DIVINO. TRABUCO. que hará cuanto se quiera por la dicha contra todos los que hemos conspirado mas no hay cuidado, irá sin perder tiempo ESCENA ÚLTIMA. Encinillas con otros gorros abre la puerta de pronto, á cuya vista quedan petrificados los pasteleros y en diversas posturas á cual más ridiculas y extrañas. Encinillas y sus compañeros contemplan algun rato aquel cuadro, despues se adelantan y dice Encinillas: Antes que esa alianza se celebre Los GORROS. Las más bellas y plácidas provincias, No más pasteles; mueran los perversos decid conmigo: ¡Gorros exaltados, ¡Por siempre viva! Tiran todos de las espadas: echan à correr los hermanos pasteleros, y cae el telon. Fácilmente habrán comprendido los lectores que el Divino ha es Argüelles; Trabuco, Morillo, y Tintin, el general, cuyas zañas y vida ha contado El Zurriago en otro capítulo de esta obra. Ahora voy á trazar en breves líneas la historia de los tres últimos años del absolutismo para cerrar esta segunda época con las semblanzas de los ministros que han funcionado en ella, y emprender en seguida la difícil tarea de retratar á los hombres del reinado de Isabel II. LIBRO VI. MARÍA CRISTINA. CAPITULO PRIMERO. Pragmática sancionada por Cárlos IV.-La familia real.-Esperanzas y temores.-Nacimiento de Isabel II.-Tentativa de los liberales-Decretos contra los mismos.-Ejecuciones.-Nacimiento de la infanta María Luisa.Enfermedad del rey y sus consecuencias.-Cambio de política.-Reorga nizacion del ministerio.-Jura de la princesa de Astúrias. I. El cuarto matrimonio que contrajo Fernando VII vino á ser por sus consecuencias otro nuevo trastorno para el país en general, y para los partidos un nuevo temor ó una esperanza nueva. En efecto, despues de sofocada ó ahogada en sangre la sublevacion carlista de Cataluña, pareció un poco de tiempo que la calma y el reposo iban á radicarse con alguna duracion en España y preparar el camino para que los españoles condenados al ostracismo regresasen á sus hogares sin nuevas conspiraciones, ó sin ser reemplazados acto contínuo por los que la veleidosa fortuna habia encumbrado y vuelto á precipitar bajo sus ruedas. Desgraciadamente no fué así. El fallecimiento de la reina Amalia dejó al rey sin sucesion directa, y el partido realista exaltado, aunque descontento de D. Cárlos, pareció haberse resignado á aguardar de él el «Non plus ultra de sus aspiraciones. Por el contrario, el partido liberal, indiferente á la defuncion de dicha señora, porque se habia manifestado completamente extraña á la política, vió en la libertad del rey para nuevas nupcias la posibilidad de que cambiase la posicion que tenia en otra más favorable, ya por tener al lado del monarca una persona que pudiese influir en su favor, ya porque esta influencia pudiese llegar á ser tan poderosa que destruyese cuantas le habian rodeado hasta entonces. Fuese por consejos, fuese por no carecer de compañera y de libertad, ó por el natural deseo de una sucesion directa, Fernando contrajo matrimonio, como hemos dicho anteriormente, con doña María Cristina de Borbon, princesa de Nápoles. Esta señora gozaba de gran reputacion, de amabilidad, dulzura, sensibilidad y talento, habiéndola precedido aquella antes de venir á España. Cuando entró en Madrid fué saludada con ovaciones y festejos generales, pues los liberales (que acto continuo adoptaron por colores el azul del traje que vestia), presagiaron seria su aurora de paz, y los realistas, aunque reservados, nada podian augurar malo de una señora cuyos sentimientos políticos no conocian. II. Apenas trascurrieron cuatro meses de las nupcias reales, se promulgó solemnemente la pragmática sancion dada por |