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esencia constitucional del Estado. Sus miras y su objeto eran ya conocidos, protestando contra la naturaleza de la Regencia, cual la habia hecho un acuerdo de las Cortes, volvíase á salir nuevamente del terreno legal para colocarse otra vez en otro distinto.

Mucho de exageradas y maliciosas tenian estas y otras interpretaciones que diariamente se daban á la negativa de los trinitarios, y aunque por el pronto acibararon las esperanzas del Duque y fatigaron su mente, haciéndole estremecer con la magnitud de los peligros que se le ponian de frente, sirvieron ellas tambien quizás para apercibir á esos que se pintaban como implacables enemigos suyos los diputados trinitarios, llamarlos la atencion hácia la gravedad de la crisis que se atravesaba, y hacerlos conocer que aun existian en el suelo español y en el terreno mismo de la política adversarios encarnizados de ambas fracciones progresistas que procuraban minar los cimientos de la situacion y preparar el golpe de gracia á aquel partido numeroso á quien compacto y unido no alcanzaba á destruir la escesiva debilidad de sus fuerzas. Este segundo efecto veremosle producido dentro de muy poco, á influjo de esa misma escitacion contraria de los moderados, entretanto que nos ocupamos del primero., de la impresion que los mil comentarios à que daba lugar la crisis, produjeron en el ánimo del REGENTE.

Trasladado como ponencanto de la vida sencilla de los campamentos á la turbulenta de la corte; poco avezado á dar largas á la ejecucion de sus proyectos cuando era la causa del pais el fin á que se dirigian, y la lealtad de un ejército aguerrido y disciplinado el brazo con que se contaba para realizarlos, conformabase mal de su grado con los trámites largos y complicados que llevaban los asuntos políticos, y echaba de menos aquella época feliz en que sujetándose á una sola accion, y movidas como por un solo resorte, abrazaba la voluntad los consejos que venian de la cabeza y ejecutaba sin dilacion el brazo, los decretos de la voluntad. Sobre todo, cuando veia que no servian aqui como alli ni el patriotismo mas puro, ni el deseo mas ardiente del bien general, que subordinadas las mejores disposiciones à la cooperación de diversas fuerzas secundarias, habian de ser traducidas y examinadas por el prisma que estas les presentaran, lamentábase de lo apurado de su posicion, acusando de poco celo y aun de ingratitud à sus mas íntimos amigos que despues de haber contribuido al triunfo de la Regencia única, se negaban ahora á sostener la misma situacion que habian creado. Tales cálculos y otros muchos de la misma índole, mas apasionados que exactos formaba el Duque de la VictoRIA, cuando se decidió a llamar de nuevo á D. Antonio Gonzalez, á quien pintó con vehemencia lo desesperado de su posicion y las circunstancias que demanda ban

la pronta confeccion del ministerio. Gonzalez que no desconocia el descrédito que sordamente labraba en el nuevo poder la prolongacion de la crisis, que escuchaba los clamores de la prensa, que observaba la paralizacion de los negocios en todos los ramos de la administracion pública, no quiso á fuer de honrado dejar solo en medio de tanto escollo al Duque de LA VICTORIA, y despues de haber empleado un largo rato en apaciguar sus recelos, se decidió á echar sobre sus hombros el grave asunto de la organizacion del ministerio.

La resolucion con que emprendió este negocio, apenas era suficiente para obviar los obstáculos que se ofrecian. La negativa de los trinitarios á tomar parte en el ministerio que habia dado motivo á Gonzalez para desistir segunda vez de su tarea, subsistia aun en pie, siendo alarmante no solo por lo que ello significaba, sino tambien porque era el síntoma de la oposicion que los diputados jóvenes del Congreso habian de hacer al ministerio que se formase. Con efecto, no solo los nuevos diputados sino tambien una buena parte de los antiguos se quejaban de que la nueva Regencia no hubiera buscado en la juventud laenergía y valor que apetecia, dando entrada en el nuevo gabinete, cuando no formándole esclusivamente con ellos á hombres llenos de fé, de vida, de entusiasmo, capaces de arrostrar á poder de estas grandes cualidades, las inmensas reformas que esperaba la nacion, como desarrollo y consecuencia del último pronunciamiento. Que los hombres educados en rancias escuelas, eternos trasmisarios de sus odios y de sus resentimientos avezados á satisfacer exigencias de personas, antes que promover el bien del pais, eran inútiles á juicio de aquellos diputados, y considerados como un instrumento ya gastado que convenia retirar por mas que fuera con el aprecio de sus servicios anteriores.

Preveia Gonzalez este estorbo, deduciéndole de la misma conducta de los senadores trinitarios, y cuando se dedicaba con todas sus fuerzas á buscar los medios de salvarle, hé aqui que ese mismo ardor y entusiasmo de que él tanto recelaba, secundaron magníficamente sus propósitos, escitando la generosidad de los nuevos diputados y sirviendo ese sentimiento gran-dioso, verdaderamente juvenil, de rayo, de consuelo, de esperanza, que descendia á vivificar las casi ya amortiguadas. del Presidente del consejo D. Antonio Gonzalez. Y hé aqui el segundo efecto que pudieron producir los alarmantes raciocinios de los diarios moderados.

Una de las personas con quienes mas íntimamente habia tratado Gonzalez en aquellos dias era el general D. Facundo Infante, de quien á título de amigo y paisano, pudo conseguir aquel que aceptase el despacho de la secretaría de la Gobernacion, valiéndole para ello mucho el pintarle muy al vivo la poco halagueña posicion del REGENTE con quien unian tambien

ȧ Infante antiguos vínculos contraidos en la honrosa carrera de las armas. Desde luego trabajaron juntos Gonzalez é Infante para completar el ministerio; pero no les fué igualmente facil; hasta que conociendo varios diputados nuevos, paisanos tambien de los dos presuntos ministros las dificultades que estos encontraban y conociendo que harian un gran servicio á su patria, si prescindiendo de menos nobles consideraciones, volaban en su socorro, tuvieron una conferencia privada, de la cual resultó el convenir estos diputados en trabajar de consuno hasta conseguir que todos los jóvenes que se hallaban en el Congreso se comprometiesen á no hacer la oposicion al ministerio Gonzalez hasta tanto que sus actos fuesen conocidos y examinados. Pero como para llevar adelante esta resolucion era preciso tomarse algun tiempo, escribieron á Infante dándole cuenta de ella y pidiéndole que se le prolongara la crisis por solas veinte y cuatro horas. Nada mas grato para Infante que semejante noticia, la cual comunicó á Gonzalez, el que tampoco tuvo inconveniente en acceder á la suspension comunicándoselo á los diputados que la habian solicitado. Tan bien cumplieron estos su oferta, y tantos y tan activos fueron los pasos que dieron en obsequio de la pronta organizacion del ministerio, que á muy poco tiempo pasó á ver á Gonzalez una comision nombrada por cincuenta diputados de la opinion trinitaria, la cual á nombre de sus delegantes iba encargada de manifestar la confianza que les inspiraba su probidad y consecuencia de principios políticos, y de reiterar el compromiso condicional que se le habia indicado de prestar apoyo al gabinete que presidiese siempre que lo merecieran sus actos.

Vencidos los principales obstáculos que asediaban á Gonzalez é Infante fuéles facil á estos arreglar en muy pocas horas el gabinete que se habia de componer de estos dos sugetos, desempeñando el primero con la presidencia del consejo el ministerio de Estado y el segundo el de la Gobernacion. Ademas fueron nombrados por decretos del 21 de mayo, D. Evaristo San Miguel para el ministerio de Guerra; D. Andrés Camba, para Marina, Comercio y Gobernacion de Ultramar; y D. José Alonso, ministro del tribunal de Justicia, para el de Gracia y Justicia. Sin titubear aceptaron sus respectivos nombramientos los sugetos mencionados dirigiendo sus esfuerzos de mancomun á buscar un sugeto á quien entregar la cartera de Hacienda que resultaba vacante por la dimision de D. Joaquin Maria Ferrer, eligiendo despues de largas conferencias á D. Pedro Surrá y Rull, quien la desempeñó primero interinamente y despues en propiedad. A las dos y media de la noche del 20 se despidieron del REGENTE los ministros dimisionarios y tomaron posesion los nuevos de sus respectivas secretarías.

Tal fué el término que tuvo la crisis ministerial sobre la cual tanto se

babia escrito y hablado, que á tantos y tan trascendentales rumores habia dado ocasion. Ya hemos indicado lo suficiente para que se conozca que el espíritu de partido, abultó, comentó los hechos y los exageró para acomodarlos á su placer y emplearlos como armas con que habia de combatir por sus interesadas intenciones. Pero como quiera que hasta ahora no hayamos hecho otra referencia que la de los órganos moderados, y no fueran estos solos los que con notable pasion examinaran el vitalísimo asunto que se agitaba en aquellos dias, servirán para darnos una idea de los cálculos y opinion de la prensa progresista, las siguientes importantes líneas del. Eco del Comercio.

Deplorando la defraudacion de las galanas esperanzas que algunos habian formado sobre la pronta confeccion del gabinete y calificando de estériles los medios empleados por Gonzalez, decia el 20 de mayo.

«Si las noticias que corrieron ayer acerca de las últimas tentativas de arreglo ministerial son ciertas, el modo que ahora se tiene de trabajar en el sentido de los principios parlamentarios, es no salir de un estrechísimo círculo compuesto de tres ó cuatro personas con cuyo acuerdo esclusivo se quiere, no buscar un ministerio que desde luego cuente con la verdadera mayoría parlamentaria, sino un ministerio que sea impuesto à la mayoría, ó cuando mas, que trate de jugar una especie de albur para ver si halla ó no halla en su favor al Senado y al Congreso en sus mas poderosas frac

'ciones. »

«Hemos dicho la verdadera mayoría parlamentaria, porque no està ya en los que dijeron tres ni en los que dijeron uno, sino en los hombres de igual origen politico, en los que profesan en política general los mismos principios, en los que tienen idénticos intereses, y comienzan á entenderse perfecta y cordialmente, porque han llegado á vislumbrar que por los términos que va llevando la crisis unos y trinos quedarán de lado, como no formen parte de una corta é impopular pandilla, ó mejor dicho tertulia, porque tal nombre puede darse á su limitado número. »

«A estos y á todos los que puedan seguir manejando ó empezar á manejar el asunto de la pesada confeccion ministerial, les avisamos para que no se lleven chasco, que unos y trinos no son ya mas que unos, que se van entendiendo y entendiendo lo que se trata, y que cualquiera que tomando por pretesto cuestiones accidentales ya fenecidas, pueda olvidar cuándo, cómo, por qué y á qué han venido las actuales Córtes, se hallará desde la primera ocasion con una oposicion de frente y en ambos cuerpos, tan robusta, tan crecida, que se acerque mucho á la unanimidad, ó al solo pensamiento politico que domina en el Congreso y Senado. >>

«Si esto se quiere arrostrar, si se hallan dispuestos á las consecuencias

de tan falaz y torpe política, que se arroje de una vez el guante á la nacion entera, que no se digan esas palabras hipócritas de respetar los principios y las prácticas parlamentarias, y sabremos á qué atenernos. »

Y los graves recelos, y las escitaciones y la voz imprudente de alarma que lanzaba el Eco en ese último periodo lejos de terminar con los nombramientos referidos, parecieron tomar incremento. Hé aquí cómo se espresaba despues de saber los nombres de los nuevos ministros.

«Si la crisis ha terminado en lo puramente material de tener escritos seis nombres que compongan el personal de un ministerio, la crisis moral y política, la crisis de los ánimos de la generalidad del público empieza con mas fuerza que nunca; porque mientras no se hallaban ministros habia. la esperanza de hallarlos tales cuales, como suele decirse; y ahora que ya los tenemos, la opinion los califica de un modo que suscita recelos de inseguridad, conflictos, peligros, descrédito, atraso en las reformas y esperanzas de otras nuevas crisis mas difíciles aun que la que llaman algunos terminada. >>

<<¡Desgraciada nacion la que al cabo de tantos años de guerras, de revoluciones, de mudanzas y de dificultades vencidas á costa de tanto trabajo, no ve jamás un punto de consuelo en que fijar la desolada vista para fundar esperanzas, siquiera remotas, de sosiego, de estabilidad, de alivio y de mejora.»

«¿Y cuáles pueden ser nuestros vaticinios en este momento despues de referidos los que ayer fueron consecuencia de la nueva combinacion ministerial? ¿Quién puede adivinar el pensamiento del naciente gabinete, cuando en su larga composicion de todo se ha tratado, escepto de las cosas? Si por lo menos hubiera salido su totalidad ó su gran mayoría de la mayoría parlamentaria, ya tendriamos un medio de adivinar la tendencia del nuevo gobierno. Pero como es evidente que no pertenece á dicha mayoría, y si à una corta fraccion limitada casi á ciertas personas de las que han empuñado las carteras ministeriales, difícil es predecir el giro que tomarán los directores, de la máquina del Estado en las circunstancias presentes. >>

«Solo uno de ellos ha tenido ocasion de gobernar hasta el dia en el ramo que ha tomado á su cargo: mal podrán de consiguiente saberse sus tendencias, ni anticiparse ideas sobre los resultados. >>

«En fin, hoy se abren de nuevo las interrumpidas sesiones de los cuerpos legislativos; y poco hemos de tardar en ver si los hombres que componen la nueva organizacion ministerial contaban con algo ó se arrojaban, como parece á probar fortuna, cual si en estas cosas se pudieran hacer ensayos, á no tratar á la pobre nacion como cadáver de hospital destinado á tomar lecciones prácticas de anatomía. >>

TOмO III.

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