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indicado, no deben detener á la generosa Cartagena, cuando se trata de una accion que la cubrirá de gloria, y cuando de ella misma debe prometerse ventajas incalculables. Los productos de las rentas estancadas, que son en estos sitios muy considerables, y que proveyéndose de Cartagena los estancos deberán entrar en su erario; las contribuciones á que estén sujetos los vecinos de esa Provincia, y á las cuales deberemos tambien sujetarnos; la extension que va á recibir su Provincia, sut comercio, su agricultura, su industria, son otras tantas fuentes que recompensarán abundantemente los gastos que ahora se impenden.

Mas no son estas las únicas ventajas que resultarán de este acto de su beneficencia. Conseguirá tambien que Santa Marta, desengañada de que no puede sostener el singular y bárbaro sistema que ha abrazado, piense con mejor acuerdo el variarlo, y de que resultará que se excusen los gastos necesarios para emprender la guerra que se ha hecho inevitable. Cartagena tiene comprometida su seguridad, mientras Santa Marta no uniforme sus sentimientos con ella. Es verdad que nada ỏ muy poco pueden esperar de aquélla; pero deben temer mucho, no por su poder actual sino por su localidad y por la impolítica de su Gobierno, pues la union y alianza más íntima de las dos Provincias, ese acontecimiento feliz y deseado de todo el Reino,-va á ser quizas el efecto de la proteccion que se conceda á estos pueblos.

Sin embargo, esa sola mutacion no será bastante para que ellos vuelvan á unirse é incorporarse con su matriz. No nos basta que Santa Marta adopte los principios con que se gobierna ya todo el Reino; es necesario tambien que arroje de su seno á los que se han opuesto á la libertad de la América, y que se coloquen al frente de su Gobierno hombres capaces de sostenerla y de hacer la felicidad de la Provincia. La experiencia acredita que no son tales los que actualmente tienen el mando, y que tampoco lo son los que componian la Junta anterior. Su ineptitud ha sido la causa de todas las desgracias que han afligido á esta Provincia infeliz, y la misma volverá á causarlas en lo sucesivo. Cuando veamos nuestro Gobierno en manos dignas de tan delicado encargo, volveremos á depender de Santa Marta, y conservaremos la integridad de la Provincia; pero entre tanto esto se verifica, seremos miembros de la de Cartagena, cuales deseamos se nos repute desde este dia.

Tales son, señor, nuestros votos, fundados en la desgraciada suerte que experimentamos y que se nos hace tanto más sensible cuanto la comparamos con la afortunada que disfruta esa Provincia. Cuando sus habitantes son llamados al más ámplio ejercicio de sus derechos cuando hasta el más infeliz tiene la satisfaccion de nombrar por sí mismo los que han de gobernarlo, nosotros vemos hollados los principios fundamentales de la justicia y la igualdad : vemos constituirse el Gobierno, variarse y depender en todo del capricho y venalidad de unos hombres que, despues de disfrutar de nuestros bienes, se declaran nuestros más mortales enemigos, y vemos que ni aun para imponernos el yugo más ignominioso se cuenta con nuestra voluntad.

El Gobierno de Cartagena fomenta la industria, protege la agricultura, quita las trabas y da extension á su comercio, cuando el de SantaMarta sofoca todos estos ramos y nos sumerge cada dia más en la miseria. Aquél minora las contribuciones, y éste las deja en su antiguo

estado, si no las aumenta. Así es que, cuando Cartagena ha disminuido el precio del aguardiente, rebajando cuatro pesos de derecho en la cántara, Santa Marta no ha querido hacerlo de solo cuatro reales. Aquélla se desvela en fortificar todos los pueblos de su distrito, interesados en sostener un Gobierno que los hace felices; y ésta, reconcentrándose en solo la ciudad, deja indefensos los pueblos, y los expone á los horrores y desolacion de una guerra á que ha dado causa su impolítica y barbaridad. Aquélla, en fin, trabaja incesantemente en conservar el órden y tranquilidad pública, y ésta fomenta las disensiones y abre la puerta á la anarquía.

Los hechos que acabamos de referir á V. E. son una pequeña parte de los agravios que sufrimos; pero su verdad incontestable no podrá desconocerla Santa Marta. Que fenezcan, pues; que no se perpetúen entre nosotros estos rasgos de inhumanidad y barbarie; sino que amparados estos pueblos por V. E., puedan, unidos á los de Cartagena, dirigir sus votos al Sér Supremo, impetrar su auxilio poderoso en favor de V. E., y bendecir la mano bienhechora que ha de conducirlos á la felicidad.

Dios guarde á V. E. muchos años.

Sitionuevo, Junio 30 de 1811.

Excelentísimo señor.

(Aquí las firmas).

Excelentísimo señor Presidente y Vocales de la Suprema Junta de Cartagena.

Junta

Es copia de la representacion original dirigida á esta Suprema por los sitios que en ella se expresan, y á que me refiero.

Cartagena, y Julio nueve de mil ochocientos y once.

El Secretario, Revollo.

LXXXIX.

CONTESTACION del Gobierno de la Provincia de Santa Marta á la nota precedente del de la de Cartagena.

La escandalosa conducta y deliberaciones antipolíticas que V. E. escogitó y ha puesto en planta insolentemente, invadiendo una parte de nuestro territorio con tropa armada y fuerzas sutiles, para introducir en

* Habiéndose tomado esta copia de la que existe en el archivo del Vireinato, al cual están incorporados los archivos de las oficinas que entonces había establecidas en Santa Marta, y no del original que se mandó á la Junta de Cartagena, se infiere que esta Corporacion, al dirigirse á la de Santa Marta, no quiso que figuraran en la copia los nombres de los signatarios, probablemente para evitarles atropellos y persecuciones. ¡ Lástima que, por tal consideracion, nos veamos privados del conocimiento de aquellos que con tanta espontaneidad intentaron sacudir el yugo que los oprimia !—(N. del E,)

esta pacífica y leal Provincia la insurreccion, inquietudes y disolucion, obligan ya á este Gobierno á no usar con V. E. de aquella clase de contestaciones urbanas y atentas que han caracterizado nuestra genialidad, en medio de los mayores insultos. Estos han hecho subir de punto nuestra moderacion y sufrimiento; y como la justicia y la razon que nos asiste, tanto nos favorecen, no tememos el resultado, sea cual fuere, puesto que léjos de contribuir ni haber dado la más leve causa á las funestas consecuencias que se esperan, ántes nos hemos reprimido hasta lo sumo, dando todo ensanche á la multitud de vejaciones con que se nos ha tratado, por evitar un trastorno doloroso, imputable á la garrafal culpabilidad de V. E. ¿ Cuándo se creeria que un Gobierno que cacarea tanto su ilustracion y consecuencia cometiera la napoleónica felonía que ha ejecutado ahora contra esta su vecina Provincia, tan libre é independiente como la que se le opone ?

મૈં

Santa Marta puede lisonjearse muy bien que, á pesar de la ignorancia y estupidez con que la publican los Argos de Cartagena, todavía no se ha manchado con los negros borrones de infidelidad é inconsecuencia. Contenta con sus miserias y ningunos adelantamientos, se entretiene gustosa caminando á la suerte que le depare, y esperándola de donde debe venir, no se entromete en los asuntos ajenos, ni codicia las grandes felicidades de otras. Bajo el pié de este género de conducta, mala ó buena, descansaba tranquilizada, hasta que V. E. la ha venido á privar de su sosiego.

No crea V. E. que se ha podido escapar de nuestra penetracion la maña estudiosa con que se puso la fecha atras da al oficio 8 del próximo pasado que hemos recibido en el correo que llegó aquí el 25 del próximo mes; ni ménos se nos puede esconder cuál haya sido la causa y miras de esta treta, pues como V. E. tenia meditado de antemano, la violencia que nos iba á inferir y los planes estaban trazados con dañado intento, de acuerdo con esa miserable partida de gallones revolucionarios, que se sabe justificadamente quiénes son, para dar el golpe con más alevosía y poderse evadir V. E. de nuestras justas reconvenciones, de que como sin aguardar nuestra contestacion y sin esperar á la satisfaccion que se pretendia se habia atropellado V. E. á introducir las fuerzas con que nos amenaza por eso para poderse escudar con la solapada safativa de que habiamos visto el negocio con indiferencia, meditó V. E. quedar á cubierto de este modo. Mas, ¿ de qué ha servido esta intriga artificiosa, si por último ella se ha manifestado, y con toda claridad y desemboso? Lo propio ha venido á suceder con los supuestos motivos de queja que aparenta V. E. en su citado oficio contra este Gobierno, sin apuntar uno solo, resollando únicamente por la envejecida herida de que esta Provincia se ha denegado á enviar su Diputado al Congreso que ha de celebrarse en Santafé. En cuanto al particular ya tiene V. E. respuestas las más categóricas de este Gobierno, fundadas en razones muy sólidas; y si esto ha de ser siempre la piedra de toque, nosotros tampoco podemos prescindir de ser constantes en lo resuelto por nuestro honor, fidelidad y religion; contentándonos más con ser víctimas de la barbarie, por permanecer firmes en nuestra lealtad, que no el que despues de que padeceriamos por la sustraccion al legítimo Gobierno de la Monarquía, fuéramos tratados con las rebajas y vilipendios que sabe V. E. proyecta el Estado de

Cundinamarca respecto de Santa Marta. Nosotros no podemos esperar la mejora de nuestra suerte de unos hombres á quienes solo les ocupa la idea de su propio engrandecimiento. Estamos muy satisfechos de nuestro soberano Gobierno, cuya solicitud está muy distante de ambiciones y rivalidades, y á lo que aspira es á hacernos felices, por lo que se desvela respetando escrupulosamente los sagrados derechos del hombre, y tratándonos con la dulzura y consideraciones propias de su grande sabiduría y liberalidad, de que ya hemos recibido repetidas pruebas.

Para V. E. no serán de peso estas razones desde luego, y concediéndole de barato que así sea, tampoco consideramos que por nuestra negativa del Diputado para el Congreso, esté licenciado V. E. para admitir las soñadas quejas que le propusieron contra los gobernantes de esta Provincia, los sitios del Guáimaro, Remolino y Sitionuevo; ni para cometer el desacierto de proteger sus pretensiones con ese aire de superioridad que ostenta, arrojándose hasta ocupar con las fuerzas el territorio del Guáimaro, sin aguardar la respuesta y contestacion de nuestra parte como estaba pendiente. ¡ Cuán desemejante es esta conducta á là que guardó Santa Marta en la época de las hostilidades contra Mompox! V. E. lo sabe para su mayor oprobio, y por lo mismo no hay necesidad de repetirlo.

En otras circunstancias satisfaría plenamente este Gobierno á las quejas de los referidos sitios; pero habiendo llegado el caso de que la justicia y la razon han perdido sus brios para con V. E. en esta parte: porque sin tiempo y cuando se ignoraba aún si eran justas, procedió V. E. con la irregularidad que es notoria; por lo tanto, será inútil tratar sobre la materia. Lo que corresponde decir á V. E. es que ha cometido un tamaño desafuero con haber admitido dicha representacion; porque ni V. E. es juez competente, y está muy remoto, por no decir imposible, de ser nuestro superior. Que la representacion debió V. E. haberla remitido á este Gobierno sin pérdida de tiempo, y cómo ella se fraguó, ó por lo menos si se temia de que padecieran los suscritores, haber dicho á qué número alcanzaban; sirviendo solo V. E. como de mediador, y no el arredrarnos con la fuerza, porque es mucho atrevimiento. Que para tomar bajo su proteccion aquellos pueblos, que tambien es un desatino, debió V. E. haber examinado si se les usurpaba la voz, y si como es evidente y positivo, no era obra forjada sino por unos pocos sediciosos, exactos imitadores del pérfido Godoy; ah! ese Navarro cartagenero, mónstruo de la ingratitud; y que en fin, ya que trataban de separarse de su matriz por lo que V. E. dió tanto que sentir á Mompox hasta subyugarlo, debió haberse empeñado para que se hiciera una reconciliacion, y no que por sus miras ambiciosas les ofrece en el momento su proteccion desatinada, y los insolenta más y más, como lo estamos viendo. V. E. está actualmente protegiendo el crimen y no á la justicia de los que se finge que se quejan. El testimonio de su propia conciencia se lo gritará mejor á V. E. que no las frias expresiones con que se lo decimos.

Pero para qué cansarnos en ir á discurrir punto por punto, si basta el que se diga que V. E. acaba de cometer contra Santa Marta un desafuero, una usurpacion, una violencia, y por decirlo en compendio, un seminario de excesos presagiados todos con las sordas hostilidades que nos ha estado infiriendo há más de seis meses, y con que se ha venido á

colmar la medida de nuestra prudencia? No hay medio, la resolucion está hecha con demasiada detencion, desde el dia veinte y seis último por la noche en una Junta de guerra que se celebró al intento.

Nuestras fuerzas han marchado tambien para el Guáimaro. Las órdenes que lleva el Comandante de la expedicion son reducidas á que si interpelados una ó más veces con dulzura y urbanidad los que han ocupado furtivamente nuestro territorio, no lo desalojan, dejándonos en tranquilidad, que para ese caso se empleen las fuerzas, con el vigor y denuedo característico de nuestros valientes soldados, y el que les inspirará la justicia con que lo ejecutan.

En esta virtud, y siéndonos indispensable repeler la fuerza con la fuerza, como nos lo permiten todos los derechos, V. E. será el responsable á Dios, al Rey y al Mundo entero del derramamiento doloroso de la sangre de nuestros hermanos, que clamará contra V. E. Nosotros no hemos solicitado ni dado márgen á estos sensibles males. Sin embargo, continuaremos en paz y se correrá un velo á lo pasado, si V. E. se sirve dar sus órdenes para que se retiren las fuerzas que están en el Guáimaro ; así como que dejemos de meter nuestra hoz en la respetable mies de los asuntos de Gobierno, pues que cada cual es libre de seguir en el que le acomode, mucho más Santa Marta, que no puede adoptar otro. Este es el voto general de esta ciudad y su Provincia, y de él es imposible el apartarnos, sin quebrantar lo sagrado de nuestra promesa.

Dios guarde á V. E. muchos años.

Santa Marta, Agosto 2 de 1811.

Thomas de Acosta-Estevan Diaz Granados-Miguel Maria Martinez de Aparicio-Joaquin de Mier-Pedro Rodriguez-Vicente MoréManuel Conde-Estevan de Morron-Antonio Cayon.

Excelentísimo señor Presidente y Vocales de la Suprema Junta de Cartagena.

XC.

OFICIO del Gobernador de la Provincia de Santa Marta al Virey Don Benito Pérez, en que le avisa haber movilizado fuerzas sobre el pueblo del Guáimaro, por los motivos que expresa y que constan de los documentos que acompaña.

EXCELENTÍSIMO SEÑOR:

Número 8.

Habiéndoseme dado noticia por los vecinos honrados del Guáimaro, uno de los sitios de esta Provincia, situado á la orilla izquierda del Magdalena, que Don Joaquin Navarro y Don Manuel Romay, vecinos del mismo sitio, trataban de subvertir la fidelidad de aquellos habitantes con el objeto de hacerlos partidarios del sistema que ha adoptado la vecina Provincia de Cartagena, y que al efecto había pasado á dicha ciudad el

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