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der, se vió en el caso de tener que pedir á sus amigos para subsistir. Esto mengua el decoro español!

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Se ha cerrado el libro de la Constitucion diciendo el general Zurbano en Gerona que no se abriria mientras estuviese él allí. Y no se nos diga que nosotros levantamos la voz pidiendo medidas fuertes para acabar con los facciosos. Medidas fuertes pediamos, pero las queriamos dentro del círculo de la ley y no lo que se ha hecho: ciudadanos han sido separados de sus familias nada mas que porque no piensan lo mismo que el gobierno. ¿Hay autoridad en nadie para obrar de esta manera?»>

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Por desgracia tenia razon el diputado catalan, y véase como los ministros y los que se decian amigos del CONDE-DUQUE le perjudicaron gravísimamente por su ineptitud, y otros por su orgullo, no faltando algunos que lo hiciesen de mala fe, como lo probaremos en las páginas inmediatas.

El Sr. conde de las Navas, aunque de la oposicion, tambien creyó oportuno el dar su apoyo al REGENTE, bien persuadido sin duda de que los tiros asestados contra su persona se dirigian tambien contra las instituciones.

Esta circunstancia notabilísima, como otras muchas que iremos mencionando al historiar el pronunciamiento del 43, en el cual varias de sus juntas proclamaron la Regencia del CONDE-DUQUE, prueban de un modo irrecusable que la mayoría del partido liberal agradecida á los eminentes servicios de ESPARTERO le apreciaba de corazon, disintiendo únicamente y tal vez por un juicio equivocado de la marcha que en los negocios públicos siguieron algunos de sus ministros.

Léanse las palabras del Sr. conde de las Navas porque ellas son un testimonio de la verdad de nuestras observaciones.

El señor conde de las Navas (desde la tribuna): Lastimoso es que la primera sesion de esta legislatura tenga lugar en circunstancias tan críticas, y hayan de ocuparla sucesos tan tristes para el pais.

El Congreso ha oido y la nacion entera las ocurrencias habidas en Barcelona: pero no podrán ni la nacion ni el Congreso formar un juicio exacto de ellas por el relato de los partes que se han leido. Ningun diputado ni español que bien estime á su patria puede dejar de lamentar sucesos que ensangrientan las páginas de la historia de esta nacion que ya respiraria mas venturosa si hubiera tenido hábiles gobernantes. Ninguno podrá dejar de dar un voto á la proposicion que se discute porque ella encierra todas nuestras efusiones. En ella se dice (lee) ¿Quién de nosotros reunidos aqui por la Constitucion y las leyes, no se une á los deseos del REGENTE DEL REINO para sostener pura esa Constitucion? Yo no hubiera tomado la palabra si á esta proposicion no hubiese precedido una espe

cie de adicion ó posdata que el señor ministro de la Guerra puso a los partes que acaba de leer, à los incompletos partes, señores, à unas copias que dijo S. S. que iba a leer. Puso la adicion, ó terminó la lectura diciendo: el REGENTE DEL REINO va á salir para Cataluña á hacer entrar á los revolucionarios en el órden. Son palabras que he copiado, y sin duda, à ellas aludia mi amigo el señor Prim al decir que la cuestion se prejuzgaba. Pero no, no se prejuzgaba la cuestion. Indudablemente se ha alterado en Barcelona el órden, la tranquilidad; las leyes se han hollado.

¿Quién es la causa de esto? El señor ministro de la Guerra dice que los revolucionarios, y yo no los conozco: el señor Prim dice que el gobierno y eso si lo conozco yo (risas): el simple relato de los partes va á demostrarlo. »

El diputado D. Pascual Madoz ateniéndose á la oscuridad que revelaban los partes leidos por el Sr. Ministro de la guerra dijo con mucha oportunidad y acierto.

«Yo lo digo francamente, no me atrevo à formar juicio respecto á los sucesos de Barcelona, pero la proposicion no prejuzga de ningun modo la cuestion, sino que lo único que en ella se pide es que demos fuerza al gobierno para que la Constitucion y las leyes sean respetadas. Creo como el señor Mata que el partido republicano no ha sido el que ha promovido aqueHos acontecimientos, sino que los entiendo del modo siguiente. En un principio fué un alboroto de una pequeña parte del pueblo, pero es necesario tener presente que en Barcelona alguna parte de la población está sirviendo de instrumento á las intrigas que se forman dentro y fuera de España; hubo al principio algun alboroto, pero mas tarde acaso alguna imprudente carga dada por la tropa ha sido causa de que toda la poblacion se pusiese en movimiento. >>

Los temores que algunos señores diputados abrigaban de que el gobierno para vencer aquella insurrecion aislada y sin trascendencia por mas que el centro de la misma fuese una ciudad tan afamada y poderosa, como realmente lo es y lo ha sido siempre la liberal Barcelona, dieron lugar á una adicion del Sr. Mata concebida en estos términos: «pido al Congreso se sirva acordar un mensage al REGENTE DEL REINO ofreciéndole su cooperacion para sostener la Constitucion y las leyes DENTRO DEL CIR

CULO LEGAL...»

El Sr. Serrano autor de la proposicion y los demas firmantes de ella accedieron á los deseos del Sr. Mata y quedó aprobada tal como acabamos de espresar.

Hasta que punto fué oportuna la adicion del Sr. Mata no hay para que significarlo, pero es lo cierto que la susceptibilidad del REGENTE hubo de

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resentirse de ella; mas fuerza es advertir que los deseos del diputado catalan y de la mayoría que aprobó su enmienda era el evitar un conflicto al mismo CONDE-DUQUE, conflicto que al fin le hicieron arrostrar sus consejeros responsables.

La celebridad que obtuvo la adicion del Sr. Mata por los resultados que dió la infausta insurreccion de Barcelona fué inmensa y de consecuencias harto desagradables.

Al dia siguiente de esta importante sesion se espresaba asi el Eco del Comercio.

«De todos modos nos consuela el prudente paso de la adicion que à la proposición se puso, porque demuestra la poca confianza que inspiran unos funcionarios, á quienes solo se apoya por circunstancias, y es tanto mas notable esta desconfianza, cuanto que á pesar de haberse invocado el respetable nombre del REGENTE del reino, poder irresponsable que va á funcionar en Cataluña, se ha procurado marcar un límite à las atribuciones que tal vez el gobierno en su ilusion habria llevado muy allá.

«Por último, la sesiou de ayer da márgen á tales reflexiones, que nos seria imposible esplanarlas todas en un solo artículo. Hemos tenido el disgusto de no oir el parecer del célebre orador don Joaquin María Lopez, cuyos raciocinios tal vez hubieran impuesto otro giro á la discusion; pero en cambio hemos visto un deseo en casi todos los señores diputados que han tomado parte en ella, de sincerarse para con el público acerca de sus opiniones, con respecto al ministerio actual: todos le ofrecen una oposicion firme y sostenida, y cualquiera que sea el desenlace de los sucesos de Cataluña, únicos que retardan momentáneamente la lucha, ha llegado el término del gabinete ó de la legislatura de 1843.»

Pasó al palacio de Buena-Vista la comision del Congreso de diputados a presentar al REGENTE el mensage votado por la cámara, habiendo tenido la satisfaccion de oir de boca de S. A. los sentimientos del mas puro patriotismo. >>

En el mismo dia (21 de junio) y hora de las dos de la tarde revistó ESPARTERO á la brillante Milicia Nacional que se hallaba en el Prado, y despues de pronunciar una breve pero sentida y patriótica alocucion salió por la puerta de Alcalá en direccion à Barcelona.

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Considerando esto mismo, decíamos poco ha que muchos de los que le redeaban no eran sus verdaderos amigos.

Aqui debemos recordar á los señores Olózaga y Seoane, quienes ejercieron su influencia para que ESPARTERO saliese à Barcelona.

Relativamente á esta cuestion y ocupándose de la parte que en ella le cupo al Señor Olózaga, decia el Eco del Comercio al dia siguiente de salir el CONDe-Duque.

«Cuando vemos elevado à la presidencia del Congreso de diputados al que capitaneó las huestes de la última mayoría, de cuyos talentos y prácticas parlamentarias debia esperarse la estricta observancia del reglamento, en cuya confeccion tuvo tanta parte que en las cuestiones ocurridas hasta aqui ha sido su voto el decisivo, vemos con sorpresa que lejos de corresponder á nuestros juicios, está dando armas á sus enemigos para que tachen su conducta de equívoca cuando menos.

El diplomático señor Olózaga manifestó ayer en el seno del Congreso, que el haber sido llamado á un consejo de ministros para tratar de cuestiones graves que no podia revelar, habia retrasado la apertura de la sesion; sobre lo cual deseariamos penetrar si es que no pueden comenzarse esta sin la asistencia personal de su señoría, ó por qué, si se puede, dejó de abrirla cualquiera de los señores vice-presidentes, llegada la hora y habiendo suficiente número de diputados; asi como se habia cerrado la del viernes por los cortos momentos que tardó de personarse el gobierno, con lo que se dió márgen á que no se inteligenciase el público de las ocurrencias de Barcelona.....

Menos podemos compaginar la misteriosa revelacion que dejaba de hacer el señor presidente de la cámara popular de lo ocurrido en el consejo de ministros, con que concedida la palabra al gefe del gabinete, diese este lectura á toda la correspondencia que dijo habia recibido sobre los sucesos de Barcelona; pues que aquella reticencia y esta franqueza real ó aparente, se implican y dan ancho campo á conjeturas tristes y desconsoladoras.

Tampoco se nos alcanza la oposicion y resistencia que encontró en el señor de Olózaga la proposicion del señor Obejero, que tenia por objeto rogar à S. A. que no saliese de Madrid en estas criticas circunstancias; cuando debió conocer que prorogada su presentacion era ya nula é ineficaz y mas no habiendo citado para hoy à sesion.

De esta conducta pudiera deducirse que el mensage aprobado tuvo su origen y comprometida oferta en el consejo de ministros à que asistió el señor Olózaga, (que seria tal vez lo que no podia decir) confirmandose mas esta induccion, al ver que el Senado se reunio por sobre acuerdo y á

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