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dad, al menos sin rubor y sin mengua en lo tocante al racio. nalismo.

>Nosotros ¡ay! ni aun en los patíbulos teniamos el triste consuelo de salvar el pundonor nacional. Así, á más de las otras razones en que en tales casos se funda la resistencia á la tiranía, tenian nuestros padres esa otra poderosísima para rechazar la opresion.>>

XI.

La época de las sediciones no podia tardar en venir, y el alma generosa de Mina fué la primera en inagurarla antes de terminar este año de 1814. Su tentativa le salið mal, gracias á D. Santos Ladron que arengó á sus soldados contra él y merced á otros varios oficiales con cuyo apoyo contaba, los cuales, faltando al empeño que tenian con él contraido, delataron su plan y le volvieron la espalda. Era este asaltar de rebato la plaza de Pamplona, y apoderarse de su ciudadela al abrigo de las sombras de la noche, y aprovechando un tumulto que dentro debia estallar.

y

Frustrado por lo dicho el proyecto, huyó Mina con su sobrino, digno antecesor suyo en la guerra que ambos habian hecho á los franceses, siguiéndole igualmente el bravo Asura y otras personas de su confianza; y metiéndose en Francia, burlando por entre mil riesgos la actividad de sus perseguidores.

El valiente coronel Gorriz, encargado de asaltar la ciudadela, no acompañó á los demás oficiales cuando delataron á Mina, repugnando á su honrado carácter una conducta como esa, y que tantos imitadores ha tenido despues entre

nosotros en épocas igualmente notables por el heroismo de algunos, que por la mengua y el abatimiento y la degradacion de los más. Una comision militar juzgó á aquel militar pundonoroso, y Gorriz murió fusilado, figurando su nombre desde entonces al frente de la lista gloriosa de los mártires de la libertad, sacrificados por la tiranía de este espantoso sexenio.

XII.

El despotismo se lisonjeó de escarmentar á los que le imitasen, y no conoció que era inútil, mientras él no cambiase de conducta, empeñarse en producir escarmientos.

Era inútil, sí; el rey Fernando entró en el año 1815, sin decir año nuevo, vida nueva; y siguiendo él despeñado por la pendiente de la arbitrariedad, ¿qué derecho le asistia á quejarse porque la insurreccion por su parte no se detuviese en la suya?

<Marchitas las flores de la esperanza por el ardor de las pasiones, dice un testigo ocular, y seco el abundante fruto que habia de reverdecer y sazonarse con el ambiente de las libertades prometidas por el trono, anublóse la alegría que á la vuelta del rey brillaba en los ciudadanos, y tomó la nacion el pálido tinte de la miseria y del terror. En todos los puntos la desesperacion hacia saltar chispas de conjuraciones y revueltas; y para remediar los males presentes sembrábase por el suelo patrio la ponzoñosa simiente de las sociedades secretas que, cuando se aclimatase y desarrollase, habia de envenenar el aire, y levantar en sentido contrario mayores turbulencias y desgracias.

XIII.

> Establecíanse las lógias masónicas en las más florecientes ciudades, dice el historiador de Fernando VII, y embrazando en la oscuridad de la noche la palanca con que pensaban derrocar el despotismo, aplicábanla á los diferentes ángulos del pedestal de la tiranía, sin medir sus propias fuerzas, ni calcular el peso inmenso del coloso.

«La camarilla que encerrada en el secreto del gabinete real, veia crecer las flores del favor á la corriente de los placeres y gustos que rodeaban el sólio, acrecentaba su insolencia y crueldad á proporcion de los esfuerzos revolucionarios. Tucides dice, que la presuncion es el vicio de la ignorancia; y así aquellos afortunados cortesanos, apartando los ojos de los peligros que amenazaban el público sosiego, persistian en su sistema de persecuciones. Parecíales que proveian á la seguridad del Estado nombrando coronel de la brigada de carabineros y generalísimo de los ejércitos al infante D. Cárlos, y coronel de Guardias marinas, y luego almirante de la armada á D. Antonio, tan experto en el mar como su sobrino en el arte de la guerra.

>>Pero á falta de no haber saludado la teoría de la ciencia, adoptaba el ignorante hermano de Cárlos IV las frases de los marinos, y poniendo el sello á la ridiculez, exclama engreido con tantos conocimientos:

-A mi por agua, y á mi sobrino por tierra, que nos batan. >Tan pobre de espíritu era en esta época como en 1808, cuando se despedia de la Junta de gobierno para el valle de Josafat, y retratando con una plumada el título de la familia

entera, entregaba á la risa y al menosprecio del emperador de los franceses.>

XIV.

No quiero al llegar aquí dejar de contar una curiosa anécdota que se refiere á la infancia de esta especie de príncipe de figuron, que compitiendo con el gusto arquitectónico de Churriguera adornaba la córte de Fernando.

Era tan desaplicado en su juventud el tal Antoñito, que su preceptor, el famoso Perez Bayer, se vió obligado á quejarse á Cárlos III de la incuria de su hijo menor.

El buen rey, en vez de hacerse cargo de la acusacion, encarándose con el preceptor, le dijo:

-Cuando yo era muchacho, mis maestros, que veian mi poco amor al estudio, me amenazaron repetidas veces asegurándome que se lo dirian al rey mi padre; casi siempre surtia buen efecto la amenaza, pero duraba poco la enmienda; así que al fin determinaron quejarse al rey. Me llamó á su presencia, y yo llegué temblando y todo sobrecogido. Mi padre, al verme, dijo á mis ayos con grave ademan que acrecentó mi temor:

-¿Con que el infante no quiere estudiar?

-No, señor, respondieron ellos.

-Pues si no quiere estudiar, que no estudie. >>

Con esto volvió la espalda y se fué. Yo que tal oí, dí dos zapatetas en el aire, hice una mueca á mis maestros, y desde entonces no volví á abrir un libro.

Pongánse Vds. en el caso del preceptor que con tanto afan educaba al infante D. Antonio.

-Si ¿eh? se dijo; esa es toda la respuesta que á mis quejas da V. M.; pues no seré yo el tonto que desasne al infante. Desde aquel momento no le hizo caso, y la calabaza cumplió sus destinos en el mundo.

Esto no fué obstáculo sin embargo para que la Universidad de Alcalá, satisfaciendo un capricho del infante, le concediese el título de doctor.

XV.

Trazada la situacion esterior del país, conocidos los principales agentes de las perfidias y crueldades del monarca, natural es que el lector desee saber en qué ocupaba el tiempo aquel hombre que vivia sin compañera, entregado al embajador ruso y á Chamorro.

La tradicion, no muy vieja esta vez, cuenta que Fernando estaba dominado por la sensualidad, por el vino y por el tabaco.

Refiérense mil episodios de su vida íntima, todos curiosos, y para que no me acusen de parcial repetiré lo que un testigo presencial ha dejado escrito, sin que nadie se halla atrevido á impugnarlo.

<Solia Fernando, dice, revestido de simple paisano, y sin ninguno de los ornamentos de su alta dignidad, salir por las noches del alcázar, en compañía de su capitan de Guardias, duque de Alagon, cortesano amable é intrigante, cuyas galantes aventuras le habian dado celebridad en la córte de Cárlos IV, y uno de esos hombres que medran en Asia por servicios prestados en la oscuridad del Serrallo.

>>Gozaba el duque del favor del monarca, disponiendo del

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