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de éstos con otros de la Villa y conexiones con el complot de Cartagena, son los que forman el cuerpo principal del plan de trastorno. Ya se hallaban ó creian próximos á quitar la mascarilla, y verá V. E. con cuánta razon y tiempo temí se tramaba alguna iniquidad entre estos pérfidos vasallos.

En mi anterior di parte á V. E. que esparcieron la noticia los malvados de que el Gobernador de Cartagena ya estaba preso: como vino el correo y se supo el que no lo estaba, esparció Piñérez la noticia de que no se le habia preso, por intercesion del viejo (quiso decir del señor Narváez, que así es como le nombran). Estas noticias, otras muchas fatales que parte de ellas se nos daban anticipadas al correo, y en la venida de éste veiamos ser algunas ciertas con lo que se habia hablado contra la tropa que se detuvo en ésta é instancia que hicieron al Gobierno para que saliese ella y yo á nuestro destino, con otros antecedentes, nos hizo sospechar que habia entre éstos algunas intenciones, con cuyo motivo se redobló mi vigilancia y cuidado. Llegó la semana santa y me pidieron tropa para acompañar las procesiones, y solo mandé fuesen á ella ocho hombres, manteniendo los demás en el cuartel y dando las órdenes conducentes á que no fuesemos sorprendidos. Se me avisó que el Alcalde Don Pantaleon Ribon, asociado de Don Ramon del Corral, habia acordado armar veinte y cinco de los que fueron milicianos, como en efecto lo ejecutaron con los fusiles que di parte á V. E. estaban en poder de los cabildantes: estos milicianos con su antiguo uniforme se pusieron sobre las armas á las órdenes de dos sargentos, y al son de caja militar se presentaron en las procesiones guardando el órden como tropa reglada, batiendo todos los toques de asamblea, llamada, &c. Me revestí de prudencia y nada dije, contando solo en dar parte á V. E. y con particularidad de que notaba una especie de altivez en el Alcalde Ribon en el modo de mandar aquella gente, pero creí solo sería su orgullo el motivo, sin hacer gran alto.

El 24 del pasado Abril vino el correo de Cartagena y repartieron los malvados al público las noticias de que habia llegado á Cartagena una goleta inglesa despachada de Jamaica de chasqui, la cual venia á dar la noticia de que ya los franceses habian tomado toda la España, y así que Cartagena ó sus vecinos, &c., viesen qué partido tomaban, pues los ingleses los socorrerian en un todo. Esta noticia, dada al público aunque con disimulo,afligió en extremo a los leales vasallos tanto criollos como españoles, resultó de ella y las demás que daban y teniamos, el que los franceses habian venido desde Bayona de Francia á Sevilla, en número de trescientos quince mil hombres en diez dias; les hice ver era un imposible, pues mediaban al pié de doscientas leguas. Ya reconocimos que aquellas noticias solo se podian dirigir á algun trastorno que pretendian nuestros enemigos. Se serenaron algun tanto los espíritus, pero la feliz casualidad de que queriendo disuadir Don Pantaleon Ribon á su concuñado y Regidor Don José Troncoso, para que siguiese el partido de insurgencia á favor del Cabildo de Cartagena, este sujeto se desengañó de todas las iniquidades en que habia concurrido á ellas por condescendencia en el Cabildo, y de la fatal idea y máximas del Regidor Piñérez, reprendiendo al Ribon y tachándole el que se mezclase en semejante iniquidad; la reyerta fué en términos que acudió mucha gente á la novedad y al

boroto, esparciéndose luego la voz de que el Don Pantaleon Ribon le habia dicho á Troncoso que él suscribia el primero á la revolucion y partido de la Junta de Cartagena con otras expresiones: estas noticias, que ya eran públicas en el pueblo, no dejaron de causarme algun cuidado. Pero, Señor Excelentísimo, cuál se quedaria un buen vasallo, cuando á las ocho de la noche del 26 llegó á mi casa Don Mariano Cujal, y separándome me dijo venia de parte de Don José Troncoso, el que me decia habia llegado el caso de que yo depusiese los justos sentimientos que tenia con él y con Don Mateo Epalza; que ellos lo que habian hecho contra mí era por condescender con los cabildantes inicuos; que habia llegado el caso de unirnos para defender al Rey y á la causa justa que seguiamos, que sabia positivamente que Ribon, su concuñado Piñérez el Regidor, y otros esperaban por instantes un chasqui de Cartagena, de resultas del cual debian formar la revolucion al instante en ésta. Contesté como debia á Don Mariano Cujal le dijese de mi parte y en nombre del Rey, le agradecia infinitamente la notícia: que deponia, en cumplimiento de mi obligacion, los agravios personales, y que contasen conmigo y con la tropa, y tambien con los más ó casi todos los españoles y criollos honrados, que me constaba abominaban semejantes iniquidades, como las que maquinaban; que procurase ganar al zambo José Luis Muñoz (uno de los directores de los cabildantes,) pues éste nos convenia no fuese contrario, por el partido que tenia con algunos mulatos y zambos. Esto dijo Cujal á Troncoso, y me contestó, cerca de las once de la noche, que todo estaba corriente y que José Luis Muñoz estaba de su partido.

Desde que Cujal me dió la primer noticia, no paré de avisar inmediatamente á cuantos sabia abrazarian sin detenerse el partido del Rey y de la Patria, y no encontré tan solo uno que no me dijese se hallaba pronto á defenderse contra los malvados en defensa del Soberano. La misma noche del 26 supe que el Alcalde Ribon y Piñérez habian ideado publicar por bando y con música una carta que tuvieron del señor Gobernador de Cartagena, en contestacion á la que le escribieron contra mí, y para que sacase de aquí la tropa: que aunque no les contestaba el dicho Gobernador sobre la salida de la tropa, hacia un gran elogio á los del Cabildo en desdoro mio. No sé cómo este jefe, con lo que ocurria en Cartagena y avisos que yo le habia dado, podia hacer esto; bien que me hice cargo podia ser máxima; pero que los Regidores Troncoso y Epalza se habian opuesto diciendo era un atentado, pues ya á ellos les constaban sus máximas. No obstante, el Piñérez con las infidencias que acostumbra, dijo á un amigo mio que solo él se habia opuesto á la publicacion del bando de la carta, pues todos los demás cabildantes querian que se publicase: sin duda ésta fué sancadilla que me iban á poner para ver si tenian algun pretexto por donde comenzar la revolucion meditada. En esta misma noche vi al Alcalde de la vara en depósito, Don Gabriel Martínez Guerra, Alférez real, al que habiéndole contado el estado de las cosas, se sorprendió y me dijo contase con él para todo lo que conviniese en la materia. Inmediatamente puse cuatro soldados disfrazados con anuencia del Alcalde Guerra, para que estuviesen á lo último de la Villa junto al rio, y ver si podian atrapar si venia el chasqui, cuya gente ha continuado hasta la presente con el mayor sigilo.

El día 27 ya fué público el plan de los traidores, pues se me avi

só que las noticias que tenian de Cartagena por el correo del 23, que salió el Viernes Santo de aquella ciudad, eran que el Sábado Santo, despues de Gloria, se debia formar la revolucion en Cartagena, prendiendo al Gobernador é instalando la Junta de los veinte y cuatro miembros y el Presidente, y que el Alcalde Ribon y el Don Vicente Sayas Gutiérrez de Piñérez eran electos individuos de ella, para que aquí formasen la revolucion, y que este aviso de la formacion de la Junta en el chasqui que esperaban, el que hasta el presente no ha parecido, y aun por noticias divulgadas por ellos, parece se les ha trastornado el proyecto á los de Cartagena, es de notar que uno de sus famosos partidarios, el Vice-rector de este Colegio, Don F. Gutiérrez, de repente y sigilosamente le vieron salir para Cartagena, á principios del mes pasado, bajo pretexto de irse á curar de una enfermedad de epilepcia que padece: en la casa de éste y el otro compañero Salazar, Catedrático, eran y son las Juntas del complot.

El dia 29, con noticias que tuve de que los Regidores Troncoso y Epalza ó Marqués de Torre-hoyos marchaban para sus haciendas, distantes de ésta, les hice decir por un amigo suyo al Troncoso, y que éste lo dijese á Epalza, que sabia se iban á marchar para sus haciendas, pero que ya veian era dejarles el campo abierto á Ribon y Piñérez, para que con el nombre del Cabildo hiciesen cualquiera iniquidad; que perdian el mérito que tenian sin más que por ausentarse; que ellos debian no solo no irse, sino asistir á los Cabildos, que en este caso iria tambien el Alférez real Guerra, y que teniendo la superioridad de los votos, nunca los malvados podian hacer iniquidades en nombre del Cabildo; á lo que contestaron suspenderian sus viajes, haciéndoles fuerza mis razones, bien que la determinacion de sus marchas nos hizo recelar; y en efecto, redoblando nuestra vigilancia, supimos que el 28 por la noche, en la casa contigua á la de Don Mateo Epalza, que es suya y la tiene desocupada, se habian juntado con gran sijilo Don José Troncoso, el Alcalde Don Pantaleon Ribon, el suegro de éstos Don Ramon del Corral, Don Mateo Epalza, el Cajero de éste y el zambo José Luis, pero nada pudimos descubrir de lo tratado. Esta conferencia, que la juzgamos para alguna composicion entre ellos por el parentesco, aumentó nuestros recelos, y más sabiendo la ausencia que iban á hacer de ésta los dichos Epalza y Troncoso, y Don Ramon del Corral, que tambien marchaba.

El día 1. de Mayo supimos que todos los dichos anteriormente y el Doctor Don Vicente Celedonio Piñérez se habian juntado en el mismo paraje, á la misma hora y en el mismo sigilo; es muy factible que todas estas juntas se dirijan al mismo fin de iniquidad, pues yo de nada me fío.

Con fecha 6 del pasado escribí al señor Gobernador de la Provincia un oficio, cuya copia remito á V. E., para que enterado de su contenido, le dé el mérito que le corresponda y vea si los avisos que contiene pudieron dar conocimiento á aquel jefe para precaver los males que amenazaban las intrigas en las actuales circunstancias, bien que le habia dado otros y de nada hizo caso.

El 1.o de este mes ha salido de ésta el Cajero de Don Mateo Epalza: éste se dice ha ido á Tamalameque; es sujeto de los más intrigantes de

y

ésta; amigo y uno de los directores de los cabildantes: es sujeto que tiene en Cartagena una causa pendiente, y se dice que por robos, por lo que profugó de aquella ciudad: es sujeto de la más insana intencion, tal vez su salida podrá sernos muy perjudicial. El Diputado de este comercio, Don Vicente García, con motivo del donativo pedido por la Junta de España, puso la Proclama para reunir intereses, cuya copia acompaño á V. E. Esta la pasó al Alcalde Ribon hace días, para darla curso, pero éste arrebató los papeles con mucha cólera y no le ha contestado al dicho García á estas horas; sin duda no le acomodaba se publicase este papel en las actuales circunstancias. Yo con mis cortas facultades he podido adquirir tres quintales de pólvora y cuatro de plomo, para municionar la tropa, y los buenos vasallos todos se han armado y municionado á sus espensas y manifestado la más firme resolucion, si llegase el caso, para oponerse, no digo solo á estos malvados, sino (si tuviésemos los auxilios y refuerzos necesarios) á los de Cartagena, cercándolos por Barranca, montañas de San Martin y Tolú, sin que por esta parte les entrase ni socorro ni víveres, por lo que y los clamores de los buenos vasallos y Alcalde de la vara en depósito de primera nominacion, para que esta tropa subsista en el interin V. E. dispone lo más conveniente, me veo en la precision de que aun cuando venga la órden de V. E. y el Gobierno de Cartagena para que esta tropa marche, detenerla hasta que V. E. enterado de todo lo acontecido, disponga lo más conveniente. Mi fin, en cuanto he expuesto á V. E. y al Gobierno de Cartagena, solo ha sido dirigido al mejor servicio de Dios, del Rey y de la Patria, por quienes perderé hasta la última gota de mi sangre, antes que contribuir á ninguna iniquidad con los dichos revolucionarios. A V. E. debe constarle que de no darme fuerzas y facultades, será dar alas á los malvados; todo lo que pongo en noticia de V. E. para que con su alta penetracion determine lo más conveniente, sin pérdida de tiempo.

Dios guarde á V. E. muchos años.
Mompox, 3 de Mayo de 1810.
Excelentísimo señor:

VICENTE TALLEDO Y RIVERA.

Excelentísimo señor Don Antonio Amar y Borbon, Virey, Gobernador y Capitan genera del Nuevo Reino de Granada.

RESPUESTA DEL VIREY.

La carta de U., fecha de 3 del corriente, me confirma el concepto de su celo y fidelidad cual le tengo manifestado en otras anteriores y principalmente en la que con fecha 29 de Abril respondí á la de U., de 2 del propio mes, á lo encargado en ella, que confirmo ahora, sobre la continuacion que espero de su vigilancia, y el partido que debe U. tomar en caso urgente; solo añadiré aquí que, si por desgracia llegase éste, sobreviniendo alguna novedad que perturbe el órden público ó trate de atentar contra las legítimas existentes autoridades, que verdaderamente dimanan del Soberano, gobiernan en su nombre y constan esta

blecidas y reconocidas por las leyes; en tal evento proceda U. de acuerdo, auxilie y recíprocamente se auxilíe con el Juez real ordinario, que mantenga la dicha legítima autoridad y sostenga la buena causa. Con este objeto puede U. conservar la partida de tropa que se halla ahí, aunque llegue de Cartagena el champan del Rey, con objeto de conducirla á Honda, como lo tenia yo de antemano prevenido sin antecedentes de las novedades de ahora; pero el champan no dejará de subir con el objeto que yo le destinaré á su arribo. En cuanto á las armas, restos del cuerpo de milicias y demás, sobre esos puntos conviene se entienda U. directamente con el señor Gobernador de la Provincia, quien, como jefe más inmediato en mando y en localidad, providenciará tambien con más espedicion lo conducente, sin que yo acceda al regreso de U. á Cartagena, que solicita, pues nunca más que ahora juzgo precisa ahí la presencia de un oficial de sus cualidades.

Dios guarde á U. muchos años.
Santafé, 27 de Mayo de 1810.

ANTONIO AMAR.

Señor Don Vicente Talledo, etc.

XXIII.

PIEZAS OFICIALES relativas al reconocimiento por el Cabildo de Cartagena, del Consejo de Regencia de España.

I.

Extrajudicialmente he sabido que U. S. no ha recibido directamente, por los diferentes Ministerios, la disolucion de la Suprema Junta Central y gubernativa de España é Indias, y la instalacion de un Supremo Consejo de Regencia que manda la Monarquía á nombre de nuestro Soberano Fernando VII, he visto que en esta ciudad no se ha reconocido ni jurado este nuevo Gobierno. Creía que seria una circunstancia precisa que el señor Virey del Reino se lo previniese á U. S.; pero reflexionando despues maduramente que este pueblo, por no habérsele anunciado oficialmente la ereccion del Supremo Consejo de Regencia de España é Indias, vacila en sus opiniones, y penetrado de las consecuencias perjudiciales que es fácil de prever, me veo en la precision, como Comisario de S. M. destinado á este Nuevo Reino con encargos de la mayor gravedad, de remitir á U. S. un ejemplar del Manifiesto del Supremo Consejo de Regencia á los Americanos españoles, otro de la Suprema Junta Central para la ereccion del nuevo Gobierno, y otros documentos concernientes al efecto: me persuado que esto será bastante para poder desde luego proceder U. S. á la jura y reconocimiento del Supremo Consejo de Regencia, sin esperar á unos trámites largos que son de pura fórmula. En esto hará U. S. un importantísimo servicio al Rey y á ambas Españas, que debemos contemplar como nuestra patria, procurando destruir igualmente la rancia y disparatada preocupacion de criollos y chapetones, origen de tantos ma

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