Imágenes de páginas
PDF
EPUB

hasta el mismo Sr. Galiano se unió á los que por aquel hecho proclamaron á Fernando digno de gobernar á todas las naciones del mundo.

XVI.

Tres dias antes de que tuviese lugar la invasion, el duque de Angulema, D. Luis Antonio de Borbon, generalísimo de las tropas expedicionarias, como órden del dia dió la siguiente proclama en Bayona:

-<<Soldados: La confianza del rey me ha colocado á vuestra cabeza para llenar la más noble mision.

>>No ha puesto las armas en nuestras manos el espíritu de conquista: un motivo más generoso nos anima: vamos á restituir un rey á su trono, á reconciliar un pueblo con su monarca y á restablecer en un país, presa de la anarquía, el órden necesario para la ventura y seguridad de ambos Estados. Soldados: Respetad y haced respetar la religion, la ley y la propiedad; así facilitareis el cumplimiento del deber que he contraido de mantener las leyes y la más exacta disciplina.>>

XVII.

El único obstáculo que al atravesar el Vidasoa hallaron los franceses fué un peloton como de cien hombres, en su mayor parte oficiales franceses é italianos emigrados que, titulándose ejército de los reales libres, y dirigidos por un sugeto llamado Mr. Carou, enarbolaron la bandera tricolor, creyendo que este signo de añejas glorias militares seria su

ficiente para que todos ó la mayor parte de los que seguian entonces la bandera blanca se les uniesen; pero á la órden dada por el general Vallín de que se hiciese fuego sobre ellos, disparó la artillería, y cayendo muertos ocho ó diez de estos ilusos, se desbandaron los restantes á encerrarse en San Sebastian.

El gobierno español, al ver inminente el que la guerra tuviese lugar, se habia preparado para ella, segun se lo permitian las circunstancias, antes de la invasion, y habia tomado medidas para buscar recursos, levantar armas y organizar fuerzas, nombrando para jefes á Mina en Cataluña, á Ballesteros en Aragon y Navarra, al conde de La Bisbal, ó sea el ejército de reserva, en Castilla la Nueva; á D. Pablo Morillo en Galicia y á Villalcampa en Andalucía, generales todos de más crédito y reputacion de servicios, y que pertenecian á todas las parcialidades políticas, y á todos los revistió de omnímodas facultades.

Avanzaban como si fuesen vanguardia del ejército francés las partidas realistas, organizadas ya y formando un cuerpo de ejército de treinta y cinco mil hombres, en tres divisiones, mandadas la de Navarra por el conde de España, la de las provincias Vascongadas por Quesada y la de Cataluña por Eroles. Igualmente las fuerzas francas se dividieron en cinco cuerpos: uno á las órdenes del duque de Regio, otro á las del conde Molitor, el tercero á las del príncipe de Hohenlohe, el cuarto á las de Moncey, que habia de operar en Cataluña, y el quinto á las del conde de Bordessoulle.

Parecia natural que al encontrarse algunos de estos cuerpos con los del ejército constitucional se empeñasen acciones más ó ménos importantes, pero los diez y seis ỏ veinte mil

TOMO II.

79

hombres que mandaba Ballesteros en las provincias Vascongadas y Navarra corriéronse al Aragon, donde parecia guiaban el itinerario de Molitor.

Se esperaba que la reserva, que mandaba La Bisbal, se opusiese á los franceses en Guadarrama y Somosierra, cubriendo la capital, pero empezaron á oirse en las filas de su ejército las voces de traicion y de traidor, se rompió la disciplina, los soldados desertaban, La Bisbal tuvo que esconderse el 18 de Mayo y se vió obligado á entregar el mando de su desconcertada tropa al marqués de Castisdarius, que las condujo para contener la desercion hácia Extremadura, quedando en Madrid algunos batallones á las órdenes de Zayas para mantener el órden, ínterin llegaba el príncipe francés y sus tropas, que habian pasado Buitrago.

XVIII.

El 19 se apresuró Zayas á capitular, en union del Ayuntamiento, y en dicho dia se empezó á notar movimiento del pueblo en los barrios bajos; el 21 se fijó un bando prohibiendo la reunion de más de tres personas paradas en grupos por las calles, so pena de ser disueltos á fusilazos (la ignorancia del bando, ó la curiosidad de muchos, ó la mala aplicacion de la ley por los encargados de ejecutarla, causaron no pocas víctimas en el paisanaje).

El 22 Bessieres, de quien ya hemos hablado y que venia unido á las avanzadas francesas, ofició á Zayas manifestándole la intencion de que sus fuerzas fuesen las primeras que ocupasen á Madrid, siendo acaso ménos deshonroso para el ejército español el que les guardias ocupadas por españoles

fuesen relevadas por otros españoles que no por extranjeros. Pero Zayas, fuese por no mirar bajo tal aspecto la entrega de la poblacion, fuese por temor de que los realistas exaltados de Madrid de la clase del pueblo se entregasen á excesos que no contuviesen los de Bessieres, contestó que tenia celebrado un convenio con el príncipe francés, y que si no retiraba las fuerzas con que se habia aproximado á la capital, las rechazaria con la fuerza.

Algunos lanceros de Bessieres habian penetrado hasta la calle de Alcalá; la guarnicion les obligó á retroceder.

Bessieres avanzó mayores fuerzas, y apoderándose, ó refugiándose en el Retiro (pues de mil modos se refirió el suceso), se trabó un combate que dió por resultado no pocos muertos, heridos y prisioneros de una y otra parte, inclusos los paisanos amigos de bullangas, que habian acompañado y victoreado en grupos las avanzadas de Bessieres.

Pero lo que vemos disfrazado ó embozado en algunos autores es el ametrallamiento y cuchilladas que sufrió por la tarde una multitud desarmada é indefensa, compuesta de hombres, mujeres y niños de todas las clases, que dirigiéndose simples curiosos entusiastas á ver las primeras avanzadas francesas, que se decia estaban inmediatas, salieron por la puerta de Alcalá, cubriendo el camino hasta la venta del Espíritu Santo, como si fuese en un dia de mayor concurrencia á los toros. Cierto es que imprudentes habian elegido aquel paseo, sobre todo despues de lo ocurrido; pero ¿quién ignora lo que es, en general, la poblacion de Madrid. cuando se trata de un espectáculo nuevo? Tambien es cierto, y lo presenciamos, que muchos provocaron las iras de las autoridades que aun mandaban en la poblacion, cuando al

poner el pié fuera de sus puertas se engalanaban con cintas: realistas y prorumpian en vivas á lo que esperaban y mueras á lo que ya creian no tener por qué temer. Pero entre la provocacion con gritos y cintas y el castigo de la metralla y las cuchilladas de la caballería de Almansa, que causaron numerosa mortandad en dicho camino y campos inmediatos, hallamos un rigor poco ȧ propósito para evitar resentimientos, que dentro de pocas horas podrian tener lugar si las tropas francesas no los contenian.

å

XIX.

El 23 hizo su entrada en Madrid el duque de Angulema y sus soldados, saliendo Zayas y la guarnicion por la parte opuesta, y como tambien hemos leido disimuladas ó tergiversadas algunas de las particularidades de este suceso, que presenciamos, nos detendremos en dar algunos detalles que proporcionen al lector una idea del verdadero estado de la poblacion de Madrid al ocuparla el año 23 el ejército de Angulema. Antes empero cumple que copiemos la proclama de este, dada en Alcobendas el 23, y que dice así:

<<Españoles: Si vuestro rey se hallase aun en su capital, estaria muy cerca de acabarse el honroso encargo que el rey mi tio me ha confiado, y que sabeis en toda su extension.

»Despues de haber vuelto la libertad al monarca, nada me quedará que hacer sino llamar su paternal cuidado hácia los males que han padecido sus pueblos, y hácia la necesidad que tienen de reposo por ahora y de seguridad para lo futuro. La ausencia del rey impone otros deberes. El mando del éjercito me corresponde; pero las provincias libertadas por nues

« AnteriorContinuar »