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del Rey, á los intereses de esos habitantes y el más natural; esto es, "el que todo retroceda por el mismo camino que comenzó el desórden á su prístino estado." Los hombres más grandes en armas y letras de Europa nos han enseñado este ejemplo en la última coalision que derrocó al tirano que la ultrajaba. Ellos no hallaron otro partido que tomar, sino poner sus ojos en el equilibrio que por tanto tiempo conservó la paz en aquella parte del mundo; y esa Provincia, á su imitacion, debe fijar los suyos en el antiguo vínculo que la une con la Madre Patria y sus augustos Soberanos, bajo cuyo apacible mando ha vivido ántes próspera y feliz, desentendiéndose, porque así lo exije su propia conservacion, de otros modos, términos ni condiciones que nunca tendrán cabida en el real ánimo de Su Majestad.

La razon, la política y el bienestar de los pueblos injustamente sacrificados, reclaman imperiosamente este paso, de que ese Gobierno no puede excusarse sin comprometer su existencia y suerte futura.

En tal concepto, cierto de que este asunto de tamaña importancia é interes para esa Provincia no será mirado con una indiferencia culpable, sino que será atendido con todo el respeto y buen juicio correspondiente á la voz del Soberano que habla á ese Gobierno y á los demás disidentes en su Real Decreto de 24 de Mayo, y de que U. S. y sus colegas no querrán engañarse por más tiempo, figurándose en la Península partidos que no existen, pues en ella solo se reconoce y obedece la autoridad del Rey, reitero mis insinuaciones de pacificacion, é igualmente recomiendo la brevedad y franqueza de contestacion al contenido de este oficio y de los documentos que le acompañan.

Dios guarde á Usía muchos años.

Santa Marta, Agosto 5 de 1814.

Señor Don Manuel Rodríguez Torices.

IV.

FRANCISCO DE MONTALVO.

No fué sola la casi total ocupacion del territorio español por las armas francesas, á consecuencia de la condescendencia y tratados anteriores del Gabinete español con el Emperador de los franceses; ni el peligro de una dominacion extranjera en virtud de las cesiones y abdicaciones de Bayona; ni los acontecimientos posteriores de la Península, en que Gobiernos tan injustos con América como ilegítimos, se sucedieron rápidamente y se destruyeron unos á otros, conviniendo solo en hacerse árbitros de su suerte sin su voluntad, y en mirarla como súbdita y esclava, y no como su igual y su hermana; ni en fin, los abusos, la arbitrariedad el despotismo del antiguo sistema, lo que obligó á ésta á tomar el partido de sacudir su bárbaro yugo y de conservarse para sí misma: motivos aun más justos, mas indisputables, más permanentes la decidieron á esta medida.

y

* Los Decretos á que alude esta nota se hallan insertos en las páginas 631 á 638 de esta Coleccion.

La América, grande en su extension, poderosa en sus recursos, incapaz de ser gobernada bien en ningun sentido por una Potencia dis tante, conoció que era llegado el tiempo de su emancipacion; que su suerte sería siempre miserable y precaria dependiente de ajenas manos; que no le convenia estar expuesta á los vaivenes y eternas disensiones políticas del otro continente; que la naturaleza no en vano la separó de él, y que para su felicidad y la del género humano debia ser independiente.

España no ha tenido ni tiene un justo derecho para oponerse á esta solicitud. ¿Quién la hizo dueño de estos territorios, ni cómo puede llamarse justa y heróica su resolucion de resistir á los franceses à sacudir un yugo extranjero, si no confiesa este mismo derecho en la América para resistir el suyo? La antigüedad de una usurpacion agrava el delito, no lo justifica. Los Moros dominaron setecientos años á España, y EspaMa se creyó con derecho para arrojarlos de la Península.

La caida del Emperador de los franceses debe enseñar á los demás gobernantes de la tierra que los tronos solo se afirman por la justicia, y que al momento que la violencia ha de ser su único apoyo, están expuestos á perecer bajo de sus propias ruinas. Severo ejemplo de escarmiento, que si jamás puede tener una justa aplicacion es en nuestro caso, en que una simple Potencia de Europa pretende dominar á un Mundo entero!

"Las Naciones de aquel continente, que no han podido tolerar la dominacion de la Francia en él, ni las travas con que quiso limitar su comercio, no mirarán con indiferencia la de España, ni el exclusivo monopolio que ha ejercito y pretende continuar ejerciendo en el nuevo. Pero si por desgracia ellas quieren ser injustas con la América, enseñada por la España en su resistencia, luchará con sus propios recursos, y esperará que la misma justicia inmutable y eterna que castigó á Francia, castigue á la que no supo aprovecharse de su ejemplo.

¿Qué bienes son tampoco los que hoy etiene que esperar la América de España? Prescindamos de su aniquilacion de que no podrá separarse en muchos siglos: olvidemos el influjo que sobre ella ejercitarán las Potencias extranjeras; ¿pero qué es lo que nos promete? ¿Una Constitucion que ya abolió el Monarca ó un Monarca que desconoce la Constitucion? Por quién están hoy los gobernantes de América que nos intiman la sumision? Respetan á la Nacion árbitra que dice ser de sus leyes y que se ha rescatado para sí misma, ó nos ha de oprimir el régimen antiguo, y hemos de ser el juguete de la arbitrariedad y el capricho? { Cuánto más sabia la América que ya no quiere depender de estos acontecimientos, y que busca en su seno las leyes y los consejos acomodados á sus circunstancias que la deben dirigir!

Que olviden, pues, nuestros enemigos el empeño de someterla á su arbitraria voluntad. Pero si por desgracia se obstinan en su resolucion de hacerla esclava, sepan que la de América es ser libre, y que la guerra y los males con que nos amenazan no nos intimidan. Más cruel y asoladora no puede ser que la que nos han hecho hasta aquí, en nombre de cuantas autoridades se han levantado en España: pero sus consecuencias no es á los Gobiernos americanos á quienes se deben imputar sino á la temeridad y el orgullo de los que nos atacan. El que pelea en su casa por defenderse y por arrojar á un injusto invasor, usa del primero y más sagrado derecho que concedió Dios al hombre en

su creacion: el que lo acosa y lo persigue en sus hogares para oprimirlo y para aprovecharse del fruto de su sudor, es un monstruo que deshonra ú la humanidad. Nada hay que no sea lícito al primero para su propia conservacion: nada que no sea criminal é imputable al segundo que lo provoca. La Nueva Granada ha sido hasta aquí moderada, bien á costa suya; con los instrumentos y los agentes de su opresion; pero si por la fatalidad que preside á los consejos de España llevare adelante la empresa de subyugacion de que está encargado el gobernante de Santa Marta, que se dice Capitan general y Jefe superior político del Reino, nuestra conducta variará tambien al mismo paso, y él y sus semejantes serán personalmente responsables de una guerra injusta de su parte, en querer esclavizar pueblos, necesaria y la más legítima por la nuestra para defendernos..

La Constitucion particular de Cartagena nada ha influido ni influye en la suerte de la Nueva Granada. Unida como lo está aquella Provincia á sus hermanas, la resolucion universal de ellas que ha sido y es la misma de ese pueblo proclamando espontáneamente su independencia, será su única regla.

Tal es la respuesta que dará V. E. al gobernante de Santa Marta á su intimación de 15 de Julio, en nombre del Presidente del Congreso de las Provincias Unidas de la Nueva Granada, encargado de su Poder Ejecutivo federal, EXPRESÁNDOLE EL VIVO DOLOR QUE SIENTE EN QUE ELLA HAYA DE DIRIGIRSE Á UN AMERICANO QUE PRÓXIMO Á FINALIZAR SU EXISTENCIA, NO TENIENDO YA OTRA COSA QUE AMBICIONAR SINO SU DESCANSO, ASPIRE AL TRISTE CONSUELO DE OIR EN SUS ÚLTIMOS MOMENTOS EL RUIDO DE LAS CADENAS QUE ÉL MISMO HAYA FORJADO Á SUS HERMANOS.

Dios guarde á V. E. muchos años.
Tunja, 6 de Septiembre de 1814.

CAMILO TORRES, Presidente del Congreso.

Excelentísimo señor Presidente Gobernador de Cartagena,

CXCVII.

EL GENERAL Simon Bolívar, á su vuelta de Venezuela, da aviso al Gobierno de la Nueva Granada de la pérdida de aquella República.

Excelentísimo señor Presidente del Congreso de la Nueva Granada, Encargado del Supremo Poder Ejecutivo de la Union.

EXCELENTÍSIMO SEÑOR:

La naturaleza de una guerra de exterminio que me fué forzoso sostener en Venezuela para conservar la libertad que la habia dado, redujo aquel pais á tal desolacion, que es imposible describir á V. E.

Aunque la fortuna constantemente coronó nuestros esfuerzos decidiendo en favor de la República más de cien combates, fué bastante una sola desgracia, experimentada en La Puerta el 15 de Junio último, para que se apoderase el enemigo de la Provincia de Carácas. Perdido en

aquella infausta jornada el único ejército que protegia la capital contra las incursiones del más feroz tirano, me ví en la dura necesidad de abandonarla, y el 7 de Julio próximo pasado me retiré à Barcelona, con el objeto de reunir mis tropas á las que el General en Jefe del Oriente de Venezuela organizaba para auxiliarme.

Nuestros dos ejércitos se incorporaron en la villa de Aragua, donde no se perdonó diligencia alguna por aumentarlos y ponerlos en aptitud de emprender la recuperacion de Carácas. La actividad y rapidez extraordinaria con que el enemigo voló sobre nosotros, á tiempo que el ejército no estaba aún en disposicion de resistirlo por su inferioridad, por su indisciplina, y, lo que es más, por la absoluta escasez de pertrechos, frustró todas nuestras esperanzas, y el 17 de Agosto fué testigo de la accion más sangrienta, que decidida contra las armas republicanas, decidió tambien la suerte de la República.

Un conjunto de causas inexplicables por sus enlaces y extension han concurrido poderosa é inevitablemente á nuestra ruina.

La sublevacion general de todo el interior de Carácas daba al enemigo un número de tropas incomparable con las pocas que la capital y los pueblos vecinos podian contribuirme para oponerle: la devastacion absoluta y espantosa de todo el territorio me priva hasta de los víveres necesarios para la mantencion del ejército, que obrando en órden y haciendo una guerra de nacion no podia subsistir mucho tiempo sin los auxilios que le faltaban, mientras el enemigo, pillando, destruyendo y usando de una desenfrenada licencia, de nada necesitaba. Así los pocos pueblos que combatian conmigo por la libertad desmayaron, cuando el enemigo se aumentaba prodigiosamente y se conciliaba el afecto de sus tropas. Tales fueron las causas radicales que han conducido la República de Venezuela al sepulcro.

Destruido el ejército, consumidas las municiones, perdidas las armas, y reducido solamente á la costa de Cumaná, tomé el partido de venir á la Nueva Granada, á exponer á V. E. la relacion de las desgracias que consumen de nuevo á mi Patria, á impetrar de V. E. auxilios, y á rendir cuenta de mi conducta, para que se me juzgue.

Dichosamente he tenido ayer la gloria de pisar por la segunda vez el territorio feliz que tiene el honor de ser dirigido por V. E. y el augusto Congreso, y me prometo que dentro de muy breve tiempo gozaré la satisfaccion de presentarme á V. E. Entonces mis informes serán detallados y mi conducta será comprobada con documentos.

V. E. oirá mi opinion con respecto á los enemigos, y las medidas que la necesidad exige imperiosamente para salvar esta República de los males que muy de cerca la amenazan. Sabrá V. E. el estado en que he dejado la Provincia de Cumaná trabajando por su libertad, bajo la conducta de los segundos Jefes de Oriente y Occidente, Piar y Rívas, que hacen esfuerzos por sostener aquella parte de la República, que bien podrán lograr, si la discordia, que ha empezado á mostrarse entre los Jefes, no ahoga tan laudables intentos.

Acepte V. E. los tributos de mi alta consideracion y respeto.
Dios guarde á V. E. muchos años.

Cartagena, Septiembre 20 de 1814,—4.°

SIMON BOLÍVAR.

CXCVIII.

REAL ORDEN reservada sobre aprestos de una expedicion española con destino á la Costa-firme.

Ministerio Universal de Indias-Guerra.

Deseando el Rey poner fin de una vez á las turbulencias que afligen á esos hermosos paises, y socorrer eficazmente á los leales vasallos, que en medio de los mayores riesgos y calamidades han sostenido sus legitimos derechos, ha determinado, entre otras cosas, remitir á la Costafirme una expedicion fuerte de diez mil hombres, al mando del Mariscal de campo Don Pablo Morillo, que saldrá inmediatamente del Puerto de Cádiz.

"El primer objeto de esta expedicion es mantener la tranquilidad en la Capitanía general de Venezuela, tomar á Cartagena de Indias, y auxiliar poderosamente á la pacificacion del Nuevo Reino de Granada."

La conservacion del Perú es otro de los objetos que llaman preferentemente la atencion del Rey; así se remitirán á disposicion del Virey de Lima, en todo el año de 1815, cuantas tropas se pueda desde Venezuela y Nueva Granada, sin perjuicio de su seguridad.

Con estos auxilios y las fuerzas marítimas que acompañan á la expedicion al mando del Brigadier de la Real Armada Don Pascual En rile, y cuyas instrucciones son para obrar sobre las costas de esa Capitanía general, confía S. M. ver restablecidas en breve la paz y la tranquilidad entre sus amados vasallos de esa Provincia.

Como la buena armonía entre U. S. y el General Don Pablo Morillo, Capitan general de las Provincias de Venezuela y General en Jefe del Cuerpo expedicionario, es el medio más seguro, no solo de que se tranquilizarán las Provincias confiadas al mando de ambos, sino que se podrá asegurar el Perú y aun influir eficazmente en la pacificacion del Rio de la Plata, ya sea con los auxilios que de acuerdo se pueden facilitar, ó con la opinion que se adquieran las tropas del Rey y sus Jefes; espera S. M. que si alguna desavenencia se suscitase entre U. S. y el General Morillo, no se olvidarán de que los intereses que se les han confiado no son individuales suyos, sino los del Soberano, que han de hacer la felicidad de sus pueblos. Así encarga muy especialmente la buena inteligencia entre los dos, y espera de la prudencia de U. S. que sacrificará (si lo que no es de esperar llegase el caso) cualesquiera consideraciones particulares al bien del servicio.

Dios guarde á U. S. muchos años.

Madrid, 25 de Noviembre de 1814.

Señor Capitan general del Nuevo Reino de Granada.

LARDIZABAL.

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