtudes que no ha mucho hemos tenido ocasion de encomiar, le harian mirar con desden el resultado de su compromiso asi como mas tarde esa misma falta habria de lanzar en los bancos de la mayoría y convertir en enemigo del ministe-rio al hombre que habia propuesto la disolucion de las Córtes. Esto no obstante influyó con el diputado D. Manuel Cortina para que aceptase la Secretaria de la Gobernacion á pesar de la enemistad personal que le separaba con D. Vicente Sancho. Los esfuerzos de éste se dirigieron tambien à reducir á D. Antonio Gonzalez para que desempeñase el ministerio de Gracia y Justicia, invitándole ademas en su nombre y en el de Olozaga con la presidencia del Consejo; pero como era de esperar de la diferencia que separaba á unos y otros en los medios de realizar el programa de gobierno, y no pudiendo venir á un avenimiento en el punto cardinal de la disolucion de Córtes, Gonzalez manifestó que no le era posible acceder á tan señalada invitacion, protestando que ningun sentimiento de amor propio influia en aquella resolucion. Sus razones á fuer de convincentes fueron acogidas por Cortina, siendo resultado de todo el no poder constituir el ministerio,

Entretanto crecia la ansiedad pública, y la opinion se manifestaba TOMO III.

50

quejosa de que a pesar de haber trascurrido tanto tiempo no se hubiera logrado constituir un ministerio. ¿Por qué se dilata asi la crisis? Era la pregunta de aquellos dias y á esta pregunta se contestaba de diferentes maneras, tomando de ella pretesto los enemigos de la situacion para forjar y comentar á su modo los motivos de aquella paralizacion y desacreditar al nuevo poder. Decian que estando previsto de antemano su advenimiento los hombres politicos que le habian acarreado, los hombres sobre quienes pesaba la responsabilidad y la gloria del éxito de la gran cuestion recientemente fallada, debian de haber previsto las forzosas consecuencias que su triunfo habia de engendrar en el parlamento y apercibirse á aceptarlas ó rechazarlas, á eludirlas ó atenuarlas en la inmediata é improrogable y angustiosa organizacion de un ministerio; debian haber deliberado y adoptado un sistema de conducta con oportunidad, y cuando la opinion, la imprenta, los partidos estremos pendientes y como colgados de la sentencia del escrutinio parlamentario no podian embarazar, ni precipitar, ni estraviar á esos hombres en su camino, sin dar tiempo á que despertando aquellos y otros mil elementos y escitada su actividad se opusiesen á la serenidad y despacio que exigia la deliberacion y no diesen treguas para obrar con putso y acierto. Recordábase la obligacion que tienen los que gobiernan de anticiparse á las circunstancias y preveer los acontecimientos y no habia sido llovida del cielo, decian, la regencia única para no tener de antemano acabalada y perfecta la obra de la constitucion del ministerio.

Las condiciones de aquella situacion, la representacion, el triunfo completo que obtenian las ideas de progreso en el parlamento, en las corporaciones populares, en la administracion y en la magistratura, daban en el sentir de algunos á aquella época la calificacion de desembarazada; la mas á propósito para dotar al pais del gobierno que tanto necesitaba, á presentar esta exigencia con todo el rigor del apremio dándoles derecho á pedir que se satisfaciera de pronto, en el momento.

De exagerado calificariamos este modo de discurrir sobre un asunto tan vital y arriesgado, sobre un asunto imposible de ser arreglado de antemano, supuesto que este arreglo pendia de la decision de las Cortes y esta decision era incierta; de un asunto que aun en épocas normales y con un poder ya constituido, ha dado y tiene que dar lugar á contestaciones, á combinaciones distintas, en último resultado á treguas y dilaciones; si al través de todas esas declaraciones, de todos esos raciocinios, con que se pretendia probar la estrañeza de la duracion de la crisis, no descubriéramos al espíritu de partido, pretendiendo tambien sacar su parte. Verdad es que no dejaban de contribuir mucho a darle aliento, á animarle y prestarle materia en que ejercer su censura el

egoismo, el orgullo de algunos para quienes las consideraciones personales han sido siempre el todo; y el bien del pais, el interés de la patria, palabras, nada mas que palabras para encubrir ó igir dir las primeras.

Sobre todo, el hecho de haberse negado algunos trinitarios á formar parte del ministerio Gonzalez, era un acontecimiento que no podia pasar desapercibido y daba lugar á formar mil congeturas sobre los propósitos de aquella fraccion dominante en el Congreso, y respetable en el Senado no menos que en las corporaciones municipales y diputaciones de provincia. Si esa negativa significaba alguna cosa, si procedia ó no del despique natural al vencimiento, si era la consecuencia de un cálculo tomado á sangre fria y con resolucion, ó sí, por el contrario, el resultado de la falta de armonía en los principios y en el programa político de los hombres de una y otra opinion; eran cuestiones que se presentaban y resolvian de mil diferentes maneras. Los partidos se apoderaron de ese hecho y en sus comentarios, escusado es decir que presentaban como azarosa, grave la situacion del gobierno, como amenazadora, hostil la actitud de la fraccion trinitaria. Hé aqui como se espresaba un papel moderado en uno de sus artículos, quizá el mas templado de cuantos se han insertado en sus columnas. Hé aqui como trazaba la historia de este suceso y desenvolvia sus principales consecuencias.

«Conocido es el espíritu que animaba al señor Gonzalez al llamar á las personas que indicamos (1). En medio de sus doctrinas exaltadas, S. S. ha sido siempre hombre de transacciones, ha gustado siempre de aparecer templado y conciliador, ha profesado siempre la doctrina de que era necesario gobernar con los parlamentos. Partiendo de estas ideas, resuelto á conservar las Córtes actuales, y conociendo el gran poder que en ellas ha tenido el bando trinitario, parecióle el medio mas conveniente para lograr apoyo de su mayoría la formacion de un gabinete misto, donde entrasen por iguales proporciones esos dos partidos que dividen el antiguo y general de la exaltacion. Transigir sus diferencias prácticas, si por acaso habia alguna, ejercer en compañía el poder, llevar adelante en comunidad la obra del pronunciamiento, ahogando la division intestina que amagaba entre sus autores, vivir siquiera lo restante del año sin disolver unas Córtes recien convocadas, y ver venir entretanto los acontecimientos para poder declararse despues segun los que ocurrieran, tal fué sin duda el empeño del señor diputado por Badajoz, cuando se dirigia á los que pasaban por hombres templados en la fraccion vencida pocos dias antes.»>

(1) Los hombres influyentes de la faccion trinitaria, que quedan arriba mencionados.

:

«Ahora bien, si el partido trinitario hubiese mirado su derrota como las consideran en esta clase de gobiernos todos los partidos regulares; si se hubiera sometido con sinceridad á la votacion de la mayoría; si estuviera dispuesto a entrar francamente en las condiciones del gobierno que se habia proclamado, nada mas beneficioso para él, nada mas favorable podia acontecerle que esa oferta que se le presentaba para que entrase juntamente con los unitarios á dirigir la gobernaciou. Veia que el Regente no lo rechazaba: veia que las disidencias sobre an debate ya resuelto no pasaban mas allá, y no servian de obstáculo para el acuerdo futuro: veia, en una palabra, que el poder militar estaba dispuesto a seguir en union con el espíritu revolucionario y que ocupando aquel la soberanía aceptaba por consejero y por el director al segundo ¿Qué mas podia apetecer ese partido á los cuatro dias de la batalla que acababa de darse, á los cuatro dias de la derrota que acababa de sufrir? ¿Cómo no aceptó inmediatamente la propuesta, cómo no corrió á posesionarse del ministerio?»>

<«<Si pues no lo hizo, si rechazó enérgicamente las proposiciones del señor Gonzalez, si se negó hasta á discutir las mas vulgares condiciones, si opuso una invencible resistencia al proyecto con que se le convidaba, la consecuencia es que no quiso esa situacion de compañía con la fraccion vencedora, y que fijó como símbolo de su advenimiento todo el poder, nada menos que todo el poder. ¡No querer acompañar á los hombres de la Regencia única, fué ostentar la pretension de disponer por sí solo de la suerte del Estado. O derribar, ó anular el bando triunfante, fué la traduccion simple y natural de aquella repulsa.»>

Y recordando á continuacion el papel á quien aludimos que el bando triunfante no habia sufrido esa repulsa en cuestiones ordinarias de gobernacion ó administracion sino en un hecho irrevocable constitucionalmente que á diferencia de aquellas no podia volver á ser tratado en el terreno regular de los hechos, sino que se necesitaba de una revolucion para derribar al Regente, enumerando estas y otras circunstancias de aquella repulsa, sacaba la consecuencia de que el partido trinitario se colocaba fuera de la ley, que no aceptaba las condiciones de la nueva situacion.

Ese partido que no queria ni aun escuchar el programa de Gonzalez ni menos discutir sus bases, solo porque habia votado por la Regencia única, mientras ellos lo habian hecho por la de tres, se colocaba segun aquel papel, en colision, en lucha, en hostilidad marcada con el gefe del gobierno; él rompia sus relaciones políticas, no con el ministerio sino con el poder; él se declaraba adversario, no de un partido dominante, sino de la misma

« AnteriorContinuar »