tria, leyes, Constitucion monárquica y concordia entre los . españoles son el compendio de los deseos de los liberales de corazon. Empleos, arbitrariedad, gritería, insultos Ꭹ rencillas son la divisa de los exaltados de todos los partidos. Si aquellos triunfan, la España será dichosa para siempre; pero si prevalecen estos, es muy temible que llegue un dia en que suspire Vd. para la barbárie de los paises que acaba de abandonar. VI. -Así hablaba la clase media, la clase conservadora y productora, en 1820 y 1821. ¿No es verdad que esta conversacion le parece á Vd. oirla en el café de Madrid, ó en la peluquería de Prats, ó en cualquier círculo de personas vivientes en el año de gracia de 1870? me dijo D. Gil. -Confieso francamente, repuse, que no podia imaginar que la política se limitase á dar vueltas por un círculo vicioso y reducido, porque, en efecto, 1820 y 21 tienen gran semejanza con 1869 y 70. -Entonces como ahora la poesía contribuia á levantar de cascos á los prosáicos españoles. Cuando fué asesinado Landáburu, hubo un poeta que escribió varias estrofas pidiendo venganza. -¿Recuerda Vd. algunas? -Una cualquiera basta. -Poco despues de los sucesos del 7 de Julio se cantaba en todas partes esta estrofa, que el poeta ponia en boca del muerto: Estaba en mi casa con tranquilidad, entre mis dos hijos que fuera al palacio de Su Majestad. Al ir, como es sabido, le mataron, y el coro decia en tonces:. Hijos de Padilla, salid y vengad que clamando está. -Los versos son malejos. -Los efectos que produjeron fueron peores. Cada vez que un negro ó liberal veia á un realista le insultaba, le apaleaba. -Y los realistas á su vez tomaban la revancha. -Yo lo creo. Oiga Vd., oiga Vd. cómo trataban á Riego el dia en que entraba en Madrid preso para ir al suplicio. El Restaurador, periódico archi-realista, redactado por dos frailes, imprimió en su número del 1.° de Octubre de 1823 estos versitos: Á LA ENTRADA EN MADRID DEL LLAMADO GENERAL RAFAEL RIEGO. Entra en Madrid, caudillo de bergantes, -¡Qué barbaridad! ¿Así trataban á un hombre que estaba condenado á muerte? -Eran frailes. Tambien rscuerdo un sonetito contra los. liberales que puede arder en un candil. -Sabe Vd. mucho. -Como que soy viejo. -Y ese soneto... -Es una definicion de los radicales, de los carbonarios y de los comuneros. -A ver, á ver. D. Gil hizo memoria y me recitó este soneto: Radical, carbonario y comunero, aunque en nombres distintos, son lo mismo, Tambien el jacobino y jardinero, y La libertad y la igualdad pregonan -De ese soneto no puede decirse lo que de los versos de Landáburu... Está bastante bien escrito. -No crea Vd., amigo; los realistas sabian dónde les apretaba el zapato. Tuve yo un amigo de una memoria felicísima que recitaba muchas de sus composiciones políticas. -¿Y en dónde está ese amigo? -En el otro mundo. -Llámele Vd. -Debe estar incomodado conmigo porque no fuí á su entierro. -Ya habrá olvidado esa pequeña falta... Vamos, llámele Vd. VII. D. Gil evocó el espíritu de su amigo, el cual en vida habia sido un empleado que entre expediente y expediente escribia una comedia, ó copiaba, para aprendérselos de memoria y recitarlos en las tertulias, todos los versos que salian en los periódicos. A las súplicas de D. Gil correspondió recitándonos una fábula titulada La reforma de los ratones, sátira dirigida contra todos los que habian contribuido á formar la Constitucion destructora del absolutismo. Yo copié la fábula, que decia así: LA REFORMA DE LOS RATONES. Fábula. Hubo entre los ratones algun dia cierta congregacion ó cofradía, cuyas constituciones no he logrado hasta el dia de hoy por más que he andado; ni supiera tampoco su existencia si entre los protocolos de la audiencia no resultara en autos el suceso que voy á referir. En un Congreso, sensatez de los viejos, de repente que en union fraternal nuevos tratados ¿quién les metió á estudiar esa doctrina sin más gusto de leer que el de la harina? Aquí unidos así bajo de uno somos presa del género gatuno; |