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tas que más habia.. trabajado y conspirado dentro y fuera de las Córtes por derribar el gobierno representativo, y á estos servicios debia el título con que el rey le habia premiado (marqués de Mataflorida) y el ministerio que entonces le conferia. «Correspondiendo su conducta como ministro á los antecedentes de toda su vida, y tan enemigo como siempre de las ideas y de los hombres liberales, renovó y aumentó las proscripciones, y redoblando el espionaje, no habia ciudadanoque se acostara en su lecho seguro de que no habia de amanecer en un calabozo.» Con esto basta para formar una idea de este cómplice de Fernando VII, á quien la revolucion del año 20 derrocó, pero dejándole rico y hecho todo un personaje.

MOYANO (D. Tomás).--Cuando Macanaz salió del ministerio de Gracia y Justicia por vender empleos, entró á reemplazarle el Sr. Moyano, jurisconsulto entendido. Bien pronto conoció que no podia ser otra cosa en su ministerio que un sacristan del alto clero; se conformó, y gracias á esto cobró el sueldo hasta Enero de 1816. Fué un ministro más: hé aquí su mejor epitafiio.

OBISPO DE MECHOACAN.-Ya he contado lo que pasó á este buen señor. Nombrado por el rey, al ir á tomar posesion le dió, no por entero, una órden exonerándole. Era demasiado bueno y su nombramiento fué una veleidad del rey, quien no tardó en arrepentirse instigado por Chamorro, Ugarte, Montenegro y comparsa.

PEREZ VILLAMIL (D. Juan).-Curandero de la Hacienda desde Noviembre de 1814 hasta Marzo de 1815; le puso algunos paños calientes, y aunque se agitaba mucho y procuraba que saliese todos los días su nombre en la Gaceta, no dió

gusto á los señorss de la camarilla, y pasó al panteon á cobrar su cesantia.

Salazar (D. Luis María de).—Ministro predilecto de Marina del absolutismo. Despachó este ministerio desde 31 de Mayo de 1814 hasta Enero de 1816. La Regencia nombrada por el duque de Angulema le confirió de nuevo dicha cartera; el rey le confirmó en el puesto; desempeñó algunos dias tambien el ministerio de la Guerra, y al fin abandonó la poltrona en Otubre de 1832. Era un entendido marino, de escasa significacion política; pero se conformaba con conservar el empleo; hacia la vista gorda, vivia, y el rey, sin hacerle gran caso, le conservaba para que, ya que la nave del Estado se iba á pique, no sucediese lo propio con los navíos de la nacion.

VAZQUEZ FIGUEROA (D. José).-Solo se sabe de este ministro de Marina que fué nombrado en Enero de 1816 y que en Setiembre de 1818 le sacaron una noche de la cama, le leyeron una órden del rey desterrándole, le obligaron á salir de Madrid escoltado por un piquete de caballería, y aquí paz y despues gloria.

Desde 1823 á 1833.

AIMERICH (D. José de).-En 26 de Agosto del 24 fué nombrado ministro de la Guerra en reemplazo de D. José de la Cruz. Era inspector de infantería, coronel de los realistas, y logró para estos el privilegio de que por ningun delito pudieran ser llevados á la cárcel: á lo sumo arrestados al cuartel. Fué destituido en 13 de Junio de 1825, dándole en cambio el gobierno militar de la plaza de Cádiz.

Como el estilo es el hombre, voy á reproducir una alocucion que dirigió á los realistas:

<< Voluntarios, decia, ya teneis las armas en vuestras manos para jurar las reales banderas.

>Al recibirlas dais un público testimonio á la Europa entera de nuestra decision en sostener el juramento á los sagrados objetos de nuestra religion, soberanía absoluta del rey nuestro señor D. Fernando VII, su augusta real familia y nuestras antiguas leyes y costumbres.

>Con estas armas afianzaremos el órden destruido por los anarquistas, que es la base primera de nuestro instituto y para que voluntariamente nos hemos ofrecido. Las autoridades legítimas estarán sostenidas y descansarán en el apoyo de nuestra disciplina y conducta, signo de los verdaderos realistas.

>La patria espera su reposo de nuestra lealtad, observando la diferencia de servicios que producen las filas de la virtud y del órden comparadas con las agonizantes, que arrojaban la desconfianza, la rebelion y el desórden.

>>Sea, pues, nuestra divisa la union y la obediencia.

>Si nuestras armas no fuesen llamadas, en nada nos mezclemos; pero si desgraciadamente el soberano necesitase nuestras fuerzas para destruir sus enemigos, despleguémoslas para que se estrellen en nuestras bayonetas.

>Entonces vigorizaos, y volviendo la vista á nuestras banderas, leed su lema, que nos dice: «Por el altar y el trono, voluntarios realistas de Madrid,» y contestad: «venceremos o moriremos sosteniendo nuestro juramento, para que el Dios de los ejércitos, el rey ni la patria tengan que exigir más de

nosotros.>

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