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¿Consistia esto en la confianza que pudieran tener en las fuerzas del ejército y auxiliares que crearon, pensando que se repetiria el entusiasmo y heroismo de la guerra de la Independencia?...

No lo sé, pero sí que Molitor perseguia á Ballesteros, el conde de Bourg se estableció en Leon para preparar la invasion de Astúrias y Galicia, Bordesculle se habia apoderado de la Mancha, y Plasencia, derrotado en Despeñaperros, habia dejado abierto el paso de las Andalucías á un cuerpo de ejército francés de 17.000 hombres.

V.

Al saberse estos progresos en Sevilla, se acordó la trasla cion del rey y de las Córtes á Cádiz y la Isla; pero al comunicar al monarca esta resolucion, se negó á salir de Sevilla, y esto causó una sesion tan borrascosa el 11 de Junio, que el referir sus detalles ocuparia un espacio mayor que el que nos permite la distribucion de nuestro trabajo; solo diremos que las pasiones políticas se manifestaron exaltadas en alto grado, lo cual no era tanto de extrañar que así sucediese, si se tiene en cuenta que la negativa del rey fué el pretexto de una gran batalla entre las sociedades masónicas y las de los comuneros, que venian ya hacia tiempo haciéndose una guerra tenaz de ódios y rencores, en vez de unirse ante el peligro

comun.

VI.

El diputado D. Antonio Alcalá Galiano, en términos muy corteses y reverentes, propios de su reconocida elocuenia,

pintó la negativa del rey como un acto de demencia repentina, por la cual preferia caer en poder de sus enemigos los franceses á verse en libertad siguiendo á las Córtes, en virtud de lo cual presentó una peticion para que se declarase al rey en estado de incapacidad moral para seguir al frente del gobierno, y que en virtud del artículo 187 de la Constitucion, se procediese al nombramiento de una Regencia.

Tomada en consideracion la propuesta y aprobada despues de los debates, resultó el nombramiento de una Regencia, compuesta de los Sres. D. Cayetano Valdés, D. Gabriel Ciscar y D. Gaspar Vigodet, los cuales prestaron juramento y empezaron á funcionar.

Al saber el monarca esta determinacion, manifestó indiferencia por ella, y durante algunos dias opuso una resistencia pasiva mostrándose determinado á no pasar á la Isla sino llevado violentamente y por fuerza; pero cambió de manera de pensar, y cuando empezaban á buscarse medios violentos para que se trasladase, anunció el ministro á las Córtes que S. M. y real familia habian salido en la direccion deseada.

En efecto, á pequeñas jornadas y sin tropiezos, llegó la familia real el 15 á la Isla, y en el mismo dia, instaladas las Córtes en el convento de San Felipe, reanudaron sus sesiones; se declaró al rey restablecido de su indisposicion y capaz por lo tanto de gobernar, en virtud de lo cual cesó la Regencia en sus funciones.

VII.

Antes de continuar la narracion que me ocupa, me parece oportuno dirigir una rápida ojeada á las operaciones militares de los ejércitos constitucionales opuestos al invasor.

El ejército francés habia avanzado rápidamente en la Península, admirado de no haber hallado oposicion formal, pues aunque en las inmediaciones de Logroño y otros puntos habia tenido algunos choques de más ó ménos importancia, ninguno de ellos habia llegado á la de las verdaderas batallas de la guerra de la Independencia, pues donde se les opuso una resistencia más tenaz fué en Cataluña.

Allí el intrépido y valeroso Espoz y Mina continuaba siendo el mismo infatigable jefe que en la referida época; pero los 20.000 hombres que mandaba, empleados en guarniciones de plazas, apenas le permitian contar más que con unos 8.000 escasos que oponer á Moncey, á las partidas realistas que apoyaban á este, y cuyos jefes, guerrilleros tambien de su época, conocian su táctica y le oponian otra igual.

Además, algunas discusiones con otros jefes de sus columnas volantes, tambien guerrilleros, pero en favor de la causa constitucional, originaron el que al fin, despues de algunos encuentros parciales, tuviera que acogerse á las montañas, procurando distraer al enemigo en la Cerdaña francesa, mas con contínuas deserciones y reduciéndole cada vez más y más á la imposibilidad de dilatar una prudente resistencia.

VIII.

No fueron más afortunados los 30.000 hombres que mandaba Ballesteros; perseguido, como ya hemos indicado, por los franceses, pasó á Aragon, y desde allí á Valencia, y sus movimientos permitieron á los invasores marchar desde Tolosa por Tudela á Zaragoza, que ocuparon en medio de los gritos de ¡viva el rey! ¡viva Angulema!

TOMO II.

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El alto Aragon reconoció las Juntas realistas.

La larga línea de la costa de Cantabria y Vascongadas, á excepcion de San Sebastian, Santoña y Santander, estaban tambien en poder de los franceses, igualmente que Navarra, á excepcion de Pamplona. Valencia habia estado sitiada en Marzo por las partidas realistas mandadas por Samper, pero fueron obligadas á levantar el sitio por haber acudido en auxilio de la ciudad el coronel Bazan, comandante militar de Castellon, con una respetable columna del ejército constitucional.

Salió este bizarro jefe de la ciudad al poco tiempo para regresar á su provincia, pero sufrió un fuerte descalabro en el ataque que le dieron los realistas, reforzados por las fuerzas de Capape (alias el Rojo) en las inmediaciones de Chilche.

Volvieron los realistas al sitio de Valencia con toda clase de artillería, cortaron las aguas, arrojaron bombas y granadas y pusieron á la poblacion en grande apuro. Aunque por pocos dias, la sacó de él Ballesteros, que con su division llegó oportunamente para hacer levantar este segundo sitio; y tan luego como se proveyó en la ciudad de cuanto necesitaban sus tropas, volvió á salir de ella, emprendiendo el sitio de Sagunto, que tambien dejó para dirigirse á Murcia, seguido de algunos batallones de nacionales de Valencia, quienes al ver otra vez espuesta la ciudad á ser atacada por los realistas, prefirieron incorporarse á Ballesteros á las represalias de la ocupacion.

IX.

En efecto, una y otras tuvieron lugar á los dos dias de la retirada de Ballesteros, el cual tampoco se detuvo en Múrcia, y pasó á Granada, donde conferenció con Zayas, y ambos representaron al gobierno de Sevilla sobre el verdadero estado de la situacion militar.

Avanzaba el general francés Molitor en pos de Balles teros, y este el 28 de Julio le salió al encuentro con diez mil hombres en Arenas, punto situado en los confines de Granada y Jaen. Trabóse allí una verdadera batalla, en la que los españoles mostraron lo que aun eran, pero la fortuna les fué desfavorable en el éxito, y se trató de capitular en Cumbiel, reconociendo á la Regencia de Madrid, obligándose Ballesteros á que lo hiciesen los demás jefes y gobernadores militares bajo su mando, conservacion de grados, honores, etc., pago de haberes por el Tesoro, acantonamiento de las tropas españolas donde Molitor lo tuviese por conveniente, y facultad á los milicianos que le habian seguido para retirarse ỏ no á sus hogares, con garantías de auxilios para no ser molestados.

Firmado este convenio, no quisieron adherirse, ni Zayas, que se retiró á Málaga, ni los jefes de las guarniciones de Levante, ni una parte del ejército, que tambien se dirigió á Málaga.

X.

Interin esto sucedia en Andalucía, no iban en mejor estado los negocios militares en Galicia, donde mandaba Mo

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