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Continuaban penetrando en España las divisiones francesas, y Junot organizaba sus fuerzas para invadir el Portugal, y aunque el gobierno de Madrid debió sospechar de la buena fé de los franceses, al verlos alravesar nuestra frontera antes de la formalizacion del tratado, nada de esto hizo mella en el ánimo del que solo soñaba ya con su principado, y que dió las órdenes oportunas para que las tropas españolas que debian secundar la invasion, estuviesen dispuestas para obrar cuando fuese necesario.

Pero ¿cuál debió ser la sorpresa de aquella corte indolente y ciega cuando tuvo noticia de que el general francés, despues de haberse apoderado del Portugal, de haber obligado á huir al Brasil à la familia real de Braganza, asumia en sí toda la autoridad del reino y mostraba claras tendencias de conservarle unido y compacto, para que el emperador dispusiera de su futura suerte?

Godoy, á pesar de tau trasparentes muestras de mala fé, á pesar de la facilidad con que el emperador rompia los tratados, no renunciaba á su dorado sueño de soberanía, para cuya realizacion hubiera hecho los mayores sacrificios, llegando, como veremos, su olvido de todo sentimiento de patriotismo, hasta el extremo de entregar maniatada é indefensa la madre pátria al extrangero.

Junot entre tanto estendia su dominacion en Portugal, gobernaba como señor absoluto, y parecia haber olvidado por completo el tratado de Fontainebleau; mientras que el emperador incorporaba á sus conquistas el reino de Etruria, sin acordarse de la Lusitania septentrional, que debia servir de compensacion al soberano destronado. Todo induce á creer que Napoleon, á los pocos dias de haber firmado el tratado de Fontainebleau, no pensaba en cumplir ni uno siquiera de sus artículos.

Lo habia estipulado tan solo para poder introducir á mansalva en el territorio español numerosas legiones, y como no pensaba en realizar sus promesas, no se paró á considerar lo que ofrecia, con tal que sirviese para satisfacer las ruines ambiciones y las anti-patrióticas miras de aqueHa córte, que solo podia inspirar el desden mas profundo al capitan del siglo.

Sin embargo, aunque en algunos momentos, Napoleon parecia que juzgaba á la nacion por sus reyes, sentia los mas, que detrás de aquel sólio, que se habia humillado hasta la bajeza, existia un pueblo ignorante, pero altivo, con sentimientos de igualdad é independencia. Estas ideas le hacian escribir á Murat, generalísimo de sus tropas en España, algun tiempo despues:

«No creais que vais á atacar á un pueblo inerme, y que os basta mostrar vuestros soldados para someter á España... Teneis que habéroslas con un pueblo nuevo, que desplegará todo el brio y todo el entusiasmo de que están dotados los hombres no gastados por las pasiones políticas... La aristocracia (1) y el clero, son los dueños de España, y si llegan á temer por sus privilegios y por su existencia, harán contra nosotros levantamientos en masa, que podrian eternizar la guerra. Yo tengo allí partidarios; pero si me presento como conquistador los perderé todos... España tiene mas de cien mil hombres sobre las armas, número mas que suficiente para sostener con ventaja una guerra interior: divididos en muchas partes, pueden facilitar el levantamiento de toda la monarquía. La Inglaterra no perderá esta ocasion de multiplicar nuestros obstáculos; ella dá avisos incesantemente á las fuerzas que mantiene en las costas del Portugal y en el Mediterráneo, y se ocupa en enganchar sicilianos y portugueses... Mi opinion es que no debemos precipitarnos, y que conviene aconsejarse de los acontecimientos... Haced de modo que los españoles no puedan sospechar el partido porque me decidiré, cosa no dificil, porque yo mismo no lo sé... Haced entender à la nobleza y al clero que, en el caso de intervenir la Francia en los negocios de España, serán respetados sus privilegios é inmunidades. Les direis que el emperador desea perfeccionar las instituciones políticas de España para ponerla en armonía con el estado de la civilizacion europea, y al fin de sustraerla al dominio de los favoritos... Pintadles el estado de sosiego y

(1) Por lo que hace á la importancia que dá Napoleon á la aristocracia española, no hemos visto idea mas errónea, pues sabido es que la aristocracia, en el verdadero sentido de la palabra, no existió jamás en España:

prosperidad que goza la nacion francesa, á pesar de las guerras en qué se vé empeñada por todas partes, y esplendor de la religion, cuyo restablecimiento es debido al concordato que he celebrado con el Papa... El ejército evitará todo choque, ora sea con los cuerpos del ejército español, ora con las simples partidas; es preciso que no se queme un solo cebo, ni de una parte, ni de otra... Si llegára á encenderse la guerra, seria todo perdido. La política y las negociaciones son las únicas que dehen decidir de los destinos de España.»

Vemos por las líneas que preceden, que Napoleon, si exceptuamos ciertos detalles, conocia el espíritu de los españoles y no creia alcanzar de ellos, si las cosas tomaban un giro violento, victorias fáciles y decisivas; pero tambien debemos considerar, que el que estaba acostumbrado á vencer á la Europa y al Africa, el que jamás habia encontrado obstáculo invencible á su genio y fortuna, debia tener momentos en que creyese fácil el triunfo sobre una nacion que consideraba como envilecida; primero por una larga época de despotismo y decadencia; despues por una córte que babia llevado ya hasta el extremo el olvido de todo sentimiento de dignidad y de decencia. Efectivamente, examinando de lejos esta cuestion, teniendo en cuenta la paciencia del pueblo español, que dejaba impunes tan vergonzosas faltas, que sufria sin quejarse una política tan humillante y funesta, parecia justificarse el desden de Napoleon; pero si consideramos que el pueblo en general no se relacionaba con aquella córte, ingnoraba aquellos vicios, apenas adivinaba al menos en toda su magnitud las faltas y errores políticos, en una palabra, apenas tomaba participacion en la vida pública ni se ocupaba del gobierno, comprenderemos cuán espuesto era juzgar al pueblo por el monarca y la camarilla que le rodeaba.

Teniendo Junot ya por aquel tiempo las tropas suficientes para la ocupacion de Portugal, habiendo penetrado además en la Península otras varias divisiones francesas, sin permiso y sin conocimiento de la córte de Madrid, sabiendo tambien que en las provincias meridionales de Francia estaban organizadas para penetrar en España á la primera señal fuerzas numerosas, creyó llegado el momento de arrojar la máscara y

proclamar los proyectos del emperador sobre Portugal en toda su inicua desnudez. Destituyó la junta que el regente habia nombrado al embarcarse para el Brasil; nombró una, formada de sus partidarios, de la cual fué presidente, y declaró que el hermoso reino de Portugal, quedaba incorporado á los Estados de S. M. el emperador de los franceses.

Godoy, aunque comenzó á sospechar de la mala fé del aliado de la corte de España, como conservaba todavía a'gunas esperanzas de alcanzar la posesion del ambicionado principado de los Algarbes, ó quizá por nna ceguedad casi inconcebible, ó por una punible complicidad, dejaba penetrar el ejército francés en España, apoderarse de las plazas y fortalezas de Figueras, Barcelona, Pamplona y San Sebastian á las legiones del imperio, que se valieron de extratagemas vergonzosas y cobardes, indignas de un ejército que tantas muestras de heroismo habia dado, y cuando algunos oficiales dignos, pedian esplicaciones al gobierno acerca de la conducta que habian de seguir, les contestaba que cediesen en todo, teniendo cuidado de que no estallase un rompimiento.

Con el sistema que seguia la córte de Madrid, bien pronto se vió Napoleon dueño de las provincias del Norte de España, únicas que por sus fortalezas y topografia, podian oponer una séria resistencia militar, con puntos extratégicos que le servian de base para emprender las operaciones en gran escala, en tanto que la córte de España y la nacion entera quedaba indefensa y con un respetable enemigo en su seno.

El partido fernandista, en connivencia con el emperador, propalaba en todas partes que aquellos braves soldados solo traian por mision el colocar en el trono de Cárlos IV al príncipe idolatrado por el pueblo, y por lo tanto las divisiones francesas eran recibidas con los brazos abiertos en todas partes, suministrándoles con la mejor voluntad, todos los recursos necesarios para su sostenimiento.

So'o entonces fué cuando Godoy perdió toda esperanza, y conoció toda su torpeza y el abismo en que estaba próximo á caer el trono, si no se tomaban s'n pérdida de tiempo las medidas necesarias para aminorar el mal, ya que su magnitud era tal, y que las cosas habian llegado á tal extremo, que era imposible cortarle de raíz ni remediarle.

Entonces propuso al rey y á su Consejo el acogerse á Cádiz para hacer desde allí un llamamiento á la nacion, declarar la guerra al vencedor del siglo y aceptar las consecuencias de una situacion tan crítica." Pero esta medida, quizá la única que era razonable, de todas cuantas tomó el valido durante el desarrollo de su funesta política, encontró oposicion en el apocado y débil ánimo de Cárlos IV, que temblaba de pavor ante una guerra con el emperador, y fué necesario que el Consejo usase de todo su influjo y que la reina apoyase la resolucion del valido, para que el monarca español se decidiese á una determinacion que le parecia tan arriesgada y llena de peligros.

El viaje de la córte quedó, pues, resuelto; se comenzaron los preparativos, se dieron órdenes á varias tropas para reforzar la guarnicion de Aranjuez y para que cubriesen el camino de Andalucía; pero los acontecimientos, con su fuerza superior á todos los cálculos y combinaciones de los mortales, se precipitaron del modo que veremos en el capítulo siguiente, estorbando y destruyendo por completo los planes del Príncipe de la Paz.

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