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tomaban las circunstancias y celoso por la conservacion de la libertad, dirigió su voz sincera y patriótica á los mal aconsejados pueblos.

Hubo autoridades y entre ellas la diputacion provincial de Zaragoza, que presentaron sus programas invadiendo en él las atribuciones de las Cortes y queriendo llevar tan desatinada é inportunamente ciertas reformas que á su realizacion se hubiera seguido una anarquía administrativa y gubernamental perjudicialisima y espantosa.

Hubo tambien otras autoridades que con mas circunspeccion y guiadas por el espiritu del bien público, dirigieron su voz á los pueblos con mesura, dignidad y patriotismo, como puede verse en la siguiente alocucion de los diputados madrileños.

«La diputacion provincial de Madrid á los electores de la misma. Electores: Dentro de pocos dias vais à depositar vuestros votos en las urnas electorales para nombrar diputados y proponer senadores que os representen en las próximas Córtes ordinarias.

«La diputacion que tiene sobradas pruebas de la cordura, de la sensatez y del acierto con que siempre os habeis conducido en ocasiones semejantes, se habia propuesto guardar en la presente el mas profundo silen– cio para alejar hasta la mas remota idea que pudiera concebirse en detrimento de la imparcialidad y de la rectitud de sus principios.

«Colocada no obstante en una posicion ventajosa para observar de cerca los diversos intereses, las tendencias y hasta los medios mas o menos ingeniosos que se han puesto en juego para complicar y aun para destruir la situacion creada en 1.° de setiembre, considera indispensable dirigiros su voz para que seais doblemente 'cautos, y no os dejeis seducir con las promesas halagueñas que hipócritamente se ostentan por algunos partidos o fracciones politicas en los manifiestos que con tanta profusion se han difundido de poco tiempo á esta parte.

La diputacion deplora como una calamidad de inmensas consecuencias esa funesta divergencia de opiniones que el genio del mal ha sabido introducir entre las filas de los liberales; que siempre han marchado unidos y compactos para triunfar de los enemigos del sistema constitucional, ora se disfrazasen con la máscara de la moderacion, ora se presentasen defendiendo las teorías desacreditadas é impracticables de una república.

Ahora tenemos disidentes entre los hombres que han profesado unas mismas doctrinas; y todas las ambiciones, todos los conatos y todas las intrigas de los unos y de los otros se han combinado como medios de accion, para conseguir sus respectivos designios sobre la ruina de los poderes que hoy reconoce la nacion como legitimos y comformes à la ley fundamental.

«Bien conoceis que el triunfo de estos elementos en cualquier sentido que se pronunciase, traeria en pos de sí la anarquía, otra nueva guerra civil mas desastrosa que la anterior, y todas las desgracias que son consiguientes y de que ya teneis una reciente y dolorosa esperiencia. La paz, la santa paz que hoy disfrutamos huiria de nuestro suelo, y el porvenir de la patria seria entonces la desolacion, las lágrimas y la esclavitud.

«Considerad bien toda la importancia de la próxima eleccion, y cada vez se convencerá mas vuestro patriotismo de la imperiosa necesidad de unirse todos los hombres honrados, pacíficos y de probidad para conjurar esa tempestad que amenaza, emitiendo sus sufragios en favor de aquellas personas que por su rectitud, desinterés y buen juicio les inspiren una completa seguridad de que corresponderán dignamente á la mision importante que se les confia, satisfaciendo las exigencias de la época, y sosteniendo á todo trance el órden y la paz de la nacion bajo la enseña sagrada de la Constitucion de 1837, trono de Isabel II y regencia del Duque de LA VICTORIA hasta el 10 de octubre de 1844.

«Madrid 3 de febrero de 1843. Alfonso Escalante, presidente. Pedro Beroqui. Matías Angulo. Pedro Sanchez de Ocaña. José María Torres y Muñoz. Pedro Antonio de la Arena. Antonio Santos. Ezequiel Martin Alonso.=Mariano Garrido. Valentin Céspedes. Antonio Tomé de Ondarreta. Juan Gomez. Juan Francisco Morate, secretario. »>

Era por mas de un concepto notabilísima y oportuna en aquellas circunstancias la alocucion preinserta, y únicamente hombres ambiciosos y otros torpemente alucinados pudieron desoir consejos tan saludables, y pronósticos tan fundados que por desgracia viéronse al fin cumplidos.

Ademas de este y otros muchos é importantes documentos que pudiéramos citar en corroboracion de nuestro juicio, no podemos prescindir de trasladar integro el famoso manifiesto del 10 de febrero, que por su elevado estilo, sus brillantes máximas políticas, su tendencia patriarcal y conciliadora, y patrióticos y amistosos consejos, fué sin disputa el mas notable de cuantos las exigencias del pais hicieron que diese á luz el ilustre Duque DE LA VICTORIA.

Decía así:

EL REGENTE DEL REINO A LOS ESPAÑOLES.

«En la ardua y complicada posicion á que el conflicto de las pasiones, los artificios de la intriga y el carácter mismo de los acontecimientos han traido nuestras cosas públicas, la voz del REGENTE DEL REINO dirigida á sus conciudadanos, y hablándoles con la ingenuidad que acostumbra de TOMO III.

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los grandes intereses que afectan ahora al Estado, quizá sírva á disponer convenientemente los ánimos para que reunidos cuantos de veras amen el bien de su pais, se encaminen à un solo fin, y se penetren de un solo pensamiento.

«Porque la fuerza que produce esta generosa conformidad de miras y de esperanzas en los buenos, es irresistible, españoles. Con ella se desvanecen las dudas, se allanan las dificultades, se ahuyentan los peligros: con ella espero yo que conjuremos este nublado de contrariedades con que la malevolencia nos amaga, y que al impulso de vuestra voluntad unánime y resuelta se disipe prontamente como el humo.

«Vosotros habeis visto con qué teson, con qué ahinco nuestros enemigos reproducen y continúan su plan maquiavélico y cruel de dividirnos, de fatigarnos, de que no podamos dar asiento á nuestros negocios, de que tomemos en fin odio y hastio, primero a los hombres, despues á las cosas mismas. De aqui el desenfreno de la imprenta, la disfamacion personal, la corrupcion llevada á todas partes, la division introducida entre los vencedores de setiembre, tan acordes en los grandes objetos políticos, tan estraña y lastimosamente hostiles en puntos secundarios de administracion y de órden. De aqui tambien esos dos acontecimientos escandalosos y graves que han perturbado la paz de la monarquía en estos dos años últimos, y en que los enemigos de nuestras instituciones han apurado su odio y mostrado á las claras su incesante perversidad.

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«El uno fué el atentado de octubre, en que llevando sus alevosos intentos hasta el sagrado del regio alcázar, y cargando sus minas destructoras debajo de los cimientos del trono, presumieron volar con él de una vez nuestras mas dulces esperanzas, y sumergirnos de pronto en la mas espantosa anarquía. El mundo ha visto cual fue el éxito de tan abominable designio, que tuvo su término en la ruina y oprobio de sus ejecutores, cual correspondia à un intento tan sacrilego como temerario.

«No escarmentados aun, permanecieron en su propósito, però variaron de plan. Sin dirigir el puñal como la vez primera derechamente al corazon, trataron de envolvernos en otra guerra civil, esperando que se prolongase tanto como la que se terminó en los campos de Vergara. Y escogiendo á la rica y populosa Barcelona para centro y punto de apayo en su pérfida agresion, allí establecieron su arsenal de intrigas y arterias; y allí acudieron como auxiliares suyos los vagamundos de Europa, escoria de todas las naciones, que sin patria, sin hogar, sin vínculó social "ninguno, son siempre viles instrumentos de la mano alevosa que los paga. A ellos y á sus crueles instigadores es debido el inminente peligro que ha eorrido aquel imperio de nuestra industria, y los males que ha teni

do que sufrir por su mal aconsejada temeridad. Deber era del Gobierno reprimir vigorosamente una rebelion declarada, y castigarla con severidad para escarmiento en lo futuro. Fuerzas le sobraban para ello, la ocasion ya era suya del todo, la resistencia imposible. Con qué miramientos sin embargo haya procedido à la represion, con qué templanza haya usado del castigo, la España, la Europa lo sabe y contra la notoriedad de los hechos no es posible que prevalezcan las vanas declamaciones, las groseras imposturas: esas armas quédense en buen hora para los fautores, para los complices del alzamiento, que se desquitan con ellas de las esperanzas que han perdido.

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<< Pero si bien en estos acontecimientos la causa nacional ha triunfado. del peligro, y se ha sobrepuesto gloriosamente á él, no por eso su influjo moral en el espíritu público deja de ser tan efectivo como evidente. Ellos han producido nuevos intereses, nuevas pasiones, dificultades nuevas. El aspecto de nuestros negocios es hoy enteramente diverso, y presenta muy diferente carácter que el que tenian cuando se reunieron en marzo de 41 las Cortes que han cesado. Conveniencia pública, ó mas bien necesidad, era convocar una nueva representacion en que se pusiese bien de manifiesto cual fuese la voluntad nacional respecto de las necesidades y de los remedios que la nueva situacion de las cosas exigia de los poderes del Estado. Animado de este espíritu, y con este objeto solo, he usado en esta ocasion de la facultad que me da la Constitucion y con acuerdo del Consejo de Ministros he disuelto el Congreso de Diputados, y estan convocadas nuevas Cortes.

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«Grandes son por cierto, à par que nobles y gloriosas, las tareas que van á ocuparlas; inmensos los servicios que pueden hacer á su patria los nuevos legisladores, si llenan los destinos á que en este momento crítico y vital son llamados. Sistema tributario, organizacion de la fuerza pública y del poder judicial, códigos, crédito público, presupuestos castigados con la mas severa economía, nivelacion aproximada de ingresos y de tos, recursos para llenar el déficit en el cumplimiento de las obligaciones, ayuntamientos, diputaciones, gobiernos políticos, imprenta, Milicia Nacional, instruccion pública; à tanto es fuerza atender con las buenas leyes orgánicas que estos objetos requieren y que ya la Constitucion necesita para consolidarse y producir sus naturales consecuencias: objetos de la mas alta importancia, delicados todos, y todos dificiles, si es que puede haber algo dificil á una voluntad firme y constante, á la ingenuidad, á la buena fé, à un ilustrado y bien dirigido patriotismo.

«Necesario es pues que al acercarse á la urna electoral considereis bien. el nombre que vais á depositar en ella, y si el ciudadano que le lleva es

capaz de desempeñar tan graves atenciones, y de defender tan caros intereses. No pretendo yo, ni de ningun modo me corresponde, señalaros la clase, la opinion, el partido á que hayais de acudir para acertar. No, españoles; todos los partidos, todas las opiniones, todas las miras que se comprendan en los límites de la Constitucion, pueden ser útiles al servicio del Estado; en todas se hallan personas de saber, de servicios y de virtudes que merecen este honor, y en quienes podeis depositar debidamente vuestra confianza. Para mi son respetables todas, y para el propósito de que ahora se trata igualmente necesarias y convenientes. Lo que importa es que los elegidos, cualesquiera que sean la opinion y color constitucional á que petenezcan, sean hombres de despierta razon, de buen consejo suficientemente instruidos en las necesidades y recursos del pais, de virtud y probidad reconocida, ásperos á la intriga impenetrables á la corrupcion, inaccesibles al miedo. No soy yo ciertamente quien tales condiciones exige; lo es la patria, lo es la virtud, lo es la necesidad de las cosas. Estos hombres son los que han de mostrar al mundo que los españoles saben gobernarse á si mismos; ellos los que han de probar que una nacion de 44 millones de habitantes, libremente constituida, y con una fuerza pública bien organizada, se siente con derecho á tener una voluntad, y está resuelta á tenerla.

«En cuanto á mí, que elevado por la confianza y benevolencia nacional à un puesto tan alto, revestido de una autoridad tan estensa, no puedo estar animado de las miras y pasiones que tienen tanta cabida en los debates parlamentarios; yo os doy estos consejos con la mas perfecta imparcialidad, con la mas pura buena fé. Ya, ¿qué puedo yo desear? Mi destino empezó á escribirse en los campos de Vergara, y la Providencia le acabó de determinar con los sucesos de setiembre en Cataluña, y con el puesto á que me alzaron las Córtes en Madrid. Bien sé que mi responsabilidad es inmensa; pero tengo abierto y bien trazado el sendero en la naturaleza de mi encargo, en los sucesos de la fortuna, en la lealtad de mis principios, en la moderacion de mis deseos. Cien veces lo he dicho y jurado, y otras ciento lo repetiré y juraré conservar, consolidar la libertad politica y civil de nuestra patria, mantener ileso el trono constitucional de Isabel II, y deponer á sus pies la autoridad que ejerzo en su nombre en el punto mismo que lo dispone la ley fundamental, tales son mis deberes. Claros, precisos, determinados, no necesitan de esplicacion ni de interpretaciones; menos para mí que para nadie, y estad seguros de que los llenaré.

«A este firme propósito de mi parte es consiguiente la enconada contradiccion que esperimento. Yo, hombre del pueblo, soldado de fortuna, favorecido por la suerte con sucesos militares, debidos menos à mi capacidad

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