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>>Cada voluntario vencedor en sus filas representará un glorioso ornamento de lealtad y bizarría que aterrará á los malvados, y los tronos todos os mirarán con gratitud como sus verdaderos defensores.

>Saludamos con los vivas realistas de la religion, soberanía del rey y la gratitud, al heróico ayuntamiento de esta capital.-El comandante general de los voluntarios realistas, JOSÉ AIMERICH.>>

AZNAREZ (D. José).-En 1823 la Regencia le nombró ministro del Interior, de nueva creacion, y abandonó este puesto el 2 de Octubre del mismo año. Pasó por el gobierno, no como un meteoro, sino como un sacaoro.

CAFRANGA (D. José de).-Fué breve tiempo ministro de Gracia y Justicia en el año 1832. Era hombre ilustrado y conserva una buena reputacion entre los jurisconsultos españoles..

CALOMARDE (D. Francisco Tadeo).-Este ministro merece una biografia completa.

Nació, segun refieren los autores de la España del siglo XIX, en un pueblecito del bajo Aragon, llamado Villel. Sus padres, aunque honrados labradores, poseian una fortuna muy modesta, lo cual no impidió que aprovechasen las disposiciones que presentaba su hijo, dándole los primeros rudimentos de la educacion y enviándole despues á completar sus estudios á la ciudad de Zaragoza.

Cuéntase que estando estudiando en Zaragoza al servicio de una señora rica que le costeaba la carrera, una noche en que acompañaba con el farol á unos caballeros de los que concurrian á la tertulia de la casa, le preguntó uno de ellos:

Pues que estudias jurisprudencia, ¿qué es lo que aspiras á

ser?> <<Ministro de Gracia y Justicia, señor, respondió sin titubear el paje.» Riéronse los tertulianos de la resuelta contestacion del estudiante, y con tal motivo tomáronse con él algunas chanzas; pero él se ratificaba en su propósito, como aquel que tiene un pensamiento preconcebido.

Suplió Calomarde su falta de recursos asistiendo en calidad de criado á una señora acomodada de Zaragoza, que le permitia asistir á las aulas.

Concluyó sus estudios en aquella ciudad, y provisto de su título de abogado, se dirigió á la córte con el objeto de pretender algun empleo. La calidad de su carácter le permitió introducirse paulatinamente en algunas reuniones, y sin reparar en los desaires, no perdonaba medio alguno para granjearse el apoyo de los poderosos, profesando la máxima de que no importaban los medios si se conseguia llegar al fin apetecido.

Por este camino, vedado siempre al verdadero mérito y trillado solo por las medianías ambiciosas, consiguió obte-· ner una esquela de recomendacion para D. Antonio Beltran, paisano suyo y médico del príncipe de la Paz, en la época en que este favorito sustituia en un todo al indolente Cárlos IV.

Recibió el médico á su recomendado con cumplida urbanidad, que no tardó en cambiarse en afectuosa benevolencia, así como observó que el jóven abogado mostraba intentos de casarse con su hija, que no habia sido dotada por la naturaleza de ninguna de las gracias que distinguen á su sexo.

Viendo Calomarde favorablemente admitidas sus proposiciones de matrimonio, pudo dar por iniciada de un modo brillante su carrera, y en efecto, recibió por regalo de boda una credencial de oficial de la secretaría de Gracia y Justi

cia, puesto muy superior á sus escasos merecimientos. Tan pronto como tomó posesion de su destino, pareció olvidar á su prometida, hasta el punto que el príncipe de la Paz se vió obligado á reprenderle por su comportamiento, amenazándole con el presidio si no cumplia la palabra que habia empeñado. La eleccion no podia ser dudosa para Calomarde. Resolviósé al matrimonio y conservó su puesto en la secretaría.

Cuando el príncipe de la Paz pasó en una sola noche de la cumbre del poder à un miserable camaranchon, Calomarde creyó llegado el momento de romper bruscamente los lazos que le unian con su esposa, la cual tuvo que resignarse á vivir en Zaragoza, en donde terminó sus dias cuando su marido se hallaba en el apogeo del poder.

Al ocurrir la invasion francesa, Calomarde siguió al gobierno en su traslacion á Cádiz, y llegó al puesto de oficial mayor de su secretaría.

Al reunirse las Córtes extraordinarias, aspiró á representar en ellas á sus paisanos; pero estos sin duda le conocian mejor de lo que él pensaba, y no le creyeron digno de tan elevado cargo. El despecho que El despecho que le causó este desaire le hizo unirse á los enemigos de las reformas, constituyéndose en activo agente de un pequeño grupo que trataba de elevar á la Regencia de España á la infanta doña María Carlota, es-posa del príncipe heredero de Portugal.

Como en Cádiz predominaba el espíritu de libertad, Calomarde cayó en desgracia, en la que permaneció hasta 1814.

A la vuelta de Fernando volvió á ocupar su puesto, y cuando en 1815 se suprimió el ministerio de Ultramar, fué

trasladado con un destino equivalente al de Gracia y Justicia. En la época en que el rey y su hermano el infante don Cárlos se relacionaron por medio de un doble enlace con la familia de Braganza, fué designado para concertar estos matrimonios el ministro Lardizábal, que se valió del auxilio de Calomarde.

Instituyó Fernando por aquel tiempo là órden americana de Isabel la Católica, siendo aquel nombrado secretario perpétuo de la órden, y además secretario de Cámara de Castilla.

Poco despues en el ánimo veleidoso de Fernando influyeron los enemigos que en el poder se habia creado Lardizábal, el cual arrastró en su caida á Calomarde, que se vió confinado á Pamplona como sospechoso.

En 1820, Calomarde, que se habia granjeado ya por sus ideas la animadversion del partido liberal, permaneció en Pamplona hasta 1822, en que vino á Madrid, si bien ocultándose aun de sus propios amigos.

En 25 de Mayo de 1823, el duque de Angulema nombró una Regencia, en la cual ocupó Calomarde el puesto de secretario, siendo nombrado al regresar el monarca á Madrid ministro de Gracia y Justicia.

En la division que trabajó al partido absolutista colocóse el ministro á la cabeza de los realistas furibundos, así como Zea Bermudez dirigia á los más templados.

El resultado de esta lucha entre elementos diversos lo hemos hecho notar ya. Créese que Calomarde estaba de acuerdo con Bessieres para realizar los planes del partido apostólico, y de este modo se explica el profundo misterio en que se envolvió este suceso, con la desaparicion de todos los documentos que á él se referian.

Pero si bien Calomarde habia sido vencido en esta ocasion por la actividad de Zea Bermudez, consiguió como compensacion de su derrota el suplicio de los constitucionales que habian desembarcado en Tarifa y el asesinato jurídico del Empecinado.

Es indudable que Calomarde, por sus ideas extremas, favorecia los designios de D. Cárlos; pero como su principal deseo era la continuacion en el poder, así que el rey manifes tó claramente sus intentos de contraer cuartas nupcias, se mostró agente activo en esta negociacion.

El doble papel que desempeñaba con frecuencia el ministro le granjeó la antipatía de los ultra-realistas, y especialmente la del infante D. Cárlos, que jamás quiso perdonarle su doblez.

Con una docilidad extraña para plegarse á todos los caprichos del soberano, con una actividad infatigable para satisfacer sus exigencias y deseos, conseguia Calomarde perpetuarse en el poder, á pesar del influjo del partido dirigido por Zea Bermudez.

En 30 de Enero de 1832 dió á luz la reina Cristina á la infanta doña María Luisa Fernanda, acontecimiento que reanimó las esperanzas absolutistas que, fundándose en la ley Sálica, propalaban por todos los medios posibles que la Providencia reservaba el trono de España al infante D. Cárlos.

Necesitábase, no obstante, para conseguir estos propósitos la anulacion de la pragmática sancion de Cárlos IV, puesta en vigor poco tiempo antes por Fernando VII, y no tardó en presentarse una ocasion propicia para la realizacion de estos designios.

Encontrándose el rey en la Granja, sufrió un grave ataque

TOMO 11.

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