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CLXII.

DISCURSO del Excelentísimo señor Presidente Gobernador del Estado independiente de Cartagena, en la apertura de las sesiones de la Cámara de Representantes del mismo Estado.

Señores de la Cámara de Representantes:

Despues de vuestras sesiones ordinarias, grandes sucesos han ocurrido en el Estado; y nuestra suerte, que parecia indecisa, se presenta hoy con un aspecto el más lisonjero y consolador para todos los buenos pa

triotas.

Seria fastidiaros importunamente si emprendiese dar una relacion circunstanciada de todos los funestos acontecimientos que hemos experimentado sucesivamente en la dilatada serie de la presente guerra. Baste decir que las derrotas, los desastres y toda suerte de calamidades seguian constantemente nuestras banderas; que las tropas, disgustadas por tantos reveses, sin confianza en sus Jefes, eran ya incapaces de obrar contra el enemigo; que la consternacion, el espanto y el terror se habia apoderado de nuestros pueblos, temerosos de sufrir las mismas devastaciones que habian padecido otros vecindarios desgraciados: en fin, que por una combinacion infeliz de circunstancias, el erario exhausto, nuestros recursos agotados, sin comercio, sin industria, abandonados á nuestras propias fuerzas, el espíritu público desfallecia visiblemente, y contra nuestros más ardientes deseos, contemplábamos con dolor al Estado caminando aceleradamente hácia su ruina y completa disolucion. Mas esto no bastaba aún para agotar nuestro sufrimiento: estábannos todavía reservados mayores males, y para probar nuestra constancia, para ver si éramos dignos de gozar la libertad tan apetecida, la Providencia quiso que apúrásemos hasta las heces el cáliz amargo del infortunio.

En medio de tantas calamidades, en medio de tantos padecimientos, la guerra civil levanta su cabeza en el corazon mismo del Estado. Pueblos incautos y sencillos prestan sus oidos á la seduccion: sus pastores, los Ministros de un Dios de paz, cambian el cayado por la espada fratricida, y en vez de las máximas consoladoras del Evangelio, olvidados de su instituto, predican guerra, muerte y desolacion. El enemigo, siempre vigilante, aprovéchase de esta oportunidad: penetra fácilmente en nuestro territorio, y sostiene las pretensiones de los rebeldes: su presencia les da nuevo vigor: el fuego de la sedicion se propaga con la rapidez del rayo: los extensos partidos de Sabanas y Sinú niegan la obediencia al Supremo Gobierno, y los que antes eran su apoyo, ahora se convierten en enemigos. Cartagena, por este golpe imprevisto, se ve reducida al último extremo de la infelicidad: dividida su atencion entre los enemigos domésticos y los exteriores, privada de los víveres que casi exclusivamente le suministraban los pueblos sublevados, pronto empezó á sentir los horrores de la hambre, y la suerte del Estado presentaba cada dia ménos esperanza de remedio. En tan críticos momentos, en momentos de tanta angustia, desesperacion tanta, el Poder Ejecutivo no perdonó medio ni fatiga alguna para salvar nuestra libertad naciente, y sus providencias se redo

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blaban á la par de los peligros. Tal vez su ardiente celo por el bien de la Patria le habrá hecho desviarse, en alguna ocasion, de los justos límites en que están circunscritas sus facultades; pero el buen suceso que ha acompañado á sus resoluciones, y el móvil que les dió impulso, serán suficientes causas para disculparlo en todo tiempo. Firme siempre en medio de las desgracias, sin abatirse por los funestos contratiempos de la guerra, el Poder Ejecutivo hizo los más extraordinarios esfuerzos, puso en movimiento todos los recursos del Estado, dándoles un impulso vigoroso para librarlo de la ruina que lo amenazaba. Una respetable division de tropas, al mando de un hábil Oficial, el Comandante Cortés, fué destinada á la pacificacion de las Sabanas: otra se destinó para la reconquista del Sinú, dirigida por el valeroso Carabaño, y nuestro ejército del Magdalena, debilitado ya por la separacion de estas tropas, se confió al intrépido Coronel Labatut. Indecisa aún nuestra suerte y temerosos por el éxito de las armas, de repente se varía la escena á nuestra vista: un fausto suceso reanima nuestras débiles esperanzas, y las tropas, al aspecto de los graves peligros que amenazaban la existencia política del Estado, despliegan su valor, su energía y entusiasmo que la ineptitud de los anteriores Jefes habia logrado adormecer. Mompox, cuyo nombre se pronunciará siempre con placer por todos los buenos patriotas, Mompox fué la primera que le dió la señal del triunfo sobre nuestros enemigos, haciéndolos ver de cuánto es capaz el hombre inspirado por el genio de la libertad y deseoso de mantenerla á toda costa. La invasion que aquéllos habian premeditado de antemano para apoderarse de una ciudad tan importante, se ejecutó al fin, cuando nos creían abatidos por una serie no interrumpida de infortunios; pero encontraron la muerte y la desolacion allí donde creían coronar su frente de laureles. El ejército enemigo fué completamente derrotado, perdiendo más de la cuarta parte entre muertos, prisioneros y dispersos, gran número de armas y municiones, algunos cañones y buques de transporte.

Esta gran victoria infundió un nuevo grado de valor en nuestras tropas, animó el espíritu público en todos los ciudadanos, y fué precursora de las ventajas decisivas que la fortuna nos habia reservado en premio de nuestra constancia y de nuestros largos sufrimientos. Entre tanto, en el ejército del Magdalena todo se ponia en actividad para ofender al enemigo. Con tropas visoñas pero resueltas á morir, se atacaron sus puntos fortificados y bien guarnecidos: la victoria coronó en todas partes nuestras armas, y el pabellon republicano se enarboló por la primera vez en Sitionuevo, Sitioviejo y el Platanal el 7 de Noviembre; en el Cuartel general del Guáimaro el 18; y en el Cerro de San Antonio el 17 de Diciembre. La derrota del enemigo fué general en todos sus puntos. Al mismo tiempo las tropas de Mompox se apoderaban de San Sebastian, San Fernando y Santa Ana. La division mandada por Cortés dispersó enteramente al enemigo, que en número de un mil y doscientos hombres, se habia hecho fuerte en "Mancomojan," á la entrada de las Sabanas y penetró sin resistencia al Corozal, reduciendo á la obediencia del Gobierno aquellos pueblos alucinados. Tolú se entregó voluntariamente á las tropas mandadas por Carabaño, y éstas mismas tomaron posesion de la importante batería de Zispata, despues de cuatro horas de combate. El terror se apodera de nuestros enemigos: las armas se les caían de las manos, y

al solo nombre de las tropas republicanas, huyen despavoridos á ocultar en las selvas su vergüenza...... (comido) y consternacion. Tenerife, la plaza más importante y fortificada que poseian, Tenerife la inexpugnable, es abandonada el 20 de Diciembre, y el 23 se tremola en ella el estandarte de la Independencia. La division de Mompox, mandada por el Coronel Bolívar, se pone en marcha el 29; el 30 se apodera del Guamal; el 1.o de Enero entra triunfante en el Banco, ambos puestos fortificados, y el 2 sigue precipitadamente á Chiriguaná, donde se habian refugiado los restos de las fuerzas enemigas.

El ejército del bajo Magdalena, no teniendo ya contra quién combatir, se introduce por la Ciénaga al corazon mismo de la Provincia enemiga: se apodera de San Juan de las Sabanas, puesto tan fortificado como el antemural de Santa Marta, y tal vez en este momento nuestras tropas triunfantes, cubiertas de laureles y acostumbradas á la victoria, poseerán pacíficamente aquella capital, último asilo de los tiranos de la Nueva Granada.

De resultas de tan gloriosos acontecimientos, casi todas las fuerzas sutiles del enemigo están en nuestro poder, y la navegacion del Magdalena, de este gran canal de nuestras riquezas, queda enteramente libre de los riesgos que hasta ahora la han tenido interrumpida. El comercio, la industria, la agricultura que, por un efecto necesario de la guerra, se hallan en un total abatimiento, se reanimarán inmediatamente, tomando un nuevo grado de aumento y de prosperidad; la abundancia reinará en todas partes, y el Estado de Cartagena, despues de haber tenido la gloria de librarse de sus enemigos sin auxilio alguno exterior, la tendrá tambien de elevarse por los cuidados de un Gobierno paternal, al grado de esplendor y fuerza que promete un suelo favorecido de todos los dones de la Naturaleza.

Tal es, oh Representantes del Pueblo, la situación política de la República; triunfante de sus enemigos, tranquila en lo interior y próxima á ver el término feliz de una guerra dilatada y desoladora. Grandes gastos, grandes sacrificios han sido precisos para lograr tan gloriosos resultados: las cuentas que tengo el honor de presentaros os impondrán del estado de los fondos públicos y de lo insuficientes que habrian sido sin los arbitrios que se adoptaron para sostener las expensas de la guerra **. A pesar de todas nuestras ventajas, no os puedo anunciar que los gastos del presente año sean ménos que los del anterior. La política ambigua de la Europa, el conocimiento del carácter feroz y obstinado de nuestros enemigos, nos imponen la precisa obligacion de mantenernos en una actitud guerrera, en tanto que las circunstancias varíen á nuestro favor, y que la suerte de la República esté fijada sobre bases indestructibles. Se necesita organizar y disciplinar numerosos cuerpos veteranos, que en todo tiempo puedan oponerse con suceso á cualquiera clase de enemigos: si en las Repúblicas bien constituidas, las tropas regladas se consideran perjudiciales á la Libertad, en los Gobiernos nacientes son indispensables para conso

* Los partes de la ocupacion de Chiriguaná y posteriores sucesos se recibieron el dia 9. Á esta parte del Discurso alude la observacion del Prólogo de esta obra n.o III, pág. IX.

** Por el estado que se refiere, resulta haber ingresado al Tesoro, en todo el año, la cantidad de $ 1.166,041 y haber ascendido los gastos á $ 1.045,281-2, siendo las existencias $120,759-61.

lidarlos y sostenerlos, y para infundir aquel grado de subordinacion y respeto tan necesarios, y que rara vez se hallan sino cuando un hábito no interrumpido ha acostumbrado á los hombres á la obediencia. Nuestros puntos marítimos y nuestra capital deben ponerse en un estado respetable de defensa, capaz de resistir á cualquiera invasion extraña, bien sea de los españoles ó de otra Nacion ambiciosa que intentase dominarnos.

La marina requiere aumentos absolutamente precisos para la proteccion de nuestras extensas costas y auxilio del comercio; en una palabra, todos los ramos del Departamento militar necesitan cuantiosas erogaciones. Es, pues, indispensable que os ocupeis, con preferencia á todo, en organizar las rentas públicas, de modo que sus productos basten á cubrir los gastos que deben necesariamente impenderse, y que siempre quede un sobrante para los casos imprevistos.

Los gastos civiles son susceptibles de reformas y ahorros considerables, que en el dia consumen una gran parte de la sustancia pública sin beneficio directo del Estado. Economía en los gastos, una buena administracion de las rentas y algunos aumentos de los ramos que las producen, será suficiente para cubrir el déficit actual; pues aunque el Congreso se halla instalado, los fondos de la Union no serán por lo pronto tan cuantiosos como lo requieren las infinitas atenciones que son á su cargo, y por tanto, no podemos librar nuestra confianza totalmente en sus recursos.

Los establecimientos para la educacion de la juventud, estos semilleros de ilustracion donde se formen los grandes hombres que algun dia han de dirigir la nave del Estado; la proteccion de la industria; el fomento de la agricultura y del comercio, todo reclama imperiosamente vuestra atencion, y es un objeto bien digno de vuestras meditaciones. Que este pueblo hasta ahora desgraciado, al respirar de los horrores de una larga guerra, deba á vuestros cuidados incesantes la indemnizacion de sus pasados sufrimientos, y empiece á lograr en breve los beneficios de nuestra transformacion política que les proporciona vivir al abrigo de sábias leyes, y bajo la proteccion de un Gobierno justo y liberal.

Confiado en la cooperacion de vuestros esfuerzos, sigo sin temor en la difícil carrera de los negocios públicos que están á mi cargo, firmemente resuelto, como lo he estado hasta ahora, á hacer los más costosos sacrificios por el bien de mi amada Patria.

¡Quiera el Dios protector de la Justicia y de la Libertad continuar derramando sobre este buen pueblo sus bendiciones, para que con su auxilio prospere esta República naciente, y se haga respetar de sus enemigos.

Cartagena, Enero 8 de 1813,-3.o de nuestra Independencia.

MANUEL RODRIGUEZ TORICES, Presidente Gobernador del Estado.

CLXIII.

EL GOBIERNO de Cartagena ordena que se unan y combinen sus operaciones las tropas que están á las órdenes de los Coroneles Manuel del Castillo y Simon Bolívar, para destruir al enemigo comun.

Señor Coronel ciudadano Manuel del Castillo y Rada,

Acabo de recibir el oficio de U. S. de 19 del presente, y congregado en el acto el Supremo Poder Ejecutivo, de este Estado, ha dispuesto y ordena en esta misma fecha al Coronel ciudadano Simon Bolívar, Comandante de nuestro Ejército en Ocaña, que desde luego y sin la menor demora marche hácia U. S. con cuantas fuerzas disponibles pueda, y se le reuna ó bata al enemigo, si fuere preciso atacarle ántes de aquella union y ántes de concertar con U. S. el plan de operaciones. Asimismo se dice al Director de la guerra en Mompox, Coronel ciudadano Pantaleon German Ribon, que al instante provea á Bolívar de pólvora, de doscientas lanzas, de cuantos cartuchos de fusil le sea dable y de los demás pertrechos de guerra necesarios al objeto; expresándose al referido Coronel Bolívar, que nuestras tropas se mantendrán á las órdenes del Congreso, costeadas por éste ó por el Gobierno que inmediatamente las ocupa; y que el mando de ellas y de las de U. S. lo tome el más antiguo, á ménos que U. SS. mismos no acuerden otra cosa en obsequio del buen éxito de tan importante expedicion. Así tenemos la Patria de U. S., y yo, el nuevo y vivo placer de coadyuvar más y más á la salvacion de la Nueva Granada, despues que hemos atacado, batido y hecho huir vergonzosamente más allá de los mares á sus encarnizados enemigos.

Dios guarde á U S. muchos años.-Cartagena, Enero 28 de 1813.
MANUEL RODRIGUEZ TORICES, Presidente Gobernador del Estado.

CLXIV.

PIEZAS relativas al abandono de la ciudad de Santa Marta por las autoridades y fuerzas realistas.

EXCELENTÍSIMO SEÑOR:

I.

Con el mayor sentimiento participo á V. E. que ahora que son las seis de la tarde, acaban de fondear en este puerto las goletas de guerra "Ramona" y "Príncipe," al mando del Teniente de fragata Don José Arias, y la mercante "Fernando VII" - parte de catorce ó diez y seis buques que salieron de Santa Marta el dia seis del corriente, en que fué abandonada aquella interesante plaza. Se conducen en estos tres buques el señor Gobernador Coronel Don José de Castillo, con alguna tropa y familias, viniendo los restantes cargados de lo mismo y convoyados por los bergantines" Aguila " y "Alerta " y la goleta "Fénix."

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