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taña afecta y los dos escuadrones de lanceros ingleses y Borbon, dejando en Monroyo la fuerza necesaria para cubrirlo. Apenas llegaron aquellas tropas al alcance de tiro de cañon de los contrarios cuando estos rompieron un fuego sostenido y bastante vivo. A vista de semejantes hostilidades determinó Leon emprender un serio ataque que tuvo lugar ocupando el pueblo á la carrera dos compañías de cazadores de la segunda brigada, mientras que una seccion de la batería de montaña contestaba al enemigo y se dirigian dos batallones à envolver la posicion del fuerte. Otras fuerzas secundaban estos movimientos, que fueron con tal decision é impetuosidad ejecutados, y de tal modo imponentes al enemigo, que intimidado evacuó las fortifica ciones descolgándose por el muro. Perseguido de cerca por las compañías de cazadores y la escolta del general, fueron hechos prisioneros un capitan, 2 tenientes y 24 individuos de tropa, dejando en poder de aquellas un cañon de á 8, su cureña y dos avantrenes, todas las municiones y viveres del fuerte y los ranchos dispuestos.

Fatales eran estos acontecimientos para los carlistas, uniéndose al desmayo que naturalmente producian, el de no ver al frente el ejército á su caudillo Cabrera, único en quien aquellos confiaban, achacando á los demas falta de valor, de resolucion y de prestigio para el mando. La noticia de las últimas pérdidas no bien llegaron á Mora de Ebro causaron tal sensacion en los batallones que allí habia, que llegaron á amotinarse pidiendo que saliese Cabrera al balcon para satisfacerse de que todavia tenian un gefe con quien contar, añadiendo que si asi no se verificaba, se les daria derecho para creer que habia muerto y que se les trataba de ocultar. A la verdad que el estado de aquel era poco lisongero, y como no le permitia salir en público con la frecuencia que en otro tiempo, justificaba en cierto modo las quejas de sus soldados. Cabrera estaba muy hinchado; la debilidad que sentia era tan grande, que á cada instante sufria largos desmayos: por otra parte, sus pasiones vehementes y nunca domadas influian notablemente en su físico, y le empeoraban sufriendo una recaida cada vez que una mala noticia le hacia enfurecer y entregarse á todos los trasportes de la cólera. Pareció, sin embargo de esta situacion, que era cosa de acceder á los deseos de la tropa para conservar la disciplina en la parte posible, y aprovechando la oportunidad de un dia festivo, se acordó que la tropa oyese una misa que se dijo en un altar improvisado en la misma plaza en que Cabrera vivia y frente a los balcones de su alojamiento. Reunida toda la fuerza existente en Mora se asomó Cabrera y permaneció todo el tiempo que duró la misa, procurando dar señales de animacion y energía, pero sin poder ocultar, á pesar de todos sus esfuerzos, el verdadero estado en que se hallaba. La ocupacion del fuerte de Aliaga era indispensable para adelantar las operaciones, en atencion á hallarse aquel situado en la carrera que conduTOMO III

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ce á Cantavieja en la entrada de la sierra, punto intermedio que cortaba la comunicacion directa entre los ejércitos del Norte y Centro. Esta empresa fué confiada al general en gefe del último D. Leopoldo O'donell con la segunda division de su ejército y la cuarta de el del Norte.

Era ante todo preciso aprestar un tren proporcionado á la importancia del fuerte que se trataba de atacar; y para lograrlo hubieron de vencerse infinitas dificultades nacidas de la escasez de medios, acudiendo últimamente á la diputacion provincial de Valencia que facilitó los de arrastre, enya falta tenia paralizadas las operaciones. Restaban aun otros obstáculos no tan dificiles de superar, cuales eran los que nacian del rigor de la estacion; pero en oposicion de estos se contaba con el ardor marcial de la tropa y su disposicion á vencer todo género de contratiempos. Asi que, despues de algunas detenciones por nieves y aguas, practicados los reconocimientos preliminares, pudo el ejército circunvalar el fuerte el dia 44 de abril.

Al estremo de la cordillera de la Lastra, que parte desde Cantavieja, se halla asentada la villa de Aliaga entre las sierras que forman el valle de Jarque, bañada en toda su longitud por el rio Guadalupe, que bajando de la Vall de Jarque recibe allí las aguas del Mirabete, y corre por Alcañiz hasta morir en el Ebro, inmediato á Caspe. La villa situada en anfiteatro al E. de una eminencia peñascosa, está dominada por un antiguo palacio de encomienda de vasta capacidad y sólida construccion; y aunque sus muros estaban destruidos, los carlistas de Aragon, que no dejaban de darse maña para aprovechar las obras antiguas que existen en aquel pais, añadieron nuevas defensas y le pusieron en estado de competir con cualquiera de las primeras fortalezas. El castillo constaba de tres recintos dispuestos en una forma tal que presentaban una figura triangular, ó mas exactamente todavia, la de un abanico abierto. El primero era una antigua muralla con doce torreones en figura circular y una gran torre cuadrada y aspillerada al S. 0. que conducia á una caponera, y de la que partia el recinto que circuia la fortaleza. El segundo era otra muralla con torres cuadradas en que estaban los almacenes, alojamientos y habitaciones del gobernador, y el tercero consistia en dos grandes torreones tambien cuadrados que componen la parte propiamente dicha castillo, y en la cual, sus defensores á imitacion de los de Castellote, habian izado bandera negra. Comunicábanse interiormente todos estos recintos cubriendo algunas obras de defensa, las cuales cargaban principalmente sobre la parte del N. que era la mas accesible: las de E. y O. son escarpadas, inaccesibles. El terreno inmediato es pedragoso en parte, y yermo en general; bastante quebrado y cortado por profundos barrancos de peña.

La guarnicion se componia de 300 hombres voluntarios. El gobernador,

aunque muy jóven gozaba entre ellos de la reputacion de valiente. Tenian dos cañones de á 8, un morterete de á 7 y un obús de á 12; el repuesto de víveres era abundante.

El terrible temporal de aguas y nieves y el escesivo frio habia tenido á las tropas recluidas en sus cantones durante los dias 5, 6, 7, 8, 9 y 40, pero habiendo aquel calmado algun tanto, el general que deseaba terminar pronto una empresa tan contrariada, determinó moverse y sacar provecho de la derrota de Pitarque; con la cual habia quedado despejado aquel flanco, único con que contaban los enemigos esteriores para comunicarse con los del fuerte.

El cuartel general y las tropas marcharon el 44 á los campamentos y vivaquearon. Los cazadores ocuparon el pueblo á pesar del fuego enemigo de cañon y fusil, mientras que se construian cuatro baterías; una para ocho piezas de á 24 y 46; otra para dos morteros de á 40; otra para un obuş de á 7, y otra para ocho obuses de á 12 de montaña. El dia 43 amanecieron bastante adelantados los trabajos, y se continuaron sin que las granadas de á 7 que dirigia el enemigo interrumpiesen á los bravos ingenieros y sus auxiliares, á pesar de que muchos estaban casi al descubierto. Suben al campamento los parques que con tanta dificultad, habian llegado de Campos, y á las dos de la madrugada quedan las piezas en batería, merced à la acertada direccion de los incansables gefes y oficiales de artillería, y al esfuerzo material de los bravos soldados.

El dia 13 á las seis de la mañana, y á presencia del general en gefe, rompieron el fuego todas las baterías contra el castillo, logrando apagar sus fuegos á los primeros disparos, y destruir casi todos los coronamientos del N. para el mediodia. El enemigo se retiró al S. O. y mantuvo centinelas en la parte atacada, sosteniendo el fuego de fusil con los cazadores que con la mayor serenidad y audacia se mantenian á muy poca distancia de los muros. Durante la noche calló la artillería, á escepcion de alguna que otra bomba que se enviaba para privar de toda tranquilidad á los sitiados: con el objeto de batir sus alojamientos se construyó en la humbria del molino otra batería para ocho obuses de á 12. Al amanecer del 44 rompiose el fuego con tal acierto, que despues de haber destruido las comunicaciones respectivas de los recintos y todas las defensas del N. por la horizontal, las bombas de los sitiadores aplomaron un cuartel é incendiaron algunos blindages. El enemigo se vió precisado á replegarse al S. O. de la fortaleza, reduciendo su defensa á los disparos de fusil por aquella parte opuesta á las baterías sitiadoras, hasta que habiendo disminuido estas al anochecer algun tanto las hostilidades, se atrevierón á hacer frente por aquella parte y á menudear sus fuegos al abrigo de los escombros que alli se habian hacinado. Tan temeraria obstinacion, nacida de la seguridad que aun

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les ofrecian sus intactos parapetos, decidió al general O'Donnell de acuerdo con los comandantes generales de artillería é ingenieros á mandar construir una batería para dos piezas de 9 al S. O. frente á la puerta y á distancia de poco mas de tiro de pistola del castillo: bajaronlas á brazo por un precipicio los esforzados granaderos, quedando cumplidos los deseos del general y las piezas colocadas en batería.

Vuelven á romper el fuego al amanecer del 15 todas las baterías. El enemigo al descubrir la de à 8 tan inmediata dirige granadas y un fuego de fusil tan vivo, que à no estar bien situada y construida hubiera puesto en conflicto á los bravos artilleros del ejército sitiador. Una compañía de minadores provista de blindages y protegida por otra de cazadores, marcha al muro á las ocho de la mañana en la direccion del N.; su objeto es de construir dos hornillos y volar la parte de muralla comprendida, que debe producir una brecha en el primer recinto que es imposible abrir con proyectil. El enemigo apenas lo avista y se apercibe del temerario intento, cuando sube á la muralla, corona á cuerpo descubierto todos los recintos de su parte amenazada, y despreciando los fuegos de artillería de los sitiadores, rechaza á los minadores, cuyos arrojados y valientes oficiales estaban ya en el foso. Allí quedaron muertos el bizarro capitan D. Tomás Clavijo con dos soldados y heridos el teniente y catorce minadorés. Los demas se retitararon de aquel ensangrentado sitio para ocupar otro mas inaccesible. Secúndase la tentativa y resulta herido de gravedad otro teniente de zapado-res. Este resultado fatal contristó estremadamente al general en gefe; y resuelto á no ceder un momento y á destruir hasta las cenizas aquel orguHloso castillo, dispuso se bajasen á brazo dos piezas de á 16 à la batería de á 8. Esta operacion que llevaron á cabo dos batallones, se halló pronta y puntualmente ejecutada: su resultado fué el que concentrados los fuegos de todas las baterías para destruir por aquella parte la defensa del castillo, presentase este muy en breve por todas montones de ruinas y escombros.

La guarnicion de Aliaga que contaba ya con pérdidas graves entre ellas la del vice-gobernador Campomanes, gefe de gran prestigio y confianza, que habia sostenido un crudo combate por mas de 24 horas, que habia recibido tan repetidas lluvias de proyectiles sobre sus muros, viéndose de cada vez mas estrechada y sin esperanza de socorro alguno esterior, enarboló bandera blanca á las cuatro de la tarde: á vista de esta señal paró el fuego de los sitiadores. El enemigo aun orgulloso queria capitulacion, pero habida una conferencia entre el gobernador y el gefe de E. M. de los constitucionales le hizo entender éste á aquel que para salvar su vida y la de sus subordinados no le quedaba otra condicion posible que la de entregarse á discrecion acogiéndose à la generosidad del general en gefe. La dura ley de la necesidad les obligó á aceptar esta propuesta y en seguida fueron declarados pri

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