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dándose al efecto fabricar un armario, para que en él se coloquen todos los documentos; declarando en el acto la misma Superior Junta, que el Escribano Don José de Leon, sea igualmente Secretario como los anteriores nombrados y con las mismas regalías y exenciones por su particular desempeño y buen manejo que se le ha observado constantemente en las obligaciones que han sido á su cargo; debiendo los tres referidos Secretarios turnar por semana, á fin de que no se les recargue el despacho, pero con la obligacion el referido Leon de que, como que es Escribano de S. M. y tambien de la Junta, ha de concurrir al Despacho de los asuntos de justicia que se versan en la Junta.

Inmediatamente se acordó que los tres Secretarios nombrados, á más del voto informativo que tendrán en sus particulares casos, sean honrados con el de asiento particular en los actos tanto públicos como privados, que será despues de los señores Vocales, llevándose entre ellos la antigüedad que se reconoce por el órden con que quedan nombrados. Que luego no más se comunique la nueva instalacion, con testimonio íntegro del acta y de lo necesario de ésta á los Cabildos y justicias de la Provincia, como tambien á los señores Capitanes y Comandantes generales y Jefes con quienes se sostiene correspondencia.

Con lo cual se concluyó esta acta, que firmaron los señores que la compusieron, por ante los infrascritos Secretarios, de que damos fe.

Victor de Salcedo-Francisco Perez Davila-Jose Gregorio de la Bastida-Rafael de Zuñiga-Francisco Aquilino Jacome-Estevan Diaz Granados-Pedro Rodriguez-Jose Maria Martinez de Aparicio-Jose Ignacio Diaz Granados-Vicente Colorete y Vela, Secretario-Juan Antonio del Castillo, Secretario-Josef de Leon, Secretario.

LXXIII.

EL MES DE AGOSTO DE 1810 en la Villa de Mompox. (*)

Mompox aguardaba con impaciencia la fuerza militar que habia pedido á Cartagena, para sostener contra los satélites de uno de los agentes más activos de la tiranía, el reconocimiento que habia prestado á la nueva forma de Gobierno establecida en aquella plaza.

Es verdad que la energía popular, manifestada el 25 de Junio en el acto de aquel reconocimiento, la presencia del venerable anciano Don Antonio Narváez, arrancado de su lecho con el único objeto de afianzar dicho acto y de restablecer la tranquilidad pública, que más que todo habia alterado con su espíritu de division el Teniente Coronel Don Vicente Talledo, la fuga vergonzosa de éste del déspota general del Reino; el lenguaje tímido y misterioso del Real Acuerdo de Santafé, consultado por éste último, sobre las ocurrencias de Cartagena; es verdad que estas

(*) Hemos considerado conveniente insertar en este lugar la Exposicion y los Discursos que siguen, que hemos tomado de un cuaderno que ha tenido la bondad de proporcionarnos el señor Juan Castellános, nuestro estimado amigo, escrito de puño y letra de su padre el señor Pio Castellános.

cosas juntas tenian ya al pueblo de Mompox casi enteramente libre del temor del azote de la tiranía; pero los partidarios de ésta aun mantenian su corazon abierto á la esperanza, y las almas ó muy tímidas ó ménos combinadoras no descansaban sin sobresalto. Tal era la situacion política de Mompox á la llegada feliz de la noticia de la libertad de la Patria.

DIA 5 DE AGOSTO DE 1810.

MANIFIESTO sobre los acontecimientos políticos de Mompox, con el motivo del reconocimiento del Consejo de Regencia y nueva forma de Gobierno de Cartagena, por el abogado Don José María Salazar.

¿Quién podrá pintar el transporte general con que fué ésta recibida ? Se puede decir que un movimiento solo arrastró á Mompox á la celebracion de su felicidad, y que uno solo era el voto que lo animaba. La noche del domingo 5 de Agosto será para este pueblo tan memorable como el dia 20 de Julio para la capital de Santafé.

Repentinamente y como por una especie de encanto se ven iluminadas las ventanas y las puertas, inundadas las calles de gente que corren á tropel, unos saltan, otros cantan, todos gritan y todos buscan con ansia entre la multitud á sus más tiernos amigos para saludarlos con el ósculo ardiente de la libertad. El ruido de las campanas, de la pólvora, de la música y de mil vítores y entusiastas aclamaciones elevaban el espíritu y causaban una especie de enajenamiento singular.

¿Qué momentos más oportunos para soltar el hombre la rienda á todas las pasiones y llevar á todas partes el desórden, hijo de las revoluciones ménos sanguinarias? ¡Pero Mompox no es á la vista, en esta noche gloriosa, sino un pueblo de hermanos virtuosos, embriagado de júbilo! Apénas se oyen de cuando en cuando las execraciones de la justicia contra la tiranía, y la proclamacion que hace el pueblo de dos personas de su confianza para que se subroguen en los empleos de otras dos á quienes mira у desecha como partidarios de aquélla.

DIA 6.

A las nueve de la mañana del siguiente dia se congregan los miembros del Ilustre Ayuntamiento, llevando sus sombreros adornados de una divisa blanca en forma de media luna, en donde se leia la sábia bendicion que Voltaire le echó al hijo de Franklin, cuando este héroe al despedirse se lo presentó á aquel anciano para que le inspirase el espíritu más conveniente; reunidos en la Sala Capitular reconocen la Junta provisionalmente formada en Santafé, confirman las proclamaciones populares, dan posesion de sus empleos á los sujetos elegidos, y unánimes y gozosos se restituyen á sus casas en medio del ruido de las aclamaciones públicas.

DIA 7.

A la misma hora del dia 7 se cantó el Te Deum en la iglesia parroquial, en accion de gracias por el beneficio de nuestra nueva redencion, á que asistió el Cabildo y todo el pueblo.

Este habia contado hasta la mañana de este dia con que sus enemi

gos le darian una satisfaccion pública correspondiente á su honor y á la generosa moderacion con que se habia conducido. El Teniente general Don Antonio Narváez y los Alcaldes ordinarios de primero y segundo voto eran los únicos que la habian recibido en sus casas, y ya muchos creian que con solo este paso estaba ya sellada la paz, la seguridad de aquellos y la reconciliacion pública. Pero un rumor sordo que anunciaba el descontento empieza á dar á conocer que el pueblo no es un ente imaginario y que el de Mompox tenia carácter suficiente para hacerse guardar las consideraciones debidas. El ruido del desagrado popular crecia por horas, y un miembro del Ayuntamiento pide que sea éste convocado en la mañana próxima, para manifestar su modo de pensar en este punto y en otro de mayor gravedad.

DIA 8.

El dia corre, el Cabildo se difiere por un motivo ligero bien que delicioso hasta el inmediato, en el cual se celebra en clase de ordinario. El Vocal que lo ha pedido se presenta una hora despues de estar reunidos los demás miembros, increpa á éstos su conducta, y deja consignado un papel sobre los puntos de que queria hablar el dia anterior. Este papel es leido con agrado, pero encontrándose muchas y muy graves dificultades para poner en planta las ideas que presenta, y temiéndose consecuencias poco favorables, se comisionó á otro miembro para que refute su práctica.

DIA 9.

En este dia y mientras el Cabildo proyectaba la creacion de dos batallones, organizaba su formacion y concertaba los mejores medios para asegurar la tranquilidad y la paz, el descontento popular habia subido de punto y el desórden no estaba lejos. El rumor se habia convertido en un verdadero grito, y ya era menester una medida tan prudente como rápida y enérgica.

El Alcalde ordinario Don Pantaleon German Ribon y el Regidor Don José María Gutiérrez piden al pueblo que se les deje á su cargo el cuidado de satisfacerlo. Lo consiguieron, y en el instante parten á las casas de todas aquellas personas proscritas por la opinion popular, y recogen sus voluntades para mediar por ellos. El pueblo es congregado en la misma tarde à son de caja y de campanas, y tomando uno de aquellos la voz, da al público la satisfaccion que se apetecia. En medio del discurso y cuando se preguntaba cuál seria el garante de la generosidad momposina, se oyó el grito del ilustre párroco Don Juan Fernández de Sotomayor, quien con un entusiasmo verdaderamente apostólico, dijo: "que él respondía por el pueblo de Mompox, como que mejor que nadie conocia el virtuoso corazon de sus feligreses." Este rasgo noble y tierno por el cual fué conducido hasta su casa en medio de mil vivas y aclamaciones, selló la paz y la reconciliacion pública festejada á peticion del mismo pueblo con músicas é iluminaciones generales.

DIA 10.

Al siguiente dia se congregó el Cabildo con el objeto de darle por

medio de un oficio las gracias á aquellos sujetos, uno de los cuales fijando por casualidad la vista en uno de los cuadros que adornaban las paredes de la Sala Capitular, arrebatado del entusiasmo de la libertad, dijo: "No me parece, señores, decoroso que en esta Sala que hoy debemos mirar como el sagrario de los derechos de este pueblo, nos rodeen aún las imágenes de la dependencia y de la esclavitud. Yo pido que se borren de ese cuadro las armas de la Nacion que nos oprimia: que sobre esos mundos y al lado de esa hermosa americana, símbolo de nuestro Reino, se pinte á la Libertad restituyendo á las columnas de Hércules el Non arrancado trescientos años há por las manos de la usurpacion y despotismo. A los piés de la imágen de la Libertad pueden ir las cabezas de nuestros mayores tiranos, y en el aire algunos genios coronando de flores las de nuestras víctimas memorables." Fué aplaudido y aprobado el pensamiento.

DIA 14.

Todo estaba tranquilo, todos aguardaban con ansia la llegada del correo de Cartagena, para celebrar el entusiasmo con que se suponia hubiese recibido la noticia de la libertad de la Patria, pero la conducta inesperada de aquella ciudad puso en movimiento los ánimos, y ha dado lugar á que se proyecte la segregacion de Mompox y su departamento de aquella Provincia.

El que como simple particular y en medio de los espantos de la tiranía no perdió jamás la dignidad de hombre, ha conocido siempre sus derechos y hablado el lenguaje de la verdad, no es posible que calle, ni que disimule en los dias gloriosos de nuestra anarquía política, y mucho menos cuando por el pueblo ha sido revestido del carácter de Hombre público. Agitado del bien de la Patria yo no he pensado desde el momento que ésta se halla libre, sino en manifestar lo que, en mi concepto, le era más conveniente al pueblo de quien me titulo padre; con este objeto pedí en la noche de ántes de ayer al Alcalde Presidente de este Ilustre Cuerpo, que se sirviese convocarlo para las nueve de la mañana del dia de ayer, con la expresion de que los asuntos sobre que queria hablar eran de la mayor entidad. Sus miembros fueron citados en efecto, y en el momento de reunirse, un negocio dulce pero demasiado pequeño en comparacion de la paz y de la tranquilidad pública, y de otro tal vez por sus consecuencias de mayor gravedad los disipa y no se celebra el Cabildo, con algun desaire de quien lo pidió: importaria esto bien poco, si este procedimiento no trajese consigo la triste opinion de que los Vocales de este Cuerpo carecen de carácter para conducirse y manejar los negocios más arduos de nuestros dias.

Expresar este sentimiento es lo que me trae á este ilustre Ayuntamiento, y una vez oida la contestacion que se sirva darme, consignar en sus manos por escrito lo que deseaba hablar el dia de ayer. Este papel es la efusion de mi corazon: esta es la verdad pronunciada por un hombre libre. Desnudaos, señores, de todo interes propio y ajeno para leerla, y si os desagrada, si os intimidan para confesarla y respetarla las dificultades y riesgos que traen consigo las revoluciones, porque los tiranos jamas son de una clase, ni las víctimas de una misma esfera, devolvédmelo con certificacion de haberla aquí expresado para elevarla al sagrario de

la Libertad nacional, en donde como ciudadano quiero de una manera legítima depositar los derechos de hombre que me dió la naturaleza, y admitidme la dimision del empleo á que he sido elevado por el pueblo, á quien daré satisfaccion de mi conducta y las gracias que las circunstancias aún no me han permitido darle.

Señores:

Laqueum contritum est et nos liberati sumus.

No se crea que un deseo estéril de singularizarme ha inspirado el pensamiento de pedir la convocacion de este Ilustre Cuerpo. El de contribuir en cuanto esté de mi parte, y sellar, si es menester, con mi sangre, la obra inmortal de nuestra Independencia y de nuestra sólida felicidad es el que me anima. Yo no tengo aquella facilidad que tanto importa en las circunstancias para expresar mis sentimientos; pero no por esto he de dejarlos jamas ahogados en mi corazon, que ha sacado de la naturaleza un temple libre, y mucho ménos cuando me veo en el dia de hoy ligado con el juramento de desempeñar con dignidad el lugar distinguido a que me ha elevado el pueblo generoso de Mompox.

Este, en medio de la santa locura á que lo arrebató la noticia de la Independencia de la capital del Reino, me proclamó en el empleo de Regidor Alférez Real de este Muy Ilustre Ayuntamiento, que obtenia Don Gabriel Martínez Guerra, mirado y despreciado en la noche de ántes de ayer como indigno de su confianza. El Muy Ilustre Ayuntamiento ha tenido á bien confirmarme en la primera de aquellas representaciones, y con el carácter de ella que no merezco, pues es nada menos que el carácter augusto de padre de la Patria, debo ante todas cosas manifestar que el generoso pueblo momposino que con tanta valentia ha salvado á esta Villa y á sus primeras cabezas del furor de unos hombres adictos al sistema que hoy miramos por tierra, estoy sentido de la conducta que este Muy Ilustre Ayuntamiento ha observado con él en órden á estos mismos hombres sus enemigos.

Señores estamos en el tiempo de expresar las cosas con las palabras que las significan. Ya no somos esclavos, somos libres, algo más que libres, y por lo mismo nadie deberá extrañar el lenguaje de claridad con que me enuncio.

El pueblo de Mompox se lamenta con justicia; él ha estado heróicamente dispuesto á derramar su sangre por defender el partido que se le ha dicho que es el de la razon. El se ha hecho enemigo de cuantos se decia que lo eran de la Patria; él no ha respetado el caudal, la representacion pública ni la fuerza armada, tal vez con superioridad de aquellos que trataban de atacarlo: él lo ha despreciado todo, y no ha consultado otra cosa que el interes de la buena causa. ¿Quién otro, pues, sino el pueblo debiera perdonar á los enemigos públicos, cuando éstos en fuerza de las circunstancias ó despreocupados de buena fe, tratan de la reconciliacion y de la paz? Podrán éstas ser sólidas y fructuosas cuando los rencores populares dejan aún llagas abiertas que curar? Sin embargo, para la reconciliacion y las de que todo hombre de bien debe apetecer, no se ha contado con el pueblo, y éste mira con justo sentimiento

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