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V. A. no los tendrá tampoco si algun dia llega á ser desgraciado. Los pueblos se vengan gustosos de los respetos que nos tributan. Además, ¿cómo se podrá formar causa al príncipe de la Paz sin hacerlo tambien al rey y á la reina, vuestros padres? Esta causa fomentaria el ódio y las pasiones sediciosas; el resultado seria funesto para vuestra corona. V. A. R. no tiene á ella otros derechos si no los que su madre le ha trasmitido; si la causa mancha su honor, V. A. destruye sus derechos. No preste V. A. oidos á consejos débiles y pérfidos. No tiene V. A. derecho para juzgar al príncipe de la Paz; sus delitos, si se le imputan, desaparecen en los derechos del trono.

>>Muchas veces he manifestado mi deseo de que se separase de los negocios al príncipe de la Paz; si no he hecho más instancias, ha sido por un efecto de mi amistad por el rey Cárlos, apartando la vista de las flaquezas de su afeccion. ¡Oh miserable humanidad! Debilidad y error, tal es nuestra divisa. Mas todo esto se puede conciliar: que el príncipe de la Paz sea desterrado de España, y yo le ofrezco un asilo en Francia.

»En cuanto á la abdicacion de Cárlos IV, ella ha tenido efecto en el momento en que mis ejércitos ocupaban á España, y á los de la Europa y de la posteridad podria parecer que yo he enviado todas esas tropas con el solo objeto de derribar del trono á mi aliado y mi amigo. Como soberano vecino debo enterarme de lo ocurrido antes de reconocer esta abdicacion. Lo digo á V. A. R., á los españoles, al universo entero; si la abdicacion del rey Cárlos es espontánea, y no ha sido forzado á ella por la insurreccion y motin sucedido en Aranjuez, yo no tengo dificultad en admitirla y en reco

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nocer á V. A. R. como rey de España. Deseo púes conferenciar con V. A. R. sobre este particular.

>La circunspeccion que de un mes á está parte he guardado en este asunto, debe convencer á V. A. del apoyo que hallará en mi, si jamás sucediese que facciones de cualquiera especie viniesen á inquietarle en su trono. Cuando el rey Cárlos me participó los sucesos del mes de Octabre próximo pasado, me causaron el mayor sentimiento y me lisonjeb de haber contribuido por mis instancias al buen éxito del asunto del Escorial. V. A. no está exento de faltas; basta para prueba la carta que me escribió, y que siempre he querido olvidar. Siendo rey sabrá cuán sagrados son los derechos del trono: cualquier paso dé, un príncipe heredero cerca de un soberano extranjero es criminal. El matrimonio de una princesa francesa con V. A. R. le juzgo conforme à los intereses de mis pueblos, y sobre todo como una circunstancia que me uniria con nuevos vínculos á una casa á quien no tengo sino motivos de alabar desde que subi al trono. V. A. R. debe recelarse de las consecuencias de las emociones popul lares: se podrá cometer algun asesinato sobre mis soldados. esparcidos, pero no conducirán sino á la ruina de España. He visto con sentimiento que se han hecho circular en Madrid unas cartas del capitan general de Cataluña, y que se ha procurado exasperar los ánimos. V. A. R. conoce todo lo interior de mi corazon: observará que me hallo combatido por varias ideas que necesitan fijarse; pero puede estar seguro de que en todo caso me conduciré con su persona del mismo modo que lo he hecho con el rey su padre. Esté V. A. persuadido de mi deseo de conciliarlo todo, y de encontrar ocasiones de darle pruebas de mi afecto y perfecta estimacion.

Con lo que ruego á Dios os tenga, hermano mio, en su santa y digna guarda. En Bayona 16 de Abril de 1808.-NA

POLEON.>>

XXV.

Dígame el más infeliz, el más cándido, el más bendito de mis lectores, si es que se reconoce poseedor de alguna de estas formas de la debilidad humana, si despues de leer esta carta, si estando, como suele decirse, en el pellejo de Fernando, no hubiera conocido el lazo que le tendia el emperador de los franceses.

Sendas verdades apuntaba en su epistola, llegando hasta á insultar al principe aclamado por los enemigos de Godoy. En primer lugar, dándole el tratamiento de alteza, se negaba implícitamente á reconocerle como rey, y aunque le ofrecia este reconocimiento, era de una manera condicional.

Pero lo que desde luego debió ofender á Fernando- y á sus consejeros fué la intencionada frase: «Vuestra alteza no tiene otros derechos (á la corona) sino los que su madre le ha trasmitido.>>

Con esta frase le llamaba bastardo, porque ha de saber, el lector, que habia muchas personas de Palacio y de fuera de Palacio que en voz muy baja se decian al ver el odio que Fernando profesaba á Godoy:

-Lo que es en éste, la fuerza de la sangre no hace el menor efecto.

XXVI.

La carta de Napoleon entusiasmó á Escoiquiz.
Despues de leerla el rey,

-¿Qué opinas de esto? le preguntó.

-Que estamos de enhorabuena: ya verá V. M. cómo no hemos perdido el viaje.

Fernando interrogó al portador de la carta, al mismo Savary, manifestándole la extrañeza que le causaban algúnos de sus conceptos.

-Me dejo cortar la cabeza, exclamó el taimado general, si al cuarto de hora de haber llegado V. M. á Bayona no le ha reconocido el emperador por rey de España y de las Indias. Por sostener su empeño empezará probablemente dándoos el tratamiento de alteza, pero á los dos minutos le sus-tituirá por el de majestad; á los tres dias estará todo arreglado, y V. M. podrá restituirse á España inmediatamente. Cayeron el rey y sus secuaces en tan grosero lazo. Escoiquiz le empujaba al precipicio.

-¿Creeis qué debo avanzar á Bayona? preguntó á su camarilla.

La respuesta fué afirmativa.

Escoiquiz, por órden del rey, contestó á la insultante carta de Napoleon en estos términos:

<Señor, mi hermano: He recibido con la mayor satisfaccion la carta que V. M. I. y R. ha tenido á bien dirigirmecon fecha 16 por medio del general Savary. La confianza que V. M. me inspira y mi deseo de hacerle ver que la abdicacion del rey mi padre á mi favor, fué efecto de un puro movimiento suyo, me han decidido á pasar inmediatrmente á Bayona. Pienso, pues, salir mañana por la mañana para Irun, y trasladarme despues de mañana á la casa de campo de Mawac en que se halla V. M. I. y R.

>Soy con los sentimientos de la elevada estimacion y del

afecto más sincero, buen hermano de V. M. I. y R.-FERNANDO.-Vitoria 18 de Abril de 1808.»

XXVII.

La noticia de la última resolucion del rey, cundió en Vitoria y produjo un efecto doloroso.

Todos, escepto los cómplices de Fernando, veian claro. Estos vacilaban en su mayor parte; pero Escoiquiz, que lo esperaba todo de Napoleon, los arrastró.

El ex-ministro D. Mariano Luis de Urquijo fué el que con más tenaz empeño se opuso á la partida del rey.

En una larga conferencia que tuvo á este propósito con el duque del Infantado, Escoiquiz y algunos otros personajes que disfrutaban de la confianza del monarca, pintó con viveza los peligros de la falsa posicion en que se habia colocado.

Urquijo, que habia pasado algunos años en el extranjero, despues de su desgracia estaba muy versado en la política exterior, y no participaba del optimismo político de los españoles supeditados á la camarilla.

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Obligado á expresar sus sentimientos llamó principalmente la atencion de los consejeros del rey sobre la manera conque el Monitor habia dado cuenta del levantamiento de Aranjuez, y sostuvo que el lenguaje de aquel periódico indicaba claramente los designios del emperador.

-La intencion de Napoleon, dijo, desde 1805, es arrebatar el cetro español de manos de la dinastía actual, como incompatible con la estabilidad de su poder; tales proyectos, continuó, esplican la ocupacion de la península por las tropas francesas, y no me cabe la menor duda de que en el sitio

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