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como dueño y señor de sus vidas y haciendas, borrando para siempre las ideas consagradas en la Constitucion del año de 1812, y sometiéndose al arbitrio del soberano.

-Nada, nada, digeron muchos obedeciendo al impulso del momento. El rey nuestro augusto amo no debe reconocer á ła Regencia ni á las Córtes. Si se rebelan ambas, el pueblo puede sojuzgarlas.

XVI.

Entre los que acompañaban á Fernando en aquella ocasion, habia hombres que amando lealmente al rey por representar á sus ojos el principio de la legitimidad, reconocian el derecho con que la nacion, abandonada por su rey, se habia erigido en soberana, habia nombrado unas Córtes Constituyentes y se habia dado una Constitucion.

Estos, entre los que figuraban el duque de Frias y el general Palafox, temian fatales consecuencias del rompimiento, y pesando sus razones en el ánimo de todos convinieron en que Fernando, resuelto á no aceptar los hechos consumados, no soltase, sin embargo, prenda alguna ni declarase guerra abierta á sus enemigos, hasta tanto que pudiera dar el golpe con seguridad.

Resuelto á regresar á España, convinieron en observar el estado de la opinion en las poblaciones del tránsito, en animar á sus partidarios y en doblegarse, si preciso fuera, á las circunstancias, sin perjuicio de llegar por cualquiera de estos medios al mismo fin.

De todos modos era preciso que Fernando contestase á la Regencia, y comisionó al mariscal de campo D. José Zayas

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para que llevase esta respuesta al gobierno y preparase de paso la opinion de los pueblos anunciando la próxima llegada del rey y de su córte.

En la carta decia el rey á la Regencia:

«En cuanto al restablecimiento de las Córtes, como todo lo que pueda haberse hecho durante mi ausencia que sea útil al reino, merecerá mi aprobacion como conforme á mis reales intenciones.>

Esta literatura es de Escoiquiz, que era el que sacaba de los apuros literarios á su antiguo discípulo.

XVII.

El general Zayas anunció en todas partes la próxima llegada del rey; habló de sus virtudes, refirió mil anécdotas en las que ponia en relieve los grandes padecimientos que habia sufrido en su cautiverio, y el inmenso amor que profesaba á los españoles; repartió con profusion, y eso que entonces era difícil, retratos del jóven monarca, y cuál no seria la idolatría del pueblo, que hasta las mujeres encontraban hermosa aquella nariz que le valió el título universal de Narizotas.

Las Córtes cayeron en la red, vieron en las palabras anteriormente citadas lo de la aprobacion, hicieron caso omiso lo de lo útil, y llevaron su entusiasmo,-preciso es confesar que los liberales se entusiasman con mucha facilidad,-hasta el punto de declarar solemnemente que las Córtes miraban con aprecio al general Zayas, por haber traido tan felices nuevas del soberano.

XVIII.

Preparado todo, con la escolta que debia acompañarle hasta la frontera, se despidió Fernando de sus carceleros, de alguna que otra de las bellas que endulzaron en la prision de Valencey las largas horas de su cautiverio, y seguido de toda su camarilla, se puso en marcha el dia 13 de Marzo, tomando el título de conde de Barcelona.

Entre paréntesis: esta costumbre que tienen los reyes de ponerse títulos inferiores al suyo para viajar, me recuerda siempre á las precavidas, que dejan el peor traje para los caminos. Así, pues, estos titulos me parecen una funda que ponen al de reyes, ó herederos presuntos de la corona.

Y dejándole en camino lleno de alegría, voy á tomar aliento para describir en el capítulo próximo los primeros efectos de su viaje y de su llegada.

CAPÍTULO II.

Palabras de consuelo á los afrancesados.-Un pinito de desobediencia.— Un corazon de mármol.-Un rio que demostró saber más que los hombres.-Un general modelo.-Ceremonias.-¡Gerona!-Sacrificios estériles.-Júbilo general.-Un monumento.-Los doblones de un poeta.-Un hombre de dos.... cartas.-Chamorro.-Consejos.-Intrigas.-Lucindo.— El general Elio.-El cardenal de Borbon y nada.-Un impresor de Valencia, ó no hay mal que por bien no venga.

I.

Todavía no habia terminado la lucha entre España y Francia.

Las tropas del Capitan del siglo pisaban aun el territorio español y el general en jefe de ellas era el mariscal Suchet.

Queriendo Napoleon rescatar su ejército bloqueando en algunas capitales y obtener la libertad de los prisioneros, acordó con Fernando que emprendiese este su viaje por Perpiñan para que saliese á su encuentro y le hiciesen los honores debidos al mismo tiempo que las tropas españolas las francesas.

Pero como hábil diplomático encargó á Suchet que apenas llegase el rey á España, impidiese su salida de Barcelona, hasta tanto que se hubiese levantado el bloqueo, y regresasen á Francia libres sus tropas.

Fernando, seguido de su córte, salió de Valencey, ignorando el lazo que iba á tenderle Napoleon.

Durante el viaje por Francia se presentaron á Fernando multitud de españoles que estaban espatriados por haber servido á José Bonaparte ó por no haber protestado contra su dominacion.

Todos pedian al monarca clemencia y Fernando les rèspondia á todos:

-Estad seguro de que muy en breve regresareis á la patria completamente perdonados, porque yo no soy rey de un partido, sino rey y padre de los españoles, y no hay padre que no perdone las faltas de los hijos de su amor.

Ebrios de gozo al oir estas palabras los infelices espatriados abrian su corazon á la esperanza y aplaudian y victoreaban á aquel tigre cubierto para ellos con la piel de cordero.

II.

Ya habian trazado los comensales del rey el itinerario del viaje debiendo ser completamente distinto del trazado por las Córtes, para hacer un pinito de desobediencia.

El dia 22 de Marzo volvió á pisar Fernando el suelo natal, y ni se conmovió siquiera, ni hizo demostracion alguna que manifestase la alegría de su alma.

Bien es verdad, que Dios habria negado la alegría á aquel hombre.

La primera oposicion que encontró en España fué la de un rio.

El Fluvia creció de tal manera que estorbó el paso berano: hé aquí un rio precavido.

al so

Detúvose en Figueras, hasta donde llegó el general del ejército español D. Fernando Copons, tipo del verdadero mi

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