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cia de las operaciones de unos y otros el motin de Zaragoza, la conspiracion de Bazo y Erroz en Madrid, la de Ostoloza en Sevilla, la de la Junta apostólica de Galicia, el aumento de las partidas realistas en la primavera del 21 en Alava y Toledo, en Castilla por Merino, y el trágico fin de Vinuesa que en otro lugar he referido.

Las tropas constitucionales perseguian las partidas y alcanzaban algunos triunfos, pero la táctica de los jefes de ésta, muchos de ellos antiguos guerrilleros de la Independencia, era igual en todo y renacian como el Fénix de sus mismas cenizas.

Era un vivir agitado, pues la exaltacion de un partido producia la de su contrario.

Los liberales intentaron apedrear y aun allanar las casas de los embajadores de Austria y Nápoles cuando aun no se nos habian declarado enemigos oficialmente, pero gracias á las disposiciones de la autoridad, los grupos se dispersaban y se frustró el plan.

Siguiéronle otros de república en algunos puntos, particularmente en Barcelona, considerada entonces como centro del más exagerado liberalismo, y donde existiendo gran número de emigrados napolitanos y piamonteses, empezó á infiltrarse la secta de los carbonarios, y como al mismo tiempo se desarrollase una epidemia, ésta le dió al gobierno francés un pretexto para establecer un cordon sanitario, el cual vieron los liberales que ocultaba otro fin político, y pidieron los agitadores el destierro de los serviles á quienes ellos mismos calificaron arbitrariamente, resultando el embarque para las Baleares del prelado de la diócesis de Barcelona, del baron de Eroles, de los generales Sarsfield y Touruas y otros jefes

militares que, despachados despues, levantaron la bandera de insurreccion contra la Constitucion en el Principado.

XXIII.

El que se habia puesto al frente del movimiento republicano en Cataluña era un particular, de orígen ó nacimiento francés, llamado D. Jorge Bessieres; mas descubierta la conspiracion fué preso, encausado y condenado á muerte, pero los alborotadores exigieron del general Villacampa que le aplicase la amnistía que por entonces habian dado las Cortes con motivo de una importante victoria obtenida en Salvatierra sobre las partidas, y elevada la exigencia á consulta se decidió por la conmutacion de la pena en diez años de encierro en el castillo de Figueras.

La circunstancia de haberse manifestado en otra ocasion el mismo D. Jorge Bessieres uno de los más ardientes partidarios del sistema realista, causa que algunos historiadores pongan en duda la buena fé con que entonces espuso su vida por la opinion republicana, y que el movimiento tuviese origen y esperase conclusiones en favor de los realistas.

El otro conato de república en Zaragoza, en ocasion que el capitan general Riego visitaba algunos pueblos de la provincia, tambien fué contenido y hecho abortar por las medidas de las demás autoridades que estaban en la ciudad, y el gobierno relevó del mando á Riego y lo envió de cuartel á Lérida.

XXIV.

Encendiéronse los ánimos de las sociedades secretas en Madrid por esta medida, y como represalias y manifestacion de disgusto, se empezaron á reunir grupos y se empezó una procesion con el retrato de Riego, que fué furiosamente victoreado.

El capitan general, que lo era á la sazon D. Pablo Murillo, tomó sus disposiciones y dispersó los grupos.

En tal estado llegó la reunion de las Córtes extraordinarias de 24 de Setiembre. El 28 fué la sesion régia, y en su discurso el rey habló de los asuntos que se iban á someter á sus deliberaciones, que eran la division del territorio español, organizacion de la Milicia nacional, resello de la moneda francesa, reduccion de censos, de quintas, de partícipes legos, de diezmos, aduanas, beneficencia pública, etc.

En una palabra, en esta segunda legislatura se siguió la marcha política y espíritu de las del 12, se reorganizó el ejército, se redujo el diezmo á la mitad, se suprimieron todos los subsidios que pagaba el clero, y se le supuso uno general de treinta millones.

XXV.

El decreto sobre vinculaciones tuvo una aclaracion, determinando la parte de bienes de que podian desposeerse los propietarios. Se autorizó al gobierno para un empréstito de doscientos millones, y se reconoció el contratado en Holanda por Cárlos IV.

La contribucion directa se fijó en 180 millones sobre prédios rústicos, y se uniformó la enseñanza pública con un nuevo plan general de estudios, y se dejó en completa libertad á la privada, creando tambien universidades provinciales para la segunda enseñanza, y que en lo sucesivo tomaron el nombre de Instituto.

Todos estos asuntos de tanto interés y consecuencia se debatian al propio tiempo que los choques entre el poder legislativo y el ejecutivo iban á dar una nueva faz á la época constitucional y tristemente divertida que nos ocupa.

Prosigamos contando los sucesos para ver luego á los hombres en toda su desnudez.

CAPITULO III.

Haz lo que te digo, y no lo que yo hago.-Planes reaccionarios.-Cuadro oscuro.-El Trapense.-Muerte de Landaburo.-El 7 de Julio.-Cambio de ministerio. Una nota diplomática. La regencia de la Seo de Urgel.-Donde la Santa Alianza empieza á asomar la oreja.-El ejército invasor. -Trabajos de zapa del absolutismo.—La proclama del duque de Angulema.-La España flaca.-Capitulaciones. -Entrada de Angulema en la córte.-Otra proclama. Fiestas y regocijos.-Donde el esclavo demuestra otra vez más que debe serlo.

I.

Como no podia ménos de suceder, empezó la guerra entre los ministros y las Córtes; el plan de economías no se tenia en cuenta para larguezas en punto á recompensas patrióticas; al propio tiempo se daba un riguroso decreto contra los obispos desafectos á la Constitucion, y se dictaban otras medidas que hacian acrecer el número de los descontentos, aun en las mismas filas liberales.

El rey habia pasado á Aranjuez, en donde prolongaba su residencia, y como todas sus ausencias de la córte infundian sospechas y recelos, esta se comentaba por unos en sentido de prepararse para derrocar completamente el sistema constitucional (idea que creian halagaba más al rey), otras se limitaban á augurar una asimilacion de la Constitucion à la Carta francesa, y esto tampoco descontentaba á muchos moderados, creyendo que así se corregirian los defectos que ha

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