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Algunos dias antes que el rey, entró en Madrid de incognito el general Eguía.

Este señor fué designado, como he dicho, para ejecutar los siniestros planes del rey.

Eguia, cuyo retrato ampliaremos más tarde, porque fué uno de los ministros principales de Fernando VII, era muy conocido por su ignorancia y su aficion à la rutina.

Llevaba su pasion á tal extremo, que todavía en aquel tiempo usaba el cabello recogido y atado por detrás como en la época de Cárlos III, circunstancia que habia dado lugar á que la gente le conociese por el nombre de Coletilla.

Fanático en sumo grado, amaba la Inquisicion, por considerarla la mejor columna del despotismo.

Débil para el afecto, era fuerte el afecto, era fuerte para el ódio y la venganza.

IV.

El mismo dia de su llegada recibió una comunicacion de Macanaz, con la lista de todas las personas á quienes debia sorprender y aprisionar, y otro oficio para D. Francisco de Leiva, que debia ser su colaborador en aquella cacería.

No queriendo incluir en la lista de los agraciados, ni al cardenal de Borbon, ni al ministro Luyando, dispuso el rey que el primero se retirase á su diócesis, y el segundo saliese desterrado al departamento de Cartagena.

Para conocer con todos sus detalles el enlace de los sucesos que tuvieron lugar en la noche del 10 de Mayo, hay que

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empezar por reproducir el oficio que el general Eguía envió el dia 9 á su auxiliar D. Francisco de Leiva.

Decia así:

<Con fecha 4 del corriente, el Sr. D. Pedro Macanaz, de órden del rey, me dice entre otras cosas, lo siguiente:

f

>>Disponga V. E. con la mayor actividad, y sin pérdida de tiempo ni de diligencia, que sean arrestados simultáneamente y puestos sin comunicacion los sugetos cuya lista acompaño. Y como para esto sea necesario se valga V. E. de personas de toda confianza, nombra S. M. á los ministros togados D. José María Puig, D. Jaime Alvarez Mendieta, D. Ignacio Martinez de Villela, D. Francisco de Leiva y D. Antonio Galiano, para que procedan al arresto de todas las personas y al recogimiento de sus papeles: á saber, de aquellos que se crean á propósito para calificar despues su conducta politica. Pero es el ánimo de S. M. que en este procedimiento, además del buen tratamiento de las personas, se guarde lo que las leyes previenen, y por esto manda que arrestados que sean, y quedando centinela en sus respectivas habitaciones interiores, cuya llave ó llaves recojan los mismos interesados, se haga entender á estos nombren persona de confianza para que asista al reconocimiento de papeles y rubrique, con el escribano que asista á la diligencia, aquellos que se separen con el expresado fin. El cuartel de Guardias de Corps y la cárcel de la Corona son lugares muy á propósito para la custodia de los más señalados. Y respecto hay entre ellos algunos eclesiásticos, se impartirá el auxilio del vicario de Madrid, y en todo caso por nada se suspenderá su arresto, Conviene, pues, para que no se fustre tan importante diligencia, que se ponga V. E. de antemano de acuerdo con los espresados ministros, á quienes se dirigen los adjuntos oficios, procurando evitar se trasluzca su comision, para lo cual se tomarán las convenientes precauciones. Lo que tras

lado á V. S. para su inteligencia y cumplimiento, incluyéndole una lista de los que deben ser arrestados.»>

V.

La lista de que se hace mencion en la comunicacion anterior, estaba redactada en estos términos:

Lista primera de los que deben ser presos segun el anterior oficio.

D. Bartolomé Gallardo, calle del Príncipe.

D. Manuel Quintana.

D. Agustin Argüelles, calle de la Reina.

Conde de Toreno, dicen que marchó.

D. Isidoro Antillon, marchó, segun dicen, á Aragon.

.

Conde de Noblejas y hermano.

D. José María Calatrava.

D. Juan Corradi.

D. Juan Nicasio Gallego, dicen que marchó á Murcia. D. Nicolás García Page, calle de Hita, núm. 5, cuarto principal.

D. Manuel Lopez Cepero, calle de San José, casa de la imprenta.

D. Francisco Martinez de la Rosa, id., id.

D. Antonio Larrazabal, calle de Jacometrezo, casa de Villadarias.

D. José Miguel Ramos Arispe.

D. Tomás Isturiz, calle de Alcalá frente á las Calatravas, desde el esquinazo de la calle de Cedaceros hácia el Prado, segundo portal.

D. Ramon Feliu.

D. Joaquin Lorenzo Villanueva.

D. Antonio Oliveros.

D. Diego Muñoz Torrero.

D. Antonio Cano Manuel, calle de Alcalá junto á las Calatravas.

D. Manuel García Herreros, plazuela de Celenque, en la imprenta.

D. Juan Alvarez Guerra.

D. Juan O-Donojú.

D. José Canga Argüelles, calle del Príncipe, casa de San Ignacio, cuarto segundo.

D. Miguel Antonio Zumalacárregui.

D. José María Gutierrez de Teran.

Maiquez y Bernardo Gil, cómicos.

El Conciso y redactor general E. Beltran y un hermano suyo.

D. Dionisio Capaz.
D. Antonio Cuartero.
D. Santiago Aldama.

D. Manuel Pereira.

D. José Zorraquin, calle Mayor, frente á la fábrica de Talavera, que tambien es fábrica de sedas.

D. Joaquin Diaz Caneja.

El Cojo de Málaga.

Aquí terminaba la primera lista.

VI.

Eguía llamó á su casa á los jefes de la guarnicion de Madrid, y sin rodeos, recordándoles que su obligacion era obedecer al rey, manifestó que tenia tomadas todas sus medidas

TOMO II.

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para que los jefes de la guarnicion de la córte le secundaran de grado ó fuerza.

-Cerca de Madrid, dijo, hay numerosas tropas que impondrán al país la voluntad del monarca. Si Vds. me ayudan cumplirán un deber y se harán meritorios ante el sobe rano. Si no, sufrirán las consecuencias que los demás ilusos. Todos se dispusieron á apoyarle.

Los despidió con órden de que fueran á los cuarteles, que estuviesen preparados á recibir sus órdenes, y con algunos de ellos, sin aparato de ningun género, se dirigió á casa de D. Joaquin Perez, presidente de las Córtes.

Ya he dicho antes que este señor diputado americano vivia con los liberales y conspiraba con los realistas, razon por la cual, cuando le anunciaron que el capitan general de Castilla la Nueva deseaba verle, se apresuró á recibirle y estrechó su mano con efusion.

-Vengo á participar á Vd. de órden del rey, dijo Eguía, que desde este momento quedan disueltas las Córtes.

He oido contar que el Sr. Perez, exclamó, como si se le quitase un enorme peso de encima:

-Gracias a Dios que va á haber gobierno en España. Lo que puedo asegurar es que para cumplir la órden que acababa de recibir con todas las formalidades debidas, despues de conversar con uno de los agentes oficiales que, apenas se retiró de su lado, le envió al general, escribió el șiguiente oficio:

<<Excmo. Sr.: Antes de las tres de esta mañana ha puesto en mis manos el auditor de guerra D. Vicente María de Patiño, el oficio que V. E. se ha servido pasarme como á presidente de las Córtes con el Real decreto del 4 del corriente,

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