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nos me avisó que se hallaba bloqueado aquel puerto de nueve buques de los insurgentes de Cartagena, los cuales habian tomado su direccion para el punto que nombran "San Buenaventura," paraje propio y el más acertado para invadir la plaza. Ya se deja ver la sorpresa que me causaria tan extraordinario acontecimiento y no obstante las oportunas providencias que el citado Gobernador me indicaba habia tomado para la mejor defensa de aquella posesion de su responsabilidad; sin pérdida de momento hice convocar á Junta de Guerra y Hacienda, no tan solamente para socorrerlo con cuanto fuese necesario y posible para que la lograse muy tenaz y vigorosa, sino tambien para disponerla en el castillo de Chagres y todo el respecto del Istmo. En efecto, el testimonio número 1.o que acompaño, manifestará á U. S. cuántas disposiciones tomé para tan útil fin, desvelándome además sin descontinuacion alguna, en lo que era consiguiente de tan extraordinaria ocurrencia; y habiendo auxiliado al citado Gobernador con todo lo que permitian las circunstancias, le contesté tambien lo que manifiesta la copia número 2.o

En este estado y agitado mi corazon de saber los verdaderos resultos de un particular de tanto bulto, obtuve el 19 por la tarde un parte del Alcalde de San Juan, pueblo situado en el camino de tierra de esta plaza á la de Portobelo, en que me dió noticia de la que habia tenido, sobre que el citado Portobelo habia sido tomado de los enemigos; y si el primer parte, de que ya dejo hecha referencia, me fué tan demasiadamente sensible, este segundo acabó más de consternar mi espíritu, llenándolo de la más amarga pena, con tanto mayor motivo, cuanto que por no haber obtenido otros avisos del Jefe de la dicha plaza invadida, creí desde luego que era perdida, y que aun la audacia atrevida de los enemigos los encaminaba para esta capital, cuyo vecindario en la mayor inquietud se alarmó y puso en la agitacion que era consiguiente. Yo, pues, con este motivo volví á convocar á Junta de guerra, para discutir muy por menor y con acuerdo de todos los Jefes, lo que fuese más acertado. Reflexionada al fin materia de tanto interes, se acordó y resolvió lo que consta del testimonio número 3. Salieron, en su consecuencia, de esta plaza para la de Portobelo todas las tropas disponibles que en ella existian, con los respectivos oficiales que reunian las circunstancias precisas, se remitieron útiles y pertrechos de guerra: se redobló aquí la más exacta vigilancia: contribuí con cuanto era posible y necesario al Comandante de Chágres: le comuniqué cuantas órdenes fueron respectivas: noticié las ocurrencias á todos á quienes era debido, muy particularmente al Gobernador de Veraguas y Comandante militar de Penonomé, parajes por donde podian tener combinada los enemigos internacion en este Istmo, pues teniendo bocas de rio y calas hácia la parte del Norte, pudieran muy bien acometer por ellas; y, en fin, habiendo propendido á dejar cubierta en un todo mi responsabilidad de Comandante general, esforcé hasta lo sumo mis prevenciones, para dejar en cualquier acontecimiento bien puesto el honor de las armas del Rey, la gloria de nuestra grande Nacion, y el completo castigo de los malvados. Manifesté al público por cedulones, las ocurrencias y disposiciones, sin embargo de que todo era bien sabido. Todos los documentos que los justifican plenamente, además de los principales que dirijo á U. S., quedan archivados en mi Secretaría para la constancia de ellos en todo tiempo, y obvio el incluir

los por considerarlo inoficioso, por no abultar demasiado esta representacion. Pero no concibo sea el de acompañar la copia número 4, en que despues me dió aviso el Gobernador de Portobelo del verdadero suceso, á que contesté lo que manifiesta el número 5. Y aunque de estos dos últimos documentos se convence que hemos salido de aquellos apuros por haber sido rechazados los enemigos, no por esto han dejado de quedar vigentes todas mis providencias, para no ser sorprendidos de ellos, y batirlos hasta donde alcance la posibilidad, siempre que acaso intenten hostilidades.....

De todo lo expuesto me ha parecido muy de obligacion instruir á U. S. por menor para su superior debida inteligencia, y á fin de que si en su virtud fuere de su agrado hacerme algunas prevenciones, consecuentes del mejor real servicio, viva U. S. persuadido firmemente de que inmediatamente que lleguen á mi noticia, serán cumplidas con la exactitud conveniente.

Nuestro Señor guarde á U. S. muchos años.
Panamá, Febrero 10 de 1814.

Señor Capitan general, Jefe superior político del Reino.

CARLOS MEYNER.

II.

Copia número 5. (Las demás no se copian, por carecer de importancia).

SEÑOR COMANDANTE GENERAL.

Despues de la salida del chasqui, que con mi dictámen y el de los individuos condecorados de esta ciudad, se remitió á U. S. el 15 del corriente, sobre la sorpresa que nos causó la venida de nueve buques, entre ellos un bergantin, que por sus operaciones se hicieron sospechosos, los cuales dieron fondo en la rada de San Buenaventura: dí todas las providencias necesarias á la conservacion de esta plaza y sus inmediaciones, como á U. S. consta por el oficio que le remití en dicho dia. El 16, á las nueve de la mañana, hicieron los enemigos su desembarque en número de 500 á 450 hombres; ya estaba tomado por los nuestros el sitio de la "Trinchera" que se halla descubierto sin ninguna artillería ni parapeto que se pueda titular de tal, pues las piezas de artillería que allí se hallaban están enterradas; por cuyo motivo se ocultaron los nuestros en el monte, y se reunieron a la subida de él, y luego que le hicieron alguna resistencia matando á uno é hiriendo á otro, fugó la numerosa columna de los enemigos, haciendo la retirada más vergonzosa.

A las siete y média de la noche se presentó la polacra "Cupido," al mando del Teniente de navío Don Manuel Fúnes, á la que se le tiraron cuatro cañonazos, por creer que sería enemiga; hasta que habiéndosele mandado echar la lancha al agua, se reconoció, y expresó que por un fuerte temporal habia tenido que arribar á este puerto, en cuya virtud he dispuesto desembarcar los veinte mil pesos que conducía para socorro de Santa Marta, y los he puesto en salvo para cualquiera ocurrencia,

quedando con cinco mil pesos para ocurrir á los gastos necesarios en la defensa de esta plaza, cuyo procedimiento espero se servirá U. S. aprobar.

En el dia de hoy han dado la vela los buques mencionados, y aun se hallan á la vista en la vuelta del Norte, pero no por esto he dejado de activar todas las más eficaces providencias para la defensa y vigilancia de la plaza, por si resultase ser alguna tentativa del enemigo, á fin de distraer los ánimos de estos ciudadanos.

Acompaño á U. S. copia de la intimacion que me remitió el Jefe que se nombraba de los enemigos, á la que no contesté por no haber venido con las formalidades correspondientes, y sí solo por un prisionero á quien dieron libertad para este fin.

Luego que el tiempo me lo permita, daré á U. S. noticia circunstanciada de los individuos que más se han distinguido en la defensa de la plaza; todo lo cual expreso á U. S. para su conocimiento, y que sin la menor dilacion me remita tropa y armas, que es lo que únicamente ahora necesito, pues de lo contrario no puedo tener ninguna responsabilidad. Dios guarde á U. S. muchos años.-Portobelo, 17 de Enero de 1814.-JUAN RODRIGUEZ VALCÁRCEL.-Señor Don Carlos Meyner, Comandante general del Istmo. III.

SEÑOR CAPITAN General.

Como este Ayuntamiento constitucional está firmemente persuadido de que nadie como U. S. apreciará en el Reino en su verdadero valor las gloriosas acciones, eleva con suma complacencia, por la razon indicada y por desempeñar su primer deber con la Patria y con V. S., á su superior conocimiento, la plausible noticia de las ventajas que ha logrado esta fiel ciudad sobre los rebeldes de Cartagena, que en número de cuatrocientos cincuenta á quinientos, y conducidos en ocho goletas y un bergantin, se atrevieron á insultarla el 16 del próximo pasado, con sus seductoras é imponentes intimaciones, que fueron miradas por todos estos habitantes con el horror y desden que merecen tan despreciables enemigos, y rechazados de la altura de la "Trinchera" que habian ganado por indefensa sin obstáculo, pero cuya ventaja consiguieron para su mayor confusion y vergüenza, pues se les hizo evacuar y se les obligó á fugar cobardemente en el momento.

De todo da á U. S. parte circunstanciado el digno Gobernador de esta plaza, Coronel Don Juan Rodríguez Valcárcel, cuya presencia y serenidad animaba vigorosamente á la tropa y vecinos de su mando, á quienes, como él, recomendamos á U. S., seguros de su aprecio, y que tendrá la bondad de admitir esta prueba de la constante lealtad que á Su Majestad profesa este pueblo fiel, y de nuestro respeto, con el cual se congratula con U. S. este Ayuntamiento, por la satisfaccion que de ello le resulta.

Nuestro Señor guarde la vida de U. S. los felices años que le desea la leal ciudad de Portebelo, 20 de Febrero de 1814.

Señor Capitan general.

Lorenzo Jose Corvacho.-Manuel Gonzalez.-Dionisio Melendez.Estevan Iglesias.-Rafael Santijo.

Señor Don Francisco Montalvo, Gobernador y Capitan general del Reino.-Santa Marta.

AÑO DE 1814.*

CLXXXIX.

NOTA en que el Capitan Don Ignacio de la Rus hace algunas indi caciones al Capitan general Montalvo, sobre las operaciones de la escuadrilla realista.

Señor Capitan general.

He recibido el oficio de U. S., fecha de ayer, en que U. S. me ordena que aposte dos bongos en "Buenavista" y otros dos en la boca de "Clarin"; á lo que debo contestar á U. S. que lo primero es imposible, por estar secos los caños que conducen á dicho sitio, y que aunque para lo segundo hay proporcion, es muy expuesto, pues dicho Clarin dista de este punto catoree leguas, y de Barranquilla solo tres; por lo que creo expuestos dichos buques á ser batidos y aprisionados, pues embalsando gente, como las orillas del caño es todo tierra firme, podrán cortarles la retirada, y los buques de guerra que aun tienen en el rio batirlos por el frente. En vista de estas razones y estando penetrado de la necesidad que hay de socorrer á nuestras tropas que en las orillas del Magdalena se hallan atacadas, me parecia á propósito el que respecto á las grandes fuerzas sutiles que tenemos, podiamos hacer un movimiento rápido sobre el mencionado rio; el que llevaba doble objeto, pues al mismo tiempo que contribuiria á que los enemigos se retirasen á su orilla, podiamos dominar el rio, organizar algunas fuerzas y mantenerlos en inquietud para que no pudiesen proyectar ningun ataque contra la Provincia en algunos dias. Si la suerte era próspera, quizá mudaria de aspecto el estado de la guerra, y no hay duda que podrian lograrse grandes ventajas.

Para conseguir el que nos pongamos en movimiento, necesito recomponer dos buques y pagar alguna cosa á la gente y á los que me surtieron de víveres para esta expedicion, con el fin de que repitan los auxilios que para esta operacion deben ser mayores, pues es obra á lo ménos de un mes: con dos mil pesos y algunas reses puede lograrse el objeto, si á U. S. le parece acertado, pues por lo que respecta a tripulaciones y guarniciones, todos están dispuestos. En fin, me atrevo á asegurar á U. S. que si recibo el dinero, el mártes puedo ponerme en

marcha.

Dios guarde á U. S. muchos años.

Canton de la Ciénaga, Marzo 31 de 1814.

IGNACIO DE LA RUS.

Señor Capitan general, Jefe superior político de este Reino y Provincias de Venezuela.

* Por una distraccion se insertaron algunos documentos del año de 1814, en las páginas 623 á 628 de esta Coleccion.

CXC.

EL MINISTERIO de Guerra de España, comunica, para su ejecucion, al Vireinato de la Nueva Granada, el decreto de Fernando VII, por el cual abroga la Constitucion y otros actos.

Ministerio de Guerra.

Por el Real Decreto del cuatro del corriente, de que incluyo á V. S. copias, y que de órden de su Majestad hará V. S. circular en el territorio de su mando, se enterarán esos habitantes del extraordinario beneficio con que la Divina Providencia acaba de premiar los esfuerzos de la más leal y más valiente de todas las Naciones, restituyéndole despues de un largo cautiverio al más amado de los Reyes.

La presencia de su Majestad ha hecho ya cesar las disputas y los partidos que dividian los ánimos y que amenazaban sumergir las Provincias de la Monarquía en Europa en el abismo de males que sufren algunas de América. Tambien hubieran cesado los de ella, si sus habitantes hubiesen podido ser testigos del entusiasmo y de la inexplicable alegría con que sus hermanos de Europa han recibido á su Majestad, y sobre todo si conociesen sus reales intenciones respecto á sus súbditos de esas Provincias: entonces se acabarian al momento los disturbios que tanto causan la desolacion de ellas, y serian desde luego completamente felices. No lo seria ménos su Majestad. Desgraciadamente no lo es todavía. Sentado en el trono de sus mayores, ve condenado á la humillacion y al abatimiento á su opresor, mira la corona de Francia en las sienes del legítimo Monarca, y goza del sublime espectáculo que le ofrece la Europa restituida á la paz, y volviendo atónita los ojos á España, reconociendo que el valor y la constancia heróica de los españoles son el orígen de tantos portentos y en medio de tan grandes motivos de satisfaccion su real ánimo se halla penetrado de dolor considerando los alborotos que durante su ausencia se han suscitado en algunas Provincias de América. Su Majestad se halla íntimamente persuadido de que las Provincias que componen la Monarquía en ámbas partes del mundo no pueden prosperar las unas sin las otras; y no tiene ménos amor á sus vasallos de las más remotas, que el que tiene á los de las más cercanas á su residencia. Por lo tanto, su Majestad está resuelto á enmendar los agravios que hayan podido dar motivo ó servido de pretexto á los alborotos; y para proceder con verdadero conocimiento ha pedido informes à personas naturales de esas Provincias, estimadas en ellas, y que segun el crédito que tienen de imparciales, dirán los excesos que ha podido haber de una y otra parte. Estos informes se hallarán dentro de pocos dias: y su Majestad, conocida la verdad, se colocará en medio de sus hijos de Europa y de América, y hará cesar la discordia, que nunca se hubiera verificado entre hermanos sin la ausencia y cautiverio del Padre. Su Majestad dirigirá muy en breve su palabra á los naturales y habitantes de esas Provincias; y entre tanto en el Real Decreto que acompaño á V. S. y que su Majestad ha dado al tomar las riendas del Gobierno, hace conocer que la pretendida Constitucion política de la Monarquía promul

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